"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)
sábado, 12 de septiembre de 2009
MITOLOGIA: - EL NACIMIENTO DE BACO -
Traicionando una vez más a Juno, su esposa, Júpiter amó a Semele, hija de Cadmo, rey de Tebas en Beocia, y de Hermione, hija de Marte y Venus. Y como prueba de su afecto, le juró por las aguas del río Estigia –el río que rodeaba el mundo de los infiernos, agua helada que otorgaba la inmortalidad- satisfaría aun su mayor deseo.
Al descubrir la traición y el juramento, Juno buscó perder a la princesa y, sabiendo que ningún mortal sobreviviría a la visión divina, tomó la forma de su nodriza e indujo a la joven a pedir ver a Júpiter tal cual era. Semele, entonces, pidió al dios que le concediera una sola gracia: la de mostrarse a ella en su verdadero aspecto.
Así lo hizo Júpiter sin sospechar nada y, en cuanto apareció en toda su gloria, el palacio se incendió y Semele murió entre las llamas.
La joven princesa llevaba en su vientre un hijo de Júpiter. Ayudado por Vulcano, el dios extrajo de entre las cenizas de la infeliz tebana al niño, y lo cosió en su propio muslo, para que allí completara su gestación. Llegado el momento, el pequeño rasgo la carne paterna y surgió a la vida. Su nombre fue Dioniso (o Baco, especialmente para los romanos).
Vivió toda su infancia fuera del Olimpo, lejos de la presencia de Juno, pues Mercurio, el mensajero de los dioses, se lo llevó a Nisa, ciudad fabulosa de Oriente, rodeada por el valle más hermoso del mundo, y allí lo entregó al cuidado de las Ninfas.
Cierto día, paseando por el valle, Baco descubrió una fruta desconocida, la uva. Y, lo que es más importante, descubrió como hacer vino.
Siendo hijo de padre inmortal y madre mortal, Baco no era aceptado entre los dioses. Pero como tan pronto percibió los efectos de la bebida que había inventado, decidió utilizarla para imponer su divinidad. Así, terminado el periodo de su educación y alcanzada la mayoría de edad, Baco emprendió un viaje por el mundo. E inició el camino de la gloria apoyado en la poderosa arma que había descubierto: el zumo de la vid.
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