MITOS HEBREOS
LA BENDICIÓN ROBADA
POR ROBERT GRAVES y RAPHAEL PATAI
Isaac envejeció y quedó ciego. Como tenía ya ciento veintitrés años de edad, sintió que la muerte se le acercaba y llamó a Esaú a su tienda. "Hijo mío —le dijo—, toma tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo a cazar, y me haces un guiso como sabes que a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma, y después te bendiga antes de morir." Rebeca, que había oído las palabras de Isaac, llamó a Jacob tan pronto como Esaú se perdió de vista, y le d i j o: “He oído a tu padre hablar a Esaú, tu hermano, y decirle: Traéme caza y prepáramela, para que la coma y te bendiga delante de Yahvéh antes de mi muerte. Ahora, pues, hijo mío, obedéceme y haz lo que yo te mando. Anda, vete al rebaño y tráeme dos cabritos gordos, para que yo haga con ellos a tu padre un guiso como a él le gusta, y se lo lleves a tu padre, y lo coma y te bendiga antes de su muerte". Contestó Jacob a Rebeca, su madre: "Mira que Esaú, mi hermano, es hombre velludo y yo soy lampiño, y si me toca mi padre apareceré ante él como un mentiroso, y traeré sobre mí una maldición en vez de la bendición". Su madre le tranquilizó: "Sobre mí tu maldición, hijo mío; pero tú obedéceme. Anda y tráemelos".
Jacob obedeció. Rebeca preparó el guiso, vistió a Jacob con las mejores ropas de Esaú y le cubrió las manos y el cuello con las pieles de los cabritos. Puso el guiso y el pan que había hecho en manos de Jacob, y éste se los llevó a su padre y le d i j o : "Padre mío". "Heme aquí, hijo mío", contestó Isaac. "¿Quién eres, hijo mío?" Y le contestó Jacob: "Yo soy Esaú, tu hijo primogénito. He hecho como me dijiste. Levántate, pues, te ruego; siéntate y come de mi caza, para que me bendigas". Isaac le preguntó: "¿Cómo tan pronto hallaste, hijo mío?' Y Jacob le respondió: "Porque hizo Yahvéh, tu Dios, que se me pusiera delante". Dijo Isaac a Jacob: "Anda, acércate para que yo te palpe, a ver si eres o no mi hijo Esaú". Jacob se acercó a su padre, que le palpó y d i j o : "La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú". Y no le conoció, porque estaban sus manos velludas como las de Esaú, y se dispuso a bendecirle. Todavía le preguntó: "¿De verdad eres tú mi hijo Esaú?" Y él contestó: "Yo soy". Entonces dijo Isaac:
"Acércame la caza para que yo coma de ella, hijo mío, y te bendiga".
Jacob se la acercó e Isaac comió, y le dio también vino y bebió- Luego dijo Isaac: "Acércate y bésame, hijo mío", y Jacob se acercó y le besó; y en cuanto olió la fragancia de sus vestidos le bendijo, diciendo: "¡Oh, es el olor de mi hijo como el olor de un campo al que ha bendecido Yahvéh! Déte Dios el rocío del cielo y la grosura de la tierra y abundancia de trigo y mosto.
Sírvante pueblos Y prostérnense ante ti naciones; sé señor de tus hermanos y póstrense ante ti los hijos de tu madre, Maldito quien te maldiga y bendito quien te bendiga, Tan pronto como Isaac terminó su profecía Esaú volvió de su cacería afortunada con el guiso que había hecho y que llevó a su padre y le d i j o:
"Levántese mi padre y coma de la caza de su hijo para que me bendiga"- Isaac le preguntó: "¿Quién eres tú?" Esaú contestó: "Soy tu hijo primogénito, Esaú". Isaac se quedó pasmado y volvió a preguntar: "¿Quién es entonces el que me ha traído la caza y he comido de todo ello antes que tú vinieras, y le he bendecido, y bendito está?" Al oír Esaú las palabras de su padre rompió a gritar y a llorar amargamente y le d i j o : "Bendíceme también a mí, padre mío". Isaac le contestó: "Tu hermano ha venido con engaño y se ha llevado la bendición".
Esaú dijo: "¿No es su nombre Jacob? Dos veces me ha suplantado: me quitó la primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición.
¿No tienes ya bendición para mí?" Isaac respondió: "Le he hecho señor tuyo, y todos sus hermanos se los he dado por siervos; le he atribuido el trigo y el mosto.
A t i , pues, ¿qué voy a hacerte, hijo mío?" Esaú insistió: "Bendíceme también a mí, padre mío". Y entonces Isaac volvió a profetizar:
Fuera de la grosura de la tierra será tu morada y fuera del rocío que baja de los cielos.
Vivirás de tu espada y servirás a tu hermano; mas cuanto te revuelvas romperás su yugo de sobre tu cuello.
Concibió Esaú contra su hermano Jacob un odio profundo por lo de la bendición que le había dado su padre, y se dijo en su corazón: "Cerca están los días de duelo por mi padre; después mataré a Jacob, mi hermano".
Algunos dicen que Dios envió un ángel para que retuviera a Esaú en el desierto mientras Rebeca preparaba el guiso e Isaac comía hasta hartarse. Cada vez que Esaú mataba un venado, dejaba su cuerpo en tierra e iba a cazar otro, el ángel resucitaba al animal y lo dejaba escapar. Y cada vez que Esaú mataba un ave, le cortaba las alas y continuaba la cacería, el ángel hacía que huyese volando; así, al final, Esaú sólo pudo llevar a Isaac carne de perro.
Otros dicen que, aunque Jacob obedeció a su madre a causa del quinto mandamiento, aborrecía el engaño al que se le obligaba; las lágrimas fluían de sus ojos y en su corazón rogaba a Dios que le evitase esa vergüenza; y dos ángeles le apoyaban.
Pero, como Rebeca era profetisa, sabía que Jacob tenía que pasar por esa prueba y d i j o : "¡Ten valor, hijo mío! Cuando Adán pecó, ¿no fue maldecida la Tierra, su madre? Si es necesario le diré a tu padre que yo he actuado porque conozco las maldades de Esaú". Pero Jacob no le mintió a Isaac, pues sólo d i j o:
"Soy tu primogénito", lo que era verdad, pues había comprado la primogenitura de Esaú.
Otros dicen que los vestidos de Esaú que le puso Rebeca eran los que Dios había hecho para Adán y Eva y ahora le correspondían legítimamente a Jacob, e Isaac reconoció su fragancia paradisíaca.
Sin embargo, cuando descubrió el engaño de que había sido objeto, se enojó y habría maldecido a Jacob, pero Dios le advirtió: "¿No dijiste 'Maldito quien te maldiga y bendito quien te bendiga?" En consecuencia, Isaac le dijo a Esaú: "Mientras Jacob sea digno de que le sirvan, debes servirle. Pero cuando deje de obedecer la Ley de Dios, rebélate y hazle tu sirviente".
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