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HISTORIA ECLESIÁSTICA
Eusebio de Cesarea
Fuente: Historia Eclesiástica, de
Eusebio de Cesarea, tomo I. Editorial CLIE
EUSEBIO DE CESAREA vivió bajo la
persecución de Diocleciano, asistió a los cambios que trajeron la paz a la
Iglesia, y se encontró enseguida en el centro de la controversia arriana.
Nació probablemente en Cesarea de
Palestina, hacia el 263. Fue discípulo de Pánfilo de Cesarea y, a través de él,
de Orígenes, y conservó siempre una gran veneración por ambos. Cesarea era
entonces un centro importante del saber, por obra de Orígenes, y la biblioteca
que éste había fundado era extremadamente rica. El año 313, Eusebio comienza a
ser obispo de Cesarea.
Cuando estalló la gran crisis
arriana, no parece que Eusebio se diera cuenta de la gravedad del problema. Al
principio defendió a Arrio; luego se pronunció por la divinidad del Hijo, pero
se opuso al empleo del término homousios, pues le parecía que llevaba al
modalismo, e insistía en que esa divinidad del Hijo se debe formular con
expresiones bíblicas, y no con términos filosóficos; al final acabó firmando
las actas del concilio de Nicea, aunque protestando interiormente.
Tuvo una actuación destacada en
el sínodo de Antioquía (330) que substituyó al obispo de esta ciudad por uno
arriano, y en el sínodo de Tiro (335), que excomulgó a San Atanasio. También
escribió dos tratados contra el obispo Marcelo de Ancira, niceno, que fue
depuesto poco después. Eusebio murió el año 339.
Su posición doctrinal se suele
definir como semiarriana pues, aunque se oponía a la terminología de Nicea,
defendía que el Hijo era Dios.
Eusebio de Cesarea no es un
pensador profundo, y su estilo no es elegante ni diáfano. En cambio su
erudición era inmensa, y notable su espíritu de investigador. Entre los padres
griegos, sólo Orígenes le supera en la amplitud de sus conocimientos, tanto
sagrados como profanos. Por eso, mientras sus obras de controversia tienen en
general un valor relativo a causa de esta misma falta de profundidad, sus obras
de historia son una mina de información; a algunos autores cristianos y a sus
obras los conocemos sólo a través de él, pues a menudo cita textualmente largos
párrafos de sus escritos. De manera que Eusebio se considera como el fundador
de la Historia de la Iglesia y, podríamos también añadir, de la Patrología. Son
esas obras históricas las que le han dado su merecida fama.
La primera que escribió, en los
alrededores del 303, es la Crónica; se conserva en una traducción armenia del
siglo vi que a su vez se basa en una revisión hecha por el mismo Eusebio. Es un
resumen de la historia de la humanidad, desde los principios conocidos, en la
que sigue a una serie de autores clásicos; su segunda parte está formada por
unos cuadros sincrónicos construidos a partir de Abraham. Con ella pretendía demostrar
que la religión judía, de la que la cristiana es continuación, es la más
antigua de todas. El sentido crítico de Eusebio es bueno, y esta obra
constituye una de las fuentes en que más se ha podido apoyar la investigación
histórica moderna.
La Historia eclesiástica cubre
desde los principios hasta el año 324. Es sobre todo una colección muy valiosa
de hechos y documentos de la vida de la Iglesia, recogidos también con un
notable sentido crítico. Tuvo un gran éxito y fue muy copiada y conocida, tanto
en Oriente como en Occidente. Es una de las fuentes mejores que tenemos para
conocer la antigüedad cristiana.
Los mártires de Palestina
describe la persecución del año 303 al 311, y los hechos que narra son bien
conocidos del autor, contemporáneo de ellos.
En el terreno de las Sagradas
Escrituras y de la exégesis, Eusebio continuó con la labor de restitución del
texto bíblico que había iniciado Orígenes; compuso una tabla para localizar
fácilmente los pasajes comunes de los cuatro evangelios (cánones eusebianos); preparó un diccionario
geográfico de los lugares nombrados en la Biblia (Onomasticón) que se conserva,
y que era una parte de una obra más completa de geografía bíblica. También
tiene algunas obras de exégesis (de los Salmos, de Isaías) y tratados destinados
a esclarecer algunos puntos obscuros (preguntas y respuestas sobre los
evangelios, la poligamia de los patriarcas, la Pascua).
Libro 2
Nota: el subrayado es mío, me
pareció interesante remarcar algunos párrafos. (Sergio – Nuestros Antepasados)
Hemos compuesto nuestro libro a partir de los de Clemente, Tertuliano,
Josefo y Filón.
Prefacio
1. En el primer libro hemos
expuesto con breves pruebas todos los detalles necesarios para el prefacio de
la Historia Eclesiástica: la divinidad del Verbo Salvador, la antigüedad de las
afirmaciones de nuestra enseñanza y cómo la conducta evangélica de los
cristianos es la más antigua; y, además, todo cuanto se refiere a la reciente
aparición de Cristo, a su ministerio antes de la Pasión y a la elección de los
apóstoles.
2. En el presente centraremos
nuestra atención en los hechos posteriores a su Ascensión. Algunos los citamos
de las divinas Escrituras, pero otros de fuentes exteriores, de documentos que
mencionaremos a su debido tiempo.
Sobre la vida de los apóstoles después de la ascensión de Cristo
I 1. Así pues, el primero que
fue elegido, por suerte para el apostolado, en lugar del traidor Judas, fue
Matías, el cual, como ya demostramos, había sido discípulo del Señor. También
los apóstoles por la oración y la imposición de manos instituyeron a siete
varones acreditados para el ministerio debido al servicio común; se trataba de
Esteban y sus compañeros.
Éste fue el primero,
después del Señor y casi simultáneamente con la imposición de manos (como si
fuera elevado para este mismo servicio), en ser llevado a muerte apedreado
por los que mataron al Señor, y de este modo también fue el primero en
llevar la corona (a la que se refiere su nombre) de los mártires de Cristo,
dignos de la victoria.
2. Luego, estaba también
Santiago, al que llamaban hermano del Señor, porque fue llamado hijo de José.
Sin embargo, el padre de Cristo era José y con él estaba desposada la Virgen;
pero «antes que se juntasen se halló que había concebido del Espíritu Santo»,
como enseña la Santa Escritura de los Evangelios. Así pues, este Santiago,
al que los antiguos pusieron el sobrenombre de Justo por la excelencia de su
virtud, se da cuenta que fue el primero en recibir el trono episcopal de la
iglesia de Jerusalén.
3. Clemente, en el libro
VI de las Hypotyposeis, sostiene lo siguiente: «Dicen que Pedro, Jacobo y
Juan, después de la ascensión del Salvador, no consideraron para ellos mismos
este honor, aunque eran los más estimados por el Salvador, sino que ordenaron
obispo de Jerusalén a Santiago el Justo».
4. En el libro VII de la misma
obra, el autor añade lo siguiente acerca de Santiago: «El Señor, después de
su ascensión, entregó el conocimiento a Santiago el Justo, a Juan y a Pedro;
éstos a su vez lo entregaron a los otros apóstoles y a los setenta; entre ellos
se hallaba Bernabé.»
5. En efecto, había dos
Santiago: uno, el Justo, que fue lanzado desde el pináculo del templo y azotado
hasta morir con un garrote batanero, y el otro, que fue decapitado.
Igualmente Pablo menciona a Santiago el Justo cuando dice por escrito: «Pero no
vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor».
6. Entonces también fue llevada a
cabo la promesa de nuestro Salvador, hecha al rey Osroene. Según esto, Tomás,
impulsado por Dios, envió a Tadeo a Edesa como predicador y evangelista de la
enseñanza de Cristo al mundo que hemos demostrado hace poco en documentos
escritos encontrados allí.
7. Tadeo, tras detenerse en aquel
lugar, sana a Abgaro por la palabra de Cristo y deja maravillados a todos los
presentes por sus asombrosos milagros. Y cuando los hubo dispuesto convenientemente
con sus obras, guardándolos luego hacia la veneración del poder de Cristo, los
hizo discípulos de la enseñanza del Salvador. Desde aquel momento hasta
nuestros días toda la ciudad de Edesa está consagrada al nombre de Cristo; de
este modo dan un singular ejemplo de nuestro Salvador y de sus buenas obras
para con ellos.
8. No obstante, sea suficiente lo
dicho citando antiguas versiones y vengamos de nuevo a la Divina Escritura. Así
pues, con el martirio de Esteban comenzó la primera y gran persecución de la
iglesia de Jerusalén por medio de los propios judíos. Entonces todos los
discípulos, con la sola excepción de los doce, se esparcieron por Judea y
Samaria. Algunos, de acuerdo con la Divina Escritura, cuando llegaron a
Fenicia, Chipre y Antioquía, faltándoles todavía coraje para compartir la
palabra de la fe con los gentiles, sólo la anunciaban a los judíos.
9. Entonces Pablo todavía
«asolaba la iglesia, y entrando casa por casa arrastraba a hombres y mujeres, y
los entregaba en la cárcel».
10. No obstante, Felipe, que
se hallaba entre los escogidos juntamente con Esteban para el diaconado,
siendo también uno de los esparcidos, descendió a Samaria, y, lleno del
poder de Dios, fue el primero en anunciar la palabra a los habitantes de aquel
lugar, y era tal la divina gracia que actuaba en él, que con sus
palabras persuadió a Simón el mago y a una gran multitud.
11. En aquel momento Simón era
escuchado por los ilusos de su tiempo debido al poder de su magia, hasta el
punto de creerse él mismo que era el gran poder de Dios. Pero entonces también
él, maravillándose ante las sorprendentes proezas que Felipe realizaba por el
poder de Dios, se introdujo sigilosamente y simuló su fe en Cristo hasta el
bautismo.
12. También cabe admirar lo que
todavía hoy sobreviene a los que participan en su herejía extremadamente
infame. Ellos, de acuerdo con el método de su precursor, se introducen
sigilosamente en la Iglesia, a modo de enfermedad pestilencial y sarnosa, y
corrompen en sumo grado a los que logran inocular el virus terrible y sin
remedio que llevan escondido. Pero la mayoría ya fueron rechazados cuando se
les sorprendió en semejante maldad, del mismo modo que lo fue Simón cuando
le descubrió Pedro y le hizo pagar el justo castigo.
13. Sin embargo, la predicación
de la salvación iba avanzando satisfactoriamente y a diario. Entonces una orden
llevó fuera de Etiopía a un funcionario de la reina. (Este país todavía hoy,
siguiendo una costumbre ancestral, es gobernado por una mujer.) Éste fue el
primer gentil que participó en los misterios de la Palabra de Dios
(habiéndosele aparecido Felipe) y las primicias de los creyentes en toda la
tierra; además, según sostiene un documento, una vez vuelto a la tierra patria,
también fue el primero en anunciar el conocimiento del Dios del Universo y la
presencia vivificadora entre los hombres de nuestro Salvador. De este modo se
cumplía, gracias a él, la profecía que dice: «Etiopía se apresurará a extender
sus manos hacia Dios.»
14. A éstos hay que añadir a
Pablo, el instrumento escogido no de hombres ni por hombres. Este fue designado
apóstol por la revelación del propio Jesucristo y de Dios el Padre que lo
resucitó de los muertos; fue considerado digno de la llamada por una visión y
por una voz del cielo durante la revelación.
Cómo se turbó Tiberio cuando Pilato le refirió acerca de Cristo
II 1. La noticia de la
maravillosa resurrección de nuestro Salvador y de su ascensión a los cielos era
conocida ya por la mayoría. Ahora bien, antiguamente los gobernadores de las
naciones tenían la obligación de comunicar al rey todo cuanto ocurría fuera de
lo común, a fin de que nada escapara a su conocimiento. Por esta razón Pilato
notificó a Tiberio los rumores que corrían por toda Palestina acerca de la
resurrección de entre los muertos de nuestro Salvador Jesús.
2. Señaló también otros prodigios
suyos y que ya muchos creían: que el era Dios porque, una vez muerto, resucitó
de los muertos. Se cuenta que Tiberio lo expuso al Senado, pero éste lo
denegó, según parece, porque no había sido sometido a prueba primero (una ley
antigua ordenaba que nadie fuese divinizado en Roma sin voto y decreto del
Senado). Pero la verdad es que la enseñanza salvadora de la predicación de
Dios no precisa confirmación ni aprobación humanas.
3. De este modo, el Senado romano
rehusó la notificación presentada acerca de nuestro Salvador. Pero Tiberio
mantuvo firmemente su primera intención y nada extraño ideó en contra de las
enseñanzas de Cristo.
4. En su Apología por los
cristianos, Tertuliano, que conocía con exactitud las leyes romanas, famoso por
diversos hechos y muy notable en Roma, redacta estas cosas escribiendo en el
idioma de Roma, pero traducido al griego. A continuación cito textualmente sus
palabras:
5. «Pero a fin de poder discutir
tomando como nuestra base el origen de estas leyes, había una antigua orden
según la cual nadie debía ser consagrado como Dios por el rey antes de ser
examinado por el Senado. De este modo procedió Marco Emilio con cierto ídolo
llamado Alburno. Este hecho también corrobora nuestro mensaje: que entre
vosotros se otorga la divinidad por decisión humana. Cuando un Dios es desagradable
a los hombres, no llega a ser Dios. Según esto es preciso que el hombre sea
favorable a Dios.
6. Así pues, Tiberio, en
tiempos del cual entró en el mundo el nombre de cristianos, en el momento en
que le fue anunciada esta doctrina que venía de Palestina —pues allí
empezó—, se la comunicó al Senado, mostrándoles que a él le agradaba esta
doctrina. No obstante, el Senado la rehusó por no haberla aprobado antes.
Pero Tiberio persistió en su decisión anterior y amenazó con la muerte a los
acusadores de los cristianos».
La providencia celestial, según
su propio plan, puso esto en el pensamiento de Tiberio, para que la palabra del
Evangelio, sin obstáculos, recorriera todos los rincones de la tierra.
Cómo la palabra de Cristo recorrió todos los rincones del mundo en
breve tiempo
III 1. De este modo la palabra
salvadora iluminó de una vez toda la tierra, a manera de un rayo de sol, por un
poder y un socorro del cielo. En ese mismo instante, de acuerdo con las Divinas
Escrituras: «Por toda la tierra ha salido la voz» de sus evangelistas
inspirados y apóstoles, «y hasta los fines de la tierra sus palabras».
2. Así pues, en toda ciudad y
aldea, como en una era repleta, se formaban, simultáneamente, iglesias con
muchísimos asistentes, aquellos que por sucesión hereditaria y por el extravío
original tenían sus almas encadenadas a la antigua epidemia de la superstición
idolátrica, y gracias al poder de Cristo, y por medio de la enseñanza y los
milagros de sus discípulos, abandonaron los ídolos como si se tratara de amos
terribles, habiéndose ya liberado de sus amargas prisiones; además desecharon
definitivamente todo politeísmo demoníaco y confesaron la existencia de un solo
Dios, el Creador de todas las cosas. A este Dios veneraban con los ritos de la
piedad verdadera, siguiendo un culto divino e inteligente: el que nuestro
Salvador había engendrado en la vida de los hombres.
3. Así pues, la gracia divina ya
se esparcía por todos los pueblos y especialmente en Cesarea de Palestina,
donde primero Cornelio con toda su casa recibió la fe en Cristo gracias a una
aparición divina y al servicio de Pedro. En Antioquía también recibieron la
palabra gran número de griegos, a los cuales habían predicado los que fueron
esparcidos en el tiempo de la persecución contra Esteban. Por aquel entonces, cuando
la iglesia de Antioquía florecía y aumentaba, hallándose allí muchos profetas
de Jerusalén, y juntamente con ellos Bernabé, Pablo y otros muchos hermanos,
surgió por primera vez el nombre de «cristiano», brotando de esa iglesia
como si se tratara de un manantial vivo y fecundo.
4. También Ágabo se encontraba
entre estos profetas y profetizaba de un hambre que había de tener lugar en
poco tiempo, y por esto Pablo y Bernabé fueron envialos para cuidarse del
servicio de los hermanos.
Cómo, después de Tiberio, Cayo nombró rey de los judíos a Agripa y
castigó a Herodes con el destierro perpetuo
IV 1. Tiberio, después de
haber reinado unos veintidós años, murió. Cayo le sucedió en el mando e
inmediatamente impuso a Agripa la diadema del gobierno de los judíos y le hizo
rey sobre las tetrarquías de Felipe y Lisanias, añadiendo poco después la de
Herodes (éste era el Herodes del tiempo de la Pasión del Salvador), el
cual, juntamente con su mujer, Herodías, fue castigado al destierro perpetuo
por la gran cantidad de sus delitos. Josefo también da testimonio de estos
detalles.
2. Por entonces Filón cobraba
gran fama entre muchos, y era sobresaliente, no sólo entre los nuestros, sino
también entre los que disponían de una instrucción pagana.
Y, a pesar de su origen hebreo,
en nada fue inferior a los que en Antioquía eran ilustres por su madurez.
3. En su obra se aprecia
claramente la extensión y la calidad del trabajo que dedicó a sus estudios
divinos patrios; tampoco se puede decir nada acerca de su instrucción
filosófica y liberal de los paganos, puesto que, según se cuenta, superaba a
todos sus contemporáneos, principalmente en su gran celo por el estudio de
Platón y de Pitágoras.
Cómo Filón hizo una embajada a Cayo en favor de los judíos
V 1.Este Filón relata en
cinco libros todo lo acontecido a los judíos en tiempos de Cayo, refiriendo
además la locura de Cayo cuando se autodenominó Dios y cometió innumerables
ultrajes estando en el gobierno.
También añade las desgracias de
los judíos durante su mandato, y la embajada que Filón mismo llevó a cabo,
enviado desde Roma, en favor de sus hermanos de raza en Alejandría. Cuenta cómo
se personó ante Cayo para defender las leyes patrias, pero únicamente obtuvo
burlas y sarcasmos y poco le faltó para perder la vida en esta empresa.
2. Josefo también hace referencia
a estos hechos en el libro XVIII de sus Antigüedades. Textualmente dice: «Y
como tuviera lugar una querella en Alejandría entre los judíos que vivían allí
y los griegos, eligieron tres embajadores de cada partido para acudir a la
presencia de Cayo.
3. «Entre los embajadores
alejandrinos se hallaba Apión, el cual maldecía en gran manera a los judíos,
argumentando, entre otros detalles, que le desdeñaban el culto al César porque
todos los que estaban bajo el imperio romano construían altares y templos a
Cayo y lo consideraban en todo aspecto como a los dioses; sin embargo, los
judíos eran los únicos en pensar que era indigno honrarle con estatuas y hacer
juramento por su nombre.
4. »Apión pronunció muchas y
severas palabras evidentemente con la esperanza de provocar a Cayo; pero Filón,
el principal de la embajada de los judíos (varón célebre en todas las cosas, y
hermano del albarca Alejandro y conocedor de la filosofía), era capaz de
responder en su defensa en estas ocasiones.
5. »No obstante, Cayo le
interrumpió y le mandó alejarse. Estaba muy irritado y era manifiesto que iba a
acarrearles algún mal. Filón salió afrentado y dijo a los judíos que le
acompañaban, que era necesario cobrar fuerzas, pues Cayo, aunque se había
irritado con ellos, de hecho estaba marchando en contra de Dios».
6. Hasta aquí Josefo. El mismo
Filón, en su obra Embajada, también nos muestra en detalle y con exactitud lo
que él hizo entonces. Dejaré la mayoría de los hechos, y presentaré únicamente
aquellos que pueden demostrar todo cuanto sobrevino, de una vez y en corto
espacio de tiempo, a los judíos debido a su crimen en contra de Cristo.
7. Primeramente cuenta que en
tiempo de Tiberio, y en la ciudad de Roma, Sejano, con una gran influencia por
entonces sobre el emperador, decidió celosamente destruir toda la raza, y que
también en Judea, Pilato, bajo quien se llevó a cabo el crimen contra el
Salvador, realizando alguna intentona acerca del templo, que se hallaba todavía
en Jerusalén, en contra de todo lo que era lícito a los judíos, los perturbó en
extremo.
Acerca de los males que desembocaron sobre los judíos después de su
crimen contra Cristo
VI 1. Después de muerto Tiberio,
Cayo tomó el mando y llevó a cabo innumerables afrentas contra muchos, pero muy
especialmente para dañar sobremanera a toda la raza judía. No obstante, será
mejor escuchar las palabras de Filón, las cuales cito brevemente:
2. «Así el carácter de Cayo
era para con todos muy caprichoso, pero en mayor grado para con el pueblo
judío, a quienes odiaba profundamente. Empezando en Alejandría, y siguiendo
en otras ciudades, les usurpé las sinagogas, llenándolas de imágenes y de
estatuas con su propia figura (pues quien a otros permitía colocarlas, él mismo
se las construía con su poder), pero en la Ciudad Santa, el templo,
intacto hasta entonces porque lo hablan tenido por signo de toda
inviolabilidad, lo cambió y lo transformó en un templo de su propiedad para
que fuera llamado "Templo de Cayo, Nuevo Zeus Epífano".»
3. Filón también refiere
otras incontables e indescriptibles desgracias que agobiaron a los judíos en
Alejandría por aquel entonces, en su segundo libro titulado Sobre las virtudes.
Josefo corrobora sus palabras cuando señala, del mismo modo, que las
desgracias de todo el pueblo empezaron en los tiempos de Pilato y de los
crímenes contra el Salvador.
4. Escucha, pues, lo que expone
literalmente en el libro II de su Guerras de los judíos: «Pilato, que había
sido enviado por Tiberio a Judea como gobernador, introdujo en Jerusalén,
durante la noche y a escondidas, las efigies del César llamadas enseñas. Al día
siguiente, este acto provocó gran confusión entre los judíos. Pues ellos
quedaron fuera de sí al ver cómo habían sido pisoteadas sus leyes, porque no
permiten en absoluto que se erijan imágenes en la ciudad».
5. Asimismo, si comparas todos
estos detalles con las Escritaras de los Evangelios, notarás que pronto fueron
alcanzados por el grito que pronunciaron ante el propio Pilato, con el que
clamaban que no tenían a otro rey que César.
6. A continuación el mismo autor
narra otra desgracia que sobrevino a los judíos, del siguiente modo: «Luego
inició otro desorden al gastar todo el tesoro sagrado, llamado corbán, para
traer agua desde la distancia de trescientos estadios. Esto provocó la
irritación del pueblo.
7. »Y, cuando Pilato llegó a
Jerusalén, le rodearon gritando todos a un mismo tiempo. Pero él ya presentía
este alboroto, por lo que hizo mezclar entre el pueblo a varios soldados
armados disfrazados con ropa de paisano, ordenándoles que no usaran sus
espadas, pero que debían golpear con palos a los que vociferaban. Desde su
estrado dio la señal convenida. Entonces muchos judíos heridos murieron, unos
por los golpes, y otros al ser aplastados por los suyos en la huida. La
multitud, consternada por la desgracia de los que perecieron, guardó silencio.»
8. El mismo autor nos informa de
muchas otras sublevaciones suscitadas en Jerusalén, además de las que ya hemos
mencionado, e incluso declara que desde entonces ya nunca faltaron, ni en la
ciudad ni en toda Judea, revueltas, guerras y maquinaciones de unos contra
otros, hasta el momento final en que le sobrevino el asedio de Vespasiano.
De este modo, pues, la
justicia de Dios perseguía a los judíos por sus crímenes contra Cristo.
Cómo también Pilato se suicidó
VII No debemos pasar por alto la
tradición según la cual el mismo Pilato de los tiempos del Salvador se
vio arrojado en tan grandes desgracias cuando Cayo estaba en el poder (cuya
época tratamos anteriormente), que no encontró otra salida fuera de
suicidarse y convertirse en ese modo en vengador de sí mismo.
Por lo visto, la justicia divina
lo alcanzó en poco tiempo; esto lo relatan también los griegos en las
olimpíadas, junto con los acontecimientos de cada época.
Acerca del hambre en tiempos de Claudio
VIII 1. Cayo no había cumplido el
cuarto año en el poder cuando le sucedió como emperador Claudio. Durante el
reinado de éste el hambre cayó sobre el mundo. (Esto también lo presentan en
sus relatos los escritores más lejanos a nuestra doctrina.) De este modo se
cumplió finalmente la predicación del profeta Agabo, el cual, según los Hechos
de los Apóstoles, anunciaba que pronto tendría lugar en todo el mundo una gran
hambre.
2. El hambre de los tiempos de
Claudio la menciona Lucas en Los Hechos, y cuenta que los hermanos de Antioquía
enviaron ayuda, cada uno de acuerdo con sus posibilidades, a los que estaban en
Judea, por mediación de Pablo y Bernabé. Asimismo, añade lo siguiente:
Martirio del apóstol Santiago
IX 1. «En aquel mismo tiempo
(evidentemente el de Claudio), el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia
para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.»
2. Ahora bien, acerca de este
Jacobo, Clemente, en el libro VII de sus Hypotyposeis, ofrece un relato
digno de mención, según parece a partir de una tradición anterior a él mismo.
Dice que el que le había denunciado, emocionándose al presenciar su testimonio,
confesó que «él también era cristiano».
3. Y sigue: «Así pues, ambos
fueron llevados juntos; y por el camino, el que le entregaba pidió perdón a
Jacobo, y él, tras observarle un momento, le dijo: "La paz sea
contigo", y le besó. De este modo ambos fueron decapitados juntos.»
4. Entonces, como dice la Divina
Escritura, al ver Herodes que el acto de asesinar a Jacobo agradó a los judíos,
intentó rematarlo con Pedro; lo hizo prisionero, y hubiera llevado a cabo el
asesinato, de no haber sido por una manifestación divina, en la que un ángel se
le apareció durante la noche y le sacó de las prisiones milagmsamente,
libertándolo para el ministerio de la predicación. Así fue el plan divino para
Pedro.
Cómo Agripa, llamado también Herodes, tras perseguir a los apóstoles,
inmediatamente sufrió el castigo de Dios
X 1. Pero la ejecución del rey
contra los apóstoles no llegaba con dilación alguna, y muy pronto el ministro
vengador de la justicia divina le dio alcance. Al punto, poco después de su
maquinación contra los apóstoles, de acuerdo con los Hechos, se encaminó a
Cesarea, el último día de la fiesta, y habló ante los asistentes, elevado en
una plataforma. Todo el pueblo le aplaudió por su discurso como si se tratara
de la Palabra de Dios y no de un hombre, pero justo entonces (cuenta la
Escritura) un ángel del Señor le hirió, y, convirtiéndose en pasto de gusanos,
murió.
2. Es admirable el hecho de que
la Escritura Divina y la obra de Josefo coincidan en este relato. Es evidente
que da un testimonio verdadero en el libro XIX de sus Antigüedades; en este
punto narra este maravilloso suceso con las siguientes palabras:
3. «Había terminado el tercer año
de su reinado sobre toda Judea y estaba en Cesarea, que anteriormente
se llamaba torre de Estrabón. Allí celebraba los certámenes en honor del
César, sabiendo él que esa fiesta se llevaba a cabo a la salud de aquél, y a
ella acudía una multitud de personas que ocupaban cargos públicos y de
dignatarios de la región.
4. »El segundo día de los
certámenes, vestido con ropas de plata (era un tejido maravilloso), entró en el
teatro al empezar el día. Entonces la plata, iluminada por los primeros rayos
del sol, refulgía maravillosamente y brillaba de tal modo que infundía terror y
estremecimiento a los que miraban atentamente.
5. »Inmediatamente los aduladores
(sin ningún tipo de unanimidad) levantaron sus voces, totalmente inútiles para
él, llamándole Dios, y añadiendo: "¡Sé propicio! Hasta este momento te
hemos tenido como hombre, pero ahora te confesamos superior a la naturaleza
mortal."
6. »El rey no se inmutó por ellos ni rehusó la impía adulación. Poco
después levantando los ojos vio a un ángel que revoloteaba por encima de su
cabeza. Inmediatamente se dio cuenta que éste era el origen de sus males, el
que en otra ocasión lo había sido de sus bienes. Una profunda tristeza inundó
su corazón.
7. »Entonces un dolor repentino
le nació en el vientre, empezando ya con una gran intensidad. Fijando sus ojos
en sus amigos, dijo: Yo, vuestro Dios, acabo de recibir la orden de entregar mi
vida. El hado ha rechazado rápidamente las falsas palabras que habéis usado
acerca de mi persona. A quien vosotros mismos habéis llamado inmortal, ahora ya
está descendiendo hacia la muerte; aceptemos, pues, el destino que Dios ha
decidido. Pues no he vivido necesitado, sino en un largo bienestar."
8. »Pero a medida que iba
hablando, el dolor seguía atormentándole; rápidamente fue introducido en el
palacio, y el rumor de que estaba por morir llegó a todos en muy poco tiempo.
Entonces la multitud, incluyendo las mujeres y los niños, se sentó sobre sacos,
siguiendo las costumbres patrias, para suplicar a Dios por su rey. Todo
resonaba lleno de gemidos y lamentos. Por su parte, el rey, acostado en el
dormitorio alto, no pudo retener sus lágrimas al ver a toda la multitud
inclinada y postrada.
9. »Finalmente entregó su vida,
atormentado por un dolor (en el vientre) de cinco días, a la edad de cincuenta
y cuatro años y en el séptimo de su reinado. Reinó cuatro años bajo el César
Cayo, ostenté el cargo de la tetrarquía de Felipe durante tres y en el cuarto
tomó la de Herodes. Siguió reinando tres años más bajo el imperio del César
Claudio».
10. Estoy en gran manera
sorprendido de ver cómo Josefo se corresponde con las Divinas Escrituras en
este y en otros asuntos. Y a pesar de que algunos piensen que no coinciden en
el nombre del rey, el tiempo y los hechos indican una misma persona. La
discrepancia del nombre se debe a un error gráfico o a la posibilidad de que él
tuviera dos nombres, como muchos otros.
Acerca del impostor Teudas
XI 1. Como sea que Lucas, en los
Hechos, presenta a Gamaliel, el cual, hallándose en la discusión acerca de los
apóstoles, dijo que en el tiempo indicado se levantó Teudas diciendo que era
alguien, pero que cuando él fue derribado también los que habían sido convertidos
por él se esparcieron, merece la pena que lo comparemos con los escritos de
Josefo, pues en la obra que acabamos de mencionar refiere los mismos hechos del
siguiente modo:
2. «En tiempos de Fado,
procurador de Judea, un impostor, llamado Teudas convenció a una gran
muchedumbre para que, tras tomar sus posesiones, le siguieran hasta el río
Jordán, porque él afirmaba ser profeta y que separaría el río (con sólo
ordenarlo) para hacerles un paso fácil. Hablando de este modo embarcó a muchos.
3. »Pero Fado no permitió que
gozaran de su locura, sino que les envió un escuadrón de caballería que,
cayendo sobre ellos sin previo aviso, a muchos mataron y a otros tomaron vivos,
mientras que al propio Teudas, tras atraparlo vivo, le cortaron la cabeza y la llevaron
a Jerusalén.» Josefo se refiere también acerca del hambre de los tiempos de
Cayo con las siguientes palabras:
Acerca de Elena, reina de Adiabene
XII 1. «Por aquel tiempo sucedió
que en Judea había una gran hambre, y durante ella la reina Elena gastó mucho
dinero para comprar trigo de Egipto, el cual repartía a los pobres.»
2. Notarás que todo esto
concuerda con el relato de los Hechos de los Apóstoles, en el cual se halla que
los discípulos en Antioquía decidieron enviar alguna ayuda (cada uno dentro de
sus posibilidades) a los que vivían en Judea, y lo llevaron a cabo enviándolo a
los ancianos por mediación de Bernabé y de Pablo.
3. En los suburbios de Elia, aun
ahora se encuentran grandes columnas de esta Elena que el autor ha mencionado. Se
dice que era reina de Adiabene.
Acerca de Simón el mago
XIII 1. No obstante, como fuera
que la fe en nuestro Salvador y Señor Jesucristo se divulgaba ya entre todos
los hombres, el Enemigo de la salvación de los hombres condujo a Simón (al que
ya mencionamos anteriormente) a la ciudad imperial, con la intención de
apresarle de antemano. Y de este modo, apoyando a ese hombre en sus hábiles
encantamientos, consiguió apoderarse para el extravío de muchos habitantes de
Roma.
2. Justino, que fue persona
notable de nuestra doctrina poco después de los apóstoles, también muestra este
hecho. A este autor lo iremos citando cuando sea preciso. En su primera
Apología, dirigida a Antonio, escribe lo siguiente en defensa de nuestras
creencias:
3. «Después de la ascensión del
Señor al cielo, los demonios compelían a algunos hombres a llamarse a sí mismos
dioses, y a éstos no sólo no perseguiste sino que han sido tenidos por dignos
de veneración. Cierto Simón, samaritano, de la aldea llamada Gibón, realizaba,
en tiempos del césar Claudio, milagros mágicos por arte de los demonios que
operaban en él; fue considerado dios en Roma, nuestra ciudad real, y como tal
fue honrado entre vosotros con una estatua en el río Tíber entre los dos
puentes, con la siguiente inscripcién en latín: "SIMONI DEO SANCTO",
lo que significa: A Simón, el dios santo.
4. »Y casi todos los samaritanos,
e incluso algunos de otros pueblos, le reconocen y adoran como el primer Dios.
También decían que una tal Elena, que por entonces iba con él, aunque
anteriormente había estado en un prostíbulo —en Tiro de Fenicia— era el Primer
Pensamiento producido por él».
5. Esto es lo que expone Justino,
y con él está de acuerdo Ireneo en su primer libro Contra las herejías, donde
describe a este hombre junto con su enseñanza sacrílega y malvada. Sería
excesivo referirla en la presente obra, cuando todos los interesados en el
origen, las vidas y los falsos principios de los heresiarcas que le siguieron,
juntamente con sus formas de actuar, pueden encontrarlos en el libro de Ireneo
que ya hemos mencionado.
6. Así pues, la tradición ha
llegado hasta nosotros según la cual Simón fue el primer iniciador de toda
herejía. Y desde él mismo hasta nuestros días, cuantos toman parte en sus
herejías y fingen la filosofía de los cristianos, sensata y conocida por todos
por su máxima pureza de vida, no se aferran menos que antes a la superstición
idolátrica de la que se creían libres; pues se inclinan ante escritos e
imágenes de Simón y de la mencionada Elena que andaba con él; además se dedican
a prestarles culto con incienso, sacrificios y libaciones.
7. En cuanto a sus obras más
secretas, se dice que quien las escucha por primera vez queda horrorizado; y,
según un escrito que corre entre ellos, ciertamente están repletas de espanto,
de extravío mental y locura y tan terribles son, que no sólo no es posible
consignarlas por escrito, sino que un hombre sobrio no puede mencionarlas con
sus propios labios, debido a su exagerada obscenidad y sus perversas obras.
8. De modo que cualquier cosa
vergonzosa e infame que se pueda imaginar es claramente superada por la
repugnante herejía que profesan estos hombres, que abusan de mujeres dignas de
misericordia y ciertamente oprimidas por todo tipo de males.
Acerca de la predicación del apóstol Pedro en Roma
XIV 1. En aquel tiempo el malvado
Poder que odia el bien y es enemigo de la salvación de los hombres, alzó a
Simón, el padre y creador de estos grandes males, como el gran rival de los
grandes y divinos apóstoles de nuestro Salvador.
2. A pesar de ello, la gracia
divina y celestial acudió a ayudar a sus siervos y apagó la llama del maligno
con la manifestación y la presencia de ellos, y por su mediación humilló y
abatió «toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios».
3. Por esta razón ninguna
urdimbre, ni de Simón ni de cualquier otro que por aquel tiempo las producían,
consiguió sostenerse en aquellos días apostólicos, pues todo lo vencía y
dominaba el resplandor de la verdad y el mismo verbo Divino, el cual justamente
entonces, viniendo de Dios, había brillado sobre los hombres, floreciendo en la
tierra y habitando con sus apóstoles.
4. Inmediatamente, el encantador
que hemos mencionado, como herido en los ojos del entendimiento por su destello
divino y su entendimiento cuando ya habían sido descubiertas por el apóstol
Pedro sus maquinaciones en Judea, emprendió un viaje muy largo al otro lado del
mar y fue huyendo de Oriente a Occidente, con la certidumbre de que únicamente
allí podría seguir viviendo de acuerdo con sus ideas.
5. Entonces llegó a la ciudad de
Roma, y allí, secundado por el gran poder estatal en aquel lugar, en muy poco
tiempo consiguió un éxito total, e incluso se le honró dedicándosele una
estatua como a un dios.
6. A pesar de ello, no progresó
por mucho tiempo, pues, siguiendo sus pasos y durante el mismo reinado de Claudio,
la providencia universal, perfectamente buena y amante en extremo de los
hombres, guiaba la mano hacia Roma, como contra un tan grave agente destructor
de la vida, del animoso y gran apóstol Pedro, el cual es el portavoz de todos
los demás, gracias a su virtud. Él, como valeroso capitán de Dios y bien
provisto de las armas divinas, llevaba de Oriente a los habitantes de Occidente
la preciosa mercancía de la luz espiritual, predicando la luz y la Palabra
salvadora de almas: la proclamación del reino de los cielos.
Acerca del Evangelio de Marcos
XV 1. De este modo, pronto
desapareció y fue exterminado el poder de Simón, y él mismo, porque la Palabra
de Dios moraba entre aquellos hombres. Pero la luz de la religión de Pedro
resplandeció de tal modo en la mente de sus oyentes, que no se contentaban con
escucharle una sola vez, ni con la enseñanza oral de la predicación divina,
sino que suplicaban de todas maneras posibles a Marcos (quien se cree
que escribió el Evangelio y era compañero de Pedro), e insistían para que
por escrito les dejara un recuerdo de la enseñanza que habían recibido de
palabra, y no le dejaron tranquilo hasta que hubo terminado; por ello
vinieron a ser los responsables del texto llamado «Evangelio según Marcos».
2. Se dice que también este
apóstol, cuando por revelación del Espíritu tuvo consciencia de lo que había
llevado a cabo, comprendió el ardor de ellos y estableció el texto para el uso
en las iglesias. Clemente, en el libro VI de sus Hypotyposeis, refiere
este hecho, y el obispo de Hierápolis, llamado Papías, lo confirma con su
testimonio. Pedro menciona a Marcos en la primera Epístola, la cual dicen que
fue escrita en Roma; y el mismo Pedro lo indica cuando la llama
metafóricamente Babilonia, como sigue: «La iglesia que está en Babilonia,
elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.»
Cómo Marcos fue el primero en predicar el conocimiento de Cristo a los
egipcios
XVI 1. Este Marcos se dice que
fue el primero en ir enviado a Egipto y en anunciar el Evangelio que
previamente había escrito, y que establecía iglesias, siendo la primera la
de Alejandría.
2. Es más, fue tal la multitud de
hombres y mujeres que creyeron en aquel lugar, ya desde el mismo principio, y
con un ejercicio tan enormemente filosófico, que Filón pensó que merecía la
pena mencionar por escrito sus ocupaciones, sus reuniones, sus banquetes en
común y toda su manera de vivir.
Los hechos que Filón narra acerca de los ascetas en Egipto
XVII 1. Se dice que Filón fue a
Roma en tiempos de Claudio para encontrarse con Pedro, que entonces se hallaba
predicando a los habitantes de aquella ciudad. Y esto no es en absoluto
improbable, pues la obra que mencioné antes (la que llevó a cabo
posteriormente, después de largo tiempo) claramente contiene las ordenanzas de
la Iglesia que han sido observadas hasta nosotros.
2. Y cuando relata con tanta
exactitud la vida de nuestros ascetas, aparece manifiestamente que no sólo
conocía, sino que incluso admitía, reverenciándoles y honrándoles, a los
hombres apostólicos de aquel tiempo, hebreos, según parece, y que por esta
razón seguían conservando la gran mayoría de las costumbres de los judíos.
3. Primeramente anuncia Filón
decididamente en el libro titulado De la vida contemplativa o Suplicantes, que
no tiene intención de añadir a su relato nada fuera de la verdad ni de su
propia invención. Dice que a aquellos varones se les llamaba «terapeutas», y a
las mujeres que se hallaban con ellos «terapeutisas»; además añade las
siguientes razones de este apelativo: o bien porque a modo de médicos libraban
de la enfermedad del mal a las almas de los que a aquellos acudían, sanándolos
y cuidándolos, o bien debido a su limpio y puro servicio y culto a la
Divinidad.
4. Así pues, no es preciso
extenderse para decidir si este nombre lo estableció Filón mismo de acuerdo con
el comportamiento de ellos, o si ya desde un principio se les llamó así, puesto
que aún no se había usado en todo lugar el nombre de cristianos.
5. De todos modos, el testimonio
de cómo ellos en primer lugar se alejan de las riquezas, asegurando que, cuando
se inician en este modo de pensar, hacen entrega de los bienes a sus parientes,
entonces, exentos de toda inquietud por la vida y saliendo fuera de las
murallas, viven en campos solitarios y en huertos, porque son conscientes del
carácter inútil y perjudicial del trato con las personas de diferente opinión.
Parece ser que los que entonces actuaban así, se afanaban por imitar la vida de
los profetas en su fe animosa y ardiente.
6. Pues también en los Hechos de
los Apóstoles (que es un libro reconocido) se expone que todos los seguidores
de los apóstoles, vendiendo sus bienes y sus posesiones, los distribuían entre
todos a cada uno según su necesidad, de modo que no hubiera entre ellos ningún
pobre. De este modo, según dicen los Hechos, porque todos poseían heredades o
cosas, las vendían y traían el precio de lo vendido y lo ponían a los pies de
los apóstoles, para que se repartiera a cada uno según su necesidad».
7. Pero Filón, tras dar
testimonio de obras semejantes a las mencionadas, añade lo que sigue
textualmente: «Así pues, este tipo de personas se encuentra en muchos puntos de
la tierra, porque era preciso que tanto griegos como bárbaros, tuvieran parte
en el bien perfecto. No obstante, son muy numerosos en Egipto en cada
"nomos", y principalmente en Alejandría.
8. »Los más importantes en todo
lugar, eran enviados como colonia a una región en extremo favorable, como si
fuera a una tierra de terapeutas. Esta región se halla junto al lago Mareya,
que yace sobre una pequeña colina, y en gran manera apta gracias a la
estabihdad y templanza del aire.» Prosigue describiendo sus hogares, y dice lo
siguiente acerca de las iglesias de aquella región:
9. «En cada casa hay una
habitación sagrada, la cual se llama oratorio privado y monasterio, y allí a
solas se llevan a cabo los misterios de la vida santa. En esta dependencia no
introducen ni bebidas ni alimentos ni cosa alguna indispensable para el cuerpo,
sino leyes, revelaciones anunciadas por los profetas, himnos, y todo cuanto es
útil para el crecimiento y la perfección del conocimiento y de la religión».
Después de otros detalles dice:
10. «Dedican todo el tiempo,
desde el alba hasta la puesta de sol, a estos ejercicios. Reflexionan sobre las
Santas Escrituras, estudian y explican la filosofía patria con alegorías,
porque creen que la expresión oral es figura de la naturaleza encubierta, que
es inteligible por medio de alegorías.»
11. Tienen también en su poder
los escritos de antiguos varones que establecieron la secta y dejaron numerosos
documentos de sus enseñanzas en forma alegórica. Ellos los usan a modo de
ejemplo y los imitan en su forma de pensar.
12. Con estas palabras parece
describirlo el hombre que escuchó su exposición de la Santa Escritura. Pero
quizás los escritos de los antiguos, de los que dicen que disponían, fueran los
Evangelios, los escritos de los apóstoles y algunos comentarios de los
profetas, como los que se encuentran en la «Espístola a los Hebreos» y en otras
cartas de Pablo.
13. A continuación Filón relata
cómo escribían nuevos salmos: «De tal manera que no se limitan a la simple
comtemplación, sino que incluso componen canciones e himnos a Dios, usando todo
tipo de metros y melodías, pero figurándolos forzosamente con números graves».
14. En esta obra se explican
muchos más detalles acerca de este asunto, pero me ha parecido oportuno referir
sólo puntos concernientes a las características de la vida de la Iglesia.
15. Sin embargo, si alguien cree
que la conducta que hemos expuesto no es apropiada a la vida según el
Evangelio, y que en cambio corresponde también a otros fuera de los ya
mencionados, se persuadirá con las siguientes palabras de Filón, en las que, si
es honrado, apreciará un testimonio innegable sobre este tema; escribe como
sigue:
16. «En primer lugar, toman el
dominio propio como fundamento del alma y las otras virtudes las sobreedifican.
Ninguno tomaría bebida ni comida antes de la puesta del sol, porque creen que
la reflexión es digna de la luz, pero en cambio las necesidades del cuerpo lo
son de las tinieblas. Por ello reservan el día para aquel ejercicio y una breve
fracción de la noche para éstas.
17. »Algunos llegan al extremo de
olvidar su alimentación durante tres días; en éstos las ansias de conocimiento
se hallan mucho más establecidas; pero otros, hasta tal punto se regocijan y se
gozan en la comida intelectual que les provee doctrina con gran riqueza y
opulencia, que, por las costumbres, persisten doble tiempo y Iras seis días
apenas gustan el alimento necesario». Creemos que estas palabras de Filón
conciernen cierta e indudablemente a los nuestros.
18. Sin embargo, si alguien, tras
considerar todo esto, todavía se obstinara en oponerse, sea él también liberado
de su incredulidad convenciéndose con pruebas más evidentes, las cuales no se
encuentran en todas partes, sino únicamente en el culto cristiano según el
Evangelio.
19. Así pues, dice que también
viven mujeres con aquellos hombres que ha mencionado, y que de ellas, la
mayoría llegan vfrgenes a la edad avanzada, sin mantener su castidad por
imposición, como ocurre con algunas sacerdotisas griegas, sino más bien por
decisión voluntaria, por su celo y su anhelo de sabiduría, con la que se
dedican a vivir despreocupadas de los placeres corporales y deseosas de
conseguir hijos inmortales (no mortales), los cuales sólo puede engendrar por
sí misma el alma que ama a Dios.
20. Poco después presenta más
claramente lo siguiente: «No obstante, la exégesis de las Santas Escrituras y
sus símbolos los reciben con alegría. Pues estos hombres creen que toda ley es
como un ser vivo: su cuerpo es la disposición específica, su alma el sentido
invisible que se encuentra en las palabras. Este sentido lo empezó a considerar
sobre todo esta secta viendo, como en un espejo de palabras, la maravillosa
belleza en los pensamientos».
21. ¿Para qué añadiremos sus
reuniones en un mismo lugar, la ocupación que llevaban separadas los hombres y
las mujeres en un mismo lugar, y las prácticas que todavía nosotros realizamos
por costumbre, principalmente las que llevamos a cabo en las fiestas de la
Pasión del Salvador: ayuno, vigilias nocturnas y dedicación a la Palabra de
Dios?
22. Estas cosas nos la ha
conservado, con gran exactitud, el varón mencionado en sus propios escritos,
del mismo modo en que sólo entre nosotros se ha ido observando hasta ahora.
Refiere las noches enteras de la gran fiesta, las prácticas que se realizaban
en ellas y los himnos que habitualmente leemos, y cómo, al mismo tiempo que uno
solo va salmodiando con ritmo y en orden, los restantes escuchan los himnos
guardando silencio y le acompañaban en el verso final.
También cuenta cómo en los días
especificados se acuestan en camas de paja, y no gustan vino en modo alguno
(así lo escribe textualmente), ni tampoco carne, sino que el agua constituye su
única bebida, y sal e hisopo como condimento del pan.
23. A todo ello añade el modo de
la precedencia de los que sostienen los cargos eclesiásticos, el ministerio de
las presidencias del episcopado, las cuales son las más elevadas de todas.
Ahora bien, quien ansíe tener un conocimiento exacto de todo esto lo hallará en
el mencionado relato del autor aludido.
24. El hecho de que Filón
escribiera estas cosas habiendo de antemano recibido a los primeros heraldos de
la enseñanza del Evangelio y de las costumbres transmitidas desde el comienzo
por los apóstoles, es evidente para todos.
Obras de Filón que han sido conservadas hasta nosotros
XVIII 1. Bien conocedor de la
lengua, de mente despierta, magnífico y elevado en la contemplación de las
Divinas Escrituras, Filón compuso un comentario hábil y multiforme de las
Santas Palabras. En primer lugar trató, en orden consecutivo, los problemas del
Génesis, en los libros que tituló Alegorías de las leyes Sagradas, y luego,
hasta cierto punto, distinguió, hizo concordar y anuló capítulos dudosos de las
Escrituras en las obras que tituló Problemas y soluciones sobre el Génesis y
sobre el Éxodo, respectivamente.
2. Además tiene otros tratados
sobre algunos problemas estudiados individualmente; por ejemplo: dos Obras
sobre la agricultura, y otras dos Sobre la embriaguez, y otras con varios
títulos apropiados, como: Sobre las cosas que el sobrio entendimiento desea y
repudia, Sobre la confusión de las lenguas, Sobre la fuga y la invención, Sobre
la agrupación para la instrucción, Sobre quién es el heredero de las cosas
divinas, Sobre la división en partes iguales y opuestas y Sobre las tres
virtudes que Moisés describió junto con otras.
3. Hay que añadir Sobre los
cambios de nombre y el porqué de esos cambios, en la que se dice que había
integrado los libros 1 y II de Sobre los testamentos.
4. También es autor de la obra Sobre
la migración y la vida del sabio perfecto de acuerdo con la justicia, o Sobre
las leyes no escritas.
También Sobre los gigantes o
Sobre la inmortalidad de Dios,y los libros I al IV de Acerca de cómo, según
Moisés, Dios envía los sueños. Así pues, éstas son las obras de Filón sobre el
Génesis que han llegado hasta nosotros.
5. No obstante, sobre el Éxodo
conocemos las siguientes: Problemas y soluciones, I y V de Sobre el
tabernáculo, Sobre los diez mandamientos, Sobre las leyes que especialmente se
refieren a los principales capítulos de los diez mandamientos, I y V de Sobre
los animales: de los sacrificios y tipos de sacrificios, Sobre la recompensa de
los buenos, y los castigos y maldiciones de los malvados que se encuentran en
la ley.
6. Además de estas obras se cree
que son suyas otras referidas a un solo libro como: Sobre la providencia. La
obra que escribió Sobre los judíos, El político, Alejandro o Sobre la razón que
tienen los animales irracionales, y también De cómo es esclavo todo hombre maligno,
al que le sigue De cómo es libre todo hombre bueno.
7. Posteriormente compuso Sobre
la vida contemplativa o Suplicantes, la cual hemos citado cuando describíamos
la vida de los hombres apostólicos; y también se creen suyas las
Interpretaciones de los nombres hebreos que se encuentran en la ley y los
profetas.
8. Así pues, Filón llegó a Roma
en tiempos de Cayo, y se cuenta que su obra La tenaz teofobia de Cayo, a la que
por su habitual ironía tituló Sobre las virtudes, la leyó a todo el Senado romano,
en tiempo de Claudio, de modo que sus obras fueron admiradas, hasta el punto de
ser consideradas dignas de aparecer en las bibliotecas.
9. Por esas fechas, mientras
Pablo se hallaba en su viaje desde Jerusalén, y alrededores hasta el Ilírico,
Claudio expulsó a los judíos fuera de Roma, y Aquila y Priscila, junto con los
demás judíos, descendieron a Asia, donde vivían con el apóstol Pablo, que
fortalecía las iglesias de aquel lugar, las cuales él mismo había fundado
recientemente. Esto nos lo enseñan también las Santas Escrituras.
Sufrimientos que sobrevinieron a los judíos de Jerusalén el día de la
Pascua
XIX 1. Cuando aún ostentaba el
mando Claudio, sucedió, en la fiesta de la Pascua, que surgió en Jerusalén una
revuelta y un tumulto tan exagerado, que sólo de los judíos apiñados
violentamente en las salidas del templo, murieron tres mil, pisoteados unos por
otros, y la fiesta se convirtió en luto público para todo el pueblo y en dolor
para cada familia.
2. Luego, Claudio nombró como rey
de los judíos a Agripa, hijo de Herodes, y envió a Félix como gobernador de
toda la región de Samaria, de Galilea e incluso de la llamada Perea. Al cabo de
trece años y ocho meses de gobernar el imperio, murió Claudio y dejó a Nerón
como sucesor en el mando.
Acerca de lo que sucedió en Jerusalén en tiempos de Nerón
XX 1. En tiempos de Nerón, siendo
Félix gobernador de Judea, cuenta Josefo, en el libro XX de sus Antigüedades,
que los sacerdotes se alzaron unos contra otros. Dice textualmente:
2. «Pero se encendió una revuelta
entre los sumos sacerdotes por un lado y los sacerdotes y dirigentes del pueblo
de Jerusalén por el otro, y cada uno de ellos formé una tropa de hombres de los
más audaces y revolucionarios para sí mismo, y él era su jefe. Cuando se
oponían, se injuriaban unos a otros y lanzaban piedras. No había absolutamente
nadie para reprimirlo, sino que todo esto se realizaba libremente, como en una
ciudad sin gobierno.
3. »Y la desvergüenza y el valor
de los sumos sacerdotes llegó hasta tal extremo que se atrevieron a enviar
esclavos a las eras para recoger los diezmos debidos a los sacerdotes. Incluso
sucedió que se podía ver a los pobres sacerdotes muriendo de necesidad. De este
modo la violencia de los revolucionarios dominaba toda justicia.»
4. De nuevo el mismo escritor
cuenta que por aquel tiempo apareció en Jerusalén un cierto tipo de bandidos
que, según afirma, en pleno día y en el centro de la ciudad asesinaban a
cualquier persona que encontraban.
5. Principalmente en los días de
fiesta, mezclásdose entre la multitud y llevando pequeñas dagas ocultas entre
sus ropas, herían a sus adversarios. Cuando éstos caían, los propios asesinos
formaban parte de los que se indignaban; y debido a su apariencia de honradez
manifiesta a todos, no los podían descubrir.
6. El primer asesinado por ellos
fue el sumo sacerdote Jonatán, y trás él fueron matando a muchos más a diario.
Con todo esto, el temor vino a ser más terrible que la desgracia, porque, como
en la guerra, todos esperaban la muerte a cada instante.
Acerca del egipcio también mencionado en los Hechos de los Apóstoles
XXI 1. Después de lo anterior
añade la siguiente información: «El pseudoprofeta egipcio acarreó a los judíos
mayores males que éstos con una gran plaga. Efectivamente, se presentó en
aquella tierra como hechicero y se procuró la confianza de un profeta. Entonces
reunió cerca de treinta mil personas engañadas y las condujo desde el desierto
hasta el monte llamado de los Olivos, desde donde atacaría a Jerusalén y
tomaría lá guardia romana y el pueblo, usando, como un tirano, el grupo armado
que se había unido a él.
2. »No obstante, Félix anticipó
su asalto oponiéndosele con los soldados romanos, y todo el pueblo colaboré en
la defensa, de suerte que cuando se entabló el combate, el egipcio huyó con
algunos pocos, pero la mayoría de los que le habían seguido murieron o fueron
capturados».
3. Esto se halla en el libro II
de las Guerras de Josefo. Sin embargo, merece la pena conocer lo que se dice
allí y también lo que se menciona en los Hechos de los Apóstoles acerca del
egipcio en el pasaje en el que, en tiempos de Félix, el tribunal preguntó a
Pablo en Jerusalén (cuando una multitud de judíos se había alzado contra él):
«¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó
al desierto los cuatro mil sicarios?» Todo esto tuvo lugar en tiempos de Félix.
Cómo Pablo fue enviado cautivo desde Judea a Roma y, tras defenderse,
fue absuelto de toda culpa
XXII 1. Nerón envió como sucesor
de Félix a Festo, y bajo su mandato Pablo, tras sostener su causa, fue
conducido cautivo a Roma. Estaba con él Aristarco, al que con razón en algún
punto de su Epístola llama compañero de prisiones. También Lucas, quien
consignó por escrito los Hechos de los Apóstoles, termina su relato con estos
sucesos, mostrando que Pablo estuvo dos años enteros en Roma sin opresión y
allí predicaba la Palabra de Dios libremente.
2. Según la tradición, el apóstol
expuso entonces su defensa y de nuevo partió para seguir en su ministerio de la
predicación, pero cuando por segunda vez llegó a Roma, murió martirizado en
tiempo del mismo emperador. Estando esta vez en sus prisiones compuso la
Segunda Epístola a Timoteo, en la que hace mención de su defensa y de su muy
pronta muerte.
3. Considera su propio testimonio
acerca de todo esto: «En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que
todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi
lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que
todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león».
4. Con esto manifiesta claramente
que la primera vez, para que fuese cumplida su predicación, fue librado de la
boca del león, haciendo alusión, según parece, a Nerón y su crueldad. Sin
embargo, no añade a continuación nada semejante a «me librará de la boca del
león», pues sentia en su corazón que su muerte estaba cercana.
5. Por ello, a «fui librado de la
boca del león» añade: «El Señor me librará de toda obra mala, y me preservará
para su reino celestial», aludiendo así a su propio martirio. Y este hecho lo
especiflca un poco antes, cuando dice: «Porque yo ya estoy para ser
sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano».
6. Ahora bien, en su Segunda
Epístola a Timoteo dice que cuando la escribía se hallaba con él Lucas, pero
que en su primera defensa ni siquiera éste. De ello entendemos que Lucas acabó
de escribir los Hechos de los Apóstoles por aquel tiempo, contando lo que pasé
cuando estuvo Pablo.
7. Esto lo decimos para demostrar
que el fin de Pablo no se llevó a cabo en su primera estancia en Roma, descrita
por Lucas.
8. Quizás Nerón fuera más
benévolo en el principio, de modo que era más fácil que aceptara la defensa de
Pablo en favor de sus creencias; pero al progresar en sus atrevimientos
criminales, arremetió contra los apóstoles como contra todos los demás.
Acerca del martirio de Jacobo, el llamado hermano del Señor
XXIII 1. Los judíos,
cuando vieron perdida la esperanza que les animé a tramar un complot contra
Pablo (pues éste, al apelar al César, fue enviado por Festo a Roma), se
dirigieron contra Jacobo (Santiago), el hermano del Señor, a quien los
apóstoles entregaron el trono del episcopado de Jerusalén. Del modo siguiente
osaron actuar contra él:
2. Lo colocaron en el medio e
intentaron hacerle negar la fe en Cristo ante todo el pueblo. Pero él, para
sorpresa de todos, con una voz libre empezó a hablar con mayor seguridad de lo
previsto y confesaba que nuestro Salvador y Señor Jesús es el hijo de Dios. Ya
no pudieron soportar el testimonio de un hombre tan grande, el cual era
considerado el más justo de todos por la altura de sabiduría y piedad que había
alcanzado a lo largo de toda su vida, y lo asesinaron, aprovechando la anarquía
debida a que, muerto por aquel tiempo Festo en Judea, la dirección del país
quedó sin gobernar y sin control.
3. En una cita de Clemente mencionada
anteriormente, se ha expuesto con claridad cómo se llevó a cabo la muerte de
Jacobo; en ella relata que fue lanzado desde el pináculo del templo y le
golpearon con palos hasta la muerte. Sin embargo, es Hegesipo (miembro
de la sucesión de los apóstoles) quien expone más exactamente su vida; en
el libro V de sus Memorias se refiere lo siguiente:
4. «Jacobo, el hermano del
Señor, es el sucesor, con los apóstoles, del gobierno de la iglesia. A éste
todos le llaman "Justo" ya desde el tiempo del Señor y hasta
nosotros, porque muchos se llamaban Jacobo.
5. »No obstante, sólo él fue
santo desde el vientre de su madre; no bebió vino ni bebida fermentada; ni tocó
carne; no pasó navaja alguna sobre su cabeza ni fue ungido con aceite; y
tampoco usó del baño.
6. »Sólo él tenía permitido
introducirse en el santuario, porque su atuendo no era de lana, sino de lino.
Asimismo, únicamente él entraba en el templo, donde se hallaba arrodillado y
rogando por el perdón de su pueblo, de manera que se encallecían sus rodillas
como las de un camello, porque siempre estaba prosternado sobre sus rodillas
humillándose ante Dios y rogando por el perdón de su pueblo.
7. »Por la exageración de su
justicia le llamaban "Justo" y "Oblías , que en griego significa
protección del pueblo y justicia, del mismo modo que los profetas dan a
entender acerca de él.
8. »Algunas de las siete sectas
del pueblo, las que ya mencioné antes (en las Memorias), procuraban aprender de
él acerca de la puerta de Jesús, y él les decía que se trataba del Salvador.
9. »Unos cuantos de ellos
creyeron que Jesús era el Cristo. Pero las sectas, a las que hemos aludido, no
creyeron en la resurrección ni en su inminente regreso para pagar a cada uno
según sus obras; no obstante, todos los que creyeron lo hicieron por medio de
Jacobo.
10. »Muchos fueron los
convertidos, incluso entre los principales, y por ello hubo alboroto entre los
judíos, los escribas y los fariseos, y decían que el pueblo peligraba
aguardando al Cristo. Reuniéndose entonces ante Jacobo le decían: "Te lo
rogamos: sujeta al pueblo, pues se encuentran engañados acerca de Jesús y creen
que él es el Cristo.
Te rogamos que aconsejes, acerca
de Jesús, a cuantos acudan el día de la Pascua, pues todos te obedecemos.
Porque nosotros y todo el pueblo damos testimonio de que tú eres justo y no
haces acepción de personas.
11. »"Así pues, persuade a
la multitud para que no yerre acerca de Cristo. Pues todo el pueblo y nosotros
te obedecemos. Mantente en pie sobre el pináculo del templo, para que desde esa
altura todo el pueblo te vea y oiga tus palabras. Ya que por la Pascua se unen
todas la tribus, incluyendo a los gentiles."
12. »De este modo los aludidos
escribas y fariseos colocaron a Jacobo sobre el pináculo del templo, y
estallaron a gritos diciendo: "¡Tú, el Justo!, al que todos nosotros
debemos obedecer, explícanos cuál es la puerta de Jesús, pues todo el pueblo
está engañado, siguiendo a Jesús el Crucificado."
13. »Entonces él contestó
con voz potente: "¿Por qué me interrogáis acerca del hijo del hombre?
¡El está sentado a la diestra del gran poder, y pronto vendrá sobre las nubes del
cielo!"
14. »Y muchos creyeron de corazón
y, por el testimonio de Jacobo, alabaron diciendo: "¡Hosanna al hijo de
David!"; pero entonces, de nuevo los mismos escribas y fariseos
comentaban: "Hemos actuado erróneamente al procurar un testimonio tan grande
en contra de Jesús, pero subamos y arrojemos a éste, para que se confundan y no
crean en él."
15. »Así, gritaban diciendo:
"¡Oh!, ¡oh! también el Justo anda en error", y con este acto
cumplieron la escritura en Isaías: "(Saquemos al Justo, porque nos es
embarazoso.) Entonces comerán los frutos de sus obras"
16. »Entonces subieron y
lanzaron abajo al Justo. Luego comentaban: "Apedreemos a Jacobo el Justo ,
y empezaron a apedrearlo, pues no había muerto al ser arrojado. Pero él,
volviéndose, hincó las rodillas diciendo: "Señor, Dios Padre, te lo
suplico: perdónalos, porque no saben lo que hacen."
17. »Mientras lo apedreaban,
un sacerdote de los hijos de Recab, hijo de Recabín, de los que el profeta
Jeremías dio testimonio, rompió a gritar diciendo: "Deteneos, ¿qué hacéis?
El Justo pide por nosotros."
18. »Y cierto hombre entre
ellos, un batanero, golpeó al Justo en la cabeza con el mazo que usaba para
batir las prendas, y de éste modo fue martirizado Jacobo.
»Y allí le enterraron al lado
del templo, y su columna todavía permanece cerca del templo. Fue un testigo
verdadero para los judíos y griegos de que Jesús es el Cristo. E inmediatamente
Vespasiano asedió Jerusalén.»
19. Ésta es la amplia exposición
de Hegesipo, que coincide con Clemente. Jacobo fue tan maravilloso y su
justicia era conocida por todos los demás de tal modo, que hasta los judíos
prudentes creían que éste era el motivo del asedio a Jerusalén (que tuvo lugar
en el mismo momento en que le martirizaron) y que les sobrevino únicamente
debido al sacrilegio perpetrado contra él.
20. Naturalmente, Josefo no se
abstuvo de dar testimonio escrito de estos hechos con las siguientes palabras:
«Esto vino sobre los judíos como venganza de Jacobo el Justo, quien era hermano
de Jesús, llamado el Cristo, porque a pesar de ser un varón extremadamente
justo le dieron muerte».
21. El mismo Josefo relata su
muerte en el libro XX de sus Antigüedades como sigue: «El césar, cuando supo la
muerte de Festo, envió a Albino como gobernador de Judea. Mas Ananos el Joven,
el cual, como ya mencionamos, recibió el sumo sacerdocio, era
extraordinariamente audaz y valeroso y también pertenecía a la secta de los
saduceos, los cuales son en los juicios los más severos de todos los judíos, de
acuerdo con lo indicado con anterioridad.
22. »Debido a su carácter, Ananos
pensó tener una buena oportunidad cuando, habiendo muerto Festo, Albino aún
estaba en camino, y, así, convocó una asamblea de jueces y, tras llevar a ella
a Jacobo el hermano de Jesús, el llamado Cristo, y a unos pocos más, les acusó
de infringir la ley y los entregó con el propósito de que fueran apedreados.
23. »Sin embargo, cuantos eran
conocidos por ser los ciudadanos más honrados y los que con mayor exactitud
observaban las leyes, se apresuraron por estos hechos y se pusieron en contacto
secretamente con el rey, rogándole que escribiera a Ananos para que no llevara
a cabo su propósito; pues no se había comportado rectamente ya desde el mismo
principio. Algunos llegaron al extremo de ir al encuentro de Albino, que se
hallaba en su viaje desde Alejandría, para comunicarle que Ananos no tenía
ningún derecho a convocar ninguna asamblea sin su aprobación.
24. »Albino se convenció de estas
palabras, y escribió enojado a Ananos amenazándole con hacer justicia. Por ello
el rey Agripa le cesó en el sumo sacerdocio, que hacía tres meses que
ostentaba, y estableció en su lugar a Jesús, hijo de Dameo.» Todo esto es lo
que se cuenta acerca de Jacobo (o sea, Santiago), de quien se dice ser la
primera de las epístolas llamadas universales.
25. Pero es necesario conocer que
muchos de los antiguos no hacen mención de ella, ni tampoco de la llamada de
Judas, que también pertenece a las siete llamadas universales. Pero, a pesar de
ello, me consta que tanto éstas como las otras se usan en público en la mayoría
de las iglesias.
Cómo Aniano fue el primer obispo nombrado, después de Marcos, en la
iglesia de Alejandría
XXIV En el octavo año del
reinado de Nerón, Aniano fue el primero en tomar por sucesión, después de
Marcos el evangelista, el gobierno de la iglesia de Alejandría.
Acerca de la persecución, bajo Nerón, con la que Pablo y Pedro se
adornaron con el martirio por la religión
XXV 1. Cuando el poder de Nerón
estuvo bien afianzado, y habiendo llevado a cabo actos profanos, se armó contra
la mismísima religión del Dios del universo. No obstante, está fuera de los
objetivos de la presente obra el relatar los extremos de su perversidad.
2. Porque, gracias a que muchos
lo han relatado con gran precisión, quien lo desee podrá examinar perfectamente
en sus escritos la extremadamente funesta locura de este singular hombre, el
cual, dirigido por ella, causó la destrucción a muchos sin razón alguna, y a
tal punto llegó su sed de asesinato que no se detuvo ni ante los parientes más
cercanos y amados, sino que hizo sufrir con distintos tipos de muerte a su
madre, a sus hermanos y a su esposa junto, con muchos otros familiares, como si
se tratara de adversarios y enemigos.
3. Pero a todos estos detalles
falta añadir acerca de él, que es el primer emperador en proclamarse enemigo
del culto a Dios.
4. A él de nuevo lo menciona el
autor latino Tertuliano cuando dice lo siguiente: Rrevisad vuestras memorias
históricas. Allí observaréis que Nerón fue el primero en perseguir esta
creencia, especialmente cuando hubo sometido todo el oriente, y era inhumano
con todos.
»Para nosotros es un gozo tener a
este causante de nuestro castigo, pues la persona que le conozca sabrá que nada
que no fuera un gran bien podía ser condenado por Nerón».
5. Según todo esto, el proclamado
primer luchador en contra de Dios, entre muchos más, se ocupó en dar muerte a
los apóstoles. Pues se cuenta que Pablo fue decapitado en la misma Roma, y
Pedro, a su vez, fue crucificado bajo su mando. Y este relato viene secundado
por la denominación de «Pedro y Pablo» para los cementerios, que se mantiene
todavía hoy en aquel lugar.
6. También lo afirma, y no con
menor certidumbre, un varón eclesiástico llamado Cayo, que vivió
durante el obispado en Roma de Ceferino. Este Cayo, en una disputa escrita
con Proclo, jefe de la secta de los Catafrigios, habla acerca de los lugares
donde se hallan los santos restos de los apóstoles que hemos mencionado, y dice
lo siguiente:
7. «Pero yo puedo mostrar los
trofeos de los apóstoles. Pues si deseas ir al Vaticano o al camino de Ostia,
verás los trofeos de aquellos que fundaron esta iglesia».
8. El obispo de Corinto,
Dionisio, en su correspondencia con los romanos, confirma el hecho de que ambos
(Pablo y Pedro) fueron martirizados al mismo tiempo, como sigue: «Vosotros
también habéis unido, mediante esta advertencia, la obra plantada por Pedro y
la que plantó Pablo, la de los romanos y la de los corintios. Pues ambos, una
vez que plantaron en nuestra Corinto, los dos nos instruyeron, y, tras enseñar
en Italia en el mismo lugar, ambos fueron martirizados a la vez.» Sea esto
también una confirmación de lo que hemos mencionado.
Cómo los judíos sufrieron muchísimos males, y cómo suscitaron su última
guerra contra los romanos
XXVI 1. Josefo, cuando refiere
con gran cantidad de detalles las desgracias que sobrevinieron a todo el pueblo
judío, dice, junto con muchas otras cosas, que los más ilustres judíos, tras
ser atormentados con los azotes, fueron crucificados por Floro en la propia
Jerusalén. Añade también que Floro era gobernador de Judea cuando se inició
nuevo de la guerra en el duodécimo año del imperio de Nerón.
2. A continuación dice que,
después de la revuelta de los judíos, una terrible confusión agobió a toda
Siria. Todos los de esta raza eran ultrajados cruelmente por doquier por los
mismos ciudadanos, como si fueran enemigos, de modo que se veían las ciudades
llenas de cadáveres sin sepultura. Cuerpos de ancianos muertos se hallaban
lanzados junto con los niños, y de mujeres con sus vergüenzas descubiertas, y
la provincia entera estaba repleta de desgracias inexplicables. No obstante, la
fuerza de lo que se estaba forjando era peor que los crímenes del momento.
Hasta aquí Josefo.
Ésta era la situación en que se
encontraban los judíos.