MITOS HEBREOS
CASAMIENTO DE ISAAC
Desde Jarán le llegó a Abraham la noticia de que su hermano Najor había sido bendecido con doce hijos, ocho de ellos de su esposa Melca, a saber Us, Buz, Qumuel, Quesed, Jazó, Peídas, Jidlaf y Batuel. Los otros cuatro eran hijos de una concubina, Raumo, a saber Tebai, Gajam, Tajas y Maaca. Najor tenía un nieto, Aram, hijo de Qumuel; y un nieto y una nieta hijos de Batuel: Labán y Rebeca.
Abraham llamó al más antiguo de los siervos de su casa, Eliézer, y le dijo:
"Pon, te ruego, tu mano bajo mi muslo, y júrame por Yahvéh, Dios de los cielos y de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en medio de los cuales habito, sino que irás a mi tierra, a mi parentela, a buscar mujer para mi hijo Isaac. Yo soy demasiado viejo para arreglar este asunto personalmente; vete, pues, haz la elección en mi nombre y lleva a la mujer a Hebrón".
Eliézer preguntó: "Y si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debe Isaac casarse con ella en Jarán?".
Abraham replicó: "¡Isaac nunca dejará la tierra que Dios nos ha dado! Si ella se niega, quedas liberado de tu juramento- Pero no temas: el ángel de Dios te preparará el camino".
Eliézer prestó el juramento, tomó diez de los camellos de su señor y se puso en camino, llevando consigo de cuanto bueno tenía su señor, y se dirigió a Aram Naharaim, a la ciudad de Najor.
Hizo que los camellos doblaran sus rodillas fuera de la ciudad, junto a un pozo de aguas, ya de tarde, a la hora de salir las que van a coger agua, y d i j o:
"Yahvéh, Dios de mi amo Abraham, haz que me salga ahora buen encuentro, y muéstrate benigno con mi señor Abraham. Voy a ponerme junto al pozo de agua mientras las mujeres de la ciudad vienen a buscar agua; la joven a quien yo dijere:
Inclina tu cántaro, te ruego, para que yo beba; y ella me respondiere: ''Bebe tú y daré de beber también a tus camellos, sea la que destinas a tu siervo Isaac''.
La primera mujer que llegó al pozo era joven, muy hermosa y vestía como una virgen. Bajó al pozo, llenó su cántaro y volvió a subir. Eliézer le pidió que le diera de beber un poco de agua de su cántaro, y ella le contestó: "Bebe, señor mío", y le entregó el cántaro. Eliézer bebió y esperó sus siguientes palabras.
Cuando ella dijo: "También para tus camellos voy a sacar agua" y se apresuró a vaciar el cántaro en el abrevadero, Eliézer comprendió que era la elegida por Dios. Tomó un arillo de oro de medio siclo de peso y dos brazaletes de diez siclos, también de oro, y después de poner el arillo en su nariz y los brazaletes en sus muñecas, le preguntó: "¿De quién eres hija tú?" Ella contestó: "Soy hija de Batueí, el hijo que Melca dio a Najor. Me llamo Rebeca".
Eliézer volvió a preguntar: "¿Hay lugar en casa de tu padre para pasar allí la noche?" Y ella contestó: "Hay en nuestra casa paja y heno en abundancia y lugar para pernoctar".
Entonces Eliézer se postró y agradeció a Dios que lo hubiera conducido a la casa de los hermanos de su señor.
Rebeca corrió a su casa para anunciar la llegada de Eliézer; y cuando su hermano Labán vio los adornos de oro que llevaba, corrió al pozo y le dijo a Eliézer:
"Ven, bendito de Yahvéh; ¿por qué te estás ahí fuera? Ya he preparado yo la casa y lugar para los camellos". Llevó a Eliézer y sus compañeros a la casa de Batuel, desaparejó a los camellos, dio a éstos paja y heno y agua al hombre y los que lo acompañaban para lavarse los pies, y después les sirvió de comer. Pero Eliézer dijo: "No comeré mientras no diga lo que tengo que decir". Luego habló a Batuel y
Labán de su misión, de las riquezas de Abraham y de su encuentro providencial con Rebeca, y terminó: "Ahora, si queréis hacer gracia y fidelidad a mi señor, decídmelo; si no, decídmelo también".
Batuel y Labán contestaron: "De Yahvéh viene esto; nosotros no podemos decirte ni bien ni mal. Ahí tienes a Rebeca; tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu señor, como lo ha dicho Yahvéh".
Cuando el siervo de Abraham hubo oído estas palabras, se postró en tierra ante Yahvéh; y sacando objetos de plata y oro y vestidos, se los dio a Rebeca, e hizo también presentes a su hermano y su madre. Pusiéronse luego a comer y a beber él y los que con él venían, y pasaron la noche. A la mañana, cuando se levantaron, dijo el siervo: "Dejad que me vaya a mi señor". El hermano y la madre de Rebeca dijeron: "Que esté la joven con nosotros todavía algunos días, unos diez, y después partirá". Él les contestó: "No retraséis mi vuelta, ya que Yahvéh ha hecho feliz el éxito de mi viaje; dejadme partir para que vuelva a mi señor". Ellos preguntaron a Rebeca: "¿Quieres partir luego con este hombre?" Cuando ella contestó: "Partiré", la dejaron ir con sus bendiciones. Labán d i j o : "Hermana nuestra eres; que crezcas en millares de millares y se adueñe tu descendencia de las puertas de sus enemigos".
Rebeca, acompañada por su nodriza Débora y sus doncellas, siguió a Eliézer a Canaán. Algunos días después, al ponerse el sol, llegaron al pozo de Atta-El-Roi, donde Dios había consolado a Agar. Rebeca se apeó del camello y preguntó:
"¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?" Eliézer le contestó: "Es el hijo de mi señor", y ella se apresuró a cubrirse el rostro con el velo.
Después de escuchar el relato de Eliézer, Isaac condujo a Rebeca a la tienda que había sido de su madre Sara. Esa noche se acostaron juntos y él se consoló de la muerte de su madre.
Algunos dicen que Abraham se proponía anteriormente elegir la esposa de Isaac entre las hijas de sus amigos Aner, Escol y Mambré, que eran hombres piadosos aunque cananeos. Pero Dios, cuando lo bendijo en el monte Moría, le reveló que la futura esposa sería la nieta recién nacida de su hermano Najor, pues los primos paternos de Isaac tenían el derecho de prioridad para reclamarlo como marido.
Pero como una niña no puede ser dada en matrimonio hasta que tiene por lo menos tres años y un día de edad, Abraham se abstuvo de enviar a Eliézer con su misión hasta que pasó ese tiempo; otros dicen que esperó catorce años, hasta que Rebeca fue nubil.
Cuando Abraham le prohibió que eligiese para Isaac una esposa cananea, Eliézer le ofreció su propia hija, pero Abraham replicó: "Tú, Eliézer,- eres un siervo, e Isaac ha nacido libre: los malditos no pueden unirse con los benditos".
Algunos dicen que entre los árameos un padre podía desflorar a su hija virgen antes de su boda, y que Batuel, al convenir en el casamiento de Rebeca, la habría deshonrado de esa manera si no hubiera muerto súbitamente- Según otros, Batuel, como rey de Jarán, pretendía tener el derecho exclusivo de desflorar a las desposadas y, cuando Rebeca se hizo nubil, los príncipes del país se reunieron y resolvieron: "¡A menos que Batuel trate ahora a su hija como ha tratado a las nuestras, mataremos a ambos!" .
Según otros, Labán, al ver los ricos regalos que Rebeca trajo cuando volvió del pozo, se propuso tender una emboscada a Eliézer, pero el temor de su estatura gigantesca y de sus numerosos acompañantes armados le hizo desistir. En cambio, simuló una gran amistad y puso ante Eliézer una fuente con comida
envenenada.
El arcángel Gabriel entró sin que nadie lo viera y cambió esa fuente por la de Batuel, quien murió instantáneamente. Aunque Labán y su madre querían que Rebeca se quedara en la casa hasta que hubieran llorado a Batuel durante una semana, Eliézer desconfió de Labán y exigió que Rebeca saliera de la casa inmediatamente.
Como era ya huérfana, podía tomar sus propias decisiones y le dijo a Labán:
"¡Iré, aunque sea contra tu voluntad!" Esto obligó a Labán a acceder, y la bendijo con tanta burla que permaneció estéril durante muchos años.
Cuando los viajeros se acercaban a Hebrón, Rebeca vio a Isaac que volvía del Paraíso y andaba cabeza abajo como los muertos. Se asustó, cayó del camello y le hirió el tocón de un arbusto. Abraham, que estaba en la puerta de la tienda, la saludó, pero dijo a Isaac: "Los siervos son capaces de cualquier engaño.
Lleva a esta mujer a tu tienda y examínala para ver si es todavía virgen después de este largo viaje en compañía de Eliézer". Isaac obedeció y, como encontró violada su virginidad, preguntó severamente cómo había sucedido eso.
Ella contestó: "Señor, me asustó tu aparición y caí al suelo, donde el tocón de un arbusto me atravesó los muslos". "¡No, te ha violado Eliézer!", gritó Isaac. Rebeca, jurando por el Dios Vivo que ningún hombre la había tocado, le mostró el tocón todavía humedecido con su sangre virginal, y él le creyó por f i n.
En lo que respecta al fiel Eliézer, que había estado a punto de morir a causa de un supuesto delito, Dios lo llevó vivo al Paraíso
Aparte de lo curioso de la historia, una de las cosas que más interés encuentro personalmente en la historia bíblica de los patriarcas es la mezcla de las dos ideas contrapuestas que no quedan quizá del todo bien forjadas: El carácter nómada de Abraham y de los patriarcas con esa idea-mito de la tierra prometida. Y es que, es evidente, la propiedad de la tierra no era una cuestión primordial para los nómadas.
ResponderEliminarPensémos en Abraham: Sale de Ur de Caldea (sur de Irak), va al norte siguiendo el Eufrates (hasta el sur de Turquía) y luego baja por la costa sirio-palestina hasta más o menos la altura de la actual Jerusalén. En algún momento, baja aún más, a Egipto, en época de carestía. ¿Es un viaje real? Pues no lo sé, pero es posible, porque está usando las rutas comerciales de su época, por donde mercaderes y nómadas comúnmente se desplazaban constantemente. Los nómadas apenas tenían algunos establecimientos temporales, lugares que servían de referencia, como altares (en Genésis sólo se habla de altares como mera acumulación de rocas sin labras sobre las que se vierte oléo) y tumbas. He mencionado Egipto, más allá de la historia de que hiciera pasar a su esposa por su hermana, el faraón le da riquezas a Abraham, ¿y qué le da?:
"A Abram le trataron muy bien por amor de ella, y tuvo ovejas, ganados, asnas y camellos".
Le dan GANADO. La riqueza fundamental para un nómada, que se puede desplazar con sus rebaños pero, evidentemente, no si tuviera tierras de cultivo. De Isaac no se dice mucho en la Biblia, pero tanto Jacob como José y sus hermanos, historias aparte, viajan dentro del mismo circuito. Siguen siendo nómadas.
La idea de la tierra prometida, cuestión de fe aparte, es más propia de una cultura sedentaria, como será la hebrea cuando se establezcan y aparezca el reino de Israel. También en relación se puede mencionar la aparente "obsesión" de dar "al anatema" a las poblaciones que vemos en el relato de la conquista de la tierra prometida (empieza en "Números" y se desarrolla sobre todo en "Josúe" y terminá más o menos en "Jueces"). Más allá de relatos de violencia, debemos verlo como un "truco" para legitimar la presencia de los hebreos en el lugar: ¿cómo? Muy fácil. Pueden decir que están allí porque son los más antiguos pobladores, y son los más antiguos porque a todos los que había antes los han matado. Así de sencillo.
Saludos