Himno a An
José María Blázquez Martínez
Antigua: Historia y Arqueología de las civilizaciones [Web]
P ágina mantenida por el T aller Digital
[Publicado previamente en: Boletín de la Asociación Española de Orientalistas
29, 1993, 179-187. Editado aquí en versión digital por cortesía de los autores, bajo
su supervisión y con la paginación original].
© José María Blázquez – Javier Cabrero
Himno a An
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero
A pesar de que la hímnica sumeria (1) es muy numerosa son muy pocos los
himnos dedicados al dios An, que han llegado hasta nosotros, y entre ellos destaca
el que vamos a presentar aquí. Fue publicado por primera vez por H. ZIMMER (2).
en 1913 y traducido por él mismo en 1916 (3). Esta literatura de carácter religioso,
cuya finalidad última era cantar las glorias de la divinidad a la que iban dedicados,
alcanzó una gran popularidad entre los fieles, que exaltan de tal manera al dios al
que dirigen sus plegarias, que olvidan a todos los demás dioses, dándole de esta
manera un carácter de dios supremo, llegando en ocasiones al punto que podría
pensarse que es dios único.
Un problema muy importante que se nos presenta en este tipo de textos, y que
hemos de tener muy presente, es el de su datación, ya que en muchas ocasiones resulta
prácticamente imposible realizarla y aparecen grabados en las paredes de infinidad
de monumentos; del mismo modo es muy frecuente que estas composiciones
permanezcan en la mente de los fieles y las transmitan de padres a hijos de manera
oral, hasta que alguno de ellos se decida a ponerla por escrito, de ahí que desde el mo-
José María Blázquez Martínez
Antigua: Historia y Arqueología de las civilizaciones [Web]
P ágina mantenida por el T aller Digital
[Publicado previamente en: Boletín de la Asociación Española de Orientalistas
29, 1993, 179-187. Editado aquí en versión digital por cortesía de los autores, bajo
su supervisión y con la paginación original].
© José María Blázquez – Javier Cabrero
Himno a An
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero
A pesar de que la hímnica sumeria (1) es muy numerosa son muy pocos los
himnos dedicados al dios An, que han llegado hasta nosotros, y entre ellos destaca
el que vamos a presentar aquí. Fue publicado por primera vez por H. ZIMMER (2).
en 1913 y traducido por él mismo en 1916 (3). Esta literatura de carácter religioso,
cuya finalidad última era cantar las glorias de la divinidad a la que iban dedicados,
alcanzó una gran popularidad entre los fieles, que exaltan de tal manera al dios al
que dirigen sus plegarias, que olvidan a todos los demás dioses, dándole de esta
manera un carácter de dios supremo, llegando en ocasiones al punto que podría
pensarse que es dios único.
Un problema muy importante que se nos presenta en este tipo de textos, y que
hemos de tener muy presente, es el de su datación, ya que en muchas ocasiones resulta
prácticamente imposible realizarla y aparecen grabados en las paredes de infinidad
de monumentos; del mismo modo es muy frecuente que estas composiciones
permanezcan en la mente de los fieles y las transmitan de padres a hijos de manera
oral, hasta que alguno de ellos se decida a ponerla por escrito, de ahí que desde el mo-
mentó de su composición hasta el de su plasmación sobre algún soporte material,
puedan transcurrir varios cientos de años.
Dentro del complicado panteón sumerio, fruto de siglos de evolución, el dios
An ocupa un lugar de privilegio. Su ideograma es una estrella de ocho puntas
(Shamû en acadio) que es la representación del cielo, y con el tiempo se convertirá
en un genérico que designa a todos los dioses. Su puesto a la cabeza del panteón
es innegable, aunque con el paso del tiempo en muchas ciudades su puesto fue
ocupado por dioses locales que en ocasiones tomaban parte de sus prerrogativas.
Forma parte de la triada cósmica integrada por An (cielo), Enlil (tierra) y Enki
(agua). En su papel de dios de los cielos y padre los dioses ocupaba el santuario
del Eanna o "casa del cielo" ubicado en la ciudad santa de Uruk. Es en la bóveda
celeste ocupada por An donde se refugiarán los atemorizados dioses (4) al comprobar
las consecuencias del diluvio universal que había sido decretado en una
reunión divina presidida por An y a la que asistieron Enlil, Ninurta, Ennugi, Ea y
posiblemente Ishtar. El hecho de ocupar la cúspide del panteón implica también
que su número simbólico sea el 60, base del sistema sexagesimal empleado por
los sumerios. Junto con Enlil es invocado por Hammurabi en el prólogo de su famoso
código (5) como inspirador de su obra legislativa. Su equivalente femenino y
pareja era Antu, diosa que nos es muy mal conocida y de la que tuvo dos hijos,
Enlil y Baba. A mediados del tercer milenio su importancia va decayendo, pero suculto se mantuvo hasta la época seléucida
puedan transcurrir varios cientos de años.
Dentro del complicado panteón sumerio, fruto de siglos de evolución, el dios
An ocupa un lugar de privilegio. Su ideograma es una estrella de ocho puntas
(Shamû en acadio) que es la representación del cielo, y con el tiempo se convertirá
en un genérico que designa a todos los dioses. Su puesto a la cabeza del panteón
es innegable, aunque con el paso del tiempo en muchas ciudades su puesto fue
ocupado por dioses locales que en ocasiones tomaban parte de sus prerrogativas.
Forma parte de la triada cósmica integrada por An (cielo), Enlil (tierra) y Enki
(agua). En su papel de dios de los cielos y padre los dioses ocupaba el santuario
del Eanna o "casa del cielo" ubicado en la ciudad santa de Uruk. Es en la bóveda
celeste ocupada por An donde se refugiarán los atemorizados dioses (4) al comprobar
las consecuencias del diluvio universal que había sido decretado en una
reunión divina presidida por An y a la que asistieron Enlil, Ninurta, Ennugi, Ea y
posiblemente Ishtar. El hecho de ocupar la cúspide del panteón implica también
que su número simbólico sea el 60, base del sistema sexagesimal empleado por
los sumerios. Junto con Enlil es invocado por Hammurabi en el prólogo de su famoso
código (5) como inspirador de su obra legislativa. Su equivalente femenino y
pareja era Antu, diosa que nos es muy mal conocida y de la que tuvo dos hijos,
Enlil y Baba. A mediados del tercer milenio su importancia va decayendo, pero suculto se mantuvo hasta la época seléucida
1. Texto del himno:
1 ¡Señor supremo, que precedes a todos, que has hecho
poderosas las «Fuerzas divinas» (1) perfectas
el más anciano de los señores!
(Barsud)
5 El que levanta la cabeza, el enorme, el toro (2), del que sale todo germen
el del nombre importante, revestido de poderoso terror
cuya suprema sentencia nadie derriba,
la «montaña de las puras fuerzas divinas» (3), revestida de terror
se ha sentado en el sillón grande:
10 An, rey de los dioses (4),
(Shabatuku)
le miró desde lejos con su mirada fija,
al príncipe Lipit-Ishtar (5) le miró con su mirada fija,
le dio vida para días lejanos
1 ¡Señor supremo, que precedes a todos, que has hecho
poderosas las «Fuerzas divinas» (1) perfectas
el más anciano de los señores!
(Barsud)
5 El que levanta la cabeza, el enorme, el toro (2), del que sale todo germen
el del nombre importante, revestido de poderoso terror
cuya suprema sentencia nadie derriba,
la «montaña de las puras fuerzas divinas» (3), revestida de terror
se ha sentado en el sillón grande:
10 An, rey de los dioses (4),
(Shabatuku)
le miró desde lejos con su mirada fija,
al príncipe Lipit-Ishtar (5) le miró con su mirada fija,
le dio vida para días lejanos
15 el príncipe Lipit-Ishtar le dio vida para días lejanos.
La sentencia de An está sólidamente asentada,
ningún dios se opone a ella,
los dioses Anunna (6), todos los dioses
se reunieron con él en el lugar del destino.
(Shabatuku)
20 Ha hecho aparecer radiantemente todas las grandes «fuerzas divinas»,
los dioses del cielo (por esto) acudieron a él
(Barsud)
Dispuso con justicia las reglas (del cielo) (7),
25 cualquiera se le doblega en el cielo y en la tierra.
con su suprema «fuerza divina», en [...]
el gran An regaló el reino estimado
a Lipit-Ishtar, hijo de Enlil.
(Sagidda)
30 Grande es An, el dios que aparece es grande,
el apoyo del poderoso An es el rey Lipit-Ishtar. (es su antífona)
An, con su corazón rebosante de gracia, le nombró rey,
(y) le habló fielmente al descendiente real:
35 «¡Lipit-Ishtar, te he otorgado el poder, que levantes orgullosamente tu
cabeza al cielo,
que, igual que una tempestad naciente, seas tú revestido de terrible
resplandor,
que tu temporal cubra a todos los enemigos (y) a la tierra extranjera
insubordinada!
¡Impusiste justicia a Sumer y Akad (8), alegraste el corazón del país,
apareciste, Lipit-Ishtar, hijo de Enlil (9), reluciente como el día!
40 ¡(Que) las ciudades donde viven los hombres estén al unísono contigo, que
el pueblo de los "cabezas negras" (10), numeroso como las ovejas, siga tu
buen mandato!
¡Lipit-Ishtar, hasta el país extranjero tu eres su rey!
¡El alto trono principal, el adorno eterno,
Enlil te dio fielmente, te consolidó su fundamento,
45 ¡Zu-en (11) te colocó la corona firmemente, que la lleves para siempre!
¡Enki (12) te revistió de las "fuerzas divinas" del principado,
Inanna (13) te acompaña en su vestido de princesa,
que te acompañen el "buen Udug" (14), el "espíritu tutelar del Ekur(15)",
que intercedan por ti en tus ofrendas alimenticias,
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
50 cuando ofrezcas uvas y leche!
¡Niño, criatura de Enlil, que todo lo logres!»
Siguen dos versos destruidos
(Sagarra)
55 An, revestido de terror, te ha donado a ti,
al hijo elegido de E[nlil], grandes dones. (Es su antífona).
La palabra de An determina la buena suerte,
la palabra del gran An [determina] la buena suerte;
a Lipit-Ishtar, hijo de Enlil, [le ofrece su] brazo.
Uru-en
Adab para An
La sentencia de An está sólidamente asentada,
ningún dios se opone a ella,
los dioses Anunna (6), todos los dioses
se reunieron con él en el lugar del destino.
(Shabatuku)
20 Ha hecho aparecer radiantemente todas las grandes «fuerzas divinas»,
los dioses del cielo (por esto) acudieron a él
(Barsud)
Dispuso con justicia las reglas (del cielo) (7),
25 cualquiera se le doblega en el cielo y en la tierra.
con su suprema «fuerza divina», en [...]
el gran An regaló el reino estimado
a Lipit-Ishtar, hijo de Enlil.
(Sagidda)
30 Grande es An, el dios que aparece es grande,
el apoyo del poderoso An es el rey Lipit-Ishtar. (es su antífona)
An, con su corazón rebosante de gracia, le nombró rey,
(y) le habló fielmente al descendiente real:
35 «¡Lipit-Ishtar, te he otorgado el poder, que levantes orgullosamente tu
cabeza al cielo,
que, igual que una tempestad naciente, seas tú revestido de terrible
resplandor,
que tu temporal cubra a todos los enemigos (y) a la tierra extranjera
insubordinada!
¡Impusiste justicia a Sumer y Akad (8), alegraste el corazón del país,
apareciste, Lipit-Ishtar, hijo de Enlil (9), reluciente como el día!
40 ¡(Que) las ciudades donde viven los hombres estén al unísono contigo, que
el pueblo de los "cabezas negras" (10), numeroso como las ovejas, siga tu
buen mandato!
¡Lipit-Ishtar, hasta el país extranjero tu eres su rey!
¡El alto trono principal, el adorno eterno,
Enlil te dio fielmente, te consolidó su fundamento,
45 ¡Zu-en (11) te colocó la corona firmemente, que la lleves para siempre!
¡Enki (12) te revistió de las "fuerzas divinas" del principado,
Inanna (13) te acompaña en su vestido de princesa,
que te acompañen el "buen Udug" (14), el "espíritu tutelar del Ekur(15)",
que intercedan por ti en tus ofrendas alimenticias,
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
50 cuando ofrezcas uvas y leche!
¡Niño, criatura de Enlil, que todo lo logres!»
Siguen dos versos destruidos
(Sagarra)
55 An, revestido de terror, te ha donado a ti,
al hijo elegido de E[nlil], grandes dones. (Es su antífona).
La palabra de An determina la buena suerte,
la palabra del gran An [determina] la buena suerte;
a Lipit-Ishtar, hijo de Enlil, [le ofrece su] brazo.
Uru-en
Adab para An
1 Los himnos sumerios fueron de muy variado carácter, así por ejemplo tenemos los adab que
era el más común y a este grupo pertenece el que vamos a estudiar; los tighi similar al anterior, en
principio estaban destinados a los dioses, para luego alabar sobre todo a los soberanos; los balbale
que poseían numerosas temáticas como alabanza a los dioses, a los reyes, cantos de amor, etc.; los
shirgidda o cantos largos en lo que se refiere a su ejecución; los shirnamursanga que son cantos
heroicos; los shirnamshubba o «cantos del destino»; los ershemma que eran cantos de lamentación
y los ershahunga que estaban integrados por oraciones individuales. Sobre todo esto se puede
consultar G. RINALDI, Le letterature antiche del Vicino Oriente, Roma, 1968, pp. 36-41; F.
LARA, Himnos sumerios, Madrid, 1988, pp. XXXVIII-XLI.
2 Sumerische Kultlieder aus altbabylonischer Zeit II. Leipzig, 1913, n. 199, 8. Así mismo E.
CHIERA, Sumerian Text of Varied Contents, Chicago, 1934, n. 63, 23.
3 «König Lipit-Ishtar's Vergöttlichung ein altsumerisches Lied». En BSGW 68,V, 1916, pp.
12-15. Más reciente es la traducción de A. FALKENSTEIN - W. VON SODEN, Sumerische und
Akadiske Hymnen und Gebete. Zurich - Stuttgart, 1953, n. 20, pp. 102-105. En lengua castellana,
F. LARA, Himnos... op. cit., pp. 3-6, a quien agradecemos sus muchas sugerencias así como el
permitirnos el uso la traducción establecida por él.
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
4 Poema de Gilgamesh XI, III, 113-114. (vid. F. LARA, Poema de Gilgamesh, Madrid, 1988,
p. 152.
5 Cod. Ham., Anv. 1.1-30 (vid. F. LARA, Código de Hammurabi, Madrid, 1986, p. 3).José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno
era el más común y a este grupo pertenece el que vamos a estudiar; los tighi similar al anterior, en
principio estaban destinados a los dioses, para luego alabar sobre todo a los soberanos; los balbale
que poseían numerosas temáticas como alabanza a los dioses, a los reyes, cantos de amor, etc.; los
shirgidda o cantos largos en lo que se refiere a su ejecución; los shirnamursanga que son cantos
heroicos; los shirnamshubba o «cantos del destino»; los ershemma que eran cantos de lamentación
y los ershahunga que estaban integrados por oraciones individuales. Sobre todo esto se puede
consultar G. RINALDI, Le letterature antiche del Vicino Oriente, Roma, 1968, pp. 36-41; F.
LARA, Himnos sumerios, Madrid, 1988, pp. XXXVIII-XLI.
2 Sumerische Kultlieder aus altbabylonischer Zeit II. Leipzig, 1913, n. 199, 8. Así mismo E.
CHIERA, Sumerian Text of Varied Contents, Chicago, 1934, n. 63, 23.
3 «König Lipit-Ishtar's Vergöttlichung ein altsumerisches Lied». En BSGW 68,V, 1916, pp.
12-15. Más reciente es la traducción de A. FALKENSTEIN - W. VON SODEN, Sumerische und
Akadiske Hymnen und Gebete. Zurich - Stuttgart, 1953, n. 20, pp. 102-105. En lengua castellana,
F. LARA, Himnos... op. cit., pp. 3-6, a quien agradecemos sus muchas sugerencias así como el
permitirnos el uso la traducción establecida por él.
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
4 Poema de Gilgamesh XI, III, 113-114. (vid. F. LARA, Poema de Gilgamesh, Madrid, 1988,
p. 152.
5 Cod. Ham., Anv. 1.1-30 (vid. F. LARA, Código de Hammurabi, Madrid, 1986, p. 3).José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno
2. Comentario :
Las referencias a los diferentes textos antiguos están basadas en las traducciones
establecidas en las siguientes obras. Para el Enuma Elis, F. LARA PEINADO
y M. GARCÍA CORDERO, Poema Babilónico de la Creación, Editora Nacional,
Madrid, 1981; para el Código de Hammurabi, F. LARA PEINADO, Código de
Hammurabi, Editora Nacional, Madrid, 1982 (nueva edición revisada y aumentada
en Editorial Tecnos, Madrid, 1986); para el Poema de Gilgamesh, F. LARA
PEINADO, Poema de Gilgamesh, Madrid, 1980 (nueva edición, revisada y aumentada
en Editorial Tecnos, Madrid, 1988).
(1) Se refiere a los me, principios que regían la existencia que fueron
creados por Enlil.
(2) El toro en las culturas de la antigüedad va a ser extremadamente importante.
Símbolo de coraje y fuerza viril posee numerosas representaciones
en el arte mesopotámico, destacando las encontradas en la
Necrópolis Real de Ur, donde cabezas de toro de gran belleza decoran
los frontales de liras y arpas. Su culto alcanzó un gran desarrollo en
toda la cuenca mediterránea. Citemos como ejemplo la civilización
minoica con la leyenda del minotauro en la que un toro de extremada
belleza enviado por Poseidon tiene amores con Parsifae, esposa de
Minos, o su papel en religiones mistéricas como la mitraica; e incluso
de su culto tenemos ejemplos en la Península Ibérica en los
numerosos toros de piedra realizados por los velones; las representaciones
taurinas encontradas en Porcuna o su gran importancia en en
área baleárica en donde destacan las cabezas de bronce encontradas
en Costig (Mallorca).
(3) Esta es una de las atribuciones de An que posteriormente tomará
Enlil, convirtiéndose en la «Gran Montaña», «Montaña del viento»,
«Monte de los Igigi».
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
(4) Aquí aparece claro el papel de dios supremo por parte de An papel
que con el tiempo le sería arrebatado por Enlil.
(5) Lipit-Ishtar (1934-1924). Sucesor de Ishme-Dagan fue el último rey
de la dinastía de Isin inaugurada por Ishbi-Erra, que por un breve período
de tiempo tomó el relevo de Ur tras la caída de su III dinastía.
(6) Se trata de un conjunto de dioses que van a acompañar a An en el
cielo. Su función primordial radica en determinar el destino, sin embargo
no está del todo claro sobre que seres poseían poder. El número
de Anunna varía según los diferentes textos, desde siete hasta 600. En
el Enuma Elis VI, 34-42, Marduk va a dividirlos en dos grupos de
300, uno de estos grupos quedará establecido como guardián del cielo,
y el otro será para la tierra. En agradecimiento a Marduk por este
hecho, los Anunna van a construir un templo dedicado al propio
Marduk, Enlil y Enki (Enuma Elis VI, 59-68): «Después de haber
construido otra torre con gradas tan alta como Apsû establecieron en
ella una morada para Marduk, Enlil y Ea».. En un primer momento
los Anunna van a ser considerados como divinidades en general, para
quedar postergados, en una segunda etapa, a ser divinidades inferiores,
de la tierra, el agua y el mundo subterráneo. A este respecto hemos
de mencionar el hecho de que en ciertos mitos aparecen como
jueces de los difuntos, en calidad de dioses de ultratumba; todo ello
queda patente en otra de las denominaciones que se les aplica: shairsitim,
"los del mundo subterráneo". Ha llegado hasta nosotros un
testimonio, a través de una tablilla sumero-acadia, en la cual se nos
presenta al dios Enki ayudado por los Anunna, y una vez finalizada la
creación del mundo y para llevar a cabo la creación de la humanidad
se servirán de la sangre del dios Lamga. Por último hemos de hacer
mención de los Igigi, que son los dioses celestes en oposición a los terrestres
que son los Anunna. Ambos van a señorear sobre las tinieblas
y a capricho abreviarán los días y prolongaran las noches.
(7) El establecimiento o la inspiración de la legislación es obra de los
dioses, dejando para los hombres su codificación como en el caso del
Código de Hammurabi, Prologo, Anv. I, 20-30: «...entonces Anum y
Enlil me señalaron a mí, Hammurabi, "' príncipe piadoso, temeroso
de mi dios, para proclamar el derecho en el País»..
(8) Se trata esta de una referencia clara al código de leyes, redactado en
época de Lipit-Ishtar, rey que en numerosos inscripciones recibe el
apelativo de «legislador». El texto de este código, aún incompleto
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
no procede de un único hallazgo sino que se encontraba disperso en
tablillas pertenecientes a varios museos (el de Filadelfia y el del
Louvre principalmente). Actualmente poseemos un prólogo, 43 leyes
y un incompleto epilogo. Escrito en lengua sumeria destaca el hecho
de que no contempla la Ley del Talión que es sustituida por indemnizaciones
en metálico.
(9) Los monarcas sumerios tenían a gala ostentar entre sus títulos el de
"hijo de Enlil". Integrante de la triada cósmica su número simbólico
era el 50, inmediatamente detrás de An. Con el tiempo se convirtió en
la gran figura del panteón sumerio tomando parte de las atribuciones
de An y en numerosas ocasiones igualándole en poder. Primitivamente
su nombre significa «señor del viento», y más tarde le será atribuido
el significado de «señor de la tierra». En los textos de Gudea es el
viento que mueve las aguas y quién desencadena el diluvio. En el
Código de Hammurabi aparece como «señor de los cielos y de la
tierra (Código de Hammurabi, Prologo, Anv. 1,1-10) y así mismo es
el encargado de establecer los destinos del país. Impone la ley a todos
los habitantes del mundo (recordemos que junto con An es el inspirador
del Código de Hammurabi), castiga a los perjuros y sus órdenes
son irrevocables. En un texto de Entemena de Lagash es considerado
como «padre de los dioses», rivalizando en esto con An y Assur.
Enlil, al igual que otros dioses tiene una pareja femenina Ninlil «señora
del cielo y de la tierra». El culto a Enlil tiene su lugar más importante
en la ciudad de Nippur en el santuario del Ekur. Fruto de su
unión con Ninlil fueron Ninguirsu y Nanna.
(10) Si bien en principio el término "cabezas negras" (sag-gig-ga) designaba
únicamente a los sumerios, con posterioridad, dentro de la
literatura mesopotámica, esta expresión pasa a designar a todos los
habitantes mortales de la tierra, es decir, a la raza humana en general.
Respecto al nombre metafórico de "cabezas negras" habría que buscar
su interpretación en el hecho de que los dioses miraban a los mortales
desde su morada en las altura, y desde esta panorámica lo que más
resaltaba eran los negros cabellos de los humanos A este respecto vid.
F. LARA, Código de Hammurabi, Madrid, 1982, pp. 137 (= Madrid,
1986, pp. 54-55). En el mito del diluvio sumerio, del que su principal
protagonista es el rey Ziusudra, se nos dice que los creadores de los
"cabezas negras" fueron An, Enlil, Enki y Ninhursag (diosa madre sumeria
cuyo nombre más común era Nintu). Asimismo aparecen en
otros mitos como el del nacimiento de Sargón de Agade, el de los
Cincuenta Nombres de Marduk, el Poema de Erra, etc., en
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
los que son considerados como súbditos leales de reyes y dioses Vid.
F. LARA, Mitos Sumerios y Acadios, Madrid, 1984, obra en la que se
recogen todos estos mitos.
(11) Se trata del dios luna Sin. Era hijo de Enlil y padre de Samash,
Nusku e Ishtar. Su esposa era Ningal. Formaba triada astral junto con
sus hijos Samash, representado por el disco solar, e Ishtar, representada
por un astro inscrito en un círculo que simboliza el planeta Venus.
Su nombre sufrió diversas modificaciones a lo largo de los años
y entre los distintos pueblos. Los sumerios le conocieron por Nanna
(na-an-na "hombre del cielo") o Nannar "luminaria de los cielos y de
la tierra". Se escribía con el ideograma En.Zu, que se puede traducir
como "señor del saber", "al que nadie puede deslumbrar". Fonéticamente
los babilonios escribieron Zu-en, que daría paso al nombre
acadio de Sin (Si-in o Si-en-nu). Su alegoría era el creciente lunar y su
número simbólico era el 30 (10 + 10 + 10), lo que le sitúa en el cuarto
lugar de la jerarquía de los dioses a continuación de Enki (Ea). Es necesario
poner en concomitancia este número simbólico con la duración
del mes, que era de 29 o 30 días (período lunar), por ese motivo
fue considerado como "señor del mes" (bâl-arhi), lo que le dio las
atribuciones de encargado de regular los días del mes y por consiguiente
del año; tiene por tanto un papel preponderante dentro del calendario.
Asimismo es consejero de los dioses a los que guía en sus
decisiones y establece el destino de los hombres. Por otra parte, junto
con Samash posee las atribuciones de ejercer la justicia: Samash durante
el día y él durante la noche. Otra de sus atribuciones es la de
nombrar a la realeza y conferirles la corona y el cetro, símbolo de su
cargo. Como tal posee el título de "Señor de la corona", y así aparece
en el Enuma Elis (Enuma Elis V, 14.). Asimismo la luna juega un papel
de primer orden en la ciencia de los presagios como lo demuestran
una larga serie de escritos de época de los sargónidas.
Son varias las representaciones que tenemos de él en las estelas.
La más significativa es la que aparece en la Estela de Ur-Nammu, rey
fundador de la III dinastía de Ur, donde aparece sentado en un trono, el
rostro adornado con una larga y ondulada barba, tiara con cuatro pares
de cuernos sobre la cabeza, y en lo más alto de ella una representación
del creciente lunar; en la mano derecha sostiene el bastón y el cetro, y
en la izquierda sujeta contra su pecho un hacha. Otras representaciones
nos lo presentan como un anciano tocado con turbante y una larga barba
de lapislázuli. El lugar de culto más importante de Sin (Nanna), fue Ur,
donde se le construyó un templo escalonado que recibió el nombre de
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
E-Kishnugal, "casa de la Luz", mandado edificar por Ur-Nam-mu y
después restaurado por Nabónido. Era de planta rectangular y estaba
rodeado de una muralla, en el interior de la cual había también un
templo dedicado a Ningal, esposa de Sin.
(12) Integrante de la triada suprema junto con An y Enlil, Enki tenía por
número simbólico el 40 y fue identificado con Ea "casa del agua".
Entre sus principales características están la sabiduría y sobre todo su
gran fuerza física lo que le permitió sin grandes dificultades dominar
al "señor del océano", Apsu, y establecer en las aguas oceánicas su
morada. Se convirtió en el dios de la purificación, las aguas limpian
cualquier impureza, la verdad que emana de su gran sabiduría, las
ciencias y las artes. Entre sus acciones se encuentra la creación del
hombre y la salvación de la humanidad del diluvio (Poema de
Gilgamesh XI, 20-32 y 38-47). Casado varias veces, entre sus esposas
se encuentran Ninki "señora de la tierra", Ninhursag "señora de la
montaña" y Damkina "señora de los cielos y de la tierra". Su principal
lugar de culto estuvo en el santuario dedicado a él en Eridu.
(13) Diosa sumeria que representa al planeta Venus al que los sumerios
consideraban como un astro. Su representación es una estrella con
ocho o dieciséis puntas o rayos, teniendo por número simbólico el
quince y ocupando por tanto el tercer lugar de la triada astral que formaba
junto con Sin y Samash.
Los textos no son unánimes a la hora de establecer su parentesco: en
unos aparece como hija de Sin (Luna), por el contrario, en otros la encontramos
como descendiente de An y de Antum, y posee dos hermanos
Shamash y Ereskhigal. Su historia, al igual que la de numerosas
divinidades es turbulenta y le es atribuida la eliminación de su madre
Antum para de este modo poder ocupar su puesto como esposa de An.
Inanna se convertirá en la diosa del amor, y como tal poseyó una lista
larguísima de amantes, llegando incluso a intentar la seducción, pero
sin existo, del monarca de Uruk, el héroe Gilgamesh (Enuma Elis VI,
6, 23). "Señora del cielo", conocida también como Ishtar alcanzará un
gran prestigio, hasta el punto que su nombre será empleado como determinativo
de todas las diosas llegándose a utilizar incluso en plural,
alcanzando su culto una considerable extensión. Sus dos principales
atribuciones van a ser como diosa del amor y como diosa de la guerra
y por tanto no será adorada en un único sentido y dado sus diversas
atribuciones le serán levantados varios templos.
Como diosa del amor, entre sus atribuciones está la fertilización de
los campos y la protección de la maternidad por lo que en ocasiones
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
es representada con un niño entre los brazos, iconografía que posteriormente
pasará al cristianismo. También se pueden encontrar representaciones
de la diosa desnuda, en actitud de oprimirse los pechos
con ambas manos; en este caso es identificada con el amor carnal asimilándose
su culto a las Ishteritu o prostitutas sagradas, que desempeñaban
sus funciones en el templo a modo de sacerdotisas, y eran las
representantes de la diosa en la tierra.
La segunda atribución que hemos mencionado es como diosa de la
guerra, atribución que aparece claramente reflejada en el código de
Hammurabi (Código de Hammurabi XXVII, 99-100), y como tal estaba
emparejada a Assur, dios de la guerra por excelencia. Su representación
en este caso era por medio de un león y sus armas eran espada,
casco y un manojo de flechas. Por último y como un honor concedido
por su padre y esposo An, es reconocida como diosa de las estrellas.
Predomina sobre la luz y el crepúsculo, siendo nexo de unión entre
sus hermanos Shamash y Ereskhigal, convirtiéndose en estrella nocturna
"Ishtar de Uruk" y estrella diurna "Ishtar de Acad".
(14) Genio o espíritu benigno que por contraposición posee un paralelo
maligno que es portador de enfermedades.
(15) El Ekur «casa de la montaña», era el templo construido para En-lil
en Nippur, ciudad en la que tuvo un culto muy destacado. El Ekur se
convirtió en uno de los santuarios más venerados por los reyes mesopotámicos,
que sucesivamente, rivalizaron en su construcción y consolidación.
Las reformas fueron muy numerosas. En la ciudad de
Assur existió también un templo denominado Ekur, dedicado al dios
Assur, que había sido sincretizado con Enlil. Estaba situado en una
montaña al NE de la ciudad, montaña que a partir del reinado de Salmanasar
I se transformó en un recinto sagrado.
Las referencias a los diferentes textos antiguos están basadas en las traducciones
establecidas en las siguientes obras. Para el Enuma Elis, F. LARA PEINADO
y M. GARCÍA CORDERO, Poema Babilónico de la Creación, Editora Nacional,
Madrid, 1981; para el Código de Hammurabi, F. LARA PEINADO, Código de
Hammurabi, Editora Nacional, Madrid, 1982 (nueva edición revisada y aumentada
en Editorial Tecnos, Madrid, 1986); para el Poema de Gilgamesh, F. LARA
PEINADO, Poema de Gilgamesh, Madrid, 1980 (nueva edición, revisada y aumentada
en Editorial Tecnos, Madrid, 1988).
(1) Se refiere a los me, principios que regían la existencia que fueron
creados por Enlil.
(2) El toro en las culturas de la antigüedad va a ser extremadamente importante.
Símbolo de coraje y fuerza viril posee numerosas representaciones
en el arte mesopotámico, destacando las encontradas en la
Necrópolis Real de Ur, donde cabezas de toro de gran belleza decoran
los frontales de liras y arpas. Su culto alcanzó un gran desarrollo en
toda la cuenca mediterránea. Citemos como ejemplo la civilización
minoica con la leyenda del minotauro en la que un toro de extremada
belleza enviado por Poseidon tiene amores con Parsifae, esposa de
Minos, o su papel en religiones mistéricas como la mitraica; e incluso
de su culto tenemos ejemplos en la Península Ibérica en los
numerosos toros de piedra realizados por los velones; las representaciones
taurinas encontradas en Porcuna o su gran importancia en en
área baleárica en donde destacan las cabezas de bronce encontradas
en Costig (Mallorca).
(3) Esta es una de las atribuciones de An que posteriormente tomará
Enlil, convirtiéndose en la «Gran Montaña», «Montaña del viento»,
«Monte de los Igigi».
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
(4) Aquí aparece claro el papel de dios supremo por parte de An papel
que con el tiempo le sería arrebatado por Enlil.
(5) Lipit-Ishtar (1934-1924). Sucesor de Ishme-Dagan fue el último rey
de la dinastía de Isin inaugurada por Ishbi-Erra, que por un breve período
de tiempo tomó el relevo de Ur tras la caída de su III dinastía.
(6) Se trata de un conjunto de dioses que van a acompañar a An en el
cielo. Su función primordial radica en determinar el destino, sin embargo
no está del todo claro sobre que seres poseían poder. El número
de Anunna varía según los diferentes textos, desde siete hasta 600. En
el Enuma Elis VI, 34-42, Marduk va a dividirlos en dos grupos de
300, uno de estos grupos quedará establecido como guardián del cielo,
y el otro será para la tierra. En agradecimiento a Marduk por este
hecho, los Anunna van a construir un templo dedicado al propio
Marduk, Enlil y Enki (Enuma Elis VI, 59-68): «Después de haber
construido otra torre con gradas tan alta como Apsû establecieron en
ella una morada para Marduk, Enlil y Ea».. En un primer momento
los Anunna van a ser considerados como divinidades en general, para
quedar postergados, en una segunda etapa, a ser divinidades inferiores,
de la tierra, el agua y el mundo subterráneo. A este respecto hemos
de mencionar el hecho de que en ciertos mitos aparecen como
jueces de los difuntos, en calidad de dioses de ultratumba; todo ello
queda patente en otra de las denominaciones que se les aplica: shairsitim,
"los del mundo subterráneo". Ha llegado hasta nosotros un
testimonio, a través de una tablilla sumero-acadia, en la cual se nos
presenta al dios Enki ayudado por los Anunna, y una vez finalizada la
creación del mundo y para llevar a cabo la creación de la humanidad
se servirán de la sangre del dios Lamga. Por último hemos de hacer
mención de los Igigi, que son los dioses celestes en oposición a los terrestres
que son los Anunna. Ambos van a señorear sobre las tinieblas
y a capricho abreviarán los días y prolongaran las noches.
(7) El establecimiento o la inspiración de la legislación es obra de los
dioses, dejando para los hombres su codificación como en el caso del
Código de Hammurabi, Prologo, Anv. I, 20-30: «...entonces Anum y
Enlil me señalaron a mí, Hammurabi, "' príncipe piadoso, temeroso
de mi dios, para proclamar el derecho en el País»..
(8) Se trata esta de una referencia clara al código de leyes, redactado en
época de Lipit-Ishtar, rey que en numerosos inscripciones recibe el
apelativo de «legislador». El texto de este código, aún incompleto
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
no procede de un único hallazgo sino que se encontraba disperso en
tablillas pertenecientes a varios museos (el de Filadelfia y el del
Louvre principalmente). Actualmente poseemos un prólogo, 43 leyes
y un incompleto epilogo. Escrito en lengua sumeria destaca el hecho
de que no contempla la Ley del Talión que es sustituida por indemnizaciones
en metálico.
(9) Los monarcas sumerios tenían a gala ostentar entre sus títulos el de
"hijo de Enlil". Integrante de la triada cósmica su número simbólico
era el 50, inmediatamente detrás de An. Con el tiempo se convirtió en
la gran figura del panteón sumerio tomando parte de las atribuciones
de An y en numerosas ocasiones igualándole en poder. Primitivamente
su nombre significa «señor del viento», y más tarde le será atribuido
el significado de «señor de la tierra». En los textos de Gudea es el
viento que mueve las aguas y quién desencadena el diluvio. En el
Código de Hammurabi aparece como «señor de los cielos y de la
tierra (Código de Hammurabi, Prologo, Anv. 1,1-10) y así mismo es
el encargado de establecer los destinos del país. Impone la ley a todos
los habitantes del mundo (recordemos que junto con An es el inspirador
del Código de Hammurabi), castiga a los perjuros y sus órdenes
son irrevocables. En un texto de Entemena de Lagash es considerado
como «padre de los dioses», rivalizando en esto con An y Assur.
Enlil, al igual que otros dioses tiene una pareja femenina Ninlil «señora
del cielo y de la tierra». El culto a Enlil tiene su lugar más importante
en la ciudad de Nippur en el santuario del Ekur. Fruto de su
unión con Ninlil fueron Ninguirsu y Nanna.
(10) Si bien en principio el término "cabezas negras" (sag-gig-ga) designaba
únicamente a los sumerios, con posterioridad, dentro de la
literatura mesopotámica, esta expresión pasa a designar a todos los
habitantes mortales de la tierra, es decir, a la raza humana en general.
Respecto al nombre metafórico de "cabezas negras" habría que buscar
su interpretación en el hecho de que los dioses miraban a los mortales
desde su morada en las altura, y desde esta panorámica lo que más
resaltaba eran los negros cabellos de los humanos A este respecto vid.
F. LARA, Código de Hammurabi, Madrid, 1982, pp. 137 (= Madrid,
1986, pp. 54-55). En el mito del diluvio sumerio, del que su principal
protagonista es el rey Ziusudra, se nos dice que los creadores de los
"cabezas negras" fueron An, Enlil, Enki y Ninhursag (diosa madre sumeria
cuyo nombre más común era Nintu). Asimismo aparecen en
otros mitos como el del nacimiento de Sargón de Agade, el de los
Cincuenta Nombres de Marduk, el Poema de Erra, etc., en
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
los que son considerados como súbditos leales de reyes y dioses Vid.
F. LARA, Mitos Sumerios y Acadios, Madrid, 1984, obra en la que se
recogen todos estos mitos.
(11) Se trata del dios luna Sin. Era hijo de Enlil y padre de Samash,
Nusku e Ishtar. Su esposa era Ningal. Formaba triada astral junto con
sus hijos Samash, representado por el disco solar, e Ishtar, representada
por un astro inscrito en un círculo que simboliza el planeta Venus.
Su nombre sufrió diversas modificaciones a lo largo de los años
y entre los distintos pueblos. Los sumerios le conocieron por Nanna
(na-an-na "hombre del cielo") o Nannar "luminaria de los cielos y de
la tierra". Se escribía con el ideograma En.Zu, que se puede traducir
como "señor del saber", "al que nadie puede deslumbrar". Fonéticamente
los babilonios escribieron Zu-en, que daría paso al nombre
acadio de Sin (Si-in o Si-en-nu). Su alegoría era el creciente lunar y su
número simbólico era el 30 (10 + 10 + 10), lo que le sitúa en el cuarto
lugar de la jerarquía de los dioses a continuación de Enki (Ea). Es necesario
poner en concomitancia este número simbólico con la duración
del mes, que era de 29 o 30 días (período lunar), por ese motivo
fue considerado como "señor del mes" (bâl-arhi), lo que le dio las
atribuciones de encargado de regular los días del mes y por consiguiente
del año; tiene por tanto un papel preponderante dentro del calendario.
Asimismo es consejero de los dioses a los que guía en sus
decisiones y establece el destino de los hombres. Por otra parte, junto
con Samash posee las atribuciones de ejercer la justicia: Samash durante
el día y él durante la noche. Otra de sus atribuciones es la de
nombrar a la realeza y conferirles la corona y el cetro, símbolo de su
cargo. Como tal posee el título de "Señor de la corona", y así aparece
en el Enuma Elis (Enuma Elis V, 14.). Asimismo la luna juega un papel
de primer orden en la ciencia de los presagios como lo demuestran
una larga serie de escritos de época de los sargónidas.
Son varias las representaciones que tenemos de él en las estelas.
La más significativa es la que aparece en la Estela de Ur-Nammu, rey
fundador de la III dinastía de Ur, donde aparece sentado en un trono, el
rostro adornado con una larga y ondulada barba, tiara con cuatro pares
de cuernos sobre la cabeza, y en lo más alto de ella una representación
del creciente lunar; en la mano derecha sostiene el bastón y el cetro, y
en la izquierda sujeta contra su pecho un hacha. Otras representaciones
nos lo presentan como un anciano tocado con turbante y una larga barba
de lapislázuli. El lugar de culto más importante de Sin (Nanna), fue Ur,
donde se le construyó un templo escalonado que recibió el nombre de
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
E-Kishnugal, "casa de la Luz", mandado edificar por Ur-Nam-mu y
después restaurado por Nabónido. Era de planta rectangular y estaba
rodeado de una muralla, en el interior de la cual había también un
templo dedicado a Ningal, esposa de Sin.
(12) Integrante de la triada suprema junto con An y Enlil, Enki tenía por
número simbólico el 40 y fue identificado con Ea "casa del agua".
Entre sus principales características están la sabiduría y sobre todo su
gran fuerza física lo que le permitió sin grandes dificultades dominar
al "señor del océano", Apsu, y establecer en las aguas oceánicas su
morada. Se convirtió en el dios de la purificación, las aguas limpian
cualquier impureza, la verdad que emana de su gran sabiduría, las
ciencias y las artes. Entre sus acciones se encuentra la creación del
hombre y la salvación de la humanidad del diluvio (Poema de
Gilgamesh XI, 20-32 y 38-47). Casado varias veces, entre sus esposas
se encuentran Ninki "señora de la tierra", Ninhursag "señora de la
montaña" y Damkina "señora de los cielos y de la tierra". Su principal
lugar de culto estuvo en el santuario dedicado a él en Eridu.
(13) Diosa sumeria que representa al planeta Venus al que los sumerios
consideraban como un astro. Su representación es una estrella con
ocho o dieciséis puntas o rayos, teniendo por número simbólico el
quince y ocupando por tanto el tercer lugar de la triada astral que formaba
junto con Sin y Samash.
Los textos no son unánimes a la hora de establecer su parentesco: en
unos aparece como hija de Sin (Luna), por el contrario, en otros la encontramos
como descendiente de An y de Antum, y posee dos hermanos
Shamash y Ereskhigal. Su historia, al igual que la de numerosas
divinidades es turbulenta y le es atribuida la eliminación de su madre
Antum para de este modo poder ocupar su puesto como esposa de An.
Inanna se convertirá en la diosa del amor, y como tal poseyó una lista
larguísima de amantes, llegando incluso a intentar la seducción, pero
sin existo, del monarca de Uruk, el héroe Gilgamesh (Enuma Elis VI,
6, 23). "Señora del cielo", conocida también como Ishtar alcanzará un
gran prestigio, hasta el punto que su nombre será empleado como determinativo
de todas las diosas llegándose a utilizar incluso en plural,
alcanzando su culto una considerable extensión. Sus dos principales
atribuciones van a ser como diosa del amor y como diosa de la guerra
y por tanto no será adorada en un único sentido y dado sus diversas
atribuciones le serán levantados varios templos.
Como diosa del amor, entre sus atribuciones está la fertilización de
los campos y la protección de la maternidad por lo que en ocasiones
José María Blázquez Martínez – Javier Cabrero: Himno a An
es representada con un niño entre los brazos, iconografía que posteriormente
pasará al cristianismo. También se pueden encontrar representaciones
de la diosa desnuda, en actitud de oprimirse los pechos
con ambas manos; en este caso es identificada con el amor carnal asimilándose
su culto a las Ishteritu o prostitutas sagradas, que desempeñaban
sus funciones en el templo a modo de sacerdotisas, y eran las
representantes de la diosa en la tierra.
La segunda atribución que hemos mencionado es como diosa de la
guerra, atribución que aparece claramente reflejada en el código de
Hammurabi (Código de Hammurabi XXVII, 99-100), y como tal estaba
emparejada a Assur, dios de la guerra por excelencia. Su representación
en este caso era por medio de un león y sus armas eran espada,
casco y un manojo de flechas. Por último y como un honor concedido
por su padre y esposo An, es reconocida como diosa de las estrellas.
Predomina sobre la luz y el crepúsculo, siendo nexo de unión entre
sus hermanos Shamash y Ereskhigal, convirtiéndose en estrella nocturna
"Ishtar de Uruk" y estrella diurna "Ishtar de Acad".
(14) Genio o espíritu benigno que por contraposición posee un paralelo
maligno que es portador de enfermedades.
(15) El Ekur «casa de la montaña», era el templo construido para En-lil
en Nippur, ciudad en la que tuvo un culto muy destacado. El Ekur se
convirtió en uno de los santuarios más venerados por los reyes mesopotámicos,
que sucesivamente, rivalizaron en su construcción y consolidación.
Las reformas fueron muy numerosas. En la ciudad de
Assur existió también un templo denominado Ekur, dedicado al dios
Assur, que había sido sincretizado con Enlil. Estaba situado en una
montaña al NE de la ciudad, montaña que a partir del reinado de Salmanasar
I se transformó en un recinto sagrado.
me asombro , me exalto, sorprendido,por lo que en
ResponderEliminareste blog se expone,de parte de ustedes formidable búsqueda de conocimiento, este conocimiento perenne
este formidable esfuerzo por mantener vivas estas
tradiciones, que se emparenta o aventajan, a lo que nos ha llegado a nosotros, este monumento de piedra que tiene que ser devastado por buril, para encontrar en sus entrañas la verdad de la vida.-
si la busqueda empieza dentro de nosotros mismos,
ResponderEliminaresta en nosotros, pero tambien fuera de nosotros, y de los dos hacemos unpo solo, porque la naturaleza y nosotros somos uno, con el uno, la dualidad
el dos es parte de nosotros, que tenemos que volver a ser una sola carne, una sola aloma un solo espiritu, espiritualizar el cuerpo y materializar el espiritu, asi lograremos loa unidad. Perelestein