"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

sábado, 5 de diciembre de 2009

MITOLOGIA -PLUTON, SISIFO Y TANATOS-

MITOLOGIA

PLUTON, SISIFO Y TANATOS
Sísifo, el hombre que engaño a la Muerte


Sísifo, astuto rey de Corinto, vio de cerca el rapto de la ninfa Egina. Pero guardó el secreto, hasta que llegara la ocasión de sacarle provecho.
Esperó que el río Asopo, padre de la joven, pasara por sus tierras en busca de su hija. Y primero le exigió que hiciese brotar una fuente cristalina en la ciudadela de su reino. Luego le contó que el raptor de Egina era Zeus.
El señor del Olimpo, irritado por la delación, llamó a Tánatos (la Muerte) y le mandó arrojar a los Infiernos al rey de Corinto.
Figura siniestra, envuelto en negros ropajes, habitante del Hade, hermano del Sueño, Tánatos llegó súbitamente a las tierras de Sísifo.
La tétrica presencia no aterrorizó al astuto soberano. Con mucha maña y mucho arte, Sísifo engañó al dios de la Muerte. Lo invitó amablemente a entrar por una puerta y, cuando Tánatos se dio cuenta de lo que había pasado, se encontró aprisionado en un calabozo. Por largo tiempo nadie murió en el mundo.
Plutón estaba triste y alarmado. Los campos del mundo Inferior no se enriquecían con nuevas almas. La barca de Caronte yacía varada en un rincón, sin utilidad ni función. Era preciso restituir al mundo su orden natural. El dios de los muertos recurrió a su hermano Júpiter.
Sabiendo que Sísifo tenía preso a Tánatos, el padre de los dioses envió a Ares (Marte) para obligar al primero a liberar a su terrible cautivo. Y la primera víctima de la muerte habría de ser el propio delator de Júpiter. Al rey de Corinto no le quedó sino obedecer.
Se preparó, pues, para seguir a Tánatos a los Infiernos; antes, sin embargo, pidió un momento para despedirse de su esposa. En ese instante de los adioses, le recomendó vivamente que no lo enterrase ni le hiciese funerales. Y aunque sin comprender las razones del marido, la mujer obedeció.
En el centro de la Tierra, Sísifo se lamentaba día y noche. Se quejaba de no haber tenido honras fúnebres. De que la esposa ingrata no lo hubiera sepultado. Necesitaba volver a la superficie de la Tierra para castigarla por tamaña negligencia.
Tanto se lamentó y tanto pidió, que Plutón acabó compadeciéndose de él y le permitió retornar al mundo por un corto tiempo.
Apenas dejó el Hades, el astuto Sísifo tomó rumbos lejanos y la firme resolución de no volver a ver nunca las sombras infernales.
Sin embargo, un día, muchos años después, les faltaron las fuerzas para seguir viviendo. Estaba demasiado viejo. Ya no tenía energías para engañar a la Muerte. Y fue nuevamente arrastrado a los subterráneos del mundo.
Plutón, que jamás había olvidado la fuga de Sísifo, al recibirlo por segunda vez tomó todas las precauciones para mantenerlo en su dominio. Le impuso una tarea que no le permitiese un solo minuto de descanso e impidiera cualquier evasión: empujar montaña arriba una enorme piedra, que siempre se le escapa de las manos al llegar cerca de la cima. Y así, perpetuamente, el condenado que osara engañar a la Muerte desciende por la ladera para retomar la piedra y recomienza su tarea sin fin y sin objetivo.

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