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Enigmas y Misterios
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La Máquina de Antiquitera
Reseña
*En 1900 junto a las costas de la isla de Antikythera, en el mar Egeo, un barco de pescadores de esponjas descubrió a 60m de profundidad los restos de un barco sumergido.
*Del interior del barco sumergido extrajeron estatuas de mármol y de bronce, ánforas y jarrones que conservan todavía un color azul muy intenso.
*Entre los objetos encontrados, se hallo un artefacto con apariencia de maquina, que por la excesiva oxidación y el recubrimiento calcáreo, que presentaba al igual que los otros objetos, puso en evidencia que la antigüedad del hallazgo era de unos 2000 años.
*Según el estudio realizado por los arqueólogos Solla Price y Valerios Stais y los especialistas en epigrafía Merrit y Jorge Stamires, que descifraron las inscripciones que la maquina presentaba en distintos lugares, establecieron que la construcción del artefacto fue realizada entre los años 82 al 65 A.C.
*La maquina esta construida en bronce y presenta las siguientes características esenciales:
-40 ruedas de engranaje
-9 escalas móviles
-3 ejes
-1 rueda central de 240 dientes
-1 diferencial
-1 eje mayor, que servia para poner en marcha todo el mecanismo, y que salía al exterior
La rueda central contenía un borde dentado cuyo relieve era de 1,3mm en cada diente. Toda ella encerrado en una especie de caja o estuche de bronce también. Una de sus inscripciones hace referencia al calendario famoso de Geminos de Rodas (77 A.C.) y reproduce parte de el, como motivo meramente de adorno, se cree. Aparecen el Sol, Venus, las estaciones en el orden de su desarrollo y lunar y otros detalles mas, difíciles de definir por la corrosión del metal. El mecanismo en conjunto era de una extremada perfección, tanto en lo que se refiere a su fabricación como a sus engranajes y movimientos. Había sido realizado con troquel sobre piezas de bronce de un grosor de 2mm.
*El arqueólogo Solla Price afirmo, como conclusión a todos sus estudios, que a lo que mas se parece la maquina es a un reloj. Y, efectivamente, se trata de un reloj astronómico. (Las ciencias prohibidas)
Descripción de su supuesto funcionamiento
La Máquina de Antiquitera es el más famoso OoPArt (Out of Place artifact, u Objeto fuera de Lugar) del mundo. Los restos que se conservan en el Museo Arqueológico de Atenas muestran lo que cualquier persona con educación técnica reconocería sin dificultad como partes de un mecanismo basado en ruedas de engranajes. Estos restos fueron extraídos en 1900-01 de entre los materiales que formaban el pecio de un buque griego o romano naufragado cerca de la isla de Antiquitera. La fecha del naufragio no está del todo clara; hay dataciones que lo sitúan entre el 150 y el 50 a.C., si bien las fechas más probables están entre el 90 y el 65 a.C. Puesto que el pecio transportaba también otros materiales, y de entre ellos hay algunos cuyo origen puede situarse en la isla de Rodas, se considera probable que el buque procediera de esa isla, que entonces era un cruce de caminos náuticos muy importante, y llevara rumbo a Italia. Esta teoría encaja con los hábitos conocidos de tantos generales y gobernadores romanos que «coleccionaban» objetos procedentes del mundo griego, a ambos lados del Egeo, y luego los transportaban a Roma para exhibirlos como objetos de arte o colección.
La mayor sorpresa de la Máquina es que no se conoce ningún mecanismo complejo contemporáneo suyo, conservado entero o en restos, o siquiera una descripción fidedigna de una máquina de una complejidad similar. En torno a este hecho muchos son los que han dado vueltas a la perdiz hasta marearla, buscando viajes en el tiempo o extraterrestres donde sólo hay, por su parte, ligereza de ideas y un poco exacto conocimiento de la historia de la ciencia.
Desde los primeros análisis serios de la Máquina, la hipótesis que mayor fuerza cobró fue la que interpretaba al artefacto como un calculador astronómico capaz de marcar el curso del tiempo y de calcular determinados hitos astronómicos, tales como solsticios y equinoccios, eclipses lunares y solares, etc. Esta hipótesis no era en absoluto descabellada puesto que el estado de la astronomía y las matemáticas alrededor del siglo I a.C. permitían a los contemporáneos predecir con bastante precisión tales hitos. Pero, si bien esto es relativamente sencillo de argumentar, otra cosa es explicar el funcionamiento del mecanismo, de manera que pueda demostrarse que en efecto la Máquina es una calculadora astronómica.
Para empezar, los científicos examinaron los restos de la Máquina tratando de identificar enteramente el mecanismo de la misma. Para ello se sirvieron de la observación directa, y más adelante de tecnologías como la difracción de rayos X, la tomografía, etc. De esta manera pudo obtenerse el detalle de las piezas metálicas que por efecto de la oxidación se habían quedado pegadas fragmentariamente a otras. De la misma manera (y esto ha resultado ser la clave) se lograron leer algunas palabras en griego que estaban grabadas tanto en los engranajes metálicos como en los escasos restos de madera que se conservaban.
En el año 2006 un grupo de investigadores lanzó una teoría acerca del funcionamiento interno de la Máquina (una reconstrucción de sus mecanismos) y acerca de las bases científicas que la hacían funcionar; esto es, ofrecieron una teoría basada en la astronomía y las matemáticas que encajaba con los restos disponibles de la Máquina y con los conocimientos de la época. La conclusión de este artículo es clara: se trata de un calculador y calendario astronómico. El artículo fue publicado en Nature. No contentos con este hallazgo, se ha seguido estudiando la Máquina para entender mejor su funcionamiento, y sobre todo para poder reconstruir un ejemplar funcional con la tecnología de la época. En esta reconstrucción de la propia máquina se ha reconstruido lo que se cree que es la propia historia del objeto, y para ello la clave fueron las inscripciones en griego halladas en los diales de la Máquina.
Entre estas inscripciones se encuentran las indicaciones de los principales juegos panhelénicos, los Olímpicos, los Ístmicos, los Nemeos (de Nemea, la ciudad en que se celebraban) y los Píticos, como si fueran hitos a marcar en el calculador astronómico. Puesto que ya se sabía que la Máquina era capaz de calcular con antelación efemérides, la conclusión lógica era que servía (entre otras cosas) para fijar con antelación las fechas de los juegos. La importancia otorgada a los juegos sitúa definitivamente al objeto como construido en un entorno cultural griego. Posteriores análisis de los signos grabados en la Máquina permitieron concluir que el idioma empleado en ella era propio de los dialectos del griego hablados al oeste de la Hélade. A partir de aquí, enlazando con los testimonios disponibles acerca de instrumentos mecánicos construidos por Arquímedes o sus discípulos, de los cuales Marco Claudio Marcelo (finales del s. III a.C.) se llevó algunos a Roma tras tomar Siracusa, objetos descritos más tarde por Marco Tulio Cicerón, a su vez amigo de Cneo Pompeyo (llamado) Magno, los dos admiradores y/o discípulos de Posidonio de Rodas, paisano y contemporáneo de Hiparco de Rodas, el astrónomo más destacado de su época, y más o menos contemporáneo de la fecha en que se hundió el barco que transportaba la Máquina, se ha trazado una historia tentativa de la Máquina, cuyo origen estaría en el entorno de Arquímedes y su escuela. Como los generales romanos no solían devolver el botín, si la Máquina salió de Siracusa hacia Rodas se supone que fue enviada allá antes de que la ciudad cayera, o porque su dueño simplemente se marchara de Sicilia. En manos de Hiparco (con un salto de unas pocas décadas) la Máquina sería ajustada o reajustada, y tras la muerte de Hiparco, acabaría, a través de Posidonio, en manos de Pompeyo o de Cicerón (más probablemente del primero), ambos asiduos de la isla y de la escuela de Posidonio, para perderla definitivamente durante su traslado a Roma. Los elementos probatorios de esta historia son circunstanciales y no lo bastante fuertes, pero al menos permiten establecer una secuencia lógica en la historia de la Máquina.
La reconstrucción consiste en un armazón de madera que contiene y soporta el mecanismo de engranajes. Este mecanismo arroja sus datos en dos displays, uno en cada cara de la Máquina. Mediante una palanca lateral, el mecanismo puede hacerse girar hasta una posición concreta en el display frontal, formado por un único dial. Esa posición marca una fecha (mes, día y hora) determinada. La fecha se establece por la coincidencia en ella de la posición de los planetas conocidos, cada uno de los cuales tiene su propio puntero, movido por un engranaje o serie de engranajes. Es fascinante ver cómo hay punteros que están tan bien ajustados que incluso reproducen el movimiento retrógrado que desde la superficie de la Tierra ofrece el movimiento de algunos planetas alrededor del Sol. Por ejemplo, el de Marte; este movimiento retrógrado ya era conocido y estaba documentado por los egipcios.
En el display posterior hay dos diales. El superior, en forma de espiral, es un calendario que permite convertir años y meses solares en meses lunares, de distinta duración. De esta manera pueden traducirse fechas de calendarios lunares (el romano republicano, por ejemplo) a fechas solares (como las del calendario egipcio tolemaico). Para ello este dial se basa en que 19 años solares son prácticamente iguales a 235 meses lunares. Una vez agotada la espiral (es decir, una vez transcurrido el ciclo completo), el puntero podía resetearse para volver al comienzo de un nuevo ciclo. El dial inferior usa un ciclo de 18 años solares en su recorrido en espiral. Este ciclo es el que siguen los eclipses lunares y solares. La precisión de este dial es tanta que permite incluso indicar la duración de dichos eclipses. Todos estos datos eran conocidos en la antigüedad gracias a las observaciones realizadas y documentadas por astrónomos babilonios, egipcios y griegos durante varios centenares (incluso miles) de años.
La simulación de los movimientos de los planetas y la Luna había sido reproducida matemáticamente con un grado razonable de exactitud por los astrónomos y matemáticos griegos contemporáneos y anteriores a Hiparco, usando el artificio de los epiciclos, esto es, que los planetas recorren a velocidad constante una órbita circular alrededor de un punto que a su vez rodea al Sol en una órbita circular. Precisamente Hiparco fue el que calculó mediante este artificio la órbita de la Luna alrededor de la Tierra, que no es exactamente circular y por ello desde la superficie parece como si a ratos la Luna frenara su velocidad de rotación. Precisamente por eso se supone que la Máquina pasó por sus manos o por las de algún discípulo suyo. La relación entre órbitas permite obtener las dimensiones relativas de los discos del engranaje, y la velocidad constante de cada una de las órbitas la velocidad de giro de cada engranaje, lo que permite determinar el ancho de cada diente de los engranajes. A grandes rasgos, éste es el modo en que funcionan los mecanismos de la Máquina. Aunque esto, fácil de escribir, supondría, casi con seguridad, unos cuantos engranajes defectuosos desechados por falta de herramientas de precisión para la mecanización de las piezas móviles. Lo que, dicho sea de paso, explica también porqué no debieron de fabricarse muchas copias de la Máquina, si es que hubo alguna. El juguete, fascinante para historiadores e ingenieros de los siglos XX y XXI, debió ser muy caro en los siglos II y I a.C.
Los conocimientos astronómicos y matemáticos para el diseño de la Máquina son acordes con lo que está documentado que se sabía en la época. El material y manufactura de las piezas, también. El uso, por las características de la Máquina, adecuado para una encrucijada de civilizaciones entre Grecia, Roma, Asia Menor y el Egipto tolemaico. No se trata de un OoPArt, sino de un JiPArt (Just in Place Artifact = objeto justo donde debía estar, válgame el juego de palabras) perfectamente identificable e inteligible
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