MITOLOGIA
BACO Y PENTEO
El rey Penteo, muerto por causa del vino
En la ciudad de Tebas, donde su madre fuera amada por Júpiter, el dios del vino nuevamente encontró obstáculos: Penteo, el rey, no admitía el cultivo de la vid en sus dominios, y prohibió a sus súbditos que recibieran a Dionisio. Mientras tanto, mujeres de todas las edades se unieron al cortejo del dios y lo introdujeron en Tebas.
Viendo el creciente delirio qué, por medio del vino, se apoderaba de la población, Penteo, que cuidaba del orden por el establecido, mandó a sus guardias a que prendieran violentamente al cortejo festivo. En el instante en que estaba por hacerlo, se levantó de entre la multitud la voz de un profeta ciego, que pronunció las siguientes palabras: “Ese que tú rechazas es un nuevo dios. Es el hijo de Semele, salvado por Zeus. Junto con la divina Deméter, él es el dios mas poderoso que los mortales pueden invocar sobre la Tierra”.
Sorprendido e irritado, el soberano se vuelve hacia el ciego y se encuentra con una figura coronada de hojas de vid que empuñaba un bastón adornado de hiedra, a la manera de Dioniso. Con un gesto decide su propio destino, pues rechaza las palabras del mismo dios, expresadas por la boca del profeta.
Prisionero de los guardias reales, Dioniso es llevado a juicio ante Penteo. Entonces, de viva voz, trata de persuadirlo de que no deseaba causar daño alguno, sino sólo ser reconocido en su divinidad. En respuesta, el gobernante, irreductible en su posición, lo hace arrojar a un calabozo.
Pero las puertas de la celda se niegan a cerrarse tras el dios, permitiéndole salir en libertad y reencontrarse con su comitiva, que se había refugiado en las montañas. Y todos juntos, bebieron vino una vez más y cantaron: “¡Evohé, Ménades, venid y cantad loores en honor a Dioniso! ¡Cantad al son de los címbalos, de los címbalos de voz profunda! ¡Alabad con alegría al que trae el regocijo!”.
Haciéndolas beber y danzar hasta el desvarío, Dioniso trastorna la razón de las mujeres. Entonces, cuando el soberano comparece ante la multitud para intentar una vez más restaurar el orden, las mujeres enfurecidas le caen encima y lo despedazan a dentelladas. Ente ellas estaba Agavé, madre del rey, que en su locura nada hizo por salvarlo.
Finalmente vengado de los insultos, y venerado como dios, Dioniso devolvió el discernimiento a las mujeres; con horror, en ese instante, se dieron cuenta de lo que habían hecho mientras estaban ebrias. Y entonces comenzaron a cantar la siguiente endecha: “Los dioses llegan los hombres por caminos extraños y difíciles de reconocer. Los dioses hacen muchas cosas que parecen sin remedio, y aquello que se esperaba halla un fin totalmente imprevisto. Este dios nos mostró un camino desconocido para nosotras. Y por eso sucedió lo que sucedió”.
que aburrido
ResponderEliminarVaya paranoya!
ResponderEliminarNo es aburrido ni paranoico, es un mito, que tenemos la obligacion de reconocermos cuando estamos ebrios de todo el mal que el hombre insensato puede hacerse a si mismo enfermandose y muriendo con tremendos dislates alcoholicos, cirrosis. No tomaremos la enseñanza mitica como algo
Eliminartenebreso y futil, sino como una bella paradoja que debe
ser respetada y buscando su verdadero sentido. Aberastain