MITOLOGIA
Proteo sufre el yugo de Neptuno
Aceptar la soberanía de Neptuno afligía profundamente a Proteo, otros de los viejos del mar. No le era fácil aceptar el yugo de los Olímpicos, después de haber reinado tanto tiempo sobre las aguas con sus padres –Océano y Tetis- otrora poderosos Titanes.
Pero Proteo está obligado a reconocer a Neptuno como señor de las aguas. Su tarea, en el nuevo orden, consiste en apacentar los rebaños de focas pertenecientes al soberano: es el boyero del mar.
Todos los días, el viejo Proteo sale con las focas para descansar en la playa, a la sombra de unas rocas. Los animales, por su parte, se echan mansamente junto a él.
Esa es la hora en que los mortales juzgan oportuno consultar a Proteo. Pues saben que posee el don de la adivinación, la capacidad de revelar las disposiciones del Destino.
Proteo, sin embargo, no quiere revelar a los hombres las cosas venideras. Siempre que tratan de aproximársele con la intensión de interrogarlo, el viejo huye, o amedrenta a la gente transformándose incansablemente en diversos animales peligrosos y feos.
Algunos, sin embargo, están tan ansiosos por saber qué les reserva el futuro que no perciben el aspecto de animal feroz que ha asumido Proteo. Y continúan impasible frente a él, esperando la predicción que le aclarará el enigma de la existencia.
A éstos, como premio por la paciencia y el coraje, Proteo acaba revelándoles los misterios y haciéndoles conocer su destino.
(Fue así como el rey Menelao consiguió saber cómo sería posible volver a Esparta, después de la sangrienta guerra de Troya.)
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