"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)
viernes, 10 de julio de 2009
APUNTES: 21 - EL PENTATEUCO - MOISES Y LOS DOCUMENTOS O TRADICIONES J, E, D Y P
Tal vez, desde siempre, se nos enseño que el Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia, formados por el Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, fueron escritos por Moisés; inclusive los dichos de Jesús se harían eco de esta tradición (“Moisés os ha dicho…”).
La tradición expresada en 2 Esdras 14.21-22, de que los rollos del Pentateuco, quemados en el sitio de Jerusalén por Nabucodonosor, fueron escritos nuevamente por Esdras, aparentemente fue aceptada por los Padres de la iglesia primitiva, sin embargo no rechazaban la paternidad mosaica de la ley original.
La posibilidad de los eruditos de acceder a las lenguas originales de la Biblia fue dejando cada vez más visible la existencia en el Pentateuco de notables “cortes” narrativos, cambios de estilo, lenguajes provenientes de distintas épocas, etc. Ellos creen hallar en muchas partes rastros de primitivos documentos escritos que entraron en la composición de los libros del Antiguo Testamento, y hablan, por ejemplo, de la presencia en Éxodo de un “Libro del Pacto” y un “Pequeño Libro del Pacto” (20.22-23.33, Cáp. 40), un “Código de Santidad” en Levítico (Cáp. 17 al 26), un “Ritual del Arca” en Números (10.35-36), y de por lo menos tres principales fuentes o extensos documentos que se combinaron. Pero el estudio detenido de los textos permite afirmar que en la composición definitiva –realizada después del exilio, hacia el siglo V a C.- se emplearon principalmente cuatro fuentes o tradiciones diversas: la “yahvista” , la “elohista”, la “sacerdotal” y la “deuteronómica”.
La recopilación de estas tradiciones, de ambientes y épocas muy diferentes, explica la variedad de vocabulario y estilo, la existencia de los relatos paralelos o “duplicados”, las incongruencias y, de una manera más general, la rica complejidad literaria y doctrinal que caracteriza a toda la obra.
Originalmente esta teoría fue enunciada por Wellhausen entre 1876 y 1884 argumentando que las cuatro fuentes representan documentos, hoy se habla de “Tradiciones teológicas literarias” o de “movimientos”, dando así lugar a un mayor realismo en la comprensión de la escritura del Pentateuco como un proceso, más que como una suma de partes.
En cuanto a las fechas de vigencia de cada una de estas tradiciones, aún cuando este dato sigue siendo discutido, la opinión generalmente aceptada acerca de la secuencia de composición es la siguiente:
Prehistoria bíblica: Tradiciones orales (y tal vez algunas escritas) pre-teológicas –es decir, no pertenecientes a ninguna de las tradiciones que podemos aislar (por ejemplo: la base del Cántico de Ex 15). A esto tenemos que agregar el material no sólo pre-teológico sino pre-israelita (por ejemplo: la fuente sumerio-acadica del relato de Noé). Todo este material se va incorporando al lenguaje religioso del Israel naciente, entre el 1250 (Moisés y la fundación del Israel histórico) y el 1000 a C. (comienzo de la monarquía davídica).
Tradición J (yahvista): nace del clima religioso-cultural propio de la monarquía davídica, se continua en el reinado de Salomón, y va desapareciendo poco a poco a partir de la frustración que se produce con la división del imperio en los reinos del Norte y del Sur, en esta última etapa, J representa el pensamiento y las aspiraciones del reino de Judá (Sur). Su duración aproximada es desde el 1000 hasta el 850 u 800 a C.
Este documento cuenta la historia de las relaciones de Dios con el hombre desde la creación del universo hasta la entrada de Israel en Canaán. La combinación de majestad y simplicidad que se encuentra en J lo señala como un notable ejemplo de literatura épica. Con origen en el reino de Judá, el documento yahvista tiene algunos rasgos literarios distintivos, además de la preferencia por el nombre Yahveh; se usa Sinaí en ligar de Horeb; hay frecuentes etimologías populares, por ejemplo Gn 3.20; 11.9; 25.30; 32.27.
Intensamente nacionalista, el relato J registra en detalle las hazañas de las familias patriarcales, incluso aquellas que no son dignas de alabanzas.
Teológicamente J se destaca por sus antropopatismo (Medio de expresión acomodaticia por el cual la Biblia adscribe a Dios emociones y pensamientos humanos, los cuales no posee pero explica al hombre en una forma que puede comprender la política, los actos, y las decisiones de Dios.), antropormorfismo (Medio de expresión acomodaticia por el cual la Biblia adscribe a Dios características físicas humanas, las cuales no posee pero explica al hombre en una forma que puede comprender lo que es la política, el carácter y la función divina de Dios.). Las transparentes biografías de los patriarcas, narradas en forma hábil y sencilla, constituyen un rasgo destacado de J.
Tradición E (elohista): nace en el reino del Norte (Israel) con la división e inaugura el estilo y las inquietudes de la predicación profética, hacia el año 900 a C., se continúa en la breve y convulsionada vida del reino hasta la caída de Samaria en el 721 a C.
Se ha sugerido que el origen de E es efraimita, sobre la base de la omisión de los relatos de Abraham y Lot, que se centran en Hebrón y las ciudades de la llanura, y la importancia que se le asigna a Bet-el y Siquen (Gn 28.17; 31.13; 33.19-20). José, progenitor de las tribus septentrionales de Efraín y Manasés, representa un papel prominente. Más fragmentario que J, E no obstante tiene sus propias peculiaridades estilísticas; “el río” es el Eufrates; se usa la repetición en las menciones directas (Gn 22.11; Ex 3.4); En las respuestas a la deidad se usa la expresión “heme aquí”.
Sin bien es menos digno de mención que J como composición literaria, el documento E se destaca por su énfasis moralista y religioso. Sensible a los pecados de los patriarcas, E intenta racionalizarlos, mientras que los antropomorfismos de J se remplazan por revelaciones divinas mediante sueños y mediación angelical.
Contribución notable de E es la historia de la forma en que Dios probó a Abraham mediante la orden de sacrificar a Isaac (Gn 22.1-14). Con poderosa simplicidad el cuadro del conflicto entre el amor a la familia y la obediencia a Dios va tomando forma, y con fuerza profética se transmite la lección relativa a interioridad del verdadero sacrificio.
Primera fusión de pensamiento: desde hacia un tiempo que la producción literaria E era leída y asimilada también en el Sur, la caída de Samaria precipita la fusión de estas tradiciones (“Documentos o Tradiciones J-E”) y cataliza la aparición de un nuevo pensamiento.
Tradición D (deuteronómica): se sitúa en estrecha vinculación con la predicación de Jeremías (segunda mitad del siglo VI a C.) y da su fundamento a la reforma de Josías (621 a C.). Da su expresión literaria muy persuasiva al “retribucionismo” (Dios premia en esta vida al que obra bien y castiga al que obra mal), y es además la corriente de pensamiento que está en la base de gran parte de los que conocemos como “Libros históricos” (José, Jueces, Reyes, etc.).
El documento deuteronomista, en los estudios pentateucos, se corresponde aproximadamente con el libro de Deuteronomio. Esencialmente para la hipótesis documental es el parecer de que el libro de la ley de la época de Josías (2 R. 22.3-23.25) formaba parte, por lo menos, de Deuteronomio. Las correspondencias entre D y los términos de la reforma de Josías son dignos de mención: el culto se centraliza en Jerusalén (2R. 23.4ss; Dt. 12.1-7); se prohíben específicamente los actos de adoración falsos (2R. 23.4-11,24; Dt. 16.21,22; 17.3; 18.10, 11). D destaca marcadamente el amor de Dios para con Israel y la obligación de ella de corresponder. Es una colección de sermones más que de relatos, ofrece un cúmulo de materiales legales y exhortativos compilados durante las exigencias del reinado de Manasés y combinada con JE después de la época de Josías.
Tradición P (sacerdotal): En el destierro babilónico (585-535 a C.) surge una nueva generación de pensadores, y un nuevo impulso vital para la fe de Israel, agrupado en torno a la labor de los sacerdotes. Esta corriente dará todo su fruto en el siglo que continúa al destierro, y desembocará en la última etapa de redacción.
Este documento reúne leyes y costumbres de diversos periodos de la historia de Israel y los codifica de tal modo que queda estructurado el aspecto legal del judaísmo posexilico. P contiene algunos relatos, pero se ocupa mas particularmente de las genealogías y los orígenes patriarcales de las practicas rituales y legales. Divisiones formales tales como las diez “generaciones” de Génesis y los pactos con Adán, Noé, Abraham y Moisés se atribuyen generalmente a P. La complejidad de la estructura legal y ritual de P se interpreta generalmente como indicación de fecha posexilica, especialmente cuando P (por ejemplo Ex. 25-31; 35-40; Lv.; las leyes de Nm.) se compara con el ritualismo sencillo de Jue. y 1 S. Como documento literario no puede compararse con las fuentes más antiguas, porque la afición a los detalles complejos (por ejemplo a las genealogías y a las detalladas descripciones del tabernáculo) tiende a desalentar la creatividad literaria. La preocupación del movimiento sacerdotal por la santidad y la trascendencia de Dios se pone de relieve en este documento o tradición, donde toda la legislación se ve como un medio de gracia por el que Dios anula la distancia entre si mismo e Israel.
Redacción final: atribuida al circulo de pensamiento del escriba Esdras, finaliza hacia el año 400 a C., dando por resultado el Pentateuco actual y la compilación final de gran parte de los restantes libros veterotestamentarios (históricos, proféticos y algunos sapienciales y poéticos).
La posición hoy: La autenticidad básica de los relatos patriarcales es reconocida por muchos eruditos, por cuanto la arqueología ha arrojado luz sobre el ambiente en que se desenvolvieron los relatos. El ambiente egipcio del ciclo de José y del relato de Éxodo ha sido confirmado mediante consideraciones arqueológicas, literarias y lingüísticas. El papel de Moisés como gran legislador y figura dominante en la religión de Israel ha sido confirmado.
Si bien no ha sido descartada, la teoría documental ha sido modificada por estudiosos modernos. La formación de cada documento es excesivamente compleja, y se considera que representa generalmente toda una “escuela” más que un solo autor.
Los estudios de Aalders de particular interés son su reconocimiento de que existen elementos posmosaicos y no-mosaicos en el Pentateuco (por ejemplo Gn. 14.14; 36.31; Ex. 11.3; 16.35; Nm. 12.3; 21.14-15; 32.34ss; Dt. 2.12;34.1-12), y su toma de conciencia del hecho de que ninguno de los dos testamentos atribuyen toda la obra de Moisés, aun cuando ambos le atribuyen partes sustanciales de la misma. Los grandes códigos legales, por ejemplo, se atribuyen específicamente a Moisés (por ejemplo Ex. 20.2-23.33; 34.11-26; Dt. 5-26: cf Dt. 31.9,24), como tanbien el itinerario de los israelitas mencionado en Nm. 33.2. Por lo que hace a los relatos de Gn., Moisés puede o no haber sido quien los compiló, basándose en formas escritas y orales. Las pruebas de la edición posmosaica del Pentateuco se encuentra en las referencias mencionadas arriba, y especialmente en la mención de documentos antiguos tales como el “Libro de las batallas de Jehová” (Nm. 21.14). Es difícil fechar la redacción final del Pentateuco. La sugerencia de Aalders de que tuvo lugar en algún momento de los reinados de Saúl y David es aceptable.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Felicitaciones por tan buen aporte, pero quisiera que subiera el libro de Raziel y tsmbien el libro de los jubileos por favor y muchas gracias por tan buen aporte
ResponderEliminar