"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

domingo, 14 de agosto de 2011

MITOLOGIA BABILONIA -HIMNO A SIN (I)-


MITOLOGIA BABILONIA
HIMNO A SIN (I)


Por Federico Lara Peinado


Esta composición está redactada en sumerio y en acadio (excepto la última línea, que no presenta traducción acadia).
Un colofón señala que la tablilla fue copiada por el escriba del rey asirio Assurbanipal (669-630 a. de C.), llamado Ishtar-shumaeresh.

¡Señor, príncipe de los dioses, que sólo él, en el cielo y sobre la tierra, es el más grande,
padre Nannar, gran señor Anu, príncipe de los dioses,
padre Nannar, señor Sin, príncipe de los dioses,
5 - padre Nannar, señor de Ur, príncipe de los dioses,
padre Nannar, señor del Egishshirgal, príncipe de los dioses,
padre Nannar, señor de la tierra resplandeciente, príncipe de los dioses,
padre Nannar, que magníficamente completa la realeza, príncipe de los dioses,
padre Nannar, quien con vestidos principescos majestuosamente avanza!
10 - ¡Fiero novillo de cuernos gruesos, de proporciones perfectas, con barba de lapislázuli, lleno de virilidad y vigor,
Fruto (celeste), que se crea de sí mismo y crece ampliamente de forma, agradable de mirar, y de cuya plenitud no se cansa (uno) nunca,
matriz, universal genitora, que, con los seres vivientes, habita una mansión elevada,
padre misericordioso e indulgente, que tiene la vida de todo el país en su mano!
¡Oh Señor, tu divinidad, como los cielos insondables y el vasto mar, está llena de terror sagrado,
15 – creador del país, fundador de los lugares santos, cuyos nombres tú pronuncias!
¡Padre, que dio a luz a los dioses y a los hombres, les hizo habitar una morada y les fijó las ofrendas regulares,
que nombra la realeza, da el cetro, decide el destino, hasta los días más lejanos,
el primero de todos, el poderoso; él, a quien ningún dios le escruta el corazón insondable,
corcel rápido, de rodillas infatigables, que abre el camino a los dioses, sus hermanos,
20 – él, cuya luz recorre sin cesar desde la base hasta lo más alto de los cielos, que abre la puerta del cielo y procura la luz a la totalidad de los pueblos,
padre, que engendra a todos los seres vivientes, ante su presencia se alegran las vastas poblaciones, que buscan su luz!
¡Oh Señor, que posees las decisiones de los cielos y de la tierra (y) cuya orden que das no puede ser cambiada por nadie;
(tú) que dominas el fuego y las aguas, que velas por los seres vivientes! ¿Qué dios es más poderoso que tú?
En los cielos, ¿Quién es el más grande? ¡Sólo tú eres el más grande!
25 – En la Tierra, ¿Quién es el más grande? ¡Sólo tú eres el más grande!
¡Tú, cuando tu palabra retumba en los cielos, los Igigu se prosternan,
tú, cuando tu palabra retumba en la Tierra, los Anunnaku besan el suelo,
tú, cuando tu palabra, aquí arriba, pasa como soplo de viento, ella proporciona abundantes pastos y abrevaderos!
¡Tú, cuando tu palabra se manifiesta en la Tierra, nace entonces la vegetación.
30 – Tú, tu palabra engorda cercados y rediles y hace multiplicar a los seres vivientes,
tú, tu palabra crea la justicia y la equidad, y hace que los hombres hablen con justicia,
tú, tu palabra es el cielo inmenso y la Tierra cerrada que nadie puede ver!
Tú, tu palabra, ¿Quién la puede aprender? ¿Quién puede igualarla?
¡Oh Señor, tú no tienes rival entre los dioses, tus hermanos, para la soberanía de los cielos, para la primacía en la tierra!
35 - ¡Oh altivo rey de reyes, a quien nadie podría desearle los poderes de ningún dios igualar la divinidad!

Laguna de diez versos

[…]
mira tú templo, mira tu ciudad,
mira Ur, mira Egishshirgal!
Que tu esposa bien amada, la bella novilla, te diga:”¡Señor, apacíguate!”.
Que el héroe [Shamash, el valiente Señor, el grande], (te diga): “¡Señor apacíguate!”
50 – Que los Igigu [te digan: “¡Apacíguate], Señor!”
Que los Anunnaku [los grandes dioses (te digan): “¡Apacíguate], Señor!”
Que Ningal [tu esposa (te diga): “¡Apacíguate], Señor!”
Que la barra de Ur, [que el cerrojo del Egishshirgal vuelva a su lugar],
que los dioses del cielo [y de la tierra (te digan): “¡Señor, apacíguate!”]

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