"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

domingo, 5 de septiembre de 2010

EL LIBRO DE LOS LIBROS DEL CHILAM BALAM

El Libro de los Libros
del Chilam Balam

Introducción

Los textos que comprende esta obra constituyen una de las secciones más importantes de la literatura indígena americana. Redactados después de la Conquista, recogen todas las fases culturales por las que pasó el pueblo maya de Yucatán. Su material lo componen múltiples escritos religiosos, históricos, médicos, cronológicos, astrológicos, literarios, etc. Los religiosos e históricos provienen de los antiguos libros jeroglíficos y los demás han sido registrados de fuente oral o proceden de impresos europeos. Chilam significa "el que es boca"; es decir, el que profetiza; los chilames eran los sacerdotes que interpretaban los libros antiguos para extraer de ellos profecías, el conocimiento de los hechos futuros. Para los mayas, el arte de profetizar era posible porque creían que el tiempo era una sucesión de ciclos cósmicos y que los acontecimientos, dependiendo de estos ciclos, podían repetirse. Así, a los chilames se les consideraba intérpretes de los mensajes de los dioses. Balam significa "jaguar" o "brujo", y es, en realidad, un nombre de familia. Se dice que Chilam Balam fue un taumaturgo, un sacerdote del pueblo de Maní que vivió poco antes de la Conquista y que tenía gran reputación como profeta. Cuentan que junto con otros sacerdotes, llamados Napuctun, Al Kauil Chel, Nahau Pech y Natzin Yubun Chan, predijo la llegada de una nueva religión; tras la Conquista, esto se interpretó como un aviso de la llegada de los españoles y del cristianismo.

El Libro de los Libros del Chilam Balam
(Téxto)

Virgen y Exclusiva
Palabras de Tutul-Xiu:
–Este es el libro de mis libros,
esta es la carga que ha tejido el hilo de mis días y mis noches,
de cuando no había oficio de brujo extrae-corazones
y que el jaguar sólo rugía para pelearle el día al sol;
De cuando el libro de las siete generaciones
estaba puesto en el altar
Y mi pueblo, rebosando su jícara de maíz,
desbordaba sus fuerzas en cosas del espíritu.
Fue entonces que el dios Chac escogió esta tierra
para verter su llanto;
Y las piedras bebían sus lágrimas
Y los tontos, no viendo agua por ningún lado, decían:
–Aquí no hay dios, aquí hay pura piedra.
Pero las lágrimas de un dios fertilizan hasta a las rocas,
y una raza de hombres buenos lo comprendió así
Y se quedó allí, a construir su verdad.
Esto yo no lo vi, ni mis abuelos,
pero los abuelos de sus abuelos sí, y así fue que lo contaron.
Esto era por el gran Katún. Después,
infinitos escalones de tiempo y trece lunas más,
llegó el día. Un día como otro cualquiera.
Pero en él vino Mot-Mot, el pájaro de la cola en equilibrio,
trayendo en las alas salud, y en el pico un pedernal afilado.
Curandero y valiente, sangrador y bueno,
el día se anunció.
Un olor suavísimo y trascendente,
un aroma a cosa perpetua, nos envolvió.
Sonaron los pitos, las sonajas;
Del parche del atabal salían volutas de sonido a tocar al sol.
Flautistas, cantores, bailarines, pintores,
todos, nos fuimos,
A cambiar de casa al tiempo.
Porque cada katún exige su morada
Propia, nueva, virgen y exclusiva.
– “¿Por qué nos vamos?” decían unos.
– “¿Por qué nos vamos?” decían otros.
– “Por el maíz”, respondían unos.
– “Por las guerras” respondían otros.
Yo sabía por qué, y lo callaba
Lloré al dejar mi ciudad, pero había que dejarla.
Porque había llegado el katún de la repetición
de los desastres.
Había que buscar nuevos hogares.
Porque cada katún exige el sacrificio de una vida,
pide casa además, y,
Como el hombre cuando busca esposa,
la quiere nueva, virgen, y exclusiva.

También las Estrellas
Tutul-Xiu miró al Oriente y dijo al pueblo: –“Vamos”.
Y se fueron.
De katún en katún, de siglo en siglo, caminaron,
cargando sus oficios, su magia y sus calendarios.
Caminaron.
Muchas veintenas de años anduvieron errantes,
bajo los árboles, bajo la maleza, bajo los bejucos,
hasta que llegaron al sitio.
Tutul-Xiu dijo:
– “Aquí paramos. Que se llame esto Mayapán”
Y una vez más comenzaron su obra los fabricantes de
prodigios,
los autores de las más grandes maravillas.
Más bella que la ciudad de la Vida Virgen tenía que ser;
Más bella! Más bella! ¡Mayapán!
No eran hombres aquellos fabricantes,
no eran dioses ni lagartos divinos,
Eran gigantes.
Porque aún antes de terminar estas grandezas
Ya sonaba, escondida en sus oídos,
la palabra del Gran Chilam-Balam:
– “Cuando tome su camino el Tres Ahau,
cuando venga el cambio de poder en su reinado
Y se cambien los sacerdotes y los vasos,
otra palabra ha de venir.
Os tendréis que ir.
Por el norte y por el poniente,
cuando regrese al país el Katún de las miserias,
os tendréis que ir. Y no os dé pena.
Sois peregrinos, pero también lo son las estrellas.
Sois caminantes, como el sol. Y, como el sol, ricos.
El Serrano-tordito de ojos colorados ya lo dijo:
“sois ricos”
Porque rico es aquel cuya riqueza es de la comunidad.
Buen rico,
aquel de quien lo de la comunidad es su hacienda.
No es vuestro destino pasar la vida sentados.
Destino igual es el del tiempo,
y el tiempo es el único asunto que es eterno,
que existe para siempre.
Porque no se asienta nunca dos veces en el mismo asiento.
Andad. Construid y trabajad. Para siempre.
No avanza, se hunde en el pasado, aquel que añora.
Andad.
La eternidad se llama instante.
El de ahora.

Un Día sin Nombre
Un día dijo Tutul-Xiu: – “Aquí me voy.
Esto se llamaba un día Ciudad Santa.
Hoy se llama infierno”
Y es que había llegado la hora del katún,
y el katún que llega y no encuentra casa nueva puesta,
se molesta.
Y mejor no haber nacido nunca
Que vivir bajo un katún molesto.
Esto bien lo sabía Tutul-Xiu.
Juntó pues a su gente y dijo: – “Vámonos”
Y se fueron.
Ese día se quedó sin nombre,
pero del grueso del tronco de la ceiba era su dolor
Y nadie sabe hasta dónde llegaban sus raíces,
y las hojas más tiernas de sus ramas eran como el dibujo
más delicado adornando aquellas piedras.
Ahí te quedas, Mayapán, ¡para siempre sola!
Duerme, sueña.
Sueña que mandas todavía,
sueña que todavía coges.
Hasta el día en que viene la tierra y te recoge.
Palabras de guerra te acabaron;
Imperio de guerra,
época de guerra,
sonido de guerra, te doblaron.
Este es el día del llanto de las moscas,
en que los zopilotes vendrán a pavonearse
por tus casas.
La carga del katún está bajada, y ligada.
La flor obscura de hondo cáliz,
la inclinada,
la pegajosa flor de pedernal;
La de laurel, la del pie torcido,
la bella mordisqueada del cacao,
todas,
han sido chupadas por los nefastos murciélagos.
Sin espejos en el pelo nos vamos.
Ha llegado para ti la hora de los gavilanes de la noche,
y de la lamida de la Lengua del Tigre.
Lo que me llevo ahora es lo que te traje un día:
Verdaderos hombres y una limpia estera.
Ya nos avisa el katún, ya nos llama el zacatán.
Un nuevo enigma nos espera.
Ya nos vamos.
Ahí te quedas, Mayapán!

Rey de Chichén
Agua virgen de un cenote secreto lo llamaba.
Antes de que saliera el sol,
antes de que llegaran las mujeres,
Tutul-Xiu la vio: la ciudad de piedra de los Itzáes.
En los socavones de sus pasajes secretos
Gritaban las almas de sus muertos:
-Chichén-Itzá, Chichén-Itzá, ¡despierta ya!
Tutul-Xiu dijo: – “Por la magia del dios Chac,
aquí las piedras dan árboles y frutos.
Aquí nos quedamos”
Y del fondo de los siglos, chorreando plumas,
vino Kukulkán.
–Toma esta ciudad, dijo. Es tuya Tutul-Xiu.
Es noble, es grande y es Itzá. Es tuya.
Y mía. Tómala y me tomas. Hónrala y me honras.
Roja luna que roe de la tierra tu linaje, Tutul-Xiu,
te alumbra.
Si vas a ser su auténtico señor,
tienes que ver Chichén redonda y pura:
En las palabras sagradas de sus piedras,
en las tapas multicolor de sus cenotes,
En las copas y ramas de sus ceibas.
Hoy nace el árbol rojo que anuncia el nuevo amanecer.
Hoy llega el tiempo del katún en que se alivia
la miseria de los hijos del Itzá.
Embrueca tus escudos,
voltea las puntas de tus flechas hacia abajo;
Un período de nueve pétalos y tres dobleces
te espera.
El infante inmaduro, disfrazado de colibrí,
chupa la miel de las nueve flores.
Pero tú has de levantar esta ciudad de nuevo
y tu pueblo.
Katún de los enigmas que te espera,
y el de las pruebas, el máximo katún.
Katún de la flor de mayo y el más negro de todos:
El del blanco dzul.
Pero hoy el Corazón del Monte bebe su sustento a orillas
de la mar,
y Chichén es tuya.
Buen fardo te ha dejado, el tiempo-dios, y se ha ido.
Pero, ¿Quién sabe la carga que trae cuando esté de
vuelta?
Manda cocer pues siete hojas de chaya, bien apretadas;
Manda traer dos buenos bailarines, quema copal.
El capricho de esta tierra y, desde hoy en adelante,
su historial son tuyos.
Que el dios Chac te proteja, Tutul-Xiu,
¡Rey de Chichén-Itzá!

Poco a Poco
Cuántos serían sus amaneceres, no lo sé,
pero eran pocos.
Era hombre ya, pero impoluto.
Era viril, y virgen.
De gran familia y de gran linaje era.
Pero había traicionado.
Único en juventud y en hermosura,
futuro sumo sacerdote, iba a ser iniciado.
Pero el veleidoso dios del amor lo desvarió.
Y confió nuestros secretos a oídos livianos.
Y ahora está fijo en la estela.
Mira su cuerpo azul a punto de romperse,
mira qué fácil su valor forma uno con la piedra;
No habría ni qué atarlo, no se iría.
Mira cómo mira a su muerte, poco a poco.
Poco a poco, ya viene el pedernal
A penetrar su carne.
Poco a poco, cuchillo,
poco a poco, flechas...
Poco a poco...
Dicen que al dios le gusta ver sufrir. A mí no.
He cumplido mi misión y ya me voy.
Este pueblo que un día fue de miel y leche
Hoy lo es de sangre.
“Me voy”
Así habló Kukulkán, el de la mirada blanca,
el que hacía llorar arrepentido a un hombre con sólo mirarlo.
Con su palo de peregrino empezó a andar,
hacia Tulum.
A la orilla del mar puso su pie sobre una piedra,
dijo a sus seguidores:
– “Hasta aquí llegan ustedes;
Quédense, a construir un templo
yo sigo. Yo sé a dónde voy”
Y siguió. Poco a poco, hacia el Oriente, se alejó.
Un manto gris cubrió, poco a poco, las aguas,
y el dios del Trueno se levantó.
En el tope de la pirámide sagrada,
allí en Chichén,
Tutul-Xiu, frente a su augur,
lloraba.
La rueda de la katunes dio un doblez más.
Y en las entrañas de las piedras gimieron las almas de los
muertos:
– “Chichén-Itzá, ¡ay, Chichén-Itzá!

Tan Sólo Piedras
Chichén-Itzá, ay, Chichén Itzá!
Gritaba la tórtola Mucuy,
rojas las alas y rota la algazara.
–“Chichén-Itzá, ¡llegó tu fardo de trece grados!
Y en las orillas de los pozos las serpientes,
huyendo de la carga del katún, silbaban:
– “¡Le llegó su día al agua!”
Subido en un montón de calaveras,
el Señor de la Flauta Negra empezó a tocar,
llamando a los alacranes.
Era el filo del medio día, y las ranas croaban:
– “Chichén-Itzá, ¡ay, Chichén-Itzá!”
Tres lunas y dos Flores de Mayo fueron su existencia.
Oculto estaba su misterio, oculto queda.
Sólo lo saben las almas de sus muertos.
Perdido.
Se perdió el signo jeroglífico y toda su enseñanza.
Llora el Chac
llora el Tecolote-Venado y el gran Devorador de la
carne.
La gran serpiente,
la de la cola encascabelada,
fue destruida.
Su piel y la punta de sus huesos cayeron sobre las
piedras,
pero escapó su corazón, que se guardó en la tierra.
Y sobre él nació la Madre Ceiba.
Que se asentó derecha y alzó su copa,
pidiendo perdón y hojas eternas al Corazón del cielo.
Pero su tronco fue sellado,
y en sus ramas las codornices murmuraban:
– “Por aquí pasó el pueblo de los Itzáes,
por aquí bailaron una vez los Brujos del Agua”
-“¡Más vírgenes!, ¡más niños, más varones!”
gritaban los sacerdotes,
mirando obscurecer las aguas del gran cenote ceremonial.
– “¡Más oro, más vasijas, más todo!
¡Todo lo nuestro es poco para salvar a Chichén Itzá!”
Tutul-Xiú los miraba.
–Pobres sacerdotes míos, pensaba,
¡pobres Brujos del Agua!
Pero he aquí el día en que la pulcritud de los katunes
se nos quiebra.
Di adiós a tu enseñanza, hermano,
que nadie más podrá entender;
Y di adiós a tus dioses, hombre maya,
que serán desde hoy tan sólo piedras.

Derechamente
Derechamente, tal como pasó todo, quiero contarlo.
Tal vez no llegue a explicarlo bien,
ya será otra vez muy bien explicado todo.
Esto es lo que yo digo:
Con la llegada del “verdadero dios” llegó nuestra miseria;
Llegó la era de la sequía,
llegó el doblez del tiempo que pone fin al regocijo,
llegó la hora de pedir la comida por medio de acertijos.
Llegó el tiempo del vómito de sangre,
de la limosna,
de la discordia oculta y de los atropellos;
De los despojos de todo,
de la venta de traiciones,
del chupador del indio;
Mala voluntad, mala enseñanza,
cambios y recambios de padre.
Siete veces de a braza el cordón umbilical de la
tierra nos piden de tributo.
Nueve dioses trajeron,
de cabeza puntiaguda y trasero pelado:
Tres de gesto amarillo,
tres de gesto negro,
tres de gesto cerrado.
Y decían que se juntaban,
pero no decían lo que amaban.
Loco en verdad era el hablar,
locos los ojos,
loco el semblante de los espantajos colorados.
El katún de la Flor de Mayo enloqueció,
robado el tiempo de su señorío,
recogidas todas sus mariposas y sus nombres:
Sac-Labtún, adiós!
Adiós Kinchil-Cobá
Adiós Chichén, Uxmal,
Pakán, Homtún, Sayil, Kabah!
El Nueve Amargo,
el Nueve Amontonador de Cráneos,
asentó ya su carga:
No trae pan, sino flores de cizaña.
Borracho de lascivia está,
y su asiento es de envidia,
como su jícara y su plato,
como su boca y su entendimiento.
De pecado es su voluntad, y su enseñanza.
Según el dios de los Barredores,
lamedores de platos,
no nacimos, fuimos procreados de animales.
Así dicen, mientras comen nuestro maíz,
los fulanos de tales.

Cuando Sopla el Chikin-Ik
Llegan los dzules, Itzáes, ay! Llegan los dzules!
Lo blanco de su anuncio no pregona lo negro de su día.
Aquí está el nuevo dios:
Pecado es su enseñanza, su hablar y caminar;
Aquí está, veneno en sus palabras,
fuego y hierro en la punta de sus manos.
¡Ay, Itzaes, ay!
No más limpio taparrabo,
no más blanco hipil,
No más recia música ni heroico peinado.
Un dios extraño nos acecha
Que tiene cabeza de jaguar y pies de venado
Y que no nos dice hijos.
Los del pelo en l a cara no nos dicen hermanos.
Tal es la carga de la nueva fecha;
De culpa es su presencia,
de culpa es su mirada, de culpa es su voz.
Esta es la fecha del maíz negro,
pan de espanto y estéril alimento son nuestros días.
El Brujo de la Ruina, el Deshonesto de la Noche,
ya está aquí.
Su andar, su voluntad, son de guerra.
La prueba es que su tronco y que su estera
no son propios,
su señorío es prestado.
Agua varada de pantano es su reinado.
He aquí pues el fin de la gloria de los Xiu.
Comenzó la lujuria de los buenos.
Ya están aquí, chillando, los gavilanes de la tierra,
perdidos para ellos ya el cielo, la luna y la vergüenza.
Todos los que cantaban han sido dispersados,
sólo queda sitio para llorar.
Rico hipócrita y cizañero nos vigila,
adúlteros sin madre,
hombres que deberían de usar faldellín de ortigas
en penitencia a sus suciedades sexuales,
nos hacen azotar.
Cuando sopla el viento Chikin-ik
La madre oculta al niño,
pues del Poniente sólo hay mal augurio.
¡Quién nos hubiera enviado cien siglos y uno más
de chikin-iks en vez de medio de los dzules!
El Siete Grados envidioso,
el Rostro de Doble Culpa, nos acecha:
Maligno es su katún,
mil veces miserable, su dura fecha.

La Distancia de un Grito
Hoy se detuvo el sol en la cintura del cielo. Pisó su habla.
Hoy vino el diablo a meterle pleito al mundo:
Manos de sangre adornan mis paredes;
El de la Guacamaya-ardiente que viene del rostro del sol
No encenderá más el altar.
Sol, rostro, ojos, fuego y guacamaya han sido denigrados,
nadie vale la pena de enseñar;
El día hace su montón y recoge su cosecha.
Si alguna vez bajan los siervos a regar agua caliente
en la cara de las polillas de la tierra,
de los pícaros bellacos,
de los buitres de los pueblos,
de los engendrados de locos lascivos,
enredadores y embaucadores;
Si algún día el agua caliente logra limpiar tanta basura,
levantaré entonces la cabeza y bajaré mi rabia;
Levantaré la cabeza entonces, porque si la levanto ahora
La bajo agujereada.
A la distancia de mil siglos,
a la distancia inacabable de mi grito,
maldigo a los disputadores,
a los cenadores de dos días,
a los deslenguados y a los lascivos del poder,
a los monos del mundo que tuercen la garganta
y babean sus palabras;
A los extranjeros del pueblo,
a los que dicen que son verdaderamente respetables,
los Siete-Casas-Desiertas.
Torcidas llevan sus gargantas, ladeadas sus bocas,
colgante su saliva.
Así los hombres, sus mujeres, sus príncipes,
su justicia;
Sus prelados, sus cristianos,
sus maestros, sus grandes, sus pequeños;
Todos, torcidos.
¿Quién será, oh Vientre de la Tierra,
el que pueda explicarnos rectamente
la conducta de estos hombres jeroglíficos?
Cuando ya no se hunda en mis costillas la rodilla
de mi redentor,
cuando le quite los sellos a la ceiba
y vuelva a rebosar su savia,
cuando no tenga que venir Tutul-Xiu a tomar
su puesto entre mendigos.
Alzare de nuevo la cabeza.
Cuando ya no esté de nuevo bajo el peso de mi rabia.

A Castrar al Sol
Una completa pasa.
Año completo, siglo completo, pasan.
Toda luna, todo día, todo viento,
todo camina y pasa.
Toda sangre conoce un día su quietud
O su llenura.
Todo el tiempo está medido,
hasta el día que no existe hoy.
Medida estaba nuestra mañana de sol, y no lo sabíamos;
Medidas, nuestras risas y nuestro amor.
Todo era bueno entonces:
Éramos todos saludables;
No había pecado, no había dolor de huesos,
no había santa devoción;
No habían viruelas ni ardor de pecho,
ni miedo, ni consunción.
Pero vinieron los dzules, a marchitar las flores;
Y para alimentar su propia flor
Dañaron y chuparon la flor de otros.
El valor y la vergüenza, ya sin sabiduría,
sin divina enseñanza,
Sin sagrado lenguaje, sin buenos sacerdotes,
se perdieron.
Y ya todos los hombres fueron tratados como iguales;
Esclavos iguales.
A castrar al sol,
a esto vinieron los extranjeros.
Y quedaron aquí los hijos de sus hijos,
y el rencor que nos tienen estos últimos dzules
Es que ya no les damos más tributo;
Lo cogen ellos. Pero no se los damos.
Ese es el gran pecado
Que no hicimos nosotros y que nosotros hoy pagamos.
Tal vez por el concierto que hay ahora
Haya un día paz verdadera entre nosotros.
Tal vez.
Si es así, esta tierra volverá a renacer.
Si no,
vamos a tener una gran guerra;
Los perros van a hartarse de comer tripas,
gran podredumbre va a reinar
Y montones de hormigas crecerán sobre la tierra.
Obscuro será el katún del sol castrado
Y, hasta donde se alcance a ver,
van a verse los ahorcados.

Los Sesos del Cielo
La palabra de los del hacha fue siempre de dos filos:
Uno romo, para ellos, y otro agudo, para nosotros.
El Halach-Uinic de ayer me oficia misterios,
el de hoy me propone adivinanzas.
Rara substancia, la lengua del que manda.
Y me dicen: –“Respeta a Dios”
Lo que quiere decir:
– “Traedme el sol, hijos míos, para ponerlo en mi plato”
Hincada en el centro de mi corazón tiene la lanza de su cruz
Y allí se sienta el jaguar verde a beber mi sangre.
Claro, si le preguntan, os dirá:
– “No lo crean, hijos, no es el sol lo que pido,
es un huevo frito,
Y la lanza es mi bendición.
Y el jaguar no es otra cosa que un chile verde.
Aún más, si les pido los sesos del cielo
Porque el jefe los quiere ver y aprender su tamaño,
Lo que pido es incienso.”
Y el pochote espinoso se enreda la cuerda de tres
hilos, el bejuco vivo de mi entendimiento.
– “Hazme una casa de siete horcones de alto
y una sola columna”
Me han dicho,
– “Y luego te has de ir, cual corresponde a tu linaje,
montando el gran caballo blanco de crin y cola
blancas y de sangre verde”
Lo que quiere decir:
“Has de trabajar el henequén si eres un auténtico señor,
Tutul-Xiu. No pierdas de vista el centro de sangre
coagulada de la Flor de Mayo;
Trabaja el henequén,
es el destino tuyo y de tus hermanos”.
Y el zorro hipócrita se sienta en su tronco de flores
En medio de su alfombra,
a restregar las narices en su plato.
Niños lívidos y mortecinas esposas lo contemplan.
Pero un día el golpe seco de las tibias anunciara
el cambio de poder;
Vendrá la palabra del Siete de Ocarina
Y la burla del bellaco blanco, y la burla del bellaco rojo,
se irán con la limosna del lascivo semen recogida
por sus hijos.
Y la palabra del hombre será entonces de dos filos:
Uno romo, para nosotros,
y otro agudo, para ellos.

Con Flores de Dzidzil
El viento se sentó en su banca de piedra fina,
a escuchar, cuando llego aquel hombre a Tzimintún.
–Tres lunas he viajado, y en tres más me iré.
Pero arderá el mar cuando regrese.
¿Qué quien soy? No tengo nombre, soy el Sacerdote Jaguar.
Esto es lo que puedo decir:
Reúne las piedras de la sabana
Y tráelas en una brazada contra tu pecho
si eres hombre y jefe.
Si eres noble, sabes de donde viene tu nobleza.
Si eres de la raza de los Señores Príncipes de esta tierra
Sabrás que las piedras son las codornices,
que debes juntar y proteger.
Si eres verdadero hombre,
búscame las cuentas verdes de tu oración
Dime cuánto tiempo oras.
Tráeme tu braguero ceñidor para que yo lo huela.
El olor de tu cuerpo, el olor de tu ropa,
más que el olor del centro de las nubes,
Me dirán si te anima la verdad.
Tu primer olor ha de ser el de copal encendido;
Tu primer alimento, de cacao.
Tráeme las entrañas de tu hija,
las orejas de tus abejas.
¿Entiendes? Tráeme tus colmenas.
Lo que te pido es que cuides tu heredad,
que no te avergüences de comer yuca cocida,
que son los huesos de tus padres.
Y al armadillo, que es como un pobre viejo desabrochado,
ayúdalo.
Lo que te pido son tres tajadas del cielo
Y un tronco de henequén,
un tronco sin brazos pero con corazón.
Que venga muy adornado con las flores del dzidzil.
Lo que te pido es que formes hombres,
pollos de cresta y no esclavos.
Lo que te pido son frijoles negros y libertad
para el jaguar en su gruta.
Lo que te ofrezco es tu piedra y tus luciérnagas
de noche:
Tu jícara llena de sacab; tus milpas, tus melones;
Y en tu pueblo y tus gentes, su antigua sonrisa
y buenos modos.
¿Qué quienes son tu gente?
No tienen nombre, y esperan a que los llames.
¿Qué quien es tu pueblo?
Cada uno que llora. Todos.

5 comentarios:

  1. Sin palabras, la verdad eterna.

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  2. Que importante para el pueblo maya estas informaciones, nos gustaría tener los libros de Chilam Balam, Saludos desde Guatemala, Juan Humberto Botzoc Che

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  3. Los Jaguares han despertado en todo el mundo, porque han venteado nuestro sacrificio, no los hemos olvidado. Se ha cumplido el negro Katun. Les damos la bienvenida alimentandolos con nuestro respeto y sacrificio. Los horrores del Katun que termina nos ha permitido preparar la casa del nuevo Katun.
    Estan saliendo de sus cuevas (los Jaguares) para enseñarnos a leer los geroglificos de una amalgama de culturas milenarias. !Ha nacido el Sexto Sol! y el nevo Katun tiene su casa preparada en nuestros corazones.

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  4. Gracias por este Blog, amigos. Antonio Pizarro

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