MITOLOGIA
Y Prometeo creó a los hombres
Y Prometeo creó a los hombres
El mundo está listo. Sin embargo, falta todavía un ser capaz de odiar y de amar. Juzgar y castigar. Tener piedad y misericordia. Perdonar y olvidar. Recordar y crear. Un ser que, con su alma poderosa, sea bastante humilde para temer a los dioses y rendirles homenaje y culto.
Falta el hombre.
Para forjarlo, Prometeo arranca barro del suelo y lo mezcla con sus propias lágrimas. Trabaja incesantemente aquella masa informe, hasta que obtiene facciones semejantes a las de un dios.
Enardecido con la belleza de su obra, Prometeo decide esculpir una multitud de estatuas. Y, durante noches y días enteros, se inclina sobre el barro y le da la forma de los modelos divinos.
Cuando termina contempla a sus criaturas. Así alineadas y mudas, son idénticas, y le parecen vacías. Les falta vida. Entonces el gran artista insufla en las estatuas caracteres de animales: el coraje del león, la fidelidad del caballo, la fuerza del toro, la astucia del zorro, la avidez del lobo.
Y las criaturas de barro comienzan a moverse. Lenta, pero decididamente.
Pero todavía les falta la divina chispa del espíritu que las hará capaz de osar.
Atenea (Minerva), la inteligente hija de Zeus (Júpiter), la diosa de la sabiduría, decide ayudar a Prometeo. Toma un vaso lleno de néctar divino. Desciende al mundo, y lo entrega a todos estos seres, ya dotados de vida, para que sorban algunas gotas.
De repente, sobre la cabeza de cada uno de ellos se levanta una nueva y bella luz.
Ahora son hombres. Tienen un alma. Pero todavía no saben qué hacer con ella.
Prometeo aún tendrá, ante sí, mucha labor.
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