"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

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domingo, 18 de marzo de 2018

LOS EVANGELIOS SINOPTICOS -SAN LUCAS-


LOS EVANGELIOS SINOPTICOS
COMENTARIO SOBRE SAN LUCAS
Extracto del libro de Horacio E. Lona: “Evangelios Sinópticos, Introducción. Exégesis. Práctica”
Realizado por Sergio Omar Marco
INTRODUCCION
EVANGELIO
La palabra “evangelio” deriva de un término griego compuesto: “eu” y “angélion”, de la raíz “angelia”, que significa “buena noticia”
El Antiguo Testamento fue escrito en su mayor parte en lengua hebrea. La palabra griega “euangélion” corresponde al término hebreo “b´sorah”. Es curioso que los que vertieron el texto hebreo al griego en la traducción de la así llamada “Setenta” nunca usen “euangélion” en los pocos pasajes donde aparece “b´sorah”, aunque utilicen con frecuencia el verbo correspondiente: “euangelizo”, evangelizar, anunciar una buena noticia.
Esto significa que el uso de “euangélion” en el Nuevo Testamento no puede ser derivado del vocabulario de la LXX, parece también improbable que el Antiguo Testamento, que la utiliza en tan pocas ocasiones, haya influenciado el vocabulario cristiano.

SINOPTICO
“Sinopsis” es un término de origen griego que significa literalmente “visión de conjunto”, “mirada en común”. Los evangelios “sinópticos” han sido llamados así porque se pueden leer en una lectura “paralela”.
Un exégeta alemán, Johann Jacob Griesbach, fue el primero que utilizó el término “synopsis” en un libro con los textos paralelos de los tres primeros evangelios; desde entonces la palabra se ha convertido en un término técnico del lenguaje exegético.

COMENTARIO SOBRE SAN LUCAS
LAS FUENTES
*La escritura
Con un numero de 37 citas explicitas e implícitas, el evangelio contiene una cantidad apreciablemente menor que las 66 citas de Mateo con un volumen de texto mucho más reducido. La cantidad de citas “alusivas” duplica a la de Marcos.
Examinando los textos se advierte una gran diferencia con Mateo, que no se refleja solo en el aspecto cuantitativo, sino también en la relación con sus fuentes. El evangelista asume 17 citas de Marcos y 9 de “Q”.
El autor se sirve de los LXX y revela conocimiento directo del texto.
*El evangelio de Marcos
Como en el caso del evangelio de Mateo, tampoco aquí conocemos las circunstancias en la que el evangelista y su comunidad llegaron al conocimiento del texto de Marcos.
Marcos brinda el esquema histórico fundamental que sirve de soporte ala la composición de Lucas con la inclusión de otras fuentes.
*La colección de dichos de Jesús (“Q”)
El evangelista mantiene en general el orden de los dichos y transmite los 232 vv de “Q” como bloques en tres contextos narrativos: 1) en los comienzos, desde la aparición del Bautista hasta las tentaciones de Jesús. 2) en la secuencia del discurso del llano, la curación del ciervo del centurión y de la pregunta del Bautista y la respuesta de Jesús. 3) en gran parte del itinerario hacia Jerusalén, en temas comunitarios y en el discurso sobre el fin de los tiempos.
La primera mención del Espíritu Santo es propia de Lucas por la importancia del tema del Espíritu en toda su obra. El don del Espíritu Santo es propio de Lucas, como así también el singular “Padre del Cielo”.
*Las fuentes particulares
La cantidad y la riqueza del contenido de las fuentes particulares de Lucas son de una enorme importancia para la comprensión del evangelio. No se puede reconstruir el camino de las fuentes particulares consideradas individualmente, desde sus orígenes hasta llegar ser asumidas por el evangelista. Las fuentes particulares se encuentran a lo largo de todo el evangelio. Miradas en su conjunto las fuentes particulares podrían, por su contenido, conformar un evangelio. En su volumen literario contienen unos 100 vv menos que Marcos. No faltan autores que presentaron la hipótesis de un “Proto-Lucas” como el escrito base al que el evangelista incorporó pasajes del evangelio de Marcos y de fragmentos de “Q”. El resultado de esta fusión el texto actual de Lucas.

Los contenidos transmitidos en las fuentes particulares pueden considerarse en varios casos como rasgos distintivos de todo el evangelio.
LA FIGURA DE MARIA
Uno de los aspectos distintivos del evangelio de Lucas es la importancia de la figura de María y la cantidad de mujeres mencionadas en diversos contextos y cumpliendo distintas funciones. Es muy poco lo que el evangelista encuentra en sus fuentes sobre María.
El nombre de María se menciona solo en los dos primeros capítulos del evangelio, que narran en forma paralela la historia del nacimiento de Jesús y de Juan el Bautista.
Las fuentes particulares ponen en labios de María y de Zacarías himnos de alabanza que confirman la estructura de los primeros capítulos. Los rasgos de María recibido de las fuentes particulares han sido asumidos por el evangelista e incorporados a su visión teológica.

FECHA Y LUGAR DE ORIGEN
Los puntos de referencia para determinar la fecha de origen del evangelio son los mismos  que se han tenido en cuenta al tratar el evangelio de Mateo, la fecha de origen del evangelio de Marcos y de “Q”, y el tiempo presumiblemente necesario para la recepción de estas dos fuentes y su combinación literaria en el evangelio. A esto hay que agregar la recepción de las fuentes particulares.
Si el evangelio de Marcos nace poco tiempo después del año 70, el tiempo de origen del evangelio de Lucas puede ubicarse entre los años 80 y 90.
La disparidad de las opiniones sobre el lugar de origen del evangelio, es lo que pone más en evidencia las dificultades para ofrecer una respuesta convincente. Jerónimo proponía a Acaya basándose en antiguas tradiciones sobre el evangelista, autores modernos varían entre Cesárea, la Decápolis, Asia Menor, Antioquia, Filipos, Éfeso o Roma.

AUTOR Y DESTINATARIOS
*El autor
En el prólogo del libro de los Hechos de los Apóstoles el autor se presenta como el mismo que escribió el evangelio. El destinatario es Teófilo.
Si se quiere caracterizar al autor es poco lo que se puede recabar, a diferencia de los datos sobre Marcos y Mateo, los fragmentos de Papías no dicen nada sobre el evangelista. Recién en las últimas décadas del siglo II encontramos los primeros testimonios sobre el autor. El más antiguo probablemente sea el del Canon Muratori:”el tercer libro del evangelio es según Lucas. Este Lucas, medico, después de la ascensión de Cristo, dado que Pablo lo había tomado consigo como conocedor de las Escrituras, escribió bajo su nombre la opción (de Pablo). Pero él no había visto al Señor en la carne, por eso, de acuerdo a lo que podía alcanzar, comienza a narrar desde el nacimiento de Juan”.
Las tradiciones que transmite Irineo, el obispo de Lión, algo después del 180, son más detalladas. Lucas era un colaborador inseparable de Pablo y agrega pasajes de las cartas en las que se nombra a Lucas. Cita asimismo muchos textos de las fuentes particulares que demuestran que Lucas, el compañero de Pablo, fue el autor del evangelio.
En los prólogos a los Evangelios escritos en contra de Marción (alrededor del 300), también se caracteriza a la persona del autor: “Lucas proviene de Antioquía, en Siria, médico de profesión, discípulo de los Apóstoles y seguidor de Pablo hasta su muerte, servidor intachable del Señor, soltero, sin hijos, murió a los 88 años en Beocia, lleno del Espíritu Santo”.
Todas estas explicaciones es la convicción de que los cuatro evangelios, que originalmente no poseían ninguna información sobre el autor, era de origen apostólico, aunque no fuera en forma directa.
Los muchos pasajes que están presentes solo en el evangelio –las fuentes particulares- no lo hacen más próximo a los acontecimientos narrados, sino que lo acreditan como un tenaz coleccionista de antiguas tradiciones.
De un colaborador de Pablo habría que esperar más afinidades –de contenido y de expresión literaria- con la teología de las cartas del Apóstol.
La ausencia de semitismos y latinismos, favorece la hipótesis de que el autor no era un judeo-cristiano, sino un pagano convertido. Era un hombre con buena formación literaria recibida en marco de la cultura griega.
*Destinatarios
El evangelio señala a un tal Teófilo como el primer destinatario del evangelio. No se puede decir con seguridad si es que Teófilo designa a una persona individual, o si es que se trata de un nombre colectivo que abarca a los creyentes de la comunidad, aunque la segunda es la más probable.
Los destinatarios del evangelio son creyentes que pueden alimentar su fe solo por medio de la tradición que reciben. La aceptación del mensaje supone que los que reciben están convencidos de la verdad. El autor asegura la autoridad de los primeros testimonios al señalar que fueron “testigos oculares” de los acontecimientos. Estos “testigos oculares” garantizan la verdad de la tradición.

APENDICE
LA CRITICA TEXTUAL
Para practicar la crítica textual es necesario tomar como base al texto griego. Se ha impuesto el uso de la edición de Nestle-Aland, esta obra ofrece el resultado de la consideración y valoración crítica de miles de manuscritos griegos y latinos, antiguas traducciones, testimonio de la literatura cristiana de los primeros siglos y leccionarios, que contienen un sinnúmero de variantes en la expresión textual. Ningún investigador podría alcanzar una base de manuscritos tan amplia.

*Principios orientadores en el ejercicio de la crítica textual:
 *Antigüedad de los manuscritos: Es comprensible que los manuscritos más antiguos, los fragmentos del siglo II y III y los códices del siglo IV, posean gran autoridad en la determinación del texto original, pero esa autoridad no es inapelable, porque también ellos dependen de otras versiones anteriores cuya confiabilidad no es segura. Por eso, a pesar de su autoridad, no son un criterio seguro.
 *El testimonio de un gran número de manuscritos: Se basa en un principio cuantitativo que debe tenerse en cuenta. Una forma de lectura aislada es menos probable que una que se apoya en muchos manuscritos de diversos tipos.
 *La determinación de la versión “más difícil”: Comparando dos lecturas de un texto, puede asumirse que la de comprensión más difícil es la original, porque se entiende mejor que alguien haya querido eliminar un pasaje oscuro, a que alguien exprese en forma complicada lo que se entendía sin dificultades.
 *La versión más breve: Un texto breve puede llevar a un copista a intentar complicarlo para volverlo más claro.
 *La versión menos semejante con sus paralelos: En el caso de los evangelios sinópticos hay que preferir las versiones que se apartan de los pasajes paralelos, a aquellos que armonizan con ellos.
 *La versión más extraña al contexto: Una versión que es extraña en el contexto en el que se encuentra, puede estar más cerca del original que aquella que concuerda con él.
 *La versión de expresión deficiente: En este caso es fácil de explicar que un copista haya corregido la deficiencia contenida en el texto original.
A continuación dos ejemplos en los que la aplicación de los principios de crítica textual es relativamente fácil, sin tener que entrar detalles de la tradición manuscrita:
 *El comienzo del Padrenuestro en la versión de Lucas 11,2, según algunos manuscritos es: “Padre”, mientras que según otros es: “Padrenuestro que estas en los cielos”. El texto más breve es el original, porque el otro es un intento de armonizar con Mateo 6,9.
 *En la versión de la Bienaventuranza a los hambrientos en Lucas 6,21, de acuerdo a muchos manuscritos se lee: “Bienaventurados los que tiene hambre ahora”, mientras que unos pocos leen: “Bienaventurados los que tienen hambre”. Se elimina el “ahora” para quitar al texto algo de su tono desafiante y paradójico.


martes, 13 de marzo de 2018

LOS EVANELIOS SINOPTICOS - SAN MATEO -


LOS EVANGELIOS SINOPTICOS
COMENTARIO SOBRE SAN MATEO

Extracto del libro de Horacio E. Lona: “Evangelios Sinópticos, Introducción. Exégesis. Práctica”
Realizado por Sergio Omar Marco
INTRODUCCION
EVANGELIO
La palabra “evangelio” deriva de un término griego compuesto: “eu” y “angélion”, de la raíz “angelia”, que significa “buena noticia”
El Antiguo Testamento fue escrito en su mayor parte en lengua hebrea. La palabra griega “euangélion” corresponde al término hebreo “b´sorah”. Es curioso que los que vertieron el texto hebreo al griego en la traducción de la así llamada “Setenta” nunca usen “euangélion” en los pocos pasajes donde aparece “b´sorah”, aunque utilicen con frecuencia el verbo correspondiente: “euangelizo”, evangelizar, anunciar una buena noticia.
Esto significa que el uso de “euangélion” en el Nuevo Testamento no puede ser derivado del vocabulario de la LXX, parece también improbable que el Antiguo Testamento, que la utiliza en tan pocas ocasiones, haya influenciado el vocabulario cristiano.

SINOPTICO
“Sinopsis” es un término de origen griego que significa literalmente “visión de conjunto”, “mirada en común”. Los evangelios “sinópticos” han sido llamados así porque se pueden leer en una lectura “paralela”.
Un exégeta alemán, Johann Jacob Griesbach, fue el primero que utilizó el término “synopsis” en un libro con los textos paralelos de los tres primeros evangelios; desde entonces la palabra se ha convertido en un término técnico del lenguaje exegético.

COMENTARIO SOBRE SAN MATEO
LENGUAJE Y ESTILO
El dato transmitido por Papías de Hierápolis, de que Mateo redactó en dialecto hebreo los dichos (del Señor), y cada uno los interpretó de acuerdo a su capacidad fue considerada durante mucho tiempo como un indicio de que el lenguaje original del evangelio de Mateo había sido el arameo, y que la versión de los más antiguos manuscritos no contenía el texto original sino su traducción griega. El texto griego que poseemos no es ninguna traducción de un original arameo, sino que es su forma primigenia.
Hay un detalle que lo confirma, Si el texto de Mateo hubiera sido escrito en arameo, habría que esperar que el traductor hubiera conservado, como en Marcos, expresiones hebreas o arameas, añadiendo su traducción griega, lo que sobresale es la tendencia a evitar palabras no griegas. Lo mismo sucede con algunos vocablos latinos; es mejor explicar la tendencia a eliminar los temimos extraños a la lengua griega, que pensar que se trata de un traductor empeñado en depurar cuidadosamente su obra de restos de lengua original.
El evangelista escribe en un griego sencillo, pero correcto.

LAS FUENTES
·       La escritura
El autor de Mateo es el que cita con más frecuencia a la Escritura en su obra. Por “Escritura” entendemos el Antiguo Testamento. Por esta referencia explícita a la “Escritura”, se incluye entre las fuentes del evangelio.
·       Citas de cumplimiento
Están introducidas por la formula “así se cumplió…” o “para que se cumpliera…”
·       Citas argumentativas explicitas e implícitas
En las citas explicitas las palabras de las Escrituras están incorporadas al hilo argumentativo y son introducidas con un breve “está escrito…”, “fue dicho…”, “Dios dijo…”, “Moisés dijo…”aunque hay también formas más extensas, como en Mateo 15,7 “Bien profetizó sobre ustedes Isaías, diciendo…”.
En las citas implícitas el texto de la Escritura está simplemente asumido, sin indicar que es una cita, como si el autor contara con que el lector ya conoce su origen.
Es difícil distinguir entre las citas implícitas y las alusiones a las Escrituras. Si el autor no indica expresamente que cita a las Escrituras, esto se debe probablemente a que no solo conoce exhaustivamente la Escritura, sino también a que piensa con ella y la ha incorporado íntimamente a su lenguaje. Esta  es su manera de hacer teología.
·       El evangelio de Marcos
No sabemos nada acerca de las circunstancias en las que el autor conoció el texto del evangelio de Marcos, ni siquiera sabemos si ese texto es idéntico a la versión transmitida en los manuscritos más antiguos que han llegado a nuestras manos. Es seguro que el texto de Marcos fue altamente apreciado, como lo muestra el hecho de que el autor asumió materialmente gran parte de él en su obra.
Antes de narrar la aparición de Juan el Bautista y de Jesús, siguiendo a Marcos, el evangelista antepone material de sus fuente particulares. En las tres unidades narrativas que siguen: el sermón montano, los diez milagros y el sermón de la misión de los discípulos el autor se parta del texto base de Marcos. En los dos discursos emplea mucho material de “Q”.
·       La colección de dichos del Señor (“Q”)
Tampoco sabemos nada acerca del modo en que el autor conoció e incorporó los contenidos de “Q” en su evangelio.
El material transmitido en una colección de dichos se presta  bien a ser utilizados en la composición de textos en forma de discursos, como es la intensión del autor.
Lo observado a propósito del uso de Marcos en el evangelio de Mateo, puede aplicarse también en el uso de “Q”.
En el proceso de recepción de un texto como “Q” es muy poco limitarse a algunas observaciones sobre el orden de las perícopas (=unidades literarias). Mucho más importante es el problema de la recepción de los contenidos.
·       Las fuentes particulares
También aquí los orígenes plantean cuestiones a las que no podemos dar ninguna respuesta segura.
¿Cuál es el criterio para considerar un texto como “fuente particular”? El hecho de que no este presente ni en Marcos ni en Lucas es un indicio importante, pero no es decisivo en todos los casos.
El llamado “evangelio de la infancia” (Mateo 1-2) se apoya en las “fuentes particulares” de las que dispone el evangelista.

FECHA Y LUGAR DE ORIGEN
La determinación de la fecha de origen del evangelio se apoya en la fecha de origen del evangelio de Marcos y de la recepción de “Q”. La fecha de origen el evangelio de Mateo debe situarse entre los años 80 y 90. Se calcula por lo menos diez años para dar cuenta del conocimiento de Marcos y de “Q” por parte del evangelista. Una fecha posterior al año 90 no puede descartarse, aunque es improbable que se extienda a los comienzos del siglo II.
La opinión dominante acerca del lugar de origen se inclina por Siria, en razón del evangelio esta testimoniado en la Didaché o Doctrina de los Apóstoles, una regla de la comunidad de comienzos del siglo II, cuyo origen se sitúa en Siria.

AUTOR Y DESTINATARIOS
·       El autor  El evangelio es un texto que no nombra al autor en forma explícita. Una vieja tradición que está testimoniada por Papías de Hierápolis, lo adjudica a Mateo, el discípulo de Jesús. A partir del texto mismo es posible reconstruir el proceso que llevo a que Mateo haya sido considerado como el autor del evangelio y que, por lo menos dentro de la iglesia católica, esa opinión se haya mantenido oficialmente hasta comienzos del siglo XX.
Marcos 2,13-17 narra el encuentro de Jesús con Leví, el hijo de Alfeo, que se ganaba la vida como cobrador de impuestos en nombre del poder romano.  ¿Qué fue  de Leví en el tiempo siguiente? El evangelio de Marcos no habla más de él. ¿Cómo se explica este silencio si es que había seguido a Jesús? También el autor del evangelio de Mateo constató el problema y le dio una solución que tuvo muchas consecuencias. La lista de los doce apóstoles transmitida en Marcos 3,18 menciona un Mateo del que después no se dice nada. El evangelista tomó el nombre y sustituyo a Leví, el cobrador de impuestos, por Mateo (Mateo 9.9, y así lo denominó cuando lo citó en la lista de los apóstoles (Mateo 10,3).
¿Por qué hizo este cambio? La respuesta más probable es que, al reemplazar a Leví por Mateo como el cobrador de impuestos llamado por Jesús, el lector sabía que el llamado o había sido en vano. Mateo está en la lista de los doce apóstoles.
Los cuatro evangelios son escritos anónimos. A comienzos del siglo II comienzan los intentos de otorgar un nombre a los autores desconocidos.
De los cuatro nombres elegidos, dos se refieren a personas que siguieron directamente a Jesús: Juan y Mateo; dos se refieren a personas que estaban en estrecho contacto con los apóstoles: Marcos como intérprete de Pedro y Lucas como acompañante de Pablo.
El autor de Mateo conoce muy bien las Escrituras, es capaz de elaborar su mensaje teológico combinando citas bíblicas. Un autor con estas características y aptitudes, ¿pudo haber sido un simple “cobrador de impuestos” antes de ser llamado por Jesús? Todo indicaría que no. La formación teológica y literaria que evidencia el autor del evangelio, no es conciliable con la realidad de un judío que se había puesto al servicio de la ocupación romana. Si el autor del evangelio no es Mateo, el “cobrado de impuestos”, el autor real ¿ha dejado huellas en su obra como para trazar los rasgos básicos de su persona?
Algunos autores piensan que Mateo 13.51-52 no transmite ninguna tradición, sino que es obra del evangelista que, de este modo,  dice algo sobre sí mismo. Sus conocimientos de las Escrituras justifican que sea tenido por un escriba, es decir, un especialista en cuestiones de la Escritura. Si se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos esto quiere decir que en algún momento encontró el camino para integrarse a la comunidad cristiana desde donde escribe su obra. La comparación con el dueño de casa que saca de su arca sosas nuevas y viejas, bien puede aplicarse a su labor como receptor de tradiciones sobre Jesús.
·       Los destinatarios   Si hablamos de los destinarios del evangelio no hay que pensar que se trata de la misma relación de comunicación como la de Pablo con respecto a las comunidades a las que envía sus cartas. Por sus características literarias y teológicas el autor era un maestro dentro de la comunidad, ejerciendo una actividad compartida con otros creyentes del mismo nivel. No sabemos cuánto de lo que atribuimos a la redacción del evangelista es exclusivamente su propia contribución o es el fruto del intercambio en una escuela de reflexión cristiana.
La polémica del autor con el judaísmo no es una cuestión personal del evangelista, sino la postura de la comunidad a la representa en sus escrito.

APENDICE
LA CRITICA TEXTUAL
Para practicar la crítica textual es necesario tomar como base al texto griego. Se ha impuesto el uso de la edición de Nestle-Aland, esta obra ofrece el resultado de la consideración y valoración crítica de miles de manuscritos griegos y latinos, antiguas traducciones, testimonio de la literatura cristiana de los primeros siglos y leccionarios, que contienen un sinnúmero de variantes en la expresión textual. Ningún investigador podría alcanzar una base de manuscritos tan amplia.

*Principios orientadores en el ejercicio de la crítica textual:
 *Antigüedad de los manuscritos: Es comprensible que los manuscritos más antiguos, los fragmentos del siglo II y III y los códices del siglo IV, posean gran autoridad en la determinación del texto original, pero esa autoridad no es inapelable, porque también ellos dependen de otras versiones anteriores cuya confiabilidad no es segura. Por eso, a pesar de su autoridad, no son un criterio seguro.
 *El testimonio de un gran número de manuscritos: Se basa en un principio cuantitativo que debe tenerse en cuenta. Una forma de lectura aislada es menos probable que una que se apoya en muchos manuscritos de diversos tipos.
 *La determinación de la versión “más difícil”: Comparando dos lecturas de un texto, puede asumirse que la de comprensión más difícil es la original, porque se entiende mejor que alguien haya querido eliminar un pasaje oscuro, a que alguien exprese en forma complicada lo que se entendía sin dificultades.
 *La versión más breve: Un texto breve puede llevar a un copista a intentar complicarlo para volverlo más claro.
 *La versión menos semejante con sus paralelos: En el caso de los evangelios sinópticos hay que preferir las versiones que se apartan de los pasajes paralelos, a aquellos que armonizan con ellos.
 *La versión más extraña al contexto: Una versión que es extraña en el contexto en el que se encuentra, puede estar más cerca del original que aquella que concuerda con él.
 *La versión de expresión deficiente: En este caso es fácil de explicar que un copista haya corregido la deficiencia contenida en el texto original.
A continuación dos ejemplos en los que la aplicación de los principios de crítica textual es relativamente fácil, sin tener que entrar detalles de la tradición manuscrita:
 *El comienzo del Padrenuestro en la versión de Lucas 11,2, según algunos manuscritos es: “Padre”, mientras que según otros es: “Padrenuestro que estas en los cielos”. El texto más breve es el original, porque el otro es un intento de armonizar con Mateo 6,9.
 *En la versión de la Bienaventuranza a los hambrientos en Lucas 6,21, de acuerdo a muchos manuscritos se lee: “Bienaventurados los que tiene hambre ahora”, mientras que unos pocos leen: “Bienaventurados los que tienen hambre”. Se elimina el “ahora” para quitar al texto algo de su tono desafiante y paradójico.

viernes, 23 de febrero de 2018

LOS EVANGELIOS SINOPTICOS - SAN MARCOS

LOS EVANGELIOS SINOPTICOS
COMENTARIO SOBRE SAN MARCOS

Extracto del libro de Horacio E. Lona: “Evangelios Sinópticos, Introducción. Exégesis. Práctica”
Realizado por Sergio Omar Marco
INTRODUCCION
EVANGELIO
La palabra “evangelio” deriva de un término griego compuesto: “eu” y “angélion”, de la raíz “angelia”, que significa “buena noticia”
El Antiguo Testamento fue escrito en su mayor parte en lengua hebrea. La palabra griega “euangélion” corresponde al término hebreo “b´sorah”. Es curioso que los que vertieron el texto hebreo al griego en la traducción de la así llamada “Setenta” nunca usen “euangélion” en los pocos pasajes donde aparece “b´sorah”, aunque utilicen con frecuencia el verbo correspondiente: “euangelizo”, evangelizar, anunciar una buena noticia.
Esto significa que el uso de “euangélion” en el Nuevo Testamento no puede ser derivado del vocabulario de la LXX, parece también improbable que el Antiguo Testamento, que la utiliza en tan pocas ocasiones, haya influenciado el vocabulario cristiano.

SINOPTICO
“Sinopsis” es un término de origen griego que significa literalmente “visión de conjunto”, “mirada en común”. Los evangelios “sinópticos” han sido llamados así porque se pueden leer en una lectura “paralela”.
Un exégeta alemán, Johann Jacob Griesbach, fue el primero que utilizó el término “synopsis” en un libro con los textos paralelos de los tres primeros evangelios; desde entonces la palabra se ha convertido en un término técnico del lenguaje exegético.

COMENTARIO SOBRE SAN MARCOS
LAS FUENTES
La determinación de las fuentes de las que dispuso en evangelista y que asumió en el texto que presenta, se enfrenta con la dificultad de que no hay un documento anterior que pueda ser tomado como punto de referencia.
¿Qué pasajes pueden considerarse como propios del evangelista? ¿Cuáles son los criterios para distinguir entre una y otra clase de textos?
Frente a estas dificultades los resultados de la investigación están lejos de cualquier forma de consenso. Damos cuenta de dos enfoques.
*El evangelista ha asumido muchas tradiciones. En la terminología clásica, habría que decir que predomina claramente la “tradición” sobre a “redacción” del autor.
*Una posición más radical es la que sostiene que el evangelista ha asumido un “escrito base”.
El problema común a ambos enfoques es que el evangelio en su forma actual es el único texto del que disponemos. Muy poco es lo que se dice sobre el origen y el proceso de formación de la “tradición”. Otros autores prefieren tomar una posición intermedia al problema, en cuanto otorgamos al evangelista un rol moderado en su labor de “redactor”, y adjudican al material tradicional una magnitud apreciable.
Consideramos a los evangelistas como escritores de bajo perfil literario. Sus textos no surgen de ninguna ambición literaria; basta afirmar que ninguno de los evangelistas es testigo directo de los hechos acaecidos durante la vida de Jesús.
Los dos criterios que se han aplicado no dan cuenta del proceso de formación del evangelio.

FECHA Y LUGAR DE ORIGEN
La determinación de la fecha de origen del evangelio depende básicamente de la interpretación de Mc  13. La palabra de Jesús de que no quedará piedra sobre piedra de la grandiosa construcción del templo de Jerusalén (13.2), alude, sin duda, a la destrucción del templo al final de la guerra de los judíos en contra de la dominación romana (66-70).
Si es que el trasfondo histórico del drama apocalíptico descripto en Mc 13 son los acontecimiento en torno a esta confrontación, entonces el evangelio fue escrito poco tiempo después, aunque no se pueda descartar que el texto haga referencia a un fin previsible, pero que todavía no era realidad. En ese caso, habría que contar con un origen en los últimos años de la década del 60. Esta opinión es compartida por muchos autores modernos.
Con respecto al lugar de origen, los pocos indicios al respecto se prestan a distintas interpretaciones, Algunos autores ponen en relación la tradición que atribuye a la obra a Juan Marcos, un colaborador de Pedro. El lenguaje y estilo que son entendidos como la señal lingüística de un origen en Roma o en una región influenciada por la lengua latina. Otros autores suponen a Antioquía o algún otro lugar de Siria, pero los argumentos no son conclusivos. Por eso se ha inclinado a pensar que el lugar de origen fue un lugar en el que se hablaba latín.

AUTOR Y DESTINATARIOS
Papías de Hierápolis es el primero que nombra a Marcos como autor del evangelio. Marcos que fue intérprete de Pedro puso por escrito todo lo que se acordaba, con exactitud. Él no había seguido a Jesús, había seguido a Pedro.
Otra cuestión que no está clara es la identidad de la persona denominada Marcos. ¿Se trata de Juan Marcos, el acompañante de Pablo y de Bernabé en el primer viaje misionero que luego se separa de ellos? El personaje no tiene ninguna relación con Pedro ni con Roma. Pablo nombra a un Marcos como su colaborador. Solo en 1 Pedro 5,13 el autor –que se identifica con Pedro- menciona a un Marcos a quien considera como su hijo, y la carta se presenta como enviada dese Roma.
Al adjudicar el evangelio de Marcos compañero primero de Pablo, y colaborador de Pedro en Roma después. Lo que se busca es unir al autor del evangelio con los testigos más antiguo de la fe para dar al escrito el valor de lo “apostólico”.
¿Se trata de un escrito que originariamente no contenía ningún dato sobre el autor, o este se llamaba Marcos? La segunda posibilidad no se puede descartar, porque el nombre “Marcos” esta testimoniado con frecuencia en inscripciones y en la literatura de ese tiempo, pero esto no tendría valor para la determinación precisa del autor.
Dejando abierta la cuestión dl nombre del autor, es posible reconstruir su perfil en base a los contenidos del texto. Aunque el evangelio contiene muchas tradiciones de origen palestino el autor no pertenece a ese ambiente cultural. La opinión del que el autor proviene del judaísmo helenista es más probable que la de considerarlo como un pagano convertido. Los destinatarios de su escrito son paganos que han llegado a la fe o que se encuentran en un proceso de conversión.

EL FINAL DEL EVANGELIO
En el episodio final el relato de la ida de las mujeres a la tumba en la gran mayoría de las ediciones del Nuevo Testamento se comprobará que hay dos textos que siguen al pasaje citado. Se habla del “doble final de Marcos”.
El “final largo” que es el más conocido y usado en la liturgia católica, combina tradiciones de Mateo y Lucas.
La causa que da origen a estas dos conclusiones es fácil de reconocer. El final que presenta Marcos 16,8 es  abrupto y no corresponde al contenido del pasaje.
El “final breve” soluciona el silencio de las mujeres, las transforma en mensajeras de las palabras del ángel. El “final largo”  no contradice la palabra de 16,8, pero el Resucitado toma la iniciativa y se aparece primero a María Magdalena y luego a dos que iban en camino.
Hay una cuestión que con esta explicación no queda resuelta. Si los dos finales del evangelio son agregados posteriores por motivos comprensibles, ¿Por qué estos textos están impresos  en las ediciones de los evangelios, aunque se los considere apéndices tardíos y no parte integral original del evangelio?
Después del v.14 algunos manuscritos agregan un pasaje que no está presente en los otros testimonios.
Los manuscritos descubiertos en los dos últimos siglos ofrecieron una base mucho más amplia y segura para la constitución del texto. Con respecto al final “corto” y al final “largo” del evangelio de Marcos, el testimonio manuscrito es evidente según los códigos del siglo IV, como el Sinaitico y el Vaticano, junto con muchos otros códigos más tardíos, el evangelio concluye en Marcos 16,8. En ambiente católico se sigue utilizando el “final largo” y se lo incluye en las ediciones del Nuevo Testamento porque se lo considera inspirado, aunque no pertenezca al contenido original del evangelio de Marcos.

APENDICE
LA CRITICA TEXTUAL
Para practicar la crítica textual es necesario tomar como base al texto griego. Se ha impuesto el uso de la edición de Nestle-Aland, esta obra ofrece el resultado de la consideración y valoración crítica de miles de manuscritos griegos y latinos, antiguas traducciones, testimonio de la literatura cristiana de los primeros siglos y leccionarios, que contienen un sinnúmero de variantes en la expresión textual. Ningún investigador podría alcanzar una base de manuscritos tan amplia.

*Principios orientadores en el ejercicio de la crítica textual:
 *Antigüedad de los manuscritos: Es comprensible que los manuscritos más antiguos, los fragmentos del siglo II y III y los códices del siglo IV, posean gran autoridad en la determinación del texto original, pero esa autoridad no es inapelable, porque también ellos dependen de otras versiones anteriores cuya confiabilidad no es segura. Por eso, a pesar de su autoridad, no son un criterio seguro.
 *El testimonio de un gran número de manuscritos: Se basa en un principio cuantitativo que debe tenerse en cuenta. Una forma de lectura aislada es menos probable que una que se apoya en muchos manuscritos de diversos tipos.
 *La determinación de la versión “más difícil”: Comparando dos lecturas de un texto, puede asumirse que la de comprensión más difícil es la original, porque se entiende mejor que alguien haya querido eliminar un pasaje oscuro, a que alguien exprese en forma complicada lo que se entendía sin dificultades.
 *La versión más breve: Un texto breve puede llevar a un copista a intentar complicarlo para volverlo más claro.
 *La versión menos semejante con sus paralelos: En el caso de los evangelios sinópticos hay que preferir las versiones que se apartan de los pasajes paralelos, a aquellos que armonizan con ellos.
 *La versión más extraña al contexto: Una versión que es extraña en el contexto en el que se encuentra, puede estar más cerca del original que aquella que concuerda con él.
 *La versión de expresión deficiente: En este caso es fácil de explicar que un copista haya corregido la deficiencia contenida en el texto original.
A continuación dos ejemplos en los que la aplicación de los principios de crítica textual es relativamente fácil, sin tener que entrar detalles de la tradición manuscrita:
 *El comienzo del Padrenuestro en la versión de Lucas 11,2, según algunos manuscritos es: “Padre”, mientras que según otros es: “Padrenuestro que estas en los cielos”. El texto más breve es el original, porque el otro es un intento de armonizar con Mateo 6,9.
 *En la versión de la Bienaventuranza a los hambrientos en Lucas 6,21, de acuerdo a muchos manuscritos se lee: “Bienaventurados los que tiene hambre ahora”, mientras que unos pocos leen: “Bienaventurados los que tienen hambre”. Se elimina el “ahora” para quitar al texto algo de su tono desafiante y paradójico.


lunes, 22 de diciembre de 2014

REFLEXIONES SOBRE JESUS: PARTE VI –LOS ENIGMAS DE LA PASION DE JESUS- ¿SUDO SANGRE ANTES DE MORIR?

REFLEXIONES SOBRE JESUS: PARTE VI
 –LOS ENIGMAS DE LA PASION DE JESUS- 
¿SUDO SANGRE ANTES DE MORIR?



Ariel Álvarez Valdés
Nació en Santiago del Estero, Argentina, en 1957. Es Licenciado en Teología Bíblica por la Facultad Franciscana Bíblica de Jerusalén (Israel) y Doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es miembro de la Asociación Bíblica Italiana y de la Asociación Bíblica Española.
Se dedica a la divulgación de la investigación científica de la Biblia, a través de escritos y conferencias en la Argentina y en el extranjero. Ha publicado más de 200 artículos en revistas de quince países. Sus libros han sido traducidos a once idiomas.

¿Sudó sangre antes de morir?
De los muchos padecimientos que sufrió Jesús durante su pasión, quizás el más impresionante fue el sudor de sangre en el huerto de Getsemaní, horas antes de morir.
El único evangelista que lo cuenta es San Lucas. Según su relato, mientras Jesús rezaba a solas en el huerto, lleno de angustia su sudor se hizo como gotas espesas de sangre. (Lc. 22: 43-44)
Si bien se trata de un hecho científicamente conocido y perfectamente explicado, hoy los biblístas dudan de su historicidad, y se preguntan: ¿en verdad Jesucristo sudó sangre?.

Una antigua ausencia
Hay dos dificultades para su aceptación.
La primera: ¿Quién vio a Jesús sudar sangre aquella noche en el huerto de Getsemaní?. Jesús se hallaba rezando solo, y sus discípulos estaban lejos y además dormidos (Lc. 22: 41-45). ¿Qué testigo ocular presenció las espesas gotas de sangre que brotaban de su cuerpo y caían en tierra?.
La segunda: El texto afirma que su sudor era “como” gotas de sangre, pero no dice que haya “sudado sangre”. El “como” expresa aquí una simple comparación, una manera figurada de hablar.
Pero dejando de lado esas observaciones, la principal dificultad para aceptar la historicidad de este suceso está en que los dos versículos que lo cuentan (es decir, Lc. 22: 43-44) no aparecen en los manuscritos más antiguos del Evangelio de Lucas (llamados Papiro 69 y Papiro 75). Tampoco aparecen en los Códice Vaticano (del año 350), el Códice Sinaítico (del año 350), y el Códice Alejandrino (del año 400). Además, otros manuscritos antiguos del Nuevo Testamento traen el sudor de sangre de Jesús, pero dentro del Evangelio de Mateo (a continuación de Mt. 26: 39) y no en el de Lucas. 
Varios escritores de los primero siglos (como Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes, Atanasio y Ambrosio), cuando estudian los detalles de la agonía de Jesús en el Evangelio de Lucas, parecen desconocer el sudor de sangre, como si no figurara en sus Biblias.

Ayuda de manos anónimas
Vemos, pues, que estos dos versículos de Lucas (el del ángel que conforta a Jesús y el del sudor de sangre) forman un pequeño bloque errático, es decir, un breve relato con una información que en los primeros siglos de la era cristiana no termina de ser aceptado unánimemente por la tradición. Por alguna extraña razón, unos manuscritos lo incluyen y otros no, unos códices lo admiten y otros no, unos escritores lo aceptan y otros no.
Los biblístas han elaborado una hipótesis que, de ser cierta, permitiría explicar el misterio de este fragmento del Evangelio lucano.
Según esa hipótesis, la causa por la que estos dos versículos no aparecen en muchos manuscritos se debe a que no pertenecían al evangelista Lucas. Es decir, el libro original que Lucas compuso (alrededor del año 80) no incluía la aparición del ángel, ni el sudor de sangre. Pero hacia el año 150, un escritor anónimo añadió esos dos versículos en algunos manuscritos de Lucas. Pero las versiones más antiguas que sobrevivieron, quedaron sin contar ese detalle.
Surge una pregunta: ¿Por qué un escritor del siglo II querría agregar esos dos versículos al Evangelio de Lucas?
Al parecer, la causa se debió a la aparición de una extraña herejía. A comienzos del siglo II surgió entre los primeros cristianos una corriente extraña de pensamiento, llamada “docetismo”, que negaban la humanidad de Jesús. Los docetistas sostenían que, como Jesús era Dios, no podía tener verdadero cuerpo humano. Los docetistas negaban la posibilidad de que Jesús hubiera sufrido cualquier tipo de dolor físico durante su vida.

Para reafirmar la doctrina
En medio de esta polémica, hacia el año 150, un escritor anónimo, que probablemente se encontraba haciendo una copia del Evangelio de Lucas, decidió agregar aquellos dos versículos del sudor de sangre para reafirmar la doctrina oficial de la Iglesia sobre la humanidad de Jesús.
Pero lo que narraban estos dos versículos añadidos no había sido inventado de la nada por el escriba que los compuso. Existía una antigua tradición que narraba como, durante las horas previas a su muerte, Jesús había experimentado angustia y aflicción. Esa tradición se encuentra hoy en la carta a los Hebreos, donde se dice que en esos momentos Jesús rogó  a Dios y le suplicó “con fuertes gritos y llorando” que lo librara de la muerte (Heb. 5: 7)

Porcentajes de anormalidad
Vemos, pues, como las evidencias externas (es decir, la existencia de antiguos manuscritos de Lucas sin el sudor de sangre) revelan que esos dos versículos no pertenecían a Lucas, y que fueron añadidos más tarde por un escriba anónimo. Esos dos versículos tienen un estilo y una forma de escritura que no son de Lucas. El análisis del vocabulario usado en el relato del sudor de sangre confirma esta hipótesis.
Por ejemplo, la palabra “angustia” (en griego agonía) es una palabra absolutamente extraña para Lucas, que jamás la usa en ninguno de sus dos libros (ni en el Evangelio, ni en los Hechos de los Apóstoles). El término “sudor” (en griego hidrós), tampoco pertenece al vocabulario lucano. El vocablo “gota” (thrómbos), resulta igualmente ajeno a su forma de hablar.
Por lo tanto, estos dos versículos, de 18 palabras, contienen tres que no pertenecen al vocabulario de Lucas.

El ángel mudo
Hay un argumento interno más fuerte aun contra la autenticidad lucana de estos dos versículos: a Jesús se le apareció  “un ángel del cielo”. Pero Lucas, si bien muchas veces menciona a los ángeles, nunca dice que vengan “del cielo”. Se refiere a ellos como el ángel “del Señor” (Lc. 1: 11; 2: 9), o el ángel “de Dios” (Lc. 12: 8), o el ángel “santo” (Hech. 10: 22). Pero un ángel “del cielo” es un personaje insólito para Lucas.
Este es un ángel silencioso y mudo, que solo acompaña y conforta a Jesús, pero no le dice ni una palabra. En cambio los ángeles de Lucas siempre se presentan para transmitir algún mensaje.

Los nervios que desentonan
Lucas nunca presenta a Jesús emocionalmente angustiado durante su pasión, siempre lo muestra sereno y tranquilo. Una simple comparación con el Evangelio de Marcos, que Lucas usó como fuente de su relato, bastará para tener una idea.
Marcos cuenta que Jesús estaba “triste hasta la muerte” (Mc. 14: 34), mientras que Lucas lo omite. También omite que “comenzó a sentir horror y angustia” (Mc. 14: 33). Y en vez de decir que Jesús “cayó en tierra y suplicaba” (Mc. 14: 35), escribe que “se puso de rodillas a rezar” (Lc. 22: 41).
Lucas nunca presenta a Jesús desbordado por las circunstancias, sino siempre en dominio de la situación y de sus emociones.
En el Evangelio de Lucas, Jesús siempre está sereno, tranquilo e imperturbable a lo largo de toda su Pasión. El único pasaje que desentona y no encaja con esta visión es justamente el del sudor de sangre, pues describe a un Jesús aterrorizado, que suda de miedo, y necesita que baje un ángel del cielo para calmarlo y ayudarlo a enfrentar su turbación. Se trata, ciertamente, de dos versículos que no proceden de la mano de San Lucas.

Un sudor elocuente
El relato que lo cuenta, y que se halla únicamente en el Evangelio de Lucas, no pertenece a este evangelista sino a una mano anónima posterior, que lo añadió varios años después de su composición. Algo similar ocurre con otros pasajes evangélicos, como el relato de la adultera (Jn. 8: 1-11) que no lo escribió San Juan, o el pasaje de las apariciones de Jesús resucitado (Mc. 16: 9-20) que no lo escribió San Marcos.
Pero la imagen de Jesús que resulta de este breve añadido posterior es de extraordinaria importancia para los lectores.  La intención que el autor quiso subrayar es la naturaleza humana de Jesús. Quiso mostrar como él, siendo Dios y viviendo en el cielo, se hizo plenamente hombre para salvar a los hombres.

martes, 9 de diciembre de 2014

REFLEXIONES SOBRE JESUS: PARTE V –LOS ENIGMAS DE LA PASION DE JESUS- ¿QUIEN ERA EL DISCIPULO AMADO?

REFLEXIONES SOBRE JESUS: PARTE V
 –LOS ENIGMAS DE LA PASION DE JESUS- 
¿QUIEN ERA EL DISCIPULO AMADO?


Ariel Álvarez Valdés

Nació en Santiago del Estero, Argentina, en 1957. Es Licenciado en Teología Bíblica por la Facultad Franciscana Bíblica de Jerusalén (Israel) y Doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es miembro de la Asociación Bíblica Italiana y de la Asociación Bíblica Española.
Se dedica a la divulgación de la investigación científica de la Biblia, a través de escritos y conferencias en la Argentina y en el extranjero. Ha publicado más de 200 artículos en revistas de quince países. Sus libros han sido traducidos a once idiomas.


¿Quién era el discípulo amado de Jesús?
Según el Evangelio, Jesús eligió a doce apóstoles. El único evangelista que no transcribe la lista de los apóstoles es Juan.

El innominado
Pero además de estos hombres aparece en el cuarto Evangelio un misterioso personaje. Se trata de alguien muy cercano al Maestro, que comparte con él sus momentos más íntimos, que figura hasta en los últimos versículos del Evangelio, pero cuyo nombre no viene jamás mencionado. Simplemente se los designa como “el Discípulo Amado”.

Ningún otro Evangelio alude a su presencia o existencia.
La primer vez que lo vemos aparecer es en la ultima cena (Jn 13: 23-26), Cuando reclina su cabeza sobre el pecho de Jesús, y éste le revela en privado quién lo estaba por traicionar. 
Luego se lo vuelve a mencionar cuando Jesús está agonizando en la cruz (Jn. 19: 25-27). Allí el Discípulo Amado es el único de los apóstoles que se encuentra a su lado y recibe de Jesús el encargo de tomar a la madre del señor como su propia madre.
La tercera vez que aparece es el domingo de Pascua, cuando se difundió la noticia de que había desaparecido el cadáver de Jesús. El Discípulo Amado, entonces, corre hasta el sepulcro, y al verlo vacio cree en la resurrección del Señor.
Al final ya del Evangelio (Jn. 21: 7), el discípulo al que Jesús amaba se encuentra pescando en una barca junto con Simón Pedro y los otros discípulos. Cuando aparece Jesús resucitado de pie en la orilla, es el único que lo reconoce, y se lo dice a Pedro.
El quinto episodio lo muestra al Discípulo Amado siguiendo de atrás y muy cerca a Pedro y Jesús, y sobre el profetisa el Señor diciendo que es capaz de hacerlo permanecer en este mundo hasta su segunda venida (Jn. 21: 20-23).
El último dato que tenemos sobre su persona es que el constituye la fuente de información de las cosas que han sido narradas en el Evangelio (Jn. 21: 24).
En total se cuentan seis apariciones de este extraño personaje, de quien no se nos da absolutamente ninguna información, ni como fue llamado, ni su patria, ni su familia, ni su profesión, ni su temperamento, sino únicamente que contaba con el particular privilegio de ser especialmente amado por Jesús.

Una propuesta con causa
Quien es este enigmático discípulo?. Es uno de los doce Apóstoles?, se trata de algún otro seguidor del Señor?.
Los estudiosos de la Biblia y la opiniones de los exegetas se han divido al respecto.
Un grupo supone que se trata de Lázaro, es el único personaje masculino del cual se dice que Jesús lo amaba, el Discípulo Amado aparece sólo después de la resurrección de Lázaro.
Pero es inadmisible que, de una misma persona, a veces se hable anónimamente (Discípulo Amado) y otras veces con su nombre (Lázaro) sin advertirnos que es la misma persona.
Además, el Discípulo Amado estuvo en la última cena reclinando su cabeza en el pecho de Jesús. Y sabemos por Mateo (Mt. 26: 20) que de ella participaron solamente los doce apóstoles, a los cuales no pertenecía Lázaro. Por lo tanto, se hace difícil defender esta solución.

Otros rechazados
Otro candidato sugerido es el joven rico, pero no parece probable que el discípulo al que tanto amaba Jesús sea precisamente el único que en todo el Evangelio rechazó la invitación de seguir al Señor.
También ha sido propuesto Natanael, aquel discípulo de quien  Jesús dijo que era “un autentico israelita en quien no hay engaño” (Jn. 1: 47), el principal obstáculo para aceptarlo es que sólo San Juan lo menciona, y ninguno de los otros tres Evangelios habla de él; ni siquiera saben que haya existido un discípulo llamado Natanael.

Las sugerencias unánimes: Juan
La que mas pesos parece tener en la aceptación popular es la que sostiene que el Discípulo Amado es el apóstol Juan, está avalada por una antiquísima tradición. Ya en el siglo II San Irineo afirmaba que Juan, el discípulo del Señor que se reclino sobre el pecho, escribió el cuarto Evangelio. Ninguna otra hipótesis cuenta con una tradición de tanta antigüedad.
Esta hipótesis parece corroborada por un detalle curioso del cuarto Evangelio: es el único que no nombra nunca al apóstol Juan.
Esto ha sido interpretado como que el mismo autor, Juan, el Discípulo Amado, por modestia y humildad ha querido callar su nombre, a fin de no poner en evidencia ante los demás esta predilección especial del Maestro por él. Además nos consta que Juan pertenecía al grupo de los tres preferidos de Jesús (junto con Pedro y Santiago), no es extraño que de entre ellos Jesús hubiera privilegiado a uno: Juan.

Cuando la hipótesis hace agua
Sin embargo a estas afirmaciones e indicios se oponen algunos argumentos que llevan a cuestionar la figura del apóstol Juan.
En primer lugar, si Juan, el mismo autor del Evangelio, es el Discípulo Amado, ¿habría sido tan soberbio de llamarse a sí mismo “el amado” de Jesús
Pero lo que más desaconseja identificar al apóstol Juan con el Discípulo Amado es la diferencia de carácter que encontramos entre ambos personajes.
Juan aparece en los Evangelios como un  hombre ambicioso, de temperamento explosivo, con un corazón intolerante. Tan violento, que estaba dispuesto a hacer desaparecer una aldea samaritana con fuego del cielo porque no los quisieron recibir cuando iban camino a Jerusalén (Lc. 9: 54). Tan ambicioso, que pidió ocupar junto con su hermano los primero puestos en el reino que Jesús estaba por fundar (Mc. 10: 35-37). Tan exclusivista, que una vez prohibió a alguien curar a un enfermo en el nombre de Jesús porque no pertenecía a su grupo, lo que le valió una reprensión de Jesús (Mc. 9:38).
En cambio en los relatos del Evangelio la figura del Discípulo Amado aparece como la figura ideal, perfecta, ubicada, modelo de discípulo. Es el único de los apóstoles del Señor que nunca aparece fuera de lugar, ni es reprendido por Jesús.
Esto último es lo que nos termina de convencer de que no se trata de Juan. Y tampoco de ninguno de los demás discípulos conocidos. Es demasiado perfecto, demasiado brillante. Cumple siempre una actuación tan correcta y virtuosa que no parece ser alguien real del círculo de Jesús.

La mejor solución
El Discípulo Amado, así como está relatado en el Evangelio, no existió. Las escenas en la que aparece no son históricas, sino idealizadas, como un símbolo de lo que debería ser todo discípulo, todo seguidor de Jesús.
El autor del cuarto Evangelio, pues, al presentar la figura del discípulo al que Jesús amaba no intentó presentar una persona historia, ni quiso retratarse a sí mismo, sino a todos aquellos que a lo largo de la historia se esfuerzan por vivir como el Maestro ordenó. Ellos son los amados de Jesús.
El Evangelio ofrece, en la presentación de este discípulo, un personaje sin rostro, anónimo. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

EL EVANGELIO DE NICODEMO -Hechos de Pilatos (Acta Pilati)-

EL EVANGELIO DE NICODEMO 
Hechos de Pilatos (Acta Pilati) 

 por Edmundo González Blanco













Acusado por los príncipes de los judíos, Jesús comparece ante Pilatos realizado a su entrada en el pretorio

I 1. Yo, Emeo, israelita de nación, doctor de la ley en Palestina, intérprete de las Divinas Escrituras, lleno de fe en la grandeza de Nuestro Señor Jesucristo, revestido del carácter sagrado del santo bautismo, e investigador de las cosas que acaecieron, y que hicieron los judíos, bajo la gobernación de Cneo Poncio Pilatos, trayendo a la memoria el relato de esos hechos, escrito por Nicodemo en lengua hebrea, lo traduje en lengua griega, para darlo a conocer a todos los que adoran el nombre del Salvador del mundo. 
2. Y lo he hecho bajo el imperio de Flavio Teodosio, en el año decimoctavo de su reinado y bajo Valentiniano. 
3. Y os suplico a cuantos leáis tales cosas, en libros griegos o latinos, que oréis por mí, pobre pecador, a fin de que Dios me sea favorable y que me perdone todas las culpas que haya cometido. Con lo cual, y deseando paz a los lectores, y salud a los que entiendan, termino mi prefacio. 
4. Lo que voy a contar ocurrió el año decimoctavo del reinado de Tiberio César, emperador de los romanos, y de Herodes, hijo de Herodes, monarca de Galilea, el año decimoctavo de su dominación, el ocho de las calendas de abril, que es el día 25 del mes de marzo, bajo el consulado de Rufino y de Rubelión, el año IV de la olimpíada 202, cuando Josefo y Caifás eran grandes sacerdotes de los judíos. Entonces escribió Nicodemo, en lengua hebrea, todo lo sucedido en la pasión y en la crucifixión de Jesús. 
5. Y fue que varios judíos de calidad, Anás, Caifás, Sommas, Dathan, Gamaliel, Judas, Levi, Nephtalim, Alejandro, Siro y otros príncipes visitaron a Pilatos, y acusaron a Jesús de muchas cosas malas, diciendo: Nosotros lo conocemos por hijo de José el carpintero y por nacido de María. Sin embargo, él pretende que es hijo de Dios y rey de todos los hombres, y no sólo con palabras, mas con hechos, profana el sábado y viola la ley de nuestros padres. 
6. Preguntó Pilatos: ¿Qué es lo que dice, y qué es lo que quiere disolver en vuestro pueblo? 
7. Y los judíos contestaron: La ley, confirmada por nuestras costumbres, manda santificar el sábado y prohíbe curar en este día. Mas Jesús, en él, cura ciegos, sordos, cojos, paralíticos, leprosos, poseídos, sin ver que ejecuta malas acciones. 
8. Pilatos repuso: ¿Cómo pueden ser malas acciones ésas? 
9. Y ellos replicaron: Mago es, puesto que por Beelzebuh, príncipe de los demonios, expulsa los demonios, y por él también todas las cosas le están sometidas. 
10. Dijo Pilatos: No es el espíritu inmundo quien puede expulsar los demonios, sino la virtud de Dios. 
11. Pero uno de los judíos respondió por todos: Te rogamos hagas venir a Jesús a tu tribunal, para que lo veas y lo oigas. 
12. Y Pilatos llamó a un mensajero y le ordenó: Trae a Jesús a mi presencia y trátalo con dulzura. 
13. Y el mensajero salió, y habiendo visto a Jesús, a quien muy bien conocía, tendió su manto ante él y se arrojó a sus pies, diciéndole: Señor, camina sobre este manto de tu siervo, porque el gobernador te llama. 
14. Viendo lo cual, los judíos, llenos de enojo, se dirigieron en son de queja a Pilatos, y le dijeron: Debieras haberlo mandado traer a tu presencia no por un mensajero, sino por la voz de tu heraldo. Porque el mensajero, al verlo, lo adoró, y extendió ante Jesús su manto, rogándole que caminase sobre él. 
15. Y Pilatos llamó al mensajero y le preguntó: ¿Por qué obraste así? 
16. El mensajero, respondiendo, dijo: Cuando me enviaste a Jerusalén cerca de Alejandro, vi a Jesús caballero sobre un asno y a los niños de los hebreos que, con ramas de árbol en sus manos, gritaban: Salve, hijo de David. Y otros, extendiendo sus vestidos por el camino, decían: Salud al que está en los cielos. Bendito el que viene en nombre del Señor. 
17. Mas los, judíos respondieron al mensajero, exclamando: Aquellos niños de los hebreos se expresaban en hebreo. ¿Cómo tú, que eres griego, comprendiste palabras pronunciadas en una lengua que no es la tuya? 
18. Y el mensajero contestó: Interrogué a uno de los judíos sobre lo que quería decir lo que pronunciaban en hebreo y él me lo explicó. 
19. Entonces Pilatos intervino, preguntando: ¿Cuál era la exclamación que pronunciaban en hebreo? Y los judíos respondieron: Hosanna. Y Pilatos repuso: ¿Cuya es la significación de ese término? Y los judíos replicaron: ¡Señor, salud! Y Pilatos dijo: Vosotros mismos confirmáis que los niños se expresaban de ese modo. ¿En qué, pues, es culpable el mensajero? 
20. Y los judíos se callaron. Mas el gobernador dijo al mensajero: Sal, e introdúcelo. 
21. Y el mensajero fue hacia Jesús, y le dijo: Señor, entra, porque el gobernador te llama. 
22. Y, al entrar Jesús en el Pretorio, las imágenes que los abanderados llevaban por encima de sus estandartes se inclinaron por sí mismas y adoraron a aquél. Y los judíos, viendo que las imágenes se habían inclinado por sí mismas, para adorar a Jesús, elevaron gran clamoreo contra los abanderados. 
23. Entonces Pilatos dijo a los judíos: Noto que no rendís homenaje a Jesús, a pesar de que ante él se han inclinado las imágenes para saludarlo, y, en cambio, despotricáis contra los abanderados, como si ellos mismos hubiesen inclinado sus pendones y adorado a Jesús. Y los judíos repusieron: Los hemos visto proceder tal como tú indicas. 
24. Y el gobernador hizo que se aproximasen los abanderados y les preguntó por qué habían hecho aquello. Mas los abanderados respondieron a Pilatos: Somos paganos y esclavos de los templos. ¿Concibes siquiera que hubiéramos podido adorar a ese judío? Las banderas que empuñábamos se han inclinado por sí mismas, para adorarlo. 
25. En vista de esta contestación, Pilatos dijo a los jefes de la Sinagoga y a los ancianos del pueblo: Elegid por vuestra cuenta hombres fuertes y robustos, que empuñen las banderas, y veremos si ellas se inclinan por sí mismas. 
26. Y los ancianos de los judíos escogieron doce varones muy fornidos de su raza, en cuyas manos pusieron las banderas, y los formaron en presencia del gobernador. Y Pilatos dijo al mensajero: Conduce a Jesús fuera del Pretorio, e introdúcelo en seguida. Y Jesús salió del Pretorio con el mensajero. 
27. Y Pilatos, dirigiéndose a los que empuñaban las banderas, los conminó, haciendo juramento por la salud del César: Si las banderas se inclinan cuando él entre, os haré cortar la cabeza. 
28. Y el gobernador ordenó que entrase Jesús por segunda vez. Y el mensajero rogó de nuevo a Jesús que entrase, pasando sobre el manto que había extendido en tierra. Y Jesús lo hizo y, cuando entró, las banderas se inclinaron y lo adoraron. 


Testimonios adversos y favorables a Jesús

II  1. Viendo esto, Pilatos quedó sobrecogido de espanto y comenzó a agitarse en su asiento. Y, cuando pensaba en levantarse, su mujer, llamada Claudia Prócula, le envió un propio para decirle: No hagas nada contra ese justo, porque he sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él. 
2. Pilatos, que tal oyó, dijo a todos los judíos: Bien sabéis que mi esposa es pagana y que, sin embargo, ha hecho construir para vosotros numerosas sinagogas. Pues bien: acaba de mandarme a decir que Jesús es un hombre justo y que ha sufrido mucho en sueños esta noche a causa de él. 
3. Mas los judíos respondieron a Pilatos: ¿No te habíamos dicho que era un encantador? He aquí que ha enviado a tu esposa un sueño. 
4. Y Pilatos, llamando a Jesús, le preguntó: ¿No oyes lo que éstos dicen contra ti? ¿Nada contestas? 
5. Jesús repuso: Si no tuviesen la facultad de hablar, no hablarían. Empero, cada uno puede a su grado abrir la boca y decir cosas buenas o malas. 
6. Los ancianos de los judíos replicaron a Jesús: ¿Qué es lo que decimos? Primero, que has nacido de la fornicación; segundo, que el lugar de tu nacimiento fue Bethlehem y que, por causa tuya, fueron degollados todos los niños de tu edad; y tercero, que tu padre y tu madre huyeron contigo a Egipto, porque no tenían confianza en el pueblo. 
7. Pero algunos judíos que allí se encontraban, y que eran menos perversos que los otros, decían: No afirmaremos que procede de la fornicación, porque sabemos que María se casó con José y que, por ende, Jesús no es hijo ilegítimo. 
8. Y Pilatos dijo a los judíos que mantenían ser Jesús producto de fornicación: Vuestro discurso es mentiroso, puesto que hubo casamiento, según lo atestiguan personas de vuestra clase. 
9. Empero Anás y Caifás insistieron ante Pilatos, diciendo: Toda la multitud grita que ha nacido de la fornicación y que es un hechicero. Y esos que deponen en contra son sus prosélitos y sus discípulos. 
10. Preguntó Pilatos: ¿Qué es eso de prosélitos? Y ellos respondieron: Son hijos de paganos, que ahora se han hecho judíos. 
11. Mas Lázaro, Asterio, Antonio, Jacobo, Zaro, Samuel, Isaac, Fineo, Crispo, Agripa, Amenio y Judas dijeron entonces: No somos prosélitos, sino hijos de judíos, y decimos la verdad, porque hemos asistido a las bodas de María. 
12. Y Pilatos, dirigiéndose a los doce hombres que así habían hablado, les dijo: Os ordeno, por la salud del César, que declaréis si decís la verdad y si Jesús no ha nacido de la fornicación. 
13. Y ellos contestaron a Pilatos: Nuestra ley nos prohíbe jurar, porque es un pecado. Ordena a ésos que juren, por la salud del César, ser falso lo que nosotros decimos y habremos merecido la muerte. 
14. Anás y Caifás dijeron a Pilatos: ¿Creerás a estos doce hombres, que pretenden que no ha nacido de la fornicación y no nos creerás a nosotros, que aseguramos que es un mago, y que se llama a sí mismo hijo de Dios y rey de los hombres? 
15. Entonces Pilatos ordenó que saliese todo el pueblo, y que se pusiese aparte a Jesús y, dirigiéndose a los que habían aseverado que éste no era hijo de la fornicación, les preguntó: ¿Por qué los judíos quieren hacer perecer a Jesús? Y ellos le respondieron: Están irritados contra él, porque opera curaciones en día de sábado. Pilatos exclamó: ¿Quieren, pues, hacerlo perecer, por ejecutar una buena obra? Y ellos confirmaron: Así es, en efecto. 


Diálogo entre Jesús y Pilatos

III 1. Lleno de cólera, Pilatos salió del Pretorio, y dijo a los judíos: Pongo al sol por testigo de que nada he encontrado de reprensible en ese hombre. 
2. Mas los judíos respondieron al gobernador: Si no fuese un brujo, no te lo hubiéramos entregado. Pilatos dijo: Tomadlo y juzgadlo según vuestra ley. Mas los judíos repusieron: No nos está permitido matar a nadie. Y Pilatos redarguyó: Es a vosotros, y no a mí, a quien Dios preceptuó: No matarás. 
3. Y, vuelto al Pretorio, Pilatos llamó a Jesús a solas, y lo interrogó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y Jesús respondió: ¿Dices esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 
4. Pilatos repuso: ¿Por ventura soy judío yo? Tu nación y los príncipes de los sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 
5. Contestó Jesús: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. 
6. Pilatos exclamó: ¿Luego rey eres tú? Replicó Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que oye mi palabra la verdad escucha. 
7. Dijo Pilatos: ¿Qué es la verdad? Y Jesús respondió: La verdad viene del cielo. Pilatos le preguntó: ¿No hay, pues, verdad sobre esta tierra? Y Jesús dijo: Mira cómo los que manifiestan la verdad sobre la tierra son juzgados por los que tienen poder sobre la tierra. 


Nuevos cargos de los judíos contra Jesús

IV 1. Dejando a Jesús en el interior del Pretorio, Pilatos salió, y se fue hacia los judíos, a quienes dijo: No encuentro en él falta alguna. 
2. Mas los judíos repusieron: Él ha dicho que podía destruir el templo, y reedificarlo en tres días. 
3. Pilatos les preguntó: ¿Qué es el templo? Y los judíos contestaron: El que Salomón tardó cuarenta y seis años en construir, y él asegura que, en sólo tres días, puede aniquilarlo y volver a levantarlo otra vez. 
4. Y Pilatos afirmó de nuevo: Inocente soy de la sangre de este hombre. Ved lo que os toca hacer con él. 
5. Y los judíos gritaron: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! 
6. Entonces Pilatos, llamando a los ancianos, a los sacerdotes y a los levitas, les comunicó en secreto: No obréis así, porque nada hallo digno de muerte en lo que le reprocháis de haber violado el sábado. Mas ellos opusieron: El que ha blasfemado contra el César es digno de muerte. Y él ha hecho más, pues ha blasfemado contra Dios. 
7. Ante esta pertinacia en la acusación, Pilatos mandó a los judíos que saliesen del Pretorio y, llamando a Jesús, le dijo: ¿Qué haré a tu respecto? Jesús dijo: Haz lo que debes. Y Pilatos preguntó a los judíos: ¿Cómo debo obrar? Jesús respondió: Moisés y los profetas han predicho esta pasión y mi resurrección. 
8. Al oír esto, los judíos dijeron a Pilatos: ¿Quieres escuchar más tiempo sus blasfemias? Nuestra ley estatuye que, si un hombre peca contra su prójimo, recibirá cuarenta azotes menos uno, y que el blasfemo será castigado con la muerte. 
9. Y Pilatos expuso: Si su discurso es blasfematorio, tomadlo, conducidlo a vuestra Sinagoga, y juzgadlo según vuestra ley. Mas los judíos dijeron: Queremos que sea crucificado. Pilatos les dijo: Eso no es justo. Y, mirando a la asamblea, vio a varios judíos que lloraban, y exclamó: No es voluntad de toda la multitud que muera. 
10. Empero, los ancianos dijeron a Pilatos: Para que muera hemos venido aquí todos. Y Pilatos preguntó a los judíos: ¿Qué ha hecho, para merecer la muerte? Y ellos respondieron: Ha dicho que era rey e hijo de Dios. 


Defensa de Jesús por Nicodemo

V 1. Entonces un judío llamado Nicodemo se acercó al gobernador y le dijo: Te ruego me permitas, en tu misericordia, decir algunas palabras. Y Pilatos le dijo: Habla. 
2. Y Nicodemo dijo: Yo he preguntado a los ancianos, a los sacerdotes, a los levitas, a los escribas, a toda la multitud de los judíos, en la Sinagoga: ¿Qué queja o agravio tenéis contra este hombre? Él hace numerosos y extraordinarios milagros, tales como nadie los ha hecho, ni se harán jamás. Dejadlo, y no le causéís mal alguno, porque si esos milagros vienen de Dios, serán estables y, si vienen de los hombres, perecerán. Moisés, a quien Dios envió a Egipto, realizó los milagros que el Señor le había ordenado hacer, en presencia del Faraón. Y había allí magos, Jamnés y Mambrés, a quienes los egipcios miraban como dioses, y que quisieron hacer los mismos milagros que Moisés, mas no pudieron imitarlos todos. Y, como los milagros que operaron no provenían de Dios, perecieron, como perecieron también los que en ellos habían creído. Ahora, pues, dejad, repito, a este hombre, porque no merece la muerte. 
3. Mas los judíos dijeron a Nicodemo: Te has hecho discípulo suyo y por ello levantas tu voz en su favor. 
4. Nicodemo replicó: ¿Es que el gobernador, que habla también en su favor, es discípulo suyo? ¿Es que el César no le ha conferido la misión de ser su ejecutor de la justicia? 
5. Mas los judíos, estremecidos de cólera, tremaron los dientes contra Nicodemo, a quien dijeron: Crees en él, y compartirás la misma suerte que él. 
6. Y Nicodemo repuso: Así sea. Comparta yo la misma suerte que él, según que vosotros lo decís. 


Nuevos testimonios favorables a Jesús

VI 1. Y otro de los judíos avanzó, pidiendo al gobernador permiso para hablar. Y Pilatos repuso: Lo que quieras decir, dilo. 
2. Y el judío habló así: Hacía treinta años que yacía en mi lecho, y era constantemente presa de grandes sufrimientos, y me hallaba en peligro de perder la vida. Jesús vino, y muchos demoníacos y gentes afligidas de diversas enfermedades fueron curadas por él. Y unos jóvenes piadosos me llevaron a presencia suya en mi lecho. Y Jesús, al yerme, se compadeció de mí y me dijo: Levántate, toma tu lecho, y marcha. Y, en el acto, quedé completamente curado, tomé mi lecho y marché. 
3. Mas los judíos dijeron a Pilatos: Pregúntale en qué día fue curado. Y él respondió: En día de sábado. Y los judíos exclamaron: ¿No decíamos que en día de sábado curaba las enfermedades y expulsaba los demonios? 
4. Y otro judío avanzó y dijo: Yo era un ciego de nacimiento, que oía hablar, pero que a nadie veía. Y Jesús pasó, y yo me dirigí a él, gritando en alta voz: ¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí! Y él tuvo piedad de mí, y puso su mano sobre mis ojos, e inmediatamente recobré la vista. 
5. Y otro avanzó y dijo: Yo era leproso, y él me curó con una sola palabra. 


Testimonio de la Verónica

VII 1. Y una mujer, llamada Verónica, dijo: Doce años venía afligiéndome un flujo de sangre y, con sólo tocar el borde de su vestido, el flujo se detuvo en el mismo momento. 
2. Y los judíos exclamaron: Según nuestra ley, una mujer no puede venir a deponer como testigo. 


Testimonio colectivo de la multitud

VIII 1. Y algunos otros de la multitud de los judíos, varones y hembras, se pusieron a gritar: ¡Ese hombre es un profeta, y los demonios le están sometidos! Entonces Pilatos preguntó a los acusadores de Jesús: ¿ Por qué los demonios no están sometidos a vuestros doctores? Y ellos contestaron: No lo sabemos. 
2. Y otros dijeron a Pilatos: Ha resucitado a Lázaro, que llevaba cuatro días muerto, y lo ha sacado del sepulcro. 
3. Al oír esto, el gobernador quedó aterrado, y dijo a los judíos: ¿De qué nos servirá verter sangre inocente? 


Las turbas prefieren la libertad de Barrabás a la de Jesús. Pilatos se lava las manos

IX 1. Y Pilatos, llamando a Nicodemo y a los doce hombres que decían que Jesús no había nacido de la fornicación, les habló así: ¿Qué debo hacer ante la sedición que ha estallado en el pueblo? Respondieron: Lo ignoramos. Véanlo ellos mismos. 
2. Y Pilatos, convocando de nuevo a la muchedumbre, dijo a los judíos: Sabéis que, según costumbre, el día de los Ázimos os concedo la gracia de soltar a un preso. Encarcelado tengo a un famoso asesino, que se llama Barrabás, y no encuentro en Jesús nada que merezca la muerte. ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y todos respondieron a voz en grito: ¡Suéltanos a Barrabás! 
3. Pilatos repuso: ¿Qué haré, pues, de Jesús, llamado el Cristo? Y exclamaron todos: ¡Sea crucificado! 
4. Y los judíos dijeron también: Demostrarás no ser amigo del César si pones en libertad al que se llama a sí mismo rey e hijo de Dios. Y aun quizá deseas que él sea rey en lugar del César. 
5. Entonces Pilatos montó en cólera y les dijo: Siempre habéis sido una raza sediciosa, y os habéis opuesto a los que estaban por vosotros. 
6. Y los judíos preguntaron: ¿Quiénes son los que estaban por nosotros? 
7. Y Pilatos respondió: Vuestro Dios, que os libró de la dura servidumbre de los egipcios y que os condujo a pie por la mar seca, y que os dio, en el desierto, el maná y la carne de las codornices para vuestra alimentación, y que hizo salir de una roca agua para saciar vuestra sed, y contra el cual, a pesar de tantos favores, no habéis cesado de rebelaros, hasta el punto de que Él quiso haceros perecer. Y Moisés rogó por vosotros, a fin de que no perecieseis. Y ahora decís que yo odio al rey. 
8. Mas los judíos gritaron: Nosotros sabemos que nuestro rey es el César, y no Jesús. Porque los magos le ofrecieron presentes como a un rey. Y Herodes, sabedor por los magos de que un rey había nacido, procuró matarlo. Enterado de ello José, su padre, lo tomó junto con su madre, y huyeron los tres a Egipto. Y Herodes mandó dar muerte a los hijos de los judíos, que por aquel entonces habían nacido en Bethlehem. 
9. Al oír estas palabras, Pilatos se aterrorizó y, cuando se restableció la calma entre el pueblo que gritaba, dijo: El que buscaba Herodes ¿es el que está aquí presente? Y le respondieron: El mismo es. 
10. Y Pilatos tomó agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: Inocente soy de la sangre de este justo. Pensad bien lo que vais a hacer. Y los judíos repitieron: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! 
11. Entonces Pilatos ordenó que se trajese a Jesús al tribunal en que estaba sentado, y prosiguió en estos términos, al dictar sentencia contra él: Tu raza no te quiere por rey. Ordeno, pues, que seas azotado, conforme a los estatutos de los antiguos príncipes. 
12. Y mandó en seguida que se lo crucificase en el lugar en que había sido detenido, con dos malhechores, cuyos nombres eran Dimas y Gestas. 


Jesús en el Gólgota

X 1. Y Jesús salió del Pretorio y los dos ladrones con él. Y cuando llegó al lugar que se llama Gólgota, los soldados lo desnudaron de sus vestiduras y le ciñeron un lienzo, y pusieron sobre su cabeza una corona de espinas y colocaron una caña en sus manos. Y crucificaron igualmente a los dos ladrones a sus lados, Dimas a su derecha y Gestas a su izquierda. 
2. Y Jesús dijo: Padre, perdónalos, y déjalos libres de castigo, porque no saben lo que hacen. Y ellos repartieron entre sí sus vestiduras. 
3. Y el pueblo estaba presente, y los príncipes, los ancianos y los jueces se burlaban de Jesús, diciendo: Puesto que a otros salvó, que se salve a sí mismo. Y si es hijo de Dios, que descienda de la cruz. 
4. Y los soldados se mofaban de él, y le ofrecían vinagre mezclado con hiel, exclamando: Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 
5. Y un soldado, llamado Longinos, tomando una lanza, le perforó el costado, del cual salió sangre y agua. 
6. Y el gobernador ordenó que, conforme a la acusación de los judíos, se inscribiese sobre un rótulo, en letras hebraicas, griegas y latinas: Éste es el rey de los judíos. 
7. Y uno de los ladrones que estaban crucificados, Gestas, dijo a Jesús: Si eres el Cristo, líbrate y libértanos a nosotros. Mas Dimas lo reprendió, diciéndole: ¿No temes a Dios tú, que eres de aquellos sobre los cuales ha recaído condena? Nosotros recibimos el castigo justo de lo que hemos cometido, pero él no ha hecho ningún mal. Y, una vez hubo censurado a su compañero, exclamó, dirigiéndose a Jesús: Acuérdate de mí, señor en tu reino. Y Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el paraíso. 


Muerte de Jesús

XI 1. Era entonces como la hora de sexta del día y grandes tinieblas se esparcieron por toda la tierra hasta la hora de nona. El sol se oscureció, y he aquí que el velo del templo se rasgó en dos partes de alto abajo. 
2. Y hacia la hora de nona, Jesús clamó a gran voz: Hely, Hely, lama zabathani, lo que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? 
3. Y en seguida murmuró: Padre mío, encomiendo mi espíritu entre tus manos. Y, dicho esto, entregó el espíritu. 
4. Y el centurión, al ver lo que había pasado, glorificó a Dios, diciendo: Este hombre era justo. Y todos los espectadores, turbados por lo que habían visto, volvieron a sus casas, golpeando sus pechos. 
5. Y el centurión refirió lo que había ocurrido al gobernador, el cual se llenó de aflicción extrema y ni el uno, ni el otro comieron, ni bebieron, aquel día. 
6. Y Pilatos, convocando a los judíos, les preguntó: ¿Habéis sido testigos de lo que ha sucedido? Y ellos respondieron al gobernador: El sol se ha eclipsado de la manera habitual. 
7. Y todos los que amaban a Jesús se mantenían a lo lejos, así como las mujeres que lo habían seguido desde Galilea. 
8. Y he aquí que un hombre llamado José, varón bueno y justo, que no había tomado parte en las acusaciones y en las maldades de los judíos, que era de Arimatea, ciudad de Judea, y que esperaba el reino de Dios, pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús. 
9. Y, bajándolo de la cruz, lo envolvió en un lienzo muy blanco, y lo depositó en una tumba completamente nueva, que había hecho construir para sí mismo, y en la cual ninguna persona había sido sepultada. 


Los judíos amenazan a Nicodemo y encierran en un calabozo a José de Arimatea

XII 1. Sabedores los judíos de que José había pedido el cuerpo de Jesús, lo buscaron, como también a los doce hombres que habían declarado que Jesús no naciera de la fornicación, y a Nicodemo y a los demás que habían comparecido ante Pilatos, y dado testimonio de las buenas obras del Salvador. 
2. Todos se ocultaban y únicamente Nicodemo, por ser príncipe de los judíos, se mostró a ellos, y les preguntó: ¿Cómo habéis entrado en la Sinagoga? 
3. Y ellos le respondieron: Y tú, ¿cómo has entrado en la Sinagoga, cuando eras adepto del Cristo? Ojalá tengas tu parte con él en los siglos futuros. Y Nicodemo contestó: Así sea. 
4. Y José se presentó igualmente a ellos y les dijo: ¿Por qué estáis irritados contra mí, a causa de haber yo pedido a Pilatos el cuerpo de Jesús? He aquí que yo lo he depositado en mi propia tumba, y lo he envuelto en un lienzo muy blanco, y he colocado una gran piedra al lado de la gruta. Habéis obrado mal contra el justo, y lo habéis crucificado, y lo habéis atravesado a lanzadas. 
5. Al oír esto, los judíos se apoderaron de José y lo encerraron, hasta que pasase el día del sábado. Y le dijeron: En este momento, por ser tal día, nada podemos hacer contra ti. Pero sabemos que no eres digno de sepultura y abandonaremos tu carne a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 
6. Y José respondió: Esas vuestras palabras son semejantes a las de Goliath el soberbio, que se levantó contra el Dios vivo, y a quien hirió David. Dios ha dicho por la voz del profeta: Me reservaré la venganza. Y Pilatos, con el corazón endurecido, lavó sus manos en pleno sol, exclamando: Inocente soy de la sangre de ese justo. Y vosotros habéis contestado: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Y mucho temo que la cólera de Dios caiga sobre vosotros y sobre vuestros hijos, como habéis proclamado. 
7. Al oír a José expresarse de este modo, los judíos se llenaron de rabia, y, apoderándose de él, lo encerraron en un calabozo sin reja que dejara penetrar el menor rayo de luz. Y Anás y Caifás colocaron guardias a la puerta y pusieron su sello sobre la llave. 
8. Y tuvieron consejo con los sacerdotes y con los levitas, para que se reuniesen todos después del día del sábado, y deliberasen sobre qué genero de muerte infligirían a José. 
9. Y cuando estuvieron reunidos, Anás y Caifás ordenaron que se les trajese a José. Y, quitando el sello, abrieron la puerta y no encontraron a José en el calabozo en que lo habían encerrado. Y toda la asamblea quedó sumida en el mayor estupor, porque habían encontrado sellada la puerta. Y Anás y Caifás se retiraron. 


Los soldados atestiguan la resurrección de Jesús. Temor de los judíos, al saberlo

XIII 1. Y, mientras ellos no salían de su asombro, uno de los soldados a quienes habían encomendado la guardia del sepulcro entró en la Sinagoga y dijo: Cuando vigilábamos la tumba de Jesús, la tierra tembló y hemos visto a un ángel de Dios, que quitó la piedra del sepulcro y que se sentó sobre ella. Y su semblante brillaba como el relámpago y sus vestidos eran blancos como la nieve. Y nosotros quedamos como muertos de espanto. Y oímos al ángel que decía a las mujeres que habían ido al sepulcro de Jesús: No temáis. Sé que buscáis a Jesús el crucificado, el cual resucitó, como lo había predicho. Venid, y ved el lugar en que había sido colocado, y apresuraos a avisar a sus discípulos que ha resurgido de entre los muertos, y que va delante de vosotros a Galilea, donde lo veréis. 
2. Y los judíos, convocando a todos los soldados que habían puesto para guardar a Jesús, les preguntaron: ¿Qué mujeres fueron aquellas a quienes el ángel habló? ¿Por qué no os habéis apoderado de ellas? 
3. Replicaron los soldados: No sabemos qué mujeres eran, y quedamos como difuntos, por el mucho temor que nos inspiró el ángel. ¿Cómo, en estas condiciones, habríamos podido apoderarnos de dichas mujeres? 
4. Los judíos exclamaron: ¡Por la vida del Señor, que no os creemos! Y los soldados respondieron a los judíos: Habéis visto a Jesús hacer milagros, y no habéis creído en él. ¿Cómo creeríais en nuestras palabras? Con razón juráis por la vida del Señor, pues vive el Señor a quien encerrasteis en el sepulcro. Hemos sabido que habéis encarcelado en un calabozo, cuya puerta habéis sellado, a ese José que embalsamó el cuerpo de Jesús, y que, cuando fuisteis a buscarlo, no lo encontrasteis. Devolvednos a José, a quien aprisionasteis, y os devolveremos a Jesús, cuyo sepulcro hemos guardado. 
5. Los judíos dijeron: Devolvednos a Jesús y os devolveremos a José, porque éste se halla en la ciudad de Arimatea. Mas los soldados contestaron: Si José está en Arimatea, Jesús está en Galilea, puesto que así lo anunció a las mujeres el ángel. 
6. Oído lo cual, los judíos se sintieron poseídos de temor y se dijeron entre sí: Cuando el pueblo escuche estos discursos, todos en Jesús creerán. 
7. Y reunieron una gruesa suma de dinero, que entregaron a los soldados, advirtiéndoles: Decid que, mientras dormíais, llegaron los discípulos de Jesús al sepulcro y robaron su cuerpo. Y, si el gobernador Pilatos se entera de ello, lo apaciguaremos en vuestro favor y no seréis inquietados. 
8. Y los soldados, tomando el dinero, dijeron lo que los judíos les habían recomendado. 


Intrigas de los judíos para invalidarla resurrección de Jesús

XIV 1. Y un sacerdote llamado Fineo, y el maestro de escuela Addas, y el levita Ageo llegaron los tres de Galilea a Jerusalén, y dijeron a todos los que estaban en la Sinagoga: A Jesús, por vosotros crucificado, lo hemos visto en el Monte los Olivos, sentado entre sus discípulos, hablando con ellos y diciéndoles: Id por el mundo, predicad a todas las naciones, y bautizad a los gentiles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y el que crea y sea bautizado será salvo. Y, no bien hubo dicho estas cosas a sus discípulos, lo vimos subir al cielo. 
2. Al oír esto, los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo y los levitas dijeron a aquellos tres hombres: Glorificad al Dios de Israel, y tomadlo por testigo de que lo que habéis visto y oído es verdadero. 
3. Y ellos respondieron: Por la vida del Señor de nuestros padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, declaramos decir la verdad. Hemos oído a Jesús hablar con sus discípulos y lo hemos visto subir al cielo. Si callásemos ambas cosas, cometeríamos un pecado. 
4. Y los príncipes de los sacerdotes, levantándose en seguida, exclamaron: No repitáis a nadie lo que habéis dicho de Jesús. Y les dieron una fuerte suma de dinero. 
5. Y los hicieron acompañar por tres hombres, para que se restituyesen a su país, y no hiciesen estada alguna en Jerusalén. 
6. Y, habiéndose reunido todos los judíos, se entregaron entre sí a grandes meditaciones, y dijeron: ¿Qué es lo que ha sobrevenido en Israel? 
7. Y Anás y Caifás, para consolarlos, replicaron: ¿Es que vamos a creer a los soldados, que guardaban el sepulcro de Jesús, y que aseguraron que un ángel abrió su losa? ¿Por ventura no han sido sus discípulos los que les dieron mucho oro para que hablasen así, y los dejasen a ellos robar el cuerpo de Jesús? Sabed que no cabe conceder fe alguna a las palabras de esos extranjeros, porque, habiendo recibido de nosotros una fuerte suma, hayan por doquiera dicho lo que nosotros les encargamos que dijesen. Ellos pueden ser infieles a los discípulos de Jesús lo mismo que a nosotros. 


Intervención de Nicodemo en los debates de la Sinagoga. Los judíos mandan llamar a José de Arimatea y oyen las noticias que éste les da

XV 1. Y Nicodemo se levantó y dijo: Rectamente habláis, hijos de Israel. Os habéis enterado de lo que han dicho esos tres hombres, que juraron sobre la ley del Señor haber oído a Jesús hablar con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haberlo visto subir al cielo. Y la Escritura nos enseña que el bienaventurado Elías fue transportado al cielo, y que Eliseo, interrogado por los hijos de los profetas sobre dónde había ido su hermano Elías, respondió que les había sido arrebatado. Y los hijos de los profetas le dijeron: Acaso nos lo ha arrebatado el espíritu, y lo ha depositado sobre las montañas de Israel. Pero elijamos hombres que vayan con nosotros, y recorramos esas montañas, donde quizá lo encontremos. Y suplicaron así a Eliseo, que caminó con ellos tres días, y no encontraron a Elías. Y ahora, escuchadme, hijos de Israel. Enviemos hombres a las montañas, porque acaso el espíritu ha arrebatado a Jesús, y quizá lo encontremos, y haremos penitencia. 
2. Y el parecer de Nicodemo fue del gusto de todo el pueblo, y enviaron hombres, que buscaron a Jesús, sin encontrarlo, y que, a su vuelta, dijeron: No hemos hallado a Jesús en ninguno de los lugares que hemos recorrido, pero hemos hallado a José en la ciudad de Arimatea. 
3. Y, al oír esto, los príncipes y todo el pueblo se regocijaron, y glorificaron al Dios de Israel de que hubiesen encontrado a José, a quien habían encerrado en un calabozo, y a quien no habían podido encontrar. 
4. Y, reuniéndose en una gran asamblea, los príncipes de los sacerdotes se preguntaron entre sí: ¿Cómo podremos traer a José entre nosotros, y hacerlo hablar? 
5. Y tomando papel, escribieron a José por este tenor: Sea la paz contigo, y con todos los que están contigo. Sabemos que hemos pecado contra Dios y contra ti. Dígnate, pues, venir hacia tus padres y tus hijos, porque tu marcha del calabozo nos ha llenado de sorpresa. Reconocemos que habíamos concebido contra ti un perverso designio, y que el Señor te ha protegido, Iibrándote de nuestras malas intenciones. Sea la paz contigo, José, hombre honorable entre todo el pueblo. 
6. Y eligieron siete hombres, amigos de José, y les dijeron: Cuando lleguéis a casa de José, dadle el saludo de paz, y entregadle la carta. 
7. Y los hombres llegaron a casa de José, y lo saludaron, y le entregaron la carta. Y luego que José la hubo leído, exclamó: ¡Bendito sea el Señor Dios, que ha preservado a Israel de la efusión de mi sangre! ¡Bendito seas, Dios mío, que me has protegido con tus alas! 
8. Y José abrazó a los embajadores, y los acogió y regaló en su domicilio. 
9. Y, al día siguiente, montando en un asno, se puso en camino con ellos, y llegaron a Jerusalén. 
10. Y, cuando los judíos se enteraron de su llegada, corrieron todos ante él, gritando y exclamando: ¡Sea la paz a tu llegada, padre José! Y él repuso: ¡Sea la paz del Señor con todo el pueblo! 
11. Y todos lo abrazaron. Y Nicodemo lo recibió en su casa, acogiéndolo con gran honor y con gran complacencia. 
12. Y, al siguiente día, que lo era de la fiesta de Preparación, Anás, Caifás y Nicodemo dijeron a José: Rinde homenaje al Dios de Israel, y responde a todo lo que te preguntemos. Irritados estábamos contra ti, porque habías sepultado el cuerpo de Jesús, y te encerramos en un calabozo, donde no te encontramos, al buscarte, lo que nos mantuvo en plena sorpresa y en pleno espanto, hasta que hemos vuelto a verte. Cuéntanos, pues, en presencia de Dios, lo que te ha ocurrido. 
13. Y José contestó: Cuando me encerrasteis, el día de Pascua, mientras me hallaba en oración a medianoche, la casa quedó como suspendida en los aires. Y vi a Jesús, brillante como un relámpago, y, acometido de terror, caí por tierra. Y Jesús, tomándome por la mano, me elevó por encima del suelo, y un sudor frío cubría mi frente. Y él, secando mi rostro, me dijo: Nada temas, José. Mírame y reconóceme, porque soy yo. 
14. Y lo miré, y exclamé, lleno de asombro: ¡Oh Señor Elías! Y él me dijo: No soy Elías, sino Jesús de Nazareth, cuyo cuerpo has sepultado. 
15. Y yo le respondí: Muéstrame la tumba en que te deposité. Y Jesús, tomándome por la mano otra vez, me condujo al lugar en que lo había sepultado, y me mostró el sudario y el paño en que había envuelto su cabeza. 
16. Entonces reconocí que era Jesús, y lo adoré, diciendo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! 
17. Y Jesús, tomándome por la mano de nuevo, me condujo a mi casa de Arimatea, y me dijo: Sea la paz contigo, y, durante cuarenta días, no salgas de tu casa. Yo vuelvo ahora cerca de mis discípulos. 


Estupor de los judíos ante las declaraciones de José de Arimatea

XVI 1. Cuando los sacerdotes y los levitas oyeron tales cosas, quedaron estupefactos y como muertos. Y, vueltos en sí, exclamaron: ¿Qué maravilla es la que se ha manifestado en Jerusalén? Porque nosotros conocemos al padre y a la madre de Jesús. 
2. Y cierto levita explicó: Sé que su padre y su madre eran personas temerosas del Altísimo, y que estaban siempre en el templo, orando, y ofreciendo hostias y holocaustos al Dios de Israel. Y, cuando Simeón, el Gran Sacerdote, lo recibió, dijo, tomándolo en sus brazos: Ahora, Señor, envía a tu servidor en paz, según tu palabra, porque mis ojos han visto al Salvador que has preparado para todos los pueblos, luz que ha de servir para la gloria de tu raza de Israel. Y aquel mismo Simeón bendijo también a María, madre de Jesús, y le dijo: Te anuncio, respecto a este niño, que ha nacido para la ruina y para la resurrección de muchos, y como signo de contradicción. 
3. Entonces los judíos propusieron: Mandemos a buscar a los tres hombres que aseguran haberlo visto con sus discípulos en el monte de los Olivos. 
4. Y, cuando así se hizo, y aquellos tres hombres llegaron, y fueron interrogados, respondieron con unánime voz: Por la vida del Señor, Dios de Israel, hemos visto manifiestamente a Jesús con sus discípulos en el monte de las Olivas, y asistido al espectáculo de su subida al cielo. 
5. En vista de esta declaración, Anás y Caifás tomaron a cada uno de los testigos aparte, y se informaron de ellos separadamente. Y ellos insistieron sin contradicción en confesar la verdad, y en aseverar que habían visto a Jesús. 
6. Y Anás y Caifás pensaron: Nuestra ley preceptúa que, en la boca de dos o tres testigos, toda palabra es válida. Pero sabemos que el bienaventurado Enoch, grato a Dios, fue transportado al cielo por la palabra de Él, y que la tumba del bienaventurado Moisés no se encontró nunca, y que la muerte del profeta Elías no es conocida. Jesús, por lo contrario, ha sido entregado a Pilatos, azotado, abofeteado, coronado de espinas, atravesado por una lanza, crucificado, muerto sobre el madero, y sepultado. Y el honorable padre José, que depositó su cadáver en un sepulcro nuevo, atestigua haberlo visto vivo. Y estos tres hombres certifican haberlo encontrado con sus discípulos en el monte de los Olivos, y haber asistido al espectáculo de su subida al cielo. 


Descenso de Cristo al Infierno (Descensus Christi ad Inferos) 

Nuevas y sensacionales declaracionesde José de Arimatea

XVII 1. Y José, levantándose, dijo a Anás y a Caifás: Razón tenéis para admiraros, al saber que Jesús ha sido visto resucitado y ascendiendo al empíreo. Pero aún os sorprenderéis más de que no sólo haya resucitado, sino de que haya sacado del sepulcro a muchos otros muertos, a quienes gran número de personas han visto en Jerusalén. 
2. Y escuchadme ahora, porque todos sabemos que aquel bienaventurado Gran Sacerdote, que se llamó Simeón, recibió en sus manos, en el templo, a Jesús niño. Y Simeón tuvo dos hijos, hermanos de padre y de madre, y todos hemos presenciado su fallecimiento y asistido a su entierro. Pues id a ver sus tumbas, y las hallaréis abiertas, porque los hijos de Simeón se hallan en la villa de Arimatea, viviendo en oración. A veces se oyen sus gritos, mas no hablan a nadie, y permanecen silenciosos como muertos. Vayamos hacia ellos, y tratémoslos con la mayor amabilidad. Y, si con suave insistencia los interrogamos, quizá nos hablen del misterio de la resurrección de Jesús. 
3. A cuyas palabras todos se regocijaron, y Anás, Caifás, Nicodemo, José y Gamaliel, yendo a los sepulcros, no encontraron a los muertos, pero, yendo a Arimatea, los encontraron arrodillados allí. 
4. Y los abrazaron con sumo respeto y en el temor de Dios, y los condujeron a la Sinagoga de Jerusalén. 
5. Y, no bien las puertas se cerraron, tomaron el libro santo, lo pusieron en sus manos, y los conjuraron por el Dios Adonaí, Señor de Israel, que ha hablado por la Ley y por los profetas, diciendo: Si sabéis quién es el que os ha resucitado de entre los muertos, decidnos cómo habéis sido resucitados. 
6. Al oír esta adjuración, Carino y Leucio sintieron estremecerse sus cuerpos, y, temblorosos y emocionados, gimieron desde el fondo de su corazon. 
7. Y, mirando al cielo, hicieron con su dedo la señal de la cruz sobre su lengua. 
8. Y, en seguida, hablaron, diciendo: Dadnos resmas de papel, a fin de que escribamos lo que hemos visto y oído. 
9. Y, habiéndoselas dado, se sentaron, y cada uno de ellos escribió lo que sigue. 


Carino y Leucio comienzan su relato

XVIII 1. Jesucristo, Señor Dios, vida y resurrección de muertos, permítenos enunciar los misterios por la muerte de tu cruz, puesto que hemos sido conjurados por ti. 
2. Tú has ordenado no referir a nadie los secretos de tu majestad divina, tales como los has manifestado en los infiernos. 
3. Cuando estábamos con nuestros padres, colocados en el fondo de las tinieblas, un brillo real nos iluminó de súbito, y nos vimos envueltos por un resplandor dorado como el del sol. 
4. Y, al contemplar esto, Adán, el padre de todo el género humano, estalló de gozo, así como todos los patriarcas y todos los profetas, los cuales clamaron a una: Esta luz es el autor mismo de la luz, que nos ha prometido transmitirnos una luz que no tendrá ni desmayos ni término. 


Isaías confirma uno de sus vaticinios

XIX 1. Y el profeta Isaías exclamó: Es la luz del Padre, el Hijo de Dios, como yo predije, estando en tierras de vivos: en la tierra de Zabulón y en la tierra de Nephtalim. Más allá del Jordán, el pueblo que estaba sentado en las tinieblas, vería una gran luz, y esta luz brillaría sobre los que estaban en la región de la muerte. Y ahora ha llegado, y ha brillado para nosotros, que en la muerte estábamos. 
2. Y, como sintiésemos inmenso júbilo ante la luz que nos había esclarecido, Simeón, nuestro padre, se aproximó a nosotros, y, lleno de alegría, dijo a todos: Glorificad al Señor Jesucristo, que es el Hijo de Dios, porque yo lo tuve recién nacido en mis manos en el templo e, inspirado por el Espíritu Santo, lo glorifiqué y dije: Mis ojos han visto ahora la salud que has preparado en presencia de todos los pueblos, la luz para la revelación de las naciones, y la gloria de tu pueblo de Israel. 
3. Al oír tales cosas, toda la multitud de los santos se alborozó en gran manera. 
4. Y, en seguida, sobrevino un hombre, que parecía un ermitaño. Y, como todos le preguntasen quién era, respondió: Soy Juan, el oráculo y el profeta del Altísimo, el que precedió a su advenimiento al mundo, a fin de preparar sus caminos, y de dar la ciencia de la salvación a su pueblo para la remisión de los pecados. Y, viéndolo llegar hacia mí, me sentí poseído por el Espíritu Santo, y le dije: He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Y lo bauticé en el río del Jordán, y vi al Espíritu Santo descender sobre él bajo la figura de una paloma. Y oí una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo todas mis complacencias, y a quien debéis escuchar. Y ahora, después de haber precedido a su advenimiento, he descendido hasta vosotros, para anunciaros que, dentro de poco, el mismo Hijo de Dios, levantándose de lo alto, vendrá a visitarnos, a nosotros, que estamos sentados en las tinieblas y en las sombras de la muerte. 


La profecía hecha por el arcángel Miguel a Seth

XX 1. Y, cuando el padre Adán, el primer formado, oyó lo que Juan dijo de haber sido Jesús bautizado en el Jordán, exclamó, hablando a su hijo Seth: Cuenta a tus hijos, los patriarcas y los profetas, todo lo que oíste del arcángel Miguel, cuando, estando yo enfermo, te envié a las puertas del Paraíso, para que el Señor permitiese que su ángel diera aceite del árbol de la misericordia, que ungiese mi cuerpo. 
2. Entonces Seth, aproximándose a los patriarcas y a los profetas, expuso: Me hallaba yo, Seth, en oración delante del Señor, a las puertas del Paraíso, y he aquí que Miguel, el numen de Dios, me apareció, y me dijo: He sido enviado a ti por el Señor, y presido sobre el cuerpo humano. Y te declaro, Seth, que es inútil pidas y ruegues con lágrimas el aceite del árbol de la misericordia, para ungir a tu padre Adán, y para que cesen los sufrimientos de su cuerpo. Porque de ningún modo podrás recibir ese aceite hasta los días postrimeros, cuando se hayan cumplido cinco mil años. Entonces, el Hijo de Dios, lleno de amor, vendrá a la tierra, y resucitará el cuerpo de Adán, y al mismo tiempo resucitará los cuerpos de los muertos. Y, a su venida, será bautizado en el Jordán, y, una vez haya salido del agua, ungirá con el aceite de su misericordia a todos los que crean en él, y el aceite de su misericordia será para los que deban nacer del agua y del Espíritu Santo para la vida eterna. Entonces Jesucristo, el Hijo de Dios, lleno de amor, y descendido a la tierra, introducirá a tu padre Adán en el Paraíso y lo pondrá junto al árbol de la misericordia. 
3. Y, al oír lo que decía Seth, todos los patriarcas y todos los profetas se henchieron de dicha. 


Discusión entre Satanás y la Furia en los infiernos

XXI 1. Y, mientras todos los padres antiguos se regocijaban, he aquí que Satanás, príncipe y jefe de la muerte, dijo a la Furia: prepárate a recibir a Jesús, que se vanagloria de ser el Cristo y el Hijo de Dios, y que es un hombre temerosísimo de la muerte, puesto que yo mismo lo he oído decir: Mi alma está triste hasta la muerte. Y entonces comprendí que tenía miedo de la cruz. 
2. Y añadió: Hermano, aprestémonos, tanto tú como yo, para el mal día. Fortifiquemos este lugar, para poder retener aquí prisionero al llamado Jesús que, al decir de Juan y de los profetas, debe venir a expulsarnos de aquí. Porque ese hombre me ha causado muchos males en la tierra, oponiéndose a mí en muchas cosas, y despojándome de multitud de recursos. A los que yo había matado, él les devolvió la vida. Aquellos a quienes yo había desarticulado los miembros, él los enderezó por su sola palabra, y les ordenó que llevasen su lecho sobre los hombros. Hubo otros que yo había visto ciegos y privados de la luz, y por cuya cuenta me regocijaba, al verlos quebrarse la cabeza contra los muros, y arrojarse al agua, y caer, al tropezar en los atascaderos, y he aquí que este hombre, venido de no sé dónde, y, haciendo todo lo contrario de lo que yo hacía, les devolvía la vista por sus palabras. Ordenó a un ciego de nacimiento que lavase sus ojos con agua y con barro en la fuente de Siloé, y aquel ciego recobró la vista. Y, no sabiendo a qué otro lugar retirarme, tomé conmigo a mis servidores, y me alejé de Jesús. Y, habiendo encontrado a un joven, entré en él, y moré en su cuerpo. Ignoro cómo Jesús lo supo, pero es lo cierto que llegó adonde yo estaba, y me intimó la orden de salir. Y, habiendo salido, y no sabiendo dónde entrar, le pedí permiso para meterme en unos puercos, lo que hice, y los estrangulé. 
3. Y la Furia, respondiendo a Satanás, dijo: ¿Quién es ese príncipe tan poderoso y que, sin embargo, teme la muerte? Porque todos los poderosos de la tierra quedan sujetos a mi poder desde el momento en que tú me los traes sometidos por el tuyo. Si, pues, tú eres tan poderoso, ¿quién es ese Jesús que, temiendo la muerte, se opone a ti? Si hasta tal punto es poderoso en su humanidad, en verdad te digo que es todopoderoso en su divinidad, y que nadie podrá resistir a su poder. Y, cuando dijo que temía la muerte, quiso engañarte, y constituirá tu desgracia en los siglos eternos. 
4. Pero Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: ¿Por qué vacilas en aprisionar a ese Jesús, adversario de ti tanto como de mí? Porque yo lo he tentado, y he excitado contra él a mi antiguo pueblo judío, excitando el odio y la cólera de éste. Y he aguzado la lanza de la persecución. Y he hecho preparar madera para crucificarlo, y clavos para atravesar sus manos y sus pies. Y le he dado a beber hiel mezclada con vinagre. Y su muerte está próxima, y te lo traeré sujeto a ti y a mi. 
5. Y la Furia respondió, y dijo: Me has informado de que él es quien me ha arrancado los muertos. Muchos están aquí, que retengo, y, sin embargo, mientras vivían sobre la tierra, muchos me han arrebatado muertos, no por su propio poder, sino por las plegarias que dirigieron a su Dios todopoderoso, que fue quien verdaderamente me los llevó. ¿Quién es, pues, ese Jesús, que por su palabra, me ha arrancado muertos? ¿Es quizá el que ha vuelto a la vida, por su palabra imperiosa, a Lázaro, fallecido hacía cuatro días, lleno de podredumbre y en disolución, y a quien yo retenía como difunto? 
6. Y Satanás, el príncipe de la muerte, respondió y dijo: Ese mismo Jesús es. 
7. Y, al oírlo, la Furia repuso: Yo te conjuro, por tu poder y por el mío, que no lo traigas hacia mí. Porque, cuando me enteré de la fuerza de su palabra, temblé, me espanté y, al mismo tiempo, todos mis ministros impíos quedaron tan turbados como yo. No pudimos retener a Lázaro, el cual, con toda la agilidad y con toda la velocidad del águila, salió de entre nosotros, y esta misma tierra que retenía su cuerpo privado de vida se la devolvió. Por donde ahora sé que ese hombre, que ha podido cumplir cosas tales, es el Dios fuerte en su imperio, y poderoso en la humanidad, y Salvador de ésta, y, si le traes hacia mí, libertará a todos los que aquí retengo en el rigor de la prisión, y encadenados por los lazos no rotos de sus pecados y, por virtud de su divinidad, los conducirá a la vida que debe durar tanto como la eternidad. 


Entrada triunfal de Jesús en los infiernos

XXII 1. Y, mientras Satanás y la Furia así hablaban, se oyó una voz como un trueno, que decía: Abrid vuestras puertas, vosotros, príncipes. Abríos, puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar. 
2. Y la Furia, oyendo la voz, dijo a Satanás: Anda, sal, y pelea contra él. Y Satanás salió. 
3. Entonces la Furia dijo a sus demonios: Cerrad las grandes puertas de bronce, cerrad los grandes cerrojos de hierro, cerrad con llave las grandes cerraduras, y poneos todos de centinela, porque, si este hombre entra, estamos todos perdidos. 
4. Y, oyendo estas grandes voces, los santos antiguos exclamaron: Devoradora e insaciable Furia, abre al Rey de la Gloria, al hijo de David, al profetizado por Moisés y por Isaías. 
5. Y otra vez se oyó la voz de trueno que decía: Abrid vuestras puertas eternas, que el Rey de la Gloria quiere entrar. 
6. Y la Furia gritó, rabiosa: ¿Quién es el Rey de la Gloria? Y los ángeles de Dios contestaron: El Señor poderoso y vencedor. 
7. Y, en el acto, las grandes puertas de bronce volaron en mil pedazos, y los que la muerte había tenido encadenados se levantaron. 
8. Y el Rey de la Gloria entró en figura de hombre, y todas las cuevas de la Furia quedaron iluminadas. 
9. Y rompió los lazos, que hasta entonces no habían sido quebrantados, y el socorro de una virtud invencible nos visitó, a nosotros, que estábamos sentados en las profundidades de las tinieblas de nuestras faltas y en la sombra de la muerte de nuestros pecados. 


Espanto de las potestades infernalesante la presencia de Jesús

XXIII 1. Al ver aquello, los dos príncipes de la muerte y del infierno, sus impíos oficiales y sus crueles ministros quedaron sobrecogidos de espanto en sus propios reinos, cual si no pudiesen resistir la deslumbradora claridad de tan viva luz, y la presencia del Cristo, establecido de súbito en sus moradas. 
2. Y exclamaron con rabia impotente: Nos has vencido. ¿Quién eres tú, a quien el Señor envía para nuestra confusión? ¿Quién eres tú, tan pequeño y tan grande, tan humilde y tan elevado, soldado y general, combatiente admirable bajo la forma de un esclavo, Rey de la Gloria muerto en una cruz y vivo, puesto que desde tu sepulcro has descendido hasta nosotros? ¿Quién eres tú, en cuya muerte ha temblado toda criatura, y han sido conmovidos todos los astros, y que ahora permaneces libre entre los muertos, y turbas a nuestras legiones? ¿Quién eres tú, que redimes a los cautivos, y que inundas de luz brillante a los que están ciegos por las tinieblas de sus pecados? 
3. Y todas las legiones de los demonios, sobrecogidos por igual terror, gritaban en el mismo tono, con sumisión temerosa y con voz unánime, diciendo: ¿De dónde eres, Jesús, hombre tan potente, tan luminoso, de majestad tan alta, libre de tacha y puro de crimen? Porque este mundo terrestre que hasta el día nos ha estado siempre sometido, y que nos pagaba tributos por nuestros usos abominables, jamás nos ha enviado un muerto tal como tú, ni destinado semejantes presentes a los infiernos. ¿Quién, pues, eres tú, que has franqueado sin temor las fronteras de nuestros dominios, y que no solamente no temes nuestros suplicios infernales, sino que pretendes librar a los que retenemos en nuestras cadenas? Quizá eres ese Jesús, de quien Satanás, nuestro príncipe, decía que, por su suplicio en la cruz, recibiría un poder sin límites sobre el mundo entero. 
4. Entonces el Rey de la Gloria, aplastando en su majestad a la muerte bajo sus pies, y tomando a nuestro primer padre, privó a la Furia de todo su poder y atrajo a Adán a la claridad de su luz. 


Imprecaciones acusadoras de la Furiacontra Satanás

XXIV 1. Y la Furia, bramando, aullando y abrumando a Satanás con violentos reproches, le dijo: Belzebú, príncipe de condenación, jefe de destrucción, irrisión de los ángeles de Dios, ¿qué has querido hacer? ¿Has querido crucificar al Rey de la Gloria, sobre cuya ruina y sobre cuya muerte nos habías prometido tan grandes despojos? ¿Ignoras cuán locamente has obrado? Porque he aquí que este Jesús disipa, por el resplandor de su divinidad, todas las tinieblas de la muerte. Ha atravesado las profundidades de las más sólidas prisiones, libertando a los cautivos, y rompiendo los hierros de los encadenados. Y he aquí que todos los que gemían bajo nuestros tormentos nos insultan, y nos acribillan con sus imprecaciones. Nuestros imperios y nuestros reinos han quedado vencidos, y no sólo no inspiramos ya terror a la raza humana, sino que, al contrario, nos amenazan y nos injurian aquellos que, muertos, jamás habían podido mostrar soberbia ante nosotros, ni jamás habían podido experimentar un momento de alegría durante su cautividad. Príncipe de todos los males y padre de los rebeldes e impíos, ¿qué has querido hacer? Los que, desde el comienzo del mundo hasta el presente, habían desesperado de su vida y de su salvación no dejan oír ya sus gemidos. No resuena ninguna de sus quejas clamorosas, ni se advierte el menor vestigio de lágrimas sobre la faz de ninguno de ellos. Rey inmundo, poseedor de las llaves de los infiernos, has perdido por la cruz las riquezas que habías adquirido por la prevaricación y por la pérdida del Paraíso. Toda tu dicha se ha disipado y, al poner en la cruz a ese Cristo, Jesús, Rey de la Gloria, has obrado contra ti y contra mí. Sabe para en adelante cuántos tormentos eternos y cuántos suplicios infinitos te están reservados bajo mi guarda, que no conoce término. Luzbel, monarca de todos los perversos, autor de la muerte y fuente del orgullo, antes que nada hubieras debido buscar un reproche justiciero que dirigir a Jesús. Y, si no encontrabas en él falta alguna, ¿por qué, sin razón, has osado crucificarlo injustamente, y traer a nuestra región al inocente y al justo, tú, que has perdido a los malos, a los impíos y a los injustos del mundo entero? 
2. Y, cuando la Furia acabó de hablar así a Satanás, el Rey de la Gloria dijo a la primera: El príncipe Satanás quedará bajo tu potestad por los siglos de los siglos, en lugar de Adán y de sus hijos, que me son justos. 


Jesús toma a Adán bajo su protección y los antiguos profetas cantan su triunfo

XXV 1. Y el Señor extendió su mano, y dijo: Venid a mí, todos mis santos, hechos a mi imagen y a mi semejanza. Vosotros, que habéis sido condenados por el madero, por el diablo y por la muerte, veréis a la muerte y al diablo condenados por el madero. 
2. Y, en seguida, todos los santos se reunieron bajo la mano del Señor. Y el Señor, tomando la de Adán, le dijo: Paz a ti y a todos tus hijos, mis justos. 
3. Y Adán, vertiendo lágrimas, se prosternó a los pies del Señor, y dijo en voz alta: Señor, te glorificaré, porque me has acogido, y no has permitido que mis enemigos triunfasen sobre mí para siempre. Hacia ti clamé, y me has curado, Señor. Has sacado mi alma de los infiernos, y me has salvado, no dejándome con los que descienden al abismo. Cantad las alabanzas del Señor, todos los que sois santos, y confesad su santidad. Porque la cólera está en su indignación, y en su voluntad está la vida. 
4. Y asimismo todos los santos de Dios se prosternaron a los pies del Señor, y dijeron con voz unánime: Has llegado, al fin, Redentor del mundo, y has cumplido lo que habías predicho por la ley y por tus profetas. Has rescatado a los vivos por tu cruz, y, por la muerte en la cruz, has descendido hasta nosotros, para arrancarnos del infierno y de la muerte, por tu majestad. Y, así como has colocado el título de tu gloria en el cielo, y has elevado el signo de la redención, tu cruz, sobre la tierra, de igual modo, Señor, coloca en el infierno el signo de la victoria de tu cruz, a fin de que la muerte no domine más. 
5. Y el Señor, extendiendo su mano, hizo la señal de la cruz sobre Adán y sobre todos sus santos. Y, tomando la mano derecha de Adán, se levantó de los infiernos, y todos los santos lo siguieron. 
6. Entonces el profeta David exclamó con enérgico tono: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho cosas admirables. Su mano derecha y su brazo nos han salvado. El Señor ha hecho conocer su salud, y ha revelado su justicia en presencia de todas las naciones. 
7. Y toda la multitud de los santos respondió, diciendo: Esta gloria es para todos los santos. Así sea. Alabad a Dios. 
8. Y entonces el profeta Habacuc exclamó, diciendo: Has venido para la salvación de tu pueblo, y para la liberación de tus elegidos. 
9. Y todos los santos respondieron, diciendo: Bendito el que viene en nombre del Señor, y nos ilumina. 
10. Igualmente el profeta Miqueas exclamé, diciendo: ¿Qué Dios hay como tú, Señor, que desvaneces las iniquidades, y que borras los pecados? Y ahora contienes el testimonio de tu cólera. Y te inclinas más a la misericordia. Has tenido piedad de nosotros, y nos has absuelto de nuestros pecados, y has sumido todas nuestras iniquidades en el abismo de la muerte, según que habías jurado a nuestros padres en los días antiguos. 
11. Y todos los santos respondieron, diciendo: Es nuestro Dios para siempre, por los siglos de los siglos, y durante todos ellos nos regirá. Así sea. Alabad a Dios. 
12. Y los demás profetas recitaron también pasajes de sus viejos cánticos, consagrados a alabar a Dios. Y todos los santos hicieron lo mismo. 


Llegada de los santos antiguos al Paraíso y su encuentro con Enoch y con Elías

XXVI 1. Y el Señor, tomando a Adán por la mano, lo puso en las del arcángel Miguel, al cual siguieron asimismo todos los santos. 
2. Y los introdujo a todos en la gracia gloriosa del Paraíso, y dos hombres, en gran manera ancianos, se presentaron ante ellos. 
3. Y los santos los interrogaron, diciendo: ¿Quiénes sois vosotros, que no habéis estado en los infiernos con nosotros, y que habéis sido traídos corporalmente al Paraíso? 
4. Y uno de ellos repuso: Yo soy Enoch, que he sido transportado aquí por orden del Señor. Y el que está conmigo es Elías, el Tesbita, que fue arrebatado por un carro de fuego. Hasta hoy no hemos gustado la muerte, pero estamos reservados para el advenimiento del Anticristo, armados con enseñas divinas, y pródigamente preparados para combatir contra él, para darle muerte en Jerusalén, y para, al cabo de tres días y medio, ser de nuevo elevados vivos en las nubes. 


Llegada del buen ladrón al Paraíso

XXVII 1. Y mientras Enoch y Elías así hablaban, he aquí que sobrevino un hombre muy miserable, que llevaba sobre sus espaldas el signo de la cruz. 
2. Y, al verlo, todos los santos le preguntaron: ¿Quién eres? Tu aspecto es el de un ladrón. ¿De dónde vienes, que llevas el signo de la cruz sobre tus espaldas? 
3. Y él, respondiéndoles, dijo: Con verdad habláis, porque yo he sido un ladrón, y he cometido crímenes en la tierra. Y los judíos me crucificaron con Jesús, y vi las maravillas que se realizaron por la cruz de mi compañero, y creí que es el Creador de todas las criaturas, y el rey todopoderoso, y le rogué, exclamando: Señor, acuérdate de mí, cuando estés en tu reino. Y, acto seguido, accediendo a mi súplica, contestó: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso. Y me dio este signo de la cruz, advirtiéndome: Entra en el Paraíso llevando esto, y, si su ángel guardián no quiere dejarte entrar, muéstrale el signo de la cruz, y dile: Es Jesucristo, el hijo de Dios, que está crucificado ahora, quien me ha enviado a ti. Y repetí estas cosas al ángel guardián, que, al oírmelas, me abrió presto, me hizo entrar, y me colocó a la derecha del Paraíso, diciendo: Espera un poco, que pronto Adán, el padre de todo el género humano, entrará con todos sus hijos, los santos y los justos del Cristo, el Señor crucificado. 
4. Y, cuando hubieron escuchado estas palabras del ladrón, todos los patriarcas, con voz unánime, clamaron: Bendito sea el Señor todopoderoso, padre de las misericordias y de los bienes eternos, que ha concedido tal gracia a los pecadores, y que los ha introducido en la gloria del Paraíso, y en los campos fértiles en que reside la verdadera vida espiritual. Así sea. 


Carino y Leucio concluyen su relato

XXVIII 1. Tales son los misterios divinos y sagrados que oímos y vivimos, nosotros, Carino y Leucio. 
2. Mas no nos está permitido proseguir, y contar los demás misterios de Dios, como el arcángel Miguel los declaró altamente, diciéndonos: Id con vuestros hermanos a Jerusalén, y permaneced en oración, bendiciendo y glorificando la resurrección del Señor Jesucristo, vosotros a quienes él ha resucitado de entre los muertos. No habléis con ningún nacido, y permaneced como mudos, hasta que llegue la hora en que el Señor os permita referir los misterios de su divinidad. 
3. Y el arcángel Miguel nos ordenó ir más allá del Jordán, donde están varios, que han resucitado con nosotros en testimonio de la resurrección del Cristo. Porque hace tres días solamente que se nos permite, a los que hemos resucitado de entre los muertos, celebrar en Jerusalén la Pascua del Señor con nuestros parientes, en testimonio de la resurrección del Cristo, y hemos sido bautizados en el santo río del Jordán, recibiendo todos ropas blancas. 
4. Y, después de los tres días de la celebración de la Pascua, todos los que habían resucitado con nosotros fueron arrebatados por nubes. Y, conducidos más allá del Jordán, no han sido vistos por nadie. 
5. Estas son las cosas que el Señor nos ha ordenado referiros. Alabadlo, confesadlo y haced penitencia, a fin de que os trate con piedad. Paz a vosotros en el Señor Dios Jesucristo, Salvador de todos los hombres. Amén. 
6. Y, no bien hubieron terminado de escribir todas estas cosas sobre resmas separadas de papel, se levantaron. Y Carino puso lo que había escrito en manos de Anás, de Caifás y de Gamaliel. E igualmente Leucio dio su manuscrito a José y a Nicodemo. 
7. Y, de súbito, quedaron transfigurados, y aparecieron cubiertos de vestidos de una blancura deslumbradora, y no se los vio más. 
8. Y se encontró ser sus escritos exactamente iguales en extensión y en dicción, sin que hubiese entre ellos una letra de diferencia. 
9. Y toda la Sinagoga quedó en extremo sorprendida, al ter aquellos discursos admirables de Carino y de Leucio. Y los judíos se decían los unos a los otros: Verdaderamente es Dios quien ha hecho todas estas cosas, y bendito sea el Señor Jesús por los siglos de los siglos. Amén. 
10. Y salieron todos de la Sinagoga con gran inquietud, temor y temblor, dándose golpes de pecho, y cada cual se retiró a su casa. 
11. Y José y Nicodemo contaron todo lo ocurrido al gobernador, y Pilato escribió cuanto los judíos habían dicho tocante a Jesús, y puso todas aquellas palabras en los registros públicos de su Pretorio. 


Pilatos en el templo

XXIX 1. Después de esto, Pilatos, habiendo entrado en el templo de los judíos, congregó a todos los príncipes de los sacerdotes, a los escribas y a los doctores de la ley. 
2. Y penetró con ellos en el santuario, y ordenó que se cerrasen todas las puertas, y les dijo: He sabido que poseéis en este templo una gran colección de libros, y os mando que me los mostréis. 
3. Y, cuando cuatro de los ministros del templo hubieron aportado aquellos libros adornados con oro y con piedras preciosas, Pilatos dijo a todos: Por el Dios vuestro Padre, que ha hecho y ordenado que este templo fuera construido, os conjuro a que no me ocultéis la verdad. Sabéis todos vosotros lo que en estos libros está escrito. Pues ahora manifestadme si encontráis en las Escrituras que ese Jesús, a quien habéis crucificado, es el Hijo de Dios, que debía venir para la salvación del género humano, y explicadme cuántos años debían transcurrir hasta su venida. 
4. Así apretados por el gobernador, Anás y Caifás hicieron salir de allí a los demás, que estaban con ellos, y ellos mismos cerraron todas las puertas del templo y del santuario, y dijeron a Pilatos: Nos pides, invocando la edificación del templo, que te manifestemos la verdad, y que te demos razón de los misterios. Ahora bien: luego que hubimos crucificado a Jesús, ignorando que era el Hijo de Dios, y pensando que hacía milagros por arte de encantamiento, celebramos una gran asamblea en este mismo lugar. Y, consultando entre nosotros sobre las maravillas que había realizado Jesús, hemos encontrado muchos testigos de nuestra raza, que nos han asegurado haberlo visto vivo después de la pasión de su muerte. Hasta hemos hallado dos testigos de que Jesús había resucitado cuerpos de muertos. Y hemos tenido en nuestras manos el relato por escrito de los grandes prodigios cumplidos por Jesús entre esos difuntos. Y es nuestra costumbre que cada año, al abrir los libros sagrados ante nuestra Sinagoga, busquemos el testimonio de Dios. Y, en el primer libro de los Setenta, donde el arcángel Miguel habla al tercer hijo de Adán, encontramos mención de los cinco mil años que debían transcurrir hasta que descendiese del cielo el Cristo, el Hijo bien amado de Dios, y consideramos que el Señor de Israel dijo a Moisés: Haz un arca de alianza de dos codos y medio de largo, de codo y medio de alto, y de codo y medio de ancho. En estos cinco codos y medio hemos comprendido y adivinado el simbolismo de la fábrica del arca del Antiguo Testamento, simbolismo significativo de que, al cabo de cinco millares y medio de años, Jesucristo debía venir al mundo en el arca de su cuerpo, y de que, conforme al testimonio de nuestras Escrituras, es el Hijo de Dios y el Señor de Israel. Porque, después de su pasión, nosotros, príncipes de los sacerdotes, presa de asombro ante los milagros que se operaron a causa de él, hemos abierto estos libros, y examinado todas las generaciones hasta la generación de José y de María, madre de Jesús. Y, pensando que era de la raza de David, hemos encontrado lo que ha cumplido el Señor. Y, desde que creó el cielo, la tierra y el hombre, hasta el diluvio, transcurrieron dos mil doscientos doce años. Y, desde el diluvio hasta Abraham, novecientos doce años. Y, desde Abraham hasta Moisés, cuatrocientos treinta años. Y, desde Moisés hasta David, quinientos diez años. Y, desde David hasta la cautividad de Babilonia, quinientos años. Y, desde la cautividad de Babilonia hasta la encarnación de Jesucristo, cuatrocientos años. Los cuales forman en conjunto cinco millares y medio de años. Y así resulta que Jesús, a quien hemos crucificado, es el verdadero Cristo, hijo del Dios omnipotente. 


Primera carta de Pilatos a Tiberio 

Carta de Pilatos al emperador

XXX 1. Poncio Pilatos a Claudio Tiberio César, salud. 
2. Por este escrito mío sabrás que sobre Jerusalén han recaído maravillas tales como jamás se vieran. 
3. Los judíos, por envidia a un profeta suyo, llamado Jesús, lo han condenado y castigado cruelísimamente, a pesar de ser un varón piadoso y sincero, a quien sus discípulos tenían por Dios. 
4. Lo había dado a luz una virgen, y las tradiciones judías habían vaticinado que sería rey de su pueblo. 
5. Devolvía la vista a los ciegos, limpiaba a los leprosos, hacía andar a los paralíticos, expulsaba a los demonios del interior de los posesos, resucitaba a los muertos, imperaba sobre los vientos y sobre las tempestades, caminaba por encima de las ondas del mar, y realizaba tantas y tales maravillas que, aunque el pueblo lo llamaba Hijo de Dios, los príncipes de los judíos, envidiosos de su poder, lo prendieron, me lo entregaron, y, para perderlo, mintieron ante mí, diciéndome que era un mago, que violaba el sábado, y que obraba contra su ley. 
6. Y yo, mal informado y peor aconsejado, les creí, hice azotar a Jesús y lo dejé a su discreción. 
7. Y ellos lo crucificaron, lo sepultaron, y pusieron en su tumba, para custodiarlo, soldados que me pidieron. 
8. Empero, al tercer día resucitó, escapando a la muerte. 
9. Y, al conocer prodigio tamaño, los príncipes de los judíos dieron dinero a los guardias, advirtiéndole: Decid que sus discípulos vinieron al sepulcro, y robaron su cuerpo. 
10. Mas, no bien hubieron recibido el dinero, los guardias no pudieron ocultar mucho tiempo la verdad, y me la revelaron. 
11. Y yo te la transmito, para que abiertamente la conozcas, y para que no ignores que los príncipes de los judíos han mentido.