CICLO POSTERIOR DE ESDRAS
Al igual que ocurrió con Henoc, “el séptimo varón después de Adán”, en torno a la prestigiosa figura de Esdras se crearon numerosas leyendas. Algunas de ellas tienen forma de apocalipsis.
VISION DEL BIENAVENTURADO ESDRAS
(fragmento)(1)
Por Antonio Piñero
El autor es un cristiano que se inspira en otros oráculos apocalípticos atribuidos a Esdras, y tiene interés –al mostrar los terribles castigos del infierno- en resaltar las virtudes que lo evitarán.
La fecha de composición de este apocalipsis es difícil de fijar, ya que su texto carece de referencias históricas. Los comentaristas suelen señalar un lapso que va del siglo IV al VII d. de C. Su lengua original fue sin duda el griego, aunque el texto conservado hasta hoy es solo una traducción latina.
(1) Lamentablemente por el momento me es imposible publicar el texto completo como siempre fue mi proceder, pero dado la importancia de esta obra, juzgue conveniente hacerlo así.
Espero que el lector sepa comprender y valorizar el texto ofrecido. – Sergio (Nuestros Antepasados)
Destino de justos y pecadores
Habiéndose puesto a orar, el bienaventurado Esdras dijo:
-Señor, dame confianza para que no tema al ver los juicios de los pecadores.
Y me fueron dados siete ángeles del Tártaro y me llevaron setenta grados hacia abajo, hacia el infierno. Así vi las puertas de fuego; se pasaba por una llama y a setenta y dos pies hacia fuera de la puerta vi que yacían dos seres como leones; de su boca, de sus orejas y de sus ojos salía como una llama fortísima. Y venían unos varones grandes que pasaban por entre las llamas que no las tocaban. Y pregunté a los ángeles que me conducían:
-¿Quiénes son estos que proceden con tanta alegría?
Me dijeron los ángeles:
-Estos son los justos cuya fama se levanta hasta el cielo. Estos son los que hicieron mucha limosna, vistieron a los desnudos y los calzaron y desearon un buen deseo.
Y venían otros para pasar las puertas y los perros los destrozaban.
Y decía el bienaventurado Esdras al Señor:
-Señor, perdona a los pecadores.
Pero no se compadecía de ellos. Y pregunté a los ángeles que me conducían:
-¿Quiénes son estos que están en una pena tan grande y en tantos tormentos?
Y me dijeron los ángeles:
-Estos son los que negaron al Señor; son los que en el domingo, día del Señor, antes de la misa yacieron con mujeres, y por ello están en un tormento tan grande […]
Castigo de los pecados impuros
Y me llevaron hacia abajo varios grados, hacia el infierno, y vi a unos hombres derribados cabeza abajo. Unos ángeles servían en fuego, otros los golpeaban con palancas de fuego. La tierra los interpelaba diciendo: “Golpead y no los perdonéis, porque cometieron crímenes sobre mi”.
Y preguntó el bienaventurado Esdras a los ángeles:
-¿Quiénes son estos que diariamente están en una pena tan grande?
Y me dijeron:
-Estos son los que yacieron con mujeres casadas. Estas son las mujeres casadas que no se adornaron para sus propios maridos, sino para agradar a otros y desearon un mal deseo […].
Y me llevaron hacia abajo dos veces quinientos grados, y vi un caldero y grandes (recipientes); su altura era de doscientos codos; allí ardía azufre y betún que se movían como la ola del mar. Y vinieron los justos y caminaron en medio de ellas, sobre las olas del fuego alabando el nombre del Señor, como si caminaran sobre el rocío.
Interrogue a los ángeles:
-¿Quiénes son estos que proceden con tanta alegría?
Y me dijeron:
-Estos son los que hicieron muchas limosnas y vistieron a los desnudos […].
El gusano inextinguible
Y caminé y vi en un lugar oscuro al gusano inextinguible; no pude calcular su longitud y su altura que superaba los setenta codos. Y ante su boca había muchos miles de pecadores, y cuando (el gusano) aspiraba su aliento, entraban en su boca como moscas, y cuando lo exhalaba, salían todos con otro color. Y dijo el bienaventurado Esdras a los ángeles:
-¿Quiénes son estos?
Y me dijeron:
-Estos están llenos de todo mal.
El río de fuego
Y caminé hacia adelante y vi un rio de fuego; y sobre él había una ola muy grande y su extensión podría calcularse como la de setenta pares de bueyes. Y cuando vinieron los justos lo pasaron con alegría y gozo. Y cuando venían los pecadores la ola se volvía estrecha como el hilo de cuerda de un instrumento. Caían a este rio confesando sus pecados y decían:
-Hemos hecho todos los males y ahora somos entregados a esta pena.
Y pedían, pero nadie se compadecía de ellos […].
Castigo del infanticidio y de otros pecados
Y vi asimismo otro horno en un lugar oscurísimo; allí eran enviado muchos. Preguntó el beato Esdras a los ángeles:
-¿Quiénes son estos?
Y dijeron:
-Estas son las que tuvieron hijos fruto del adulterio y los mataron.
Y los mismos niños interpelaban, diciendo:
-Señor, estas arrancaron el alma que tu nos distes.
Y vi a otras mujeres que colgaban del fuego, y unas serpientes chupaban sus pechos.
Y dije a los ángeles:
-¿Quiénes son estas?
Y me dijeron:
-Estas son las que mataron a sus pequeños y no dieron sus pechos a otros huérfanos […].
Los justos pasan por las llamas hasta el Paraíso. Su recompensa
Y me bajaron hacia abajo catorce grados hacia el infierno y vi allí a leones y camellos que yacían alrededor de la llama del fuego, y venían los justos y pasaban a través de ellos al Paraíso. Y vi muchos miles de justos, y sus moradas eran esplendidas durante todo tiempo. Allí había luz, gozo, alegría y bienestar. Estos son los que hicieron el bien sobre la tierra. No tenían tristeza, los nutria el maná del cielo porque dieron muchas limosnas. Otros muchos hay allí que no dieron limosnas, porque no tenían de donde; se sintieron atribulados a causa de su carencia. Ellos, los pobres, puesto que no tenían de dónde dar limosna, dijeron una palabra buena. Y estos eran más firmes en la piedad que otros que habían hecho muchas obras buenas. Alaban al Señor que amó la justicia. En efecto, es agradable la limosna generosa que está en torno a Él […].
Y preguntó el bienaventurado Esdras:
-Señor, ¿Qué hicieron los justos para no recibir castigo?
Dijo el Señor:
-El siervo que sirve bien a su dueño recibe la libertad; así los justos están en el reino de los cielos. Amén.
Traducción del latín de Domingo Muñoz León.
No hay comentarios:
Publicar un comentario