La Estela De Thutmosis IV
La Estela de Thutmosis IV es un texto narrado como fábula. Se le suele atribuir el hecho a los profetas de la ciudad de Iunu (Heliópolis) y al propio faraón, para así poder obtener el trono. Aproximadamente, sucedió hacia el mes de octubre del año 1397 a. C. y dejó constancia de su hecho entre las patas de la Esfinge de Gizeh, dejando claro así que era el mismo Dios Sol quien le otorgaba el trono de las Dos Tierras. En el primer tercio del siglo XIX, se conservaban diecinueve líneas del texto. Hoy, desgraciadamente, tan solo existen 14. Y dice la Estela que:
Año primero, tercer mes de la primera estación, día diecinueve, bajo la Majestad de Horus: Toro Poderoso, de Radiante Nacimiento, Favorito de las Dos Señoras; De Reinado Duradero como Atum; Horus de Oro; De Espada Poderosa; El que repele a los Nueve Arcos; El Portador del Sello Bit: Men-Jeper-Re, Hijo de Ra; Thutmosis (IV), de Nacimientos Brillantes; Amado de Ra Hor-ajti, Dotado de Vida, Prosperidad y Salud, Como Ra Eternamente.***: En la actualidad, nos basamos para atribuir la Esfinge al reinado de Kefrén por, entre otros, que su nombre aparezca en la Estela de Thutmosis IV. Sin embargo, hoy día, este nombre de Kefrén no aparece por ningún lado. El motivo, los inexplicables daños que ha sufrido desde su descubrimiento en 1818. Desde finales de este siglo, faltan estas líneas que sin embargo están recogidas en las copias que hicieron en 1820 Henry Salt y diez años más tarde el coronel Howard Vyse. El conflicto llega cuando se aprecia en estas copias los ideogramas, ó sea jeroglíficos, con la primera parte de este nombre, "Ke". Sin embargo, se obvió para utilizar esta estela como prueba que estas dos letras "Ke" no están rodeadas por el cartucho real, por lo que muchos egiptólogos deducen que no nos hallamos ante el nombre Kefrén, sino que los dos ideogramas corresponden a una palabra.
Que viva la esencia del dios, hijo de Atum, Protector de Hor-ajti, imagen de Jeper, de rostro hermoso como su padre; el que viene cubierto bajo la forma de Horus; un rey que (...)los dioses; que posee el favor de los dioses de la Enéada; el que purifica Heliópolis, el que satisface a Ra; el que honra al Santuario de Menfis; el que ofrece a Atum la verdad, y que la da al que se encuentra al sur de su muro (Ptah); l que levanta un monumento por cada ofrenda diaria a Horus; el que hace todas las cosas, el que busca lo mejor para los dioses del Sur y del Norte, el que construye sus moradas de piedra caliza; el que ha dotado de todas sus ofrendas; hijo de Atum, de su cuerpo, Thutmosis (IV) de nacimientos brillantes, como Ra; heredero de Horus en su trono, Men-Jeper-Re, dotado de vida.
Cuando Su Majestad era un adolescente como Horus, el joven de Jemmis, su belleza era como la del protector de su padre, parecía ser el propio dios. El ejército estaba alegre ya que le amaban, lo mismo sucedía con los hijos del rey y todos los nobles. Entonces, su fuerza le desbordó, y repitió el período de su poder como el hijo de Nut.
Él hacía una cosa que le causaba per en las llanuras de la provincia de Menfis, bajo su camino norte y sur, (se trataba de) disparar a un objetivo con flechas de cobre, cazando leones y gacelas, correr en su carro; sus caballos eran veloces como el viento; junto con dos de sus acompañantes mientras nadie les veía.
Cuando llegaba la hora de dar descanso a su escolta, (se de-tenía) junto a "Horus en el Horizonte" o cerca de Soqaris en Re-Stau, de Renenutet, que encarna los granos del año, más arriba, o (cerca de) Mut, Señora del Muro del Norte Señora del Muro del Sur, de Sejmet que preside en Jas, de Seth de Heqau, o (cerca del) lugar sagrado de la Prime-ra Vez, próximo a Jer-aha, camino de los dioses hacia el horizonte occidental de Heliópolis.
Hacia la colosal estatua de Jeper puesta en este lugar, grande en potencia y espléndida en dignidad, sobre la que caía la sombra de Ra, hacia ella acudían los santuarios de Menfis y de todas las villas cercanas, hacia su rostro, brazos, cargados con grandes ofrendas para su Ka prodigaban alabanzas y aclamaciones.
Uno de aquellos días sucedió que el príncipe Thutmosis, que había acudido a pasear a la hora del mediodía, se fue a recu-perar fuerzas a la sobra de este gran dios. Se adormiló y el sueño de apoderó de él en el momento en que el sol se halla en su cenit. Advirtió entonces que la Majestad de aquel dios augusto le hablaba por su propia boca, como un padre habla a su hijo, diciendo: "Mírame, vuelve tus ojos hacia mi, hijo mío Thutmosis. Yo soy tu padre, Harmaki-Jeper-Ra-Atum. Yo te concederé la realeza sobre la tierra de los vivientes y llevarás la Corona Roja y la Corona Blanca sobre el torno de Geb el príncipe (de los dioses). Te pertenecerá el país a su longitud y en su anchura y todo lo que ilumina el Ojo brillante del Señor Universal. Recibirás los alimentos de las Dos Tierras y abundante tributo de todas las regiones extranjeras y tu vida tendrá un gran número de años. Mi rostro se vuelve hacia tí, para ti mi corazón, tú serás mi protector y mi guía. Tú que resides en el circuito de la elección de mis miembros. Mira el estado en el que me hallo y qué dolorido está mi cuerpo. Yo que soy el Señor de Gizeh. La arena del desierto, sobre la que yo había estado colocado, pesa sobre mi. He esperado para que tú cumplieras lo que está en mi corazón, pues yo se que eres mi hijo, mi protector. ¡Acércate, pues yo estoy con tigo y soy tu guía!
Apenas había acabado de hablar, cuando el príncipe se despertó; comprendió entonces este sueño y retuvo las pa-labras de aquel dios. Mantuvo, pues, silencio en su corazón y dijo: "Apresurémonos hacia nuestro palacio, a fin de preparar las ofrendas que ofreceremos a este dios: (13) ganado, (...), plantas de todas clases; y haremos ofrendas a Wennefer, (...) Ke[frén] ***, la estatua hecha para Atum-Harmakis.
que puedo decir sino maravilloso mito.Aberastain
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