MITOS HEBREOS
CAIN Y ABEL
EL FRATRICIDIO
POR ROBERT GRAVES y RAPHAEL PATAI
Caín ofreció a Dios un sacrificio de los primeros frutos, en tanto que su hermano Abel un cordero primogénito. Cuando Dios aceptó la ofrenda de Abel pero rechazó la otra, la cara de Caín se puso negra de ira. Dios le preguntó: "¿Por qué estás enfurecido y por qué andas cabizbajo? ¿No es verdad que, si obraras bien, andarías erguido, mientras que, si no obras bien estará el pecado a la puerta?
Cesa, que él siente apego a t i , y tú debes dominarle a él".
Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín con buen motivo, pues en tanto que Abel había elegido el mejor cordero de su rebaño, Caín sólo había puesto en el altar unas pocas semillas de lino. Además, respondió a la reprensión de Dios con un grito que todavía repiten los blasfemos: "¡No hay ley ni juez!" Cuando poco después encontró a Abel en un campo le d i j o : "No hay mundo futuro, ni recompensa para los justos, ni castigo para los malhechores. Este mundo no fue creado con misericordia, ni es gobernado con compasión. ¿Por qué otra causa ha sido aceptada tu ofrenda y rechazada la mía?" Abel respondió sencillamente: "La mía fue aceptada porque amo a Dios; la tuya fue rechazada porque le odias". Entonces Caín golpeó y mató a Abel.
Algunos dicen que la disputa se produjo al ser dividida la Tierra entre los hermanos; todo el territorio fue adjudicado a Caín, y todos los animales, las aves y los reptiles a Abel. Ambos convinieron en que ninguno de ellos reclamaría las posesiones del otro. Pero tan pronto como quedó concluido el pacto, Caín, que cultivaba un campo, le dijo a Abel que sacara de él a sus rebaños.
Cuando Abel le replicó que sus animales no perjudicarían la labranza, Caín tomó un arma y le persiguió vengativamente a través de la montaña y del valle, hasta que lo alcanzó y lo mató- Otros dicen que Caín dijo irrazonablemente: "La tierra en que estás es mía. ¡Elévate en el aire!" y Abel le contestó: "Tus ropas están tomadas de mis rebaños. ¡Quítatelas!" O que Caín propuso a Abel: "Dividamos la Tierra en tres partes. Yo, el primogénito, me quedaré con dos, y tú con la
restante". Como Abel no quiso aceptar menos que la mitad, Caín d i j o : "Acepto, pero la montaña en que haces los sacrificios debe estar en mi mitad". Como esa montaña era el Monte Sagrado de Jerusalén, donde, a su debido tiempo, Abraham haría su alianza con Dios y Salomón le erigiría un templo, Abel juzgó a Caín indigno de tal lugar.
Otros sostienen que los hermanos se pelearon por el amor de la primera Eva, a la que había creado Dios para que fuera la compañera de Adán, pero había sido rechazada. O que, cuando los hermanos estaban ya en condiciones de casarse, Adán le dijo a Eva: "Que Caín tome a Qelimath, la hermana melliza de Abel, y que Abel tome a Lebhudha, la hermana melliza de Caín". Pero Caín deseaba casarse con su melliza, que era más bella, aunque Adán le advirtió que eso sería
incesto, e hizo que cada uno de los hermanos ofreciera sacrificios a Dios antes de tomar la novia que se le había asignado. Cuando la ofrenda de Caín fue rechazada, Satán le indujo a matar a Abel por amor a Lebhudha.
Algunos dicen que Caín atrajo a Abel a campo raso y allí lo golpeó repetidamente con un garrote, hasta que Abel, que yacía impotente en tierra, gritó:
"¡No me mates, hermano; pero si tengo que morir, aplástame con una piedra de un golpe!" Caín hizo eso. O que Caín, como si hubiese sido una víbora, mordió a Abel mortalmente.
Según otros, Abel, el más fuerte de los dos, tenía a Caín a su merced- Dios incitó a Abel a que lo matara, diciendo: "¡No perdones la vida a ese malhechor!. Pero cuando Caín lloró y gritó: "¡Hermano, perdóname! Sólo estamos los dos en el mundo, ¿y que dirán nuestros padres si me matas?", Abel, misericordiosamente, lo soltó. Entonces Dios d i j o : "¡Como le has perdonado,
tendrás que morir tú mismo!" Inmediatamente Caín se levantó, arrancó una caña afilada y, como no sabía dónde estaban los órganos vitales, hirió a Abel en todas partes, comenzando por las manos y los pies. Otros dicen, sin embargo, que Caín había visto cómo Adán mataba un toro y, en consecuencia, cortó el cuello de Abel con una espada.
El alma de Abel escapó de su cuerpo, pero no podía refugiarse en el Cielo, adonde ninguna otra alma había ascendido todavía, ni en el Abismo, adonde ninguna otra alma había descendido; en consecuencia, se quedó revoloteando por las cercanías.
Su sangre burbujea y hierve en el lugar en que fue derramada.
En toda la vecindad no crecen todavía la hierba ni los árboles.
Más tarde Dios preguntó a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?" Caín contestó: "¿Soy acaso el guardián de mi hermano? ¿Por qué Él que vigila a todas las criaturas me pregunta eso, a menos que Él mismo proyectara el homicidio? Pero si Tú no hubieras preferido su ofrenda a la mía yo no lo habría envidiado.
Yo nunca había visto ni oído hablar de un cadáver. ¿Me advertiste que si lo golpeaba moriría? Mi pesar es una carga demasiado pesada para sobrellevarla".
Entonces Dios le maldijo, diciendo: "¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra". Sin embargo, Dios no había hecho la señal para que los hermanos interrumpiesen su lucha y permitió que Caín asestara a Abel un golpe mortal. Por eso las últimas palabras de Abel fueron: "¡Mi Rey, pido justicia!".
Dios, habiendo percibido algo parecido al arrepentimiento en el corazón de Caín, lo dejó vivir, aunque como un proscrito.
A dondequiera que iba la tierra se estremecía bajo sus pies y los animales salvajes temblaban. Al principio trataron de devorarlo, pero él se echó a llorar y suplicó misericordia, y en ese momento comenzó un Sabbat y se vieron obligados a desistir. Algunos dicen que Dios hizo que brotara un cuerno de la frente de Caín, lo que lo protegió contra la venganza de los animales. Otros afirman que Dios lo afligió con la lepra; o que inscribió en su brazo una marca, que era una advertencia
contra cualquier tentativa de vengar a Abel.
Adán, quien poco después se encontró con Caín, se quedó asombrado al verlo vivo. "¿No mataste a tu hermano Abel?", preguntó. Caín respondió: "Me arrepentí, padre, y fui perdonado", Golpeándose el rostro, Adán exclamó: "¡Tal es el poder del arrepentimiento y yo no lo sabía!".
Dios impuso a Caín siete castigos peores que la muerte misma, a saber: un cuerno vergonzoso que le brotaba de la frente; el grito "¡Fratricida!" que repetían las montañas y los valles; una perlesía que lo sacudía como la hoja de un álamo; un hambre voraz que nunca se saciaba; la decepción en todos sus deseos; una perpetua falta de sueño; y la orden de que ningún hombre lo protegiera ni matara.
Según un relato, Caín, quien no sabía que Dios ve y sabe todo, cavó una tumba y ocultó en ella el cadáver de Abel. Según otro, dudaba acerca de lo que debía hacer hasta que Dios envió dos aves, una de las cuales mató a la otra y luego la enterró.
Caín siguió ese ejemplo. Otros más dicen que huyó, dejando a Abel donde había caído; y, cuando Adán y Eva encontraron el cadáver, comenzaron a llorar desesperadamente, mientras el perro del rebaño de Abel mantenía la guardia contra las aves y los animales que se alimentan de carroña. Por fin vieron un cuervo que enterraba a su compañera muerta, señal que informó a Adán qué era lo que Dios requería de él".
Otros opinan que la Tierra, aunque bebió la sangre de Abel, no quiso aceptar su carne, y tembló con tanta violencia que casi se tragó también a Caín.
Cada vez que trataba de enterrar el cadáver, la Tierra lo vomitaba, hasta que por fin exclamó: "¡No recibiré otro cuerpo hasta que la arcilla con la que fue formado Adán me haya sido devuelta!" Al oír eso, Caín huyó y Miguel, Gabriel, Uriel y Rafael colocaron el cadáver sobre una roca, donde permaneció muchos años sin corromperse. Cuando murió Adán, esos mismos arcángeles enterraron los dos cuerpos en Hebron el uno junto al otro, en el campo mismo del que Dios había tomado el polvo para crear a Adán. Pero el alma de Abel no encontraba todavía
descanso: sus fuertes lamentos se oyeron en el Cielo y en la Tierra durante siglos, hasta que Caín, sus esposas y sus hijos estuvieron todos muertos.
Después del nacimiento de su primogénito Enoc, Dios permitió a Caín que descansara de sus andanzas y edificara una ciudad, a la que dio el nombre de su hijo. Luego fundó otras seis ciudades: Mauli, Leeth, Teze, lesea, Celeth y Tebbalh; y su esposa Themech le dio otros tres hijos: Olad, Lizaph y Fosal; así como dos hijas: Citha y Maac.
Pero Caín no había cambiado. Seguía satisfaciendo su lujuria, se enriquecía mediante la rapiña, enseñaba malas prácticas y vivía con lujo. Su invento de los pesos y las medidas puso fin a la inocencia de la humanidad. Caín fue también el primer hombre que colocó piedras limítrofes alrededor de los campos y que construyó ciudades amuralladas en las que obligaba a los suyos a
establecerse.
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