LOS CONCILIO ECUMENICOS
Papa Alejandro III. Contra los albigenses, cátaros y valdenses. Condenó a los cátaros y regularizó la elección del Papa, declarando válidamente elegido al candidato que hubiera obtenido los dos tercios de los votos de los cardenales.
Nuevas leyes contra la simonía. Condenación de los cátaros y prohibición de tratar con ellos.
Los Albigenses y los Valdenses eran sectas cristianas contestarias, que si bien en algunos aspectos retrotraían la sencillez y caridad de las primitivas comunidades cristianas, tenían una abierta insubordinación a la jerarquía. Practicaban la hechicería, negaban algunos sacramentos y fomentaban la libre interpretación de la Biblia.
Magisterio del C.E III de Letrán
XI ecuménico (contra los Albigenses)
De la simonía
Cap. 10. Los monjes no sean recibidos en el monasterio mediante un pago... Y si alguno, por habérsele exigido, hubiera dado algo por su recepción, no suba a las sagradas órdenes. Y el que lo hubiere recibido, sea castigado con la privación de su cargo.
Deben ser evitados los herejes
Cap. 27. Como dice el bienaventurado León: "Si bien la disciplina de la Iglesia, contenta con el juicio sacerdotal, no ejecuta castigos cruentos, sin embargo, es ayudada por las constituciones de los principes católicos, de suerte que a menudo buscan los hombres remedio saludable, cuando temen les sobrevenga un suplicio corporal". Por eso, como quiera que en Gascuña, en el territorio de Albi y de Tolosa y en otros lugares, de tal modo ha cundido la condenada perversidad de los herejes que unos llaman cátaros, otros patarinos, otros publicanos y otros con otros nombres, que ya no ejercitan ocultamente, como otros, su malicia, sino que públicamente manifiestan su error y atraen a su sentir a los simples y flacos, decretamos que ellos v sus defensores y recibidores estén sometidos al anatema, y bajo anatema prohibimos que nadie se atreva a tenerlos en sus casas o en su tierra ni a favorecerlos ni a ejercer con ellos el comercio.
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ALBINGENSESSecta herética de los siglos XII y XIII, que se extendió desde la ciudad de Albi, de la que toma su nombre, por toda Europa. También conocida como "cátara" -del griego kataros (puro).
Considerada en cierto sentido como un rebrote del maniqueísmo pues, como estos, creerían en un dualismo: dos dioses, el principio del bien y el principio del mal. Creen que el espíritu fue creado por la deidad buena mientras que la materia, incluso el cuerpo humano, fue creado por la deidad mala (el demonio) el cual tiene dominio sobre ella. Sostenían además que la deidad buena envió a Jesucristo como criatura para liberar nuestras almas del cuerpo. Creen que Jesús es un ángel y que su muerte y resurrección tenían un sentido meramente alegórico. En consecuencia, consideraban que la Iglesia Católica, con su realidad terrena y la difusión de la fe en la Encarnación de Cristo, era una herramienta de corrupción.
Por su desprecio al cuerpo, los albigenses abogaban contra el matrimonio y practicaban una ascesis excesivamente rigurosa, que llegaba en algunos casos a la muerte por inanición y al llamado suicidio de liberación. Estos eran llamados "perfectos", mientras que los seguidores regulares de la secta eran llamados "creyentes". Muchos de los "creyentes" ayudaban a los "perfectos" en su camino a la tierra del espíritu asesinándolos. No obstante estos extremos, el movimiento llegó a convertirse en una verdadera fuerza política bajo la protección de Pedro II de Aragón y de Raimundo VI de Toulousse.
La Iglesia condenó la herejía en varios sínodos y concilios. El Papa Inocencio II envió misioneros a los albigenses, incluyendo a los cistercienses, y a Santo Domingo como su principal vocero. Estos esfuerzos al principio no daban fruto y desembocaron en reacciones violentas. Fue entonces que intervino la Virgen María, apareciéndose a Santo Domingo y enseñando por por primera vez el Santo Rosario, oración que llevará a la conversión de muchos.
La agresión violenta de los albingenses contra la Iglesia, incluso el asesinato del legado papal Pedro de Castelnau, desembocó en una guerra. En la Batalla de Muret, en 1213, Pedro de Aragón y los albingenses fueron derrotados por Simón de Montfort. En Bélgica, Francia y Alemania continuó la guerra contra ellos, aun contra los deseos del Papa Inocente III. Para el siglo XV habían desaparecido como fuerza política, pero las ideas maniqueas reaparecieron con la reforma protestante.
VALDENSES
Secta herética fundada por Pedro Valdo, quien siendo un rico mercader de Lyon, en 1173 renunció a todas sus posesiones y se convirtió en un predicador laico itinerante. Valdo y sus seguidores, llamados también "los Pobres de Lyon", predicaron contra la jerarquía eclesiástica. Su prédica era sencilla y basada únicamente en la interpretación que ellos daban a la Biblia. Llegó a propagarse por toda Europa.
Síntesis de sus errores: Rechazaron la Santa Misa, las ofrendas, las oraciones por los muertos y la oración en la Iglesia. Reclamaban el derecho de las mujeres y los laicos a predicar sin licencia eclesiástica. Acusaban a la Iglesia por tener propiedades. Algunos ponían en duda la existencia del purgatorio. Consideraban inválidos los sacramentos administrados por sacerdotes indignos.
La Iglesia los excomulgó en el Concilio de Verona en 1184. Sus posturas anticlericales y anti-jerárquicas los acercaron a los promotores de la revuelta protestante en el siglo XVI.
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