"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

domingo, 8 de julio de 2012

MITOS HEBREOS -TRUEQUE DEL DERECHO DE PRIMOGENITURA-


MITOS HEBREOS
TRUEQUE DEL DERECHO DE PRIMOGENITURA

POR ROBERT GRAVES y RAPHAEL PATAI


Hizo un día Jacob un guiso, y llegando Esaú del campo, muy fatigado, dijo a Jacob: "Por favor, dame a comer de ese guiso rojo, que estoy desfallecido". Por esto se le dio a Esaú el nombre de Edom. Contestóle Jacob: "Véndeme ahora mismo tu primogenitura". Respondió Esaú: "Estoy que me muero; ¿qué me importa la primogenitura?" "Júramelo ahora mismo", le dijo Jacob; y juró Esaú, vendiendo a
Jacob su primogenitura. Dióle entonces Jacob pan y el guiso de lentejas; y una vez que comió y bebió, se levantó Esaú y se fue, sin dársele nada de la primogenitura.
Algunos excusan la aparente falta, no sólo de amor fraterno, sino también de humanitarismo común de Jacob. Dicen que él sabía que Esaú acababa de tender una emboscada al rey Nimrod —quien todavía vivía a la edad de doscientos quince años— y que lo había asesinado, pues cada uno de ellos estaba celoso por la fama del otro como cazador. Fue la larga persecución de Esaú por los vengativos compañeros de Nimrod la que lo puso en aquel aprieto- Jacob, ciertamente, compró el derecho de primogenitura de Esaú con la aprobación de Dios, porque hasta que la Tienda de la Asamblea se levantó en el desierto siglos después, sólo el primogénito de cada familia podía ofrecer sacrificios, y Jacob se preguntó: "Este malhechor, colocado ante el altar de Dios, ¿será bendecido por Él?" Además, Esaú
accedió fácilmente a vender el derecho de primogenitura por temor a que lo mataran en el altar por haberse burlado de la resurrección de los muertos, Otros dicen que Esaú exigió también a Jacob una gran cantidad en oro, porque su derecho de primogenitura le otorgaba una parte doble en la herencia de Canaán; y que después habría repudiado la venta si Jacob no le hubiera hecho jurar por temor a su padre Isaac, a quien quería tiernamente, y si Miguel y Gabriel no hubiesen sido testigos de su firma del convenio.
Esaú mostraba a Isaac un amor ejemplar; todos los días le llevaba carne de venado y nunca entraba en su tienda sino con vestidos de fiesta. Por eso fue recompensado cuando Josué entró en Canaán y Dios prohibió a los hijos de Israel que atacaran a sus primos edomitas, diciéndoles: "Debo reconocer cómo honró a su padre'. En verdad, Esaú disfrutó de una gran prosperidad durante toda su vida.

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