"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

domingo, 14 de junio de 2009

DECLARACION DE JOSE DE ARIMATEA - (apócrifo)

DECLARACIÓN DE JOSÉ DE ARIMATEA
Declaración de José de Arimatea, el que demandó el cuerpo del Señor, que contiene las causas de los dos ladrones
(apócrifo)

por Aurelio De Santos Otero

I 1.Yo soy José de Arimatea, el que pidió a Pilato el cuerpo del Señor Jesús para sepultarlo, y que por este motivo se encuentra ahora encadenado y oprimido por los judíos, asesinos y refractarios de Dios, quienes, además, teniendo en su poder la ley, fueron causa de tribulación para el mismo Moisés y, depués de encolerizar al legislador y de no haber reconocido a Dios, crucificaron al Hijo de DIos, cosa que quedó bien de manifiesto a los que conocían la condición del Crucificado. Siete días antes de la pasión de Cristo fueron remitidos al gobernador Pilato desde Jericó dos ladrones, cuyos cargos eran éstos:
2. El primero, llamado Gestas, solía dar muerte de espada a algunos viandantes, mientras que a otros les dejaba desnudos y colgaba a las mujeres de los tobillos cabeza abajo para cortarles depués los pechos; tenía predilección por beber la sangre de los miembros infantiles; nunca conoció a Dios; no obedecía a las leyes y venía ejecutando tales acciones, violento como era, desde el principio de su vida.
El segundo, por su parte, estaba encartado de la siguiente forma. Se llamaba Dimas; era de origen galileo y poseía una posada. Atracaba a los ricos, pero a los pobres les favorecía. Aun siendo ladrón, se parecía a Tobit [Tobías], pues solía dar sepultura a los muertos. Se dedicaba a saquear a la turba de los judíos; robó los libros de la ley en Jerusalén, dejó desnuda a la hija de Caifás, que era a la sazón sacerdotisa del santuario, y substrajo incluso el depósito secreto colocado por Salomón. Tales eran sus fechorías.
3. Fue detenido asimismo Jesús la tarde del día 4 antes de la Pascua. Y no había fiesta para Caifás ni para la turba de los judíos, sino enorme aflicción, a causa del robo que había efectuado el ladrón en el santuario. Y, llamando a Judas Iscariote, se pusieron al habla con él. Es de saber que éste era sobrino de Caifás. No era discípulo sincero de Jesús, sino que había sido dolosamente instigado por toda la turba de los judíos para que le siguiera; y esto, no con el fin de que se dejara convencer por los portentos que Él obraba, ni para que le reconociese, sino para que se lo entregase, con la idea de cogerle alguna mentira. Y por esta gloriosa empresa le daban regalos y un didracma de oro cada día. Y a la sazón hacía ya dos años que se encontraba en compañía de Jesús, como dice uno de los discípulos llamado Juan.
4. Y tres días antes de que fuera detenido Jesús, dijo Judas a los judíos: «¡Ea!, pongamos el pretexto de que no fue el ladrón quien sustrajo los libros de la ley, sino Jesús en persona; yo mismo me comprometo a hacer de acusador». Mientras esto se decía, entró en nuestra compañía Nicodemo, el que tenía a su cargo las llaves del santuario, y se dirigió a todos, diciendo: «No llevéis a efecto tal cosa». Es de saber que Nicodemo era más sincero que todos los judíos juntos. Mas la hija de Caifás, llamada Sara, dijo a voz en grito: «Pues Él ha dicho delante de todos contra este lugar santo: Soy capaz de destruir este templo y de levantarlo en tres días». A lo que respondieron los judíos: «Te damos todos nuestro voto de confianza», pues la tenían como profetisa. Y, una vez celebrado el consejo, fue detenido Jesús.

II 1.Y al día siguiente, que era miércoles, le llevaron a la hora nona al palacio de Caifás. Y Anás y Caifás le dijeron: «Oye, ¿por qué has robado nuestra Ley y has puesto a pública subasta las promesas de Moisés y de los profetas?» Mas Jesús nada respondió. Y, ante toda la asamblea reunida, le dijeron: «¿Por qué pretendes deshacer en un solo momento el santuario que Salomón levantó en cuarenta y seis años?» Y Jesús no respondió nada a esto. Es de saber que el santuario de la sinagoga había sido saqueado por el ladrón.
2. Mas el miércoles, a la caída de la tarde, la turba se disponía a quemar a la hija de Caifás por haberse perdido los libros de la Ley, pues no sabían cómo celebrar la Pascua. Pero ella les dijo: «Esperad, hijos, que daremos muerte a este Jesús y encontraremos la Ley y la santa fiesta se celebrará con toda solemnidad». Entonces Anás y Caifás dieron ocultamente a Judas Iscariote una buena cantidad de oro con este encargo: «Di, según nos anunciaste: Yo sé que la Ley ha sido sustraida por Jesús, para que el delito recaiga sobre él y no sobre esta irreprochable doncella». Y cuando se hubieron puesto de acuerdo sobre el particular, Judas les dijo: «Que no sepa el pueblo que vosotros me habéis dado instrucciones para hacer esto contra Jesús; soltadle más bien a éste, y yo me encargo de convencer al pueblo de que la cosa es así». Y astutamente pusieron en libertad a Jesús.
3. Así, pues, el jueves al amanecer entró Judas en el santuario y dijo a todo el pueblo: «¿Qué queréis darme y yo os enttregaré al que hizo desaparecer la Ley y robó los Profetas?» Respondieron los judíos: «Si nos lo entregas, te daremos treinta monedas de oro». Mas el pueblo no sabía que Judas se refería a Jesús, pues bastantes confesaban que era Hijo de Dios. Judas, pues, se quedó con las treinta monedas de oro.
4. Y, habiendo salido a la hora cuarta y a la hora quinta, encontró a Jesús paseando en el atrio. Y, echándose ya encima la tarde, dijo a los judíos: «Dadme una escolta de soldados armados de espadas y palos y yo lo pondré en vuestras manos». Y le dieron fuerza para prenderle. Y mientras iban caminando, díjoles Judas: «Echad mano a aquel a quien yo besare, pues Él es quien ha robado la Ley y los Profetas». Después se acercó a Jesús y le besó, diciendo: «Salve, Maestro». Era a la sazón la tarde del jueves. Y, una vez preso, lo pusieron en manos de Caifás y de los pontífices, diciéndoles Judas: «Éste es el que ha hurtado la Ley y los Profetas». Y los judíos sometieron a Jesús a un injusto interrogatorio, diciendo: «¿Por qué has hecho esto?» Mas Él nada respondió.
Entonces Nicodemo y yo, José, viendo la cátedra de la pestilencia, nos separamos de ellos, no estando dispuestos a perecer juntamente con el consejo de los impíos.

III 1.Y, después que aquella noche hicieron otras cosas terribles contra Jesús, la madrugada del viernes fueron a entregárselo al gobernador Pilato para crucificarle; y con este fin acudieron todos. Y el gobernador Pilato, después de interrogarle, mandó que fuera crucificado en compañía de dos ladrones. Y fueron crucificados juntamente con Jesús, a la izquierda Gestas y a la derecha Dimas.
2. Y empezó a gritar el de la izquierda, diciendo a Jesús: «Mira cuántas cosas malas he hecho sobre la tierra, hasta el punto incluso de que, si yo hubiera sabido que tú eras rey, aun contigo hubiera acabado. ¿Por qué te llamas a ti mismo Hijo de Dios, si no puedes socorrerte en caso de necesidad? ¿Cómo, pues, vas a prestar auxilio a otro que te lo pida? Si tú eres el Cristo, baja de la cruz para que pueda creer en ti. Pero, por de pronto, no te considero como hombre, sino como bestia salvaje que está pereciendo juntamente conmigo». Y comenzó a decir muchas otras cosas contra Jesús mientras blasfemaba y hacía rechinar sus dientes contra Él, pues había caído preso el ladrón en el lazo del diablo.
3. Mas el de la derecha, cuyo nombre era Dimas, viendo la gracia divina de Jesús, gritaba de este modo: «Te conozco, ¡oh Jesucristo!, y sé que eres Hijo de Dios; te estoy viendo como Cristo adorado por miríadas de ángeles. Perdóname los pecados que he cometido; no hagas venir contra mí los astros en el momento de mi juicio, o la luna cuando vayas a juzgar toda la tierra, puesto que de noche realicé mis malos propósitos; no muevas el sol, que ahora se está oscureciendo por ti, para que pueda manifestar las maldades de mi corazón; ya sabes que no puedo ofrecerte presente alguno por la remisión de mis pecados. Ya se me echa encima la muerte a causa de mis maldades, pero tú tienes poder para expiarlas; líbrame, Señor universal, de tu terrible juicio; no concedas al enemigo poder para engullirme y hacerse heredero de mi alma, como lo es de la de ese que está colgado a la izquierda; pues estoy viendo cómo el diablo recoge su alma, mientras sus carnes desaparecen. No me ordenes tampoco pasar a la porción de los judíos, pues estoy viendo sumidos en un gran llanto a Moisés y a los profetas, mientras el diablo se ríe a costa suya. Antes, pues, ¡oh Señor!, de que mi alma salga, manda que sean borrados mis pecados, y acuérdate de mí, pecador, en tu reino, cuando vayas a juzgar a las doce tribus sobre el trono grande y alto, pues gran tormento has preparado a tu mundo por tu propia causa».
4. Y, cuando el ladrón terminó de decir estoo, respondióle Jesús: «En verdad, en verdad te digo, Dimas, que hoy mismo vas a estar conmigo en el paraiso. Mas los hijos del reino, los descendientes de Abrahán, de Isaac, de Jacob y de Moisés, serán arrojados fuera a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes. Mas tú serás el único que habites en el paraíso hasta mi segunda venida, cuando vaya a juzgar a los que no han confesado mi nombre». Y añadió: «Márchate ahora y di a los querubines y a las potestades, que están blandiendo la espada de fuego y guardan el paraíso del que Adán, el primero de los creados, fue arrojado, después de haber vivido allí, por haber prevaricado y no haber guardado mis mandamientos: Ninguno de los primeros verá el paraíso hasta que venga de nuevo a juzgar a vivos y muertos. Habiéndolo escrito así Jesucristo, el Hijo de Dios, el que descendió de las alturas de los cielos, el que salió inseparablemente del seno del Padre invisible y bajó al mundo para encarnarse y ser crucificado para salvar a Adán, a quien formó, para conocimiento de los escuadrones de arcángeles, guardianes del paraíso y ministros de mi Padre. Quiero y mando que penetre dentro el que está siendo crucificado conmigo, y que reciba por mí la remisión de sus pecados, y que entre en el paraíso con cuerpo incorruptible y engalanado, y que habite allí donde nadie jamás puede habitar».
Y he aquí que, cuando hubo dicho esto, Jesús entregó su espíritu. Tenía esto lugar el viernes a la hora de nona. Mientras tanto, las tinieblas cubrían la tierra entera y, habiendo sobrevenido un gran teremoto, se derrumbó el santuario y el pináculo del templo.

IV 1.Entonces yo, José, demandé el cuerpo de Jesús y lo puse en un sepulcro nuevo, sin estrenar. Mas el cadáver del que estaba a la derecha no pudo ser hallado, mientras que el de la izquierda tenía un aspecto parecido al de un dragón.
Y, por el hecho de haber pedido el cuerpo de Jesús para darle sepultura, los judíos, dejándose llevar de un arranque de cólera, me metieron en la cárcel donde solía retenerse a los malhechores. Me ocurría esto a mí la tarde del sábado en que nuestra nación estaba prevaricando. Y mira por cuánto esta misma nación sufrió el sábado tribulaciones terribles.
2. Y precisamente la tarde del primer día de la semana, a la hora quinta, cuando yo me encontraba en la cárcel, vino hacia mí Jesús acompañado del que había sido crucificado a su derecha, a quien había enviado al paraíso. Y había una gran luz en el recinto. De pronto la casa quedó suspensa de sus cuatro ángulos, el espacio interior quedó libre y yo pude salir. Entonces reconocí a Jesús en primer lugar y luego al ladrón, que traía una carta para Jesús. Y, mientras íbamos camino de Galilea, brilló una luz tal, que no podía soportarla la creación; el ladrón, a su vez, exhalaba un gran perfume procedente del paraíso.
3. Luego sentóse Jesús en un lugar y leyó así: «Los querubines y los exaptérigos, que recibimos de tu divinidad la orden de guardar el jardin del paraíso, hacemos saber esto por medio del ladrón que fue crucificado juntamente contigo por disposición tuya: Al ver en éste la señal de los clavos y el resplandor de las letras de tu divinidad, el fuego se extinguió, no pudiendo aguantar la flamígera señal, y nosotros, sobrecogidos por un gran temor, quedamos amedrentados; pues oímos al autor del cielo y de la tierra y de la creación entera que bajaba desde la altura hasta las partes más bajas de la tierra a causa del primero de los creados, Adán. Pues, al ver la cruz inmaculada que fulguraba por medio del ladrón y que hacía reverberar un resplandor siete veces mayor que el del sol, se apoderó de nosotros, presa de la agitación de los infiernos, un gran temblor. Y, haciendo coro con nosotros los ministros del infierno, dijimos a grandes voces: Santo, Santo, Santo es el que impera en las alturas. Y las potestades dejaban escapar este grito: Señor, te has manifestado en el cielo y sobre la tierra, dando la alegría de los siglos, después de haber salvado de la muerte a la misma criatura».

V 1.Mientras iba yo contemplando esto, camino de Galilea, en compañía de Jesús y del ladrón, Aquél se transfiguró, y no era lo mismo que la principio, antes de ser crucificado, sino que era luz por completo. Y los ángeles le servían continuamente, y Jesús mantenía conversación con ellos. Y pasé tres días a su lado, sin que ninguno de sus discípulos le acompañara, sino sólo el ladrón.
2. Mediada la fiesta de los Ázimos, vino su discípulo Juan, y todavía no habíamos visto al ladrón ni sabíamos qué había sido de él. Juan entonces preguntó a Jesús: «¿Quién es éste, pues no me has permitido ser visto por él?». Mas Jesús no le respondió nada. Entonces él se echó a sus pies y le dijo: «Señor, sé que desde el principio me amaste; ¿por qué no me haces ver a aquel hombre?» Díjole Jesús: «¿Por qué vas en busca de lo arcano? ¿eres obtuso de inteligencia? ¿No percibes el perfume del paraíso que ha inundado el lugar? ¿No te das cuenta de quién era? El ladrón colgado de la cruz ha venido a ser heredero del paraíso; en verdad, en verdad te digo que de él sólo es hasta que llegue el gran día». Y Juan dijo: «Hazme digno de verle».
3. Y, mientras Juan estaba aún hablando, apareció de repente el ladrón. Aquél entonces, atónito, cayó al suelo. El ladrón no conservaba la misma figura que tenía antes de venir Juan, sino que era como un rey majestuoso en extremo, engalanado como estaba con la cruz. Y se dejó oír una voz, emitida por una gran muchedumbre, que decía así: «Has llegado al lugar del paraíso que te estaba preparado; nosotros hemos sido designados por el que te envió para servirte hasta que venga el gran día». Y, al producirse esta voz, quedamos invisibles el ladrón y yo. Yo entonces me encontré en mi propia casa y ya no vi a Jesús.
4. Y habiendo sido testigo ocular de estas cosas, las he dejado escritas para que todos crean en Jesucristo crucificado, nuestro Señor, y no sirvan ya a la ley de Moisés, sino que den crédito a los prodigios y portentos obrados por Él, de manera que, creyendo, sean herederos de la vida eterna y podamos encontrarnos todos en el reino de los cielos; porque a Él le conviene gloria, fuerza, alabanza y majestad por los siglos de los siglos. Amén.

EVANGELIO Y OTROS ESCRITOS SOBRE PONCIO PILATO - (apócrifo)

EL EVANGELIO DE LA MUERTE DE PILATOS
Muerte de Pilatos, el que condenó a Jesús (Mors Pilati)
(apócrifo)

por Edmundo González Blanco

Misión de Volusiano en Jerusalén
I 1. Estando Tiberio César, emperador de los romanos, afectado de una grave dolencia y oyendo que había en Jerusalén un médico llamado Jesús, que curaba todas las enfermedades con su palabra, y no sabiendo que Pilatos y los judíos lo habían hecho perecer, dio esta orden a uno de los empleados de su casa, llamado Volusiano: Ve al otro lado del mar todo lo más pronto que puedas, y di a Pilatos, mi servidor y amigo, que me envíe aquí ese médico, para que me devuelva mi antigua salud.
2. Y Volusiano, oyendo la orden del emperador, partió en seguida, y fue a Pilatos, con arreglo a la orden que había recibido.
3. Y expuso a Pilatos la comisión que el César le había conferido, diciéndole: Tiberio, emperador de los romanos y tu señor, sabiendo que en esta ciudad hay un médico que sólo con su palabra cura las enfermedades, te pide que se lo envíes, para librarlo de sus dolencias.
4. Y Pilatos, al oirlo, quedó amedrentado, porque había hecho morir a Jesús, conforme al deseo de los judíos, y respondió al emisario, diciéndole: Ese hombre era un malhechor y un sediciosos que se atraía todo el pueblo a sí, por lo cual y en vista del consejo de los varones prudentes de la ciudad lo he hecho crucificar.
5. Y, volviendo el emisario a su casa, halló una mujer llamada Verónica, que había conocido a Jesús, y le dijo: ¡Oh mujer! ¿Y cómo los judíos han hecho morir a un médico que había en esta ciudad, y que curaba las enfermedades con sólo su palabra?
6. Y ella se puso a llorar, diciendo: ¡Ah, señor, era mi Dios y mi maestro aquel a quien Pilatos, por sugestión de los judíos, ha hecho prender, condenar y crucificar!
7. Y Volusiano, muy afligido, le dijo: Tengo un extremado dolor, porque no puedo cumplir las órdenes que mi emperador me ha dado.
8. Y Verónica le dijo: Como mi Señor iba de un sitio a otro predicando, y yo estaba desolada, al verme privada de su presencia, quise hacer pintar su imagen, a fin de que, cuantas veces sintiese el dolor de su ausencia, tuviese al menos el consuelo de su retrato.
9. Y, cuando yo llevaba al pintor un lienzo para hacerlo pintar, mi Señor me encontró, y me preguntó adónde iba. Y, el indicarle mi objeto, me pidió un paño, y me lo devolvió impreso con la imagen de su venerada figura. Y si tu emperador la mira con devoción, gozará de salud brevemente.
10. Y Volusiano le dijo: ¿Puedo adquirir esa imagen a precio de oro o de plata? Y ella contestó: No, ciertamente. Pero, por un sentimiento de piedad, partiré contigo, llevando esta imagen al César, para que la vea, y luego volveré.
11. Y Volusiano fue a Roma con Verónica, y dijo al emperador Tiberio: Hace tiempo que Pilatos y los judíos, por envidia, han condenado a Jesús a la muerte afrentosa de la cruz. Pero ha venido conmigo una matrona que trae consigo la imagen del mismo Jesús y, si tú la contemplas devotamente, gozarás el beneficio de la curación.
12. Y el César hizo extender telas de seda, y ordenó que se le llevase la imagen y, en cuanto la hubo mirado, volvió a su primitiva salud.

Castigo de Pilatos
II 1. Y Pilatos, por orden de Tiberio, fue preso y conducido a Roma. Y, sabiendo el César que había llegado a la ciudad, se llenó de furor contra él, y ordenó que se lo presentasen.
2. Y Pilatos había traído consigo la túnica de Jesús, y la llevaba sobre sí, cuando compareció ante el emperador.
3. Y apenas el emperador lo vio, se apaciguó toda su cólera, y se levantó al verlo, y no le dirigió ninguna palabra dura, y, si en su ausencia se había mostrado terrible y lleno de ira, en su presencia sólo mostró dulzura.
4. Y, cuando se lo hubieron llevado, de nuevo se enfureció contra él de un modo espantoso, diciendo que era muy desgraciado por no haber podido mostrarle la cólera que llenaba su corazón. Y lo hizo otra vez llamar, jurando que era merecedor de la muerte, e indigno de vivir sobre la tierra.
5. Y, cuando volvió a verlo, lo saludó, y desapareció toda su cólera. Y todos los presentes se asombraban, y también el emperador, de estar tan irritado contra Pilatos, cuando salía, y de no poder decirle nada amenazador, cuando estaba ante él.
6. Y, al fin, cediendo a un impulso divino, o acaso por consejo de algún cristiano, le hizo quitar su túnica, y al momento se sintió lleno de cólera contra él. Y, sorprendiéndole mucho al emperador todas estas cosas, se le dijo que aquella túnica había sido del Señor Jesús.
7. Y el emperador ordenó tener preso a Pilatos hasta resolver, con consejo de los prudentes, lo que convenía hacer con él.
8. Y, pocos días más tarde, se dictó una sentencia, que condenaba a Pilatos a una muerte muy ignominiosa. Y Pilatos, sabiéndolo, se mató con su propio cuchillo, y puso de este modo fin a su vida.
9. Y, sabedor el César de la muerte de Pilatos, dijo: En verdad que ha muerto de muerte bien ignominiosa, pues ni su propio cuchillo lo ha perdonado. Y el cuerpo de Pilatos, sujeto a una gran rueda de molino, fue lanzado al Tíber.
10. Y los espíritus malos e impuros, gozándose en aquel cuerpo impuro y malo, se agitaban en el agua, y producían tempestades, y truenos, y grandes trastornos en los aires, con lo que todo el pueblo era presa de pavor. Y los romanos retiraron del Tíber el cuerpo de Pilatos, y lo llevaron a Vienne y lo arrojaron al Ródano, porque Vienne significa camino de la gehhena, y era un sitio de exportación.
11. Y los espíritus malignos, reunidos en caterva, continuaron haciendo lo que en Roma. Y, no pudiendo los habitantes soportar el ser así atormentados por los demonios, alejaron de sí aquel motivo de maldición, y lo hicieron enterrar en el territorio y ciudad de Lausana.
12. Y, como los demonios no dejaban de inquietar a los habitantes, se lo alejó más y se lo arrojó en un estanque rodeado de montañas, donde, según los relatos, las maquinaciones de los diablos se manifiestan aún por el burbujear de las aguas.

TRADICIÓN DE PILATO
(Paradosis)
(apócrifo)

por Aurelio De Santos Otero

I. Llegó a Roma la carta y fue leída al César en presencia de no pocas personas. Y todas quedaron atónitas al oír que, a causa del delito de Pilato, las tinieblas y el terremoto habían afectado a toda la tierra. Y, montando el César en cólera, envió soldados y ordenó que llevaran preso a Pilato.
II. Conducido que fue a Roma y enterado el César de que había llegado, se sentó éste en el templo de los dioses a la cabeza del senado, acompañado de todo el elemento militar y de la multitud que integraba sus fuerzas. Entonces dio órdenes de que avanzara delante de Pilato y quedara de pie. Y a continuación le dijo: «¿Por qué has tenido la osadía de hacer tales cosas, monstruo de impiedad, después de haber visto prodigios como los que hacía aquel hombre? Por atreverte a cometer tal villanía, has acarreado la ruina a todo el universo».
III. Mas Pilato replicó: «¡Oh emperador!, yo no soy culpable de esto; los incitadores y responsables son la turba de los judíos». César dijo: «¿Y quiénes son éstos?» Respondió Pilato: «Herodes, Arquelao, Filipo, Anás, Caifás y toda la turba de los judíos». Repuso César: «¿Y por qué secundaste tú el propósito de aquéllos?» Dijo Pilato: «Su nación es levantisca e insumisa; no se somete a tu imperio». A lo que replicó César: «Nada más entregártelo debiste ponerlo a buen seguro y enviármelo a mí y no dejarte persuadir por ellos a crucificar a un personaje como éste, que era justo y que hacía prodigios tan buenos como hacías constar en tu relación. Pues señales como éstas bien daban a conocer que Jesús era el Cristo, el rey de los judíos».
IV. Y nada más decir esto César, cuando mencionóel nombre de Cristo, toda la caterva de dioses se desplomó y quedó reducida a una especie de polvareda que ocupó el recinto en que estaba sentado el César acompañado del senado. Y todo el pueblo que estaba en presencia del César, quedó todo amedrentado al oír pronunciar el nombre y ante la caída de aquellos dioses, y, sobrecogidos de temor, se fue cada cual a su casa, llenos de admiración por lo ocurrido. Entonces mandó el César que Pilato fuera sometido a una segura vigilancia, de manera que él pudiera conocer la verdad de lo que concernía a Jesús.
V. Al día siguiente se sentó César en el Capitolio juntamente con el senado en pleno y se propuso de nuevo interrogar a Pilato. Dijo, pues, el César: «Di la verdad, monstruo de impiedad, pues, por la acción impía que llevaste a cabo contra Jesús, tu mala conducta ha venido a ponerse aquí de manifiesto por el hecho de que los dioses se hayan desplomado. Dime, pues, ¿quién es aquel crucificado, ya que su nombre ha traído la perdición incluso de todos los dioses?» Pilato respondió: «Efectivamente, lo que de Él se menciona es verdadero; yo mismo, al ver sus obras, llegué a persudirme de que aquel personaje era de mayor categoría que todos los dioses que nosotros veneramos». Preguntó entonces el César: «¿Cómo, pues, tuviste la osadía de hacer aquello contra Él, conociéndole como le conocías? ¿O es que maquinabas algún mal contra mi imperio?» Mas Pilato respondió: «Hice esto por la iniquidad y la sublevación de estos judíos si ley y sin Dios».
VI. Encolerizado entonces el César, se puso a deliberar con todo el senado y su ejército. Y mandó escribir un edicto contra los judíos concebido en estos términos: «A Liciano, gobernador de la provincia oriental, salud. He venido en conocimiento del hecho atrevido e ilegal que ha tenido lugar en nuestros tiempos por parte de los judíos que habitan en Jerusalén y las ciudades circunscritas, hasta el punto de que han obligado a Pilato a crucificar a cierto Dios llamado Jesús, crimen tan horrendo, que por él el universo, entenebrecido, iba a ser arrastrado a la ruina. Haz, pues, ánimo de presentarte a ellos con todoa tu premura, bien pertrechado de fuerzas, y declara la esclavitud por el presente edicto. Sé obediente a la consigna de atacarles y desparramarles por el mundo; redúcelos a servidumbre en todas las naciones y, después de expulsar de toda la Judea hasta la reliquia más insignificante de su raza, haz que no aparezca ni esto siquiera, llenos como están de maldad».
VII. Llegando este edicto al Oriente, Liciano obedeció al tenor terrible de la orden y dio al exterminio a la nación entera de los judíos; y a los que quedaron en Judea les echó a la diáspora de las naciones para ser esclavos, de manera que llegó a conocimiento del César lo que había hecho Liciano contra los judíos en Oriente, y le agradó.
VIII. Y el César se dispuso de nuevo a juzgar a Pilato. Luego mandó a un jefe llamado Albio que le cortara la cabeza, diciendo: «De la misma manera que éste levantó su mano contra aquel hombre justo llamado Cristo, de manera semejante caerá éste también sin remisión».
IX. Mas Pilato, cuando hubo llegado al lugar señalado, se puso a orar en silencio de esta manera: «Señor, no me pierdas en compañía de los perversos hebreos, pues yo no hubiera levantado mi mano contra ti si no hubiera sido por el pueblo de los inicuos judíos, pues se rebelaron contra mí; pero tú sabes que obré sin saber. Así, pues, no me pierdas por este pecado, sino sé benigno conmigo, ¡oh Señor!, y con tu sierva Procla, que está a mi lado en esta hora de mi muerte, a quien te dignaste designar como profetisa de tu futura crucifixión. No condenes también a ésta por mi pecado, sino perdónanos y cuéntanos entre la porción de tus escogidos».
X. Y he aquí que, depués de terminar Pilato su oración, vino una voz del cielo que decía: «Bienaventurado te llamarán las generaciones y patrias de las gentes, porque en tu tiempo se cumplieron todas estas cosas que habían sido dichas por los profetas acerca de mí; y tú has de aparecer como testigo en mi segunda venida, cuando vaya a juzgar a las doce tribus de Israel y a los que no han confesado mi nombre». Y sacudió el prefecto la cabeza de Pilato, y he aquí que un ángel del Señor la recibió. Y al ver Procla, su mujer, al ángel que venía para recibir la cabeza de él, rebosante de alegría, entregó también su espíritu al instante y fue sepultada juntamente con su marido.

SENTENCIA DE PILATO
Sentencia dada de Poncio Pilato contra Nuestro Señor Jesu-Christo
(apócrifo)

por Aurelio De Santos Otero

«Copia hallada en la Ciudad de Aqüila, del Reyno de Nápoles, de la sentencia dada por Poncio Pilato, Presidente de la Judea en el año 18 [sic] de Tiberio César, Emperador de Roma, contra Jesu-Cristo, Hijo de Dios, y de María Virgen, sentenciándolo á muerte de Cruz en medio de dos Ladrones el día 25 de Marzo; hallada milagrosamente dentro de una hermosísima piedra, en la qual estaban dos cajitas, una de hierro, y dentro de ella otra de finísimo marfil, donde estaba inclusa la infrascripta sentencia en letra Hebrayca en carta pecora del modo siguiente:
El año XVIIIo. [sic] de Tiberio César, emperador Romano, y de todo el Mundo, Monarca invencible, en la Olympiada C.XXI., en la Cliade XXIV., y en la Creación del Mundo, según el numo. y computo de los Hebreos quatro vezes M. C. LXXXVII., y de la propagine del Romano Imperio L. XXIII., de la liveración de la servidumbre de Babilonia M. CC. XI.,: siendo Consules del Pueblo Romano Lucio Pisano y Mauricio Pisarico; Proconsules Lucio Balesna, publico Govern. de la Judea, y Quinto Flavio, so el regimiento y Govierno de Jerusalen, Presidente gratisimo Poncio Pilatos, regente de la baxa Galilea, y Herodes Antipa, Pontifices del Sumo Sacerdocio Annas, Cayfas, Alit Almael el Magr. del Templo, Roboan Ancabel, Franchino Centurion, y Consules Rom.os, y de la Ciudad de Jerusalen Quinto Cornelio Sublima, y Sexto Ponfilio Rufo,; en el mes de Marzo y en el día XXV. de él.
YO Poncio Pilatos, aqui Presidente Romano dentro del Palacio de la Archipresidencia Juzgo, condeno y sentencio á muerte a Jesus llamado de la Pleve Christo Nazareno, y de Patria Galileo, hombre sedicioso de la ley Moysena, contrario al grande Emp.or Tiberio Cesar; y determino, y pronuncio por esta, que su muerte sea en Cruz, y fixado con clavos á usanza de reos, porque aqui congregando, y juntando muchos hombre ricos, y pobres; no ha cesado de mover tumultos por toda la Judea, haciendose hijo de DIos, y Rey de Jerusalen, con amenazarles la ruina de esta Ciudad, y de su Sacro Templo, negando el Tributo al Cesar, y haviendo aun tenido el atrevimiento de entrar con ramos, y triumpho, y con parte de la Pleve dentro de la Ciudad de Jerusalen, y en el Sacro Templo. Y mando á mi primer Centurion Quinto Cornelio lleve publicamente por la Ciudad á Jesus Christo ligado, y azotado, y que sea vestido de purpura, y coronado de algunas espinas, con la propia Cruz en los hombros para que sea exemplo á todos los malhechores: y con él quiero sean llevados dos Ladrones homicidas, y saldrán por la P.ta sagrada, ahora Antoniana, y que lleve á Jesús al publico monte de Justicia llamado Calvario, donde crucificado, y muerto, quede el cuerpo en la Cruz, como espectáculo de todos los malvados; y que sobre la Cruz sea puesto el título en tres lenguas, y que en todsa tres (Hebrea, Griega, Latina) diga JESUS NAZAR. REX JUDAERUM.
Mandamos asi mismo, que ninguno de cualquier estado, ó calidad se atreva temerariamente á impedir la tal Justicia por mi mandada, administrada, y executada con todo rigor según los decretos, y Leyes Romanas, y Hebreas so pena de rebelion al Imperio Romano = Testigos de la nra. Sentencia: por los 12. Tribus de Israel Rabain Daniel, Rabain seg.12, Joannin Bonicar, Barbasu. Sabi Potuculam. Por los Fariseos Bulio, Simeon, Ronol, Rabani, Mondagul, Boncurfosu. Por el Sumo Sacerdocio Rabban, Nidos, Boncasado. Notarios de esta publicacion: por los Hebreos Nitanbarta; por el Juzgado, y Presidente de Roma Lucio Sextilio, Amasio Chlio.

(Copias sacadas del ms. titulado Libro de varias noticias y apuntaciones, que dejó escritas en Latín, Español, Francés e Italiano D. N. Guerra, Obispo de Segovia. Copiadas de su original en M. DCC. LXXXVI)».

CARTAS DE PONCIO PILATO - (apócrifo)

CARTA DE PONCIO PILATO A TIBERIO
(Segunda carta de Pilato)
Carta de Poncio Pilato dirigida al emperador romano acerca de Nuestro Señor Jesucristo
(apócrifo)

por Aurelio De Santos Otero

Poncio Pilato saluda al emperador Tiberio César.
Jesucristo, a quien te presenté claramente en mis últimas relaciones, ha sido, por fin, entregado a un duro suplicio a instancias del pueblo, cuyas instigaciones seguí de mal grado y por temor. Un hombre, por vida de Hércules, piadoso y austero como éste, ni existió ni existirá jamás en época alguna. Pero se dieron cita para conseguir la crucificción de este legado de la verdad, por una parte, un extraño empeño del mismo pueblo, y por otra, la confabulación de todos los escribas, jefes y ancianos, contra los avisos que les daban sus profetas y, a nuestro modo de hablar, las sibilas. Y mientras estaba pendiente de la cruz, aparecieron señales que sobrepujaban las fuerzas naturales, y que presagiaban, según el juicio de los físicos, la destrucción a todo el orbe. Viven aún sus discípulos, que no desdicen del maestro ni en sus obras ni en la morigeración de sus vidas; más aún, siguen haciendo mucho bien en su nombre. Si no hubiera sido, pues, por el temor de que surgiera una sedición en el pueblo (que estaba ya como en estado de efervescencia), quizá nos viviera todavía aquel insigne varón. Atribuye, pues, más mis deseos de fidelidad para contigo que a mi propio capricho el que no me haya resistido con todas mis fuerzas a que la sangre de un justo inmune de toda culpa, pero víctima de la malicia humana, fuera inicuamente vendida y sufriera la pasión; siendo así, además, que, como dicen sus escrituras, esto había de ceder en su propia ruina. Adiós. Día 28 de marzo.

SENTENCIA DE PILATO
(Epistola Tiberii ad Pilatum)
(apócrifo)

por Aurelio De Santos Otero

Esto es lo que contestó César Augusto a Poncio Pilato, gobernador de la provincia oriental. El mismo César añadió la sentencia de su puño y letra y se la envió con el mensajero Raab, a quien entregó, además, soldados en número de dos mil:
«Por cuanto tuviste la osadía de condenar a muerte a Jesús Nazareno de una manera violenta y totalmente inicua y, aun antes de dictar sentencia condenatoria, le pusiste en manos de los insaciables y furiosos judíos; por cuanto, además, no tuviste compasión de este justo, sino que, después de teñir la caña y de someterle a una horrible sentencia y al tormento de la fagelación, le entregaste, sin culpa alguna por su parte, al suplicio de la crucifixión, no sin antes haber aceptado presentes por su muerte; por cuanto, en fin, manifestaste, sí, compasión con los labios, pero le entregaste con el corazón a unos judíos sin ley; por todo esto, vas tú mismo a ser conducido a mi presencia, cargado de cadenas, para que presentes tus excusas y rindas cuentas de la vida que has entregado a la muerte sin motivo alguno. Pero ¡ay de tu dureza y desvergüenza! Desde que esto ha llegado a mis oídos, estoy sufriendo en el alma y siento que se desmenuzan mis entrañas. Pues ha venido a mi presencia una mujer, la cual se dice discípula de Él (es María Magdalena, de quien, según afirma, expulsó siete demonios), y atestigua que Jesús obraba portentosas curaciones, haciendo ver a los ciegos, andar a los cojos, oír a los sordos, limpiando a los leprosos, y que todas estas curaciones las verificaba con su sola palabra ¿Cómo has consentido que fuera crucificado sin motivo alguno? Porque, si no queríais aceptarlo como Dios, deberíais al menos haberos compadecido de Él como médico que es. Hasta la misma relación astuta que me ha llegado de tu parte, está reclamando tu castigo, ya que en ella se afirma que Éste era superior a todos los dioses que nosotros veneramos. ¿Cómo ha sido para entregarle a la muerte? Pues sábete que, así como tú le condenaste injustamente y le mandaste matar, de la misma manera yo te voy a ajusticiar ati con todo derecho; y no sólo a ti, sino también a todos tus consejeros y cómplices, de quienes recibiste el soborno de la muerte».
Entregóseles, pues, la carta a los emisarios y, juntamente con ella, la sentencia en que Augusto mandaba por escrito que pasaran por el filo de la espada a todo el pueblo de los judíos y trajeran a Pilato, preso como reo a Roma, y juntamente con él a los principales de entre los judíos (los que eran a la sazón gobernadores): a Arquelao, hijo del odiosísimo Herodes, y a su cómplice Filipo; al pontífice Caifás, y a Anás, su suegro, y a todos los principales de entre los judíos.
Así, pues, marchó Rachaab con los soldados e hizo como le había sido ordenado, pasando por la espada a todos los varones de entre los judíos, mientras que las impuras mujeres de éstos quedaban expuestas a la violación de los paganos, con lo que brotó una ralea abominable, como engendro que era de Satanás. Después el emisario se hizo cargo de Pilato, de Arquelao y Filipo, de Anás y Caifás, y de todos los principales de entre los judíos, y cargándolos de cadenas, se puso con ellos camino de Roma. Y sucedió que, al pasar por cierta isla llamada Creta, Caifás perdió la vida de una manera violenta y miserable. Tomáronle, pues, para sepultarle, pero ni siquiera la tierra se dignó admitirle en su seno, sino que le arrojaba fuera. Cuando esto vieron los muchos que allí estaban, tomaron piedras con sus manos y las arrojaron sobre el cadáver, dejándole de esta manera sepultado.
Existía entre los reyes de la antigüedad la costumbre de que, si un reo de muerte contemplaba el rostro real, se veía libre de su condenación. César, pues, dio las órdenes oportunas para no dejarse ver por Pilato, de manera que no pudiera escapar de la muerte. Así, pues, lo metieron en una caverna, y allí lo dejaron, conforme a las órdenes del emperador.
Mandó asimismo que Anás fuera envuelto en una piel de buey; y, al secarse el cuero por el sol, quedó oprimido por él, saliéndosele las entrañas por la boca y perdiendo violentamente su vida miserable. A los demás presos judíos los ejecutó pasándolos a filo de espada. Mas a Arquelao, el hijo del odiosísimo Herodes, y a su cómplice Filipo los condenó a ser empalados.
Cierto día salió de caza el emperador e iba su persecución de una gacela. Ésta, al pasar por la boca de la caverna [donde estaba Pilato], se paró. Pilato estaba a punto de perecer a manos del César, e intentó fijar en él su mirada; pero, para que se realizara lo que estaba a punto de suceder, la gacela vino a ponerse frente a él; César entonces disparó una flecha con el fin de derribar al animal, pero el proyectil atravesó la entrada de la caverna y mató a Pilato. [Todos los que creéis que Cristo es el Dios verdadero y Salvador nuestro, glorificadle a Él y engrandecedle, pues le pertenece la alabanza, el honor y la adoración con su padre sin principio y su Espíritu consubstancial, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.]

CARTA DE PILATO A HERODES
Pilato, gobernador de Jerusalén, saluda al tetrarca Herodes.
(apócrifo)

por Aurelio De Santos Otero

Nada bueno hice bajo tu instigación el día aquel en que los judíos presentaron a Jesús, el llamado Cristo. Pues de la misma manera que fue crucificado, así también ha resucitado al tercer día de entre los muertos, como acaban de anunciarme algunos, y entre ellos el centurión. Yo mismo he decidido enviar una expedición a Galilea y atestiguan haberle visto en su propio cuerpo y conservando el mismo semblante. Y ha llegado a dejarse ver de más de quinientas personas, con la misma voz e idénticas enseñanzas. Estos individuos han ido por ahí dando testimonio de ello, y, lejos de vacilar, han predicado su resurrección como fenómeno extraordinario y han anunciado un reino eterno, hasta el punto de que los cielos y la tierra parecían alegrarse de sus santas enseñanzas [de Jesus].
Y has de saber que Procla, mi mujer, dando crédito a las apariciones que tuvo de él cuando yo estaba a punto de mandarle crucificar por tu instigación, me dejó solo y se fue con diez soldados y Longino, el fiel centurión, para contemplar su semblante, como si se tratara de un gran espectáculo. Y le han visto sentado en un campo de cultivo, rodeado de una gran turba y enseñando las magnificencias del Padre; de manera que todos estaban fuera de sí y llenos de admiración, [pensando] si había resucitado de entre los muertos aquel que había padecido el tormento de la crucifixión.
Y, mientras todos estaban observándole con gran atención, divisó a éstos y se dirigió a ellos en estos términos: «¿Todavía no me creéis, Procla y Longinos? ¿No eres tú por ventura el que hiciste guardia durante mi pasión y vigilaste mi sepulcro? Y tú, mujer, ¿no eres la que enviaste a tu esposo una misiva acerca de mi? [...] el testamento de Dios que dispuso el padre. Yo, el que fui levantado y sufrí muchas cosas, vivificaré por medio de mi muerte, tan conocida para vosotros, toda la carne que ha perecido. Ahora, pues, sabed que no perecerá todo aquel que haya creído en Dios Padre y en mí, pues yo hice desaparecer los dolores de la muerte y traspasé al dragón de muchas cabezas. Y, en ocasión de mi futura venida, cada uno resucitará con el mismo cuerpo y alma que ahora tiene y bendecirá a mi Padre, al Padre de aquel que fue crucificado en la época de Poncio Pilato».
Al oírle decir tales cosas, tanto mi mujer, Procla, como el centurión que tuvo a su cargo la ejecución de Jesús, como los soldados que habían ido en su compañía, se pusieron a llorar llenos de aflicción, y vinieron a mí para referirme estas cosas. Yo, a mi vez, después de oírlas, se las referí a mis grandes comisarios y compañeros de milicia; estos, llenos de aflicción y ponderando el mal que habían hecho contra Jesús, se pusieron a llorar durante el día; y asimismo yo, compartiendo el dolor de mi mujer, estoy entregado al ayuno y duermo sobre la tierra. [...] y en esto vino el Señor y nos levantó del suelo a mí y a mi mujer; yo entonces fijé mi vista en él y vi que su cuerpo conservaba aún los cardenales. Y Él puso sus manos sobre mis hombros, diciendo: «Bienaventurado te llamarán todas las generaciones y los pueblos, porque en época tuya murió el Hijo del hombre y resucitó ya ahora va a subir a los cielos y se sentará en lo más alto. Y caerán en la cuenta todas las tribus de la tierra de que yo soy el que va a juzgar a los vivos y a los muertos en el último día».

CARTA DE HERODES A PILATO
(apócrifo)

por Aurelio De Santos Otero

Herodes, tetrarca de los galileos, saluda al gobernador de los judíos, Poncio Pilato.
Estoy sumido en no pequeña aflicción, conforme al dicho de las Sagradas Escrituras, por las cosas que paso a relatarte, así como pienso que tú a tu vez te afligirás al leerlas. Pues has de saber que mi hija Herodíades, a quien yo amaba ardientemente, ha perecido por estar jugando junto al agua cuando ésta desbordaba sobre las márgenes del río. Efectivamente, el agua la cubrió de repente hasta el cuello; su madre entonces la agarró de la cabeza para que no se la llevara la corriente, pero se desprendió ésta del tronco y fue lo único que mi esposa pudo recoger, pues lo restante del cuerpo fue arrastrado por la corriente. Mi mujer ahora aprieta, llorando, la cabeza sobre sus rodillas, y toda mi casa está sumida en una pena incesante.
Yo, por mi parte, me encuentro rodeado de muchos males a partir del momento en que supe que tú le habías despreciado [a Jesús]; y quiero ponerme en camino tan sólo para verle, adorarle y escuchar alguna palabra de sus labios, pues he perpetrado muchas maldades contra Él y contra Juan el Bautista; ciertamente estoy recibiendo con toda justicia mi merecido, pues mi padre derramó sobre la tierra mucha sangre de hijos ajenos a causa de Jesús, y yo, a mi vez, he degollado a Juan, el que le bautizó.
Justos son los juicios de Dios, porque cada cual recibe su recompensa en consonancia con sus deseos. Así, pues, ya que te es dado ver de nuevo a Jesús, lucha ahora por mí y dile en mi favor una palabra; porque a vosotros, los gentiles, os ha sido entregado el reino, conforme a lo que dijeron Cristo y los profetas.
Lesbónax, mi hijo, se encuentra en una necesidad extrema, presa de una enfermedad agotadora desde hace muchos días. Yo, a mi vez, me encuentro enfermo de gravedad, sometido al tormento de la hidropesía, hasta el punto de que salen gusanos de mi boca. Mi mujer ha llegado incluso a perder el ojo izquierdo por la desgracia que se ha cernido sobre mi casa. Justos son los juicios de Dios, por cuanto hemos ultrajado al ojo inocente. No hay paz para los sacerdotes, dice el Señor. La muerte hará presa en ellos y en el senado de los hijos de Israel, pues pusieron inicuamente sus manos sobre el justo Jesús. Todo esto ha venido a cumplirse en la consumación de los siglos; y así, las naciones van a recibir en herencia el reino de Dios, mientras que los hijos de la luz serán arrojados fuera por no haber observado lo que convenía en relación con el Señor y con su Hijo.
Por todo lo cual ciñe ahora tus lomos, asume tu autoridad judicial de noche y de día, unido a tu mujer en el recuerdo de Jesús, y será vuestro el reino, pues nosotros hemos hecho padecer al justo. Y si es que hay lugar para mis ruegos, ¡oh Pilato!, puesto que nacimos simultáneamente, da sepultura diligentemente a mi casa, pues preferimos ser sepultados por ti que no por los sacerdotes, a quienes en breve, según las escrituras de Jesús, les espera el juicio. Adiós.
Te he enviado los pendientes de mi mujer y mi propio anillo. Si es que te acuerdas, me lo devolverás en el último día. Ya van aflorando los gusanos a mi boca y con ello recibo el castigo de este mundo; pero temo más a la sentencia de allá, pues los módulos de justicia que me aplicará el Dios vivo serán por duplicado. Vamos desapareciendo fugazmente de esta vida a los pocos años de nacer, y de allí proviene el juicio eterno y la retibución de las acciones.

CARTA DE PILATO A CÉSAR

Relación de Pilato (Anaphora)
Relación del gobernador Pilato acerca de Nuestro Señor Jesucristo, enviada a César Augusto a Roma
(apócrifo)

En aquellos días que siguieron a la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo, en tiempo de Poncio Pilato, gobernador de Palestina y de Fenicia, se compusieron en Jerusalén estas memorias que refieren lo que hicieron los judíos contra el Señor. Pilato, pues, juntamente con su correspondencia particular, envió estas memorias al César, residente en Roma, después de escribir así:
«Al excelentísimo, piadosísimo, divinísimo y terriblísimo César Augusto, el gobernador de la provincia oriental, Pilato.
I. Excelencia: La relación que voy a haceros es causa de que me sienta cohibido por el temor y por el temblor. Pues habéis de saber que en esta provincia que gobierno, única entre las ciudades en cuanto al nombre de Jerusalén, el pueblo en masa de los judíos me entregó un hombre llamado Jesús, acusándole de muchos crímenes que no pudieron demostrar con la afluencia de las razones. Había entre ellos una facción enemiga suya porque Jesús les decía que el sábado no era día de descanso ni fiesta de guardar. Él, en efecto, obró muchas curaciones en tal día: devolvió la vista a los ciegos y la facultad de andar a los cojos; resucitó a los muertos; limpió a los leprosos; curó a los paralíticos, incapaces en absoluto de tener impulso corporal ni erección de nervios, sino sólo voz y articulaciones, dándoles fuerzas para andar y correr. Y extirpaba la enfermedad con sola su palabra. Otra nueva acción más portentosa, deconocida entre nuestros dioses: resucitó a un muerto de cuatro días con sólo dirigirle su palabra; y es de notar que el muerto tenía ya la sangre corrompida y estaba putrefacto a causa de los gusanos salidos de su cuerpo y depedía un hedor de perro. Viéndole, pues, yacente como estaba en el sepulcro, le mandó que echara a correr; y él, como si no tuviera lo más mínimo de cadáver, sino más bien como un esposo que sale de la cámara nupcial, así salió del sepulcro, rebosante de perfume.
II. Y a unos extranjeros, endemoniados a todas luces, que tenían su domicilio en los desiertos y comían sus propias carnes, portándose como bestias y reptiles, incluso a ellos les hizo honrados ciudadanos, les volvió cuerdos con su palabra y les preparó para ser sabios, poderosos y gloriosos, comensales de todos los que odiaban los espíritus inmundos y perniciosos que habitaban anteriormente en ellos, a quienes arrojó a lo profundo del mar.
III. Había, además, otro que tenía la mano seca. Mejor dicho, no sólo su mano, sino la mitad entera de su cuerpo estaba petrificada, de manera que no tenía figura de varón ni dilatación de músculos. E incluso a éste le curó con una palabra y le dejó sano.
IV. Y había otra mujer hemorroísa, cuyas articulaciones y venas estaban agotadas por el flujo de sangre, que no llevaba ya consigo ni cuerpo humano siquiera, que se asemejaba a un cadáver y que, finalmente, se había quedado sin voz. Tal era su gravedad, que ningún médico del territorio encontró manera de curarla y ni esperanza siquiera de vida le quedaba. Mas una vez que Jesús pasaba en secreto por allí, tomó fuerzas de la sombra de éste y tocó por detrás la orla de su vestido; inmediatamente sintió que una fuerza henchía su orquedades y, como si jamás hubiera estado enferma, empezó a correr ágilmente camino de su ciudad, Cafarnaúm, estando a punto de igualar la marcha de seis jornadas.
V. Y esto que acabo de relatar con toda circunspección, lo hizo Jesús en día de sábado. Obró, además, otros milagros mayores que éstos, de manera que he llegado a pensar que los portentos suyos son mayores que los que hacen los dioses venerados por nosotros.
VI. Este es, pues, aquel a quien Herodes, y Arquelao, y Filipo, Anás y Caifás, me entregaron en connivencia con todo el pueblo, haciéndome mucha fuerza para que lo juzgara. Y así, aun sin haber encontrado a su cargo causa alguna de delitos o malas acciones, mandé que le crucificaran después de someterle a la flagelación.
VII. Y mientras le crucificaban, sobrevinieron unas tinieblas que cubrieron toda la tierra, quedando obscurecido el sol a mediodía y apareciendo las estrellas, en las que no había resplandor; la luna cesó de brillar, como si estuviera teñida en sangre, y el mundo de los infiernos quedó absorvido; incluso lo que era llamado santuario desapareció, a la caída de éstos, de la vista de los mismos judíos; finalmente, por el eco de los truenos repetidos, se produjo una hendidura en la tierra.
VIII. Y, cuando todavía cundía este pánico, aparecieron algunos muertos que habían resucitado, como atestiguaron los mismos judíos, y dijeron ser Abrahán, Isaac, Jacob, los doce patriarcas, Moisés y Job, las primicias de los muertos, como ellos dicen, que fallecieron hace tres mil quinientos años. Y muchísimos de ellos, a los que yo pude ver también aparecidos corporalmente, se lamentaban a su vez a causa de los judíos: por la prevaricación que estaban cometiendo, por su perdición y por la de su ley.
IX. Duró el miedo del terremoto a partir de la hora sexta del viernes hasta la hora nona. Y, al llegar la tarde del primer día de la semana, se oyó un eco procedente del cielo, mientras éste adquiría un resplandor siete veces más vivo que todos los días. Y a la hora tercia de la noche apareció incluso el sol brillando más que nunca y embelleciendo todo el firmamento. Y de la misma manera que los relámpagos sobrevienen de repente en el invierno, así apareceiron súbitamente unos varones, excelsos por su vestidura y por su gloria, que daban voces semejantes al fragor de un enorme trueno, diciendo: «Jesús, el que fue crucificado acaba de resucitar. Levantaos del abismo los que estáis presos en los subterráneos del infierno». Y la hendidura de la tierra era tal, que parecía no había fondo, sino que dejaba ver los mismos fundamentos de la tierra, entre los gritos de los que estaban en el cielo y paseaban corporalmente en medio de los muertos que acababan de resucitar. Y aquel que dio vida a los muertos y encadenó al infierno decía: «Dad este encargo a mis discípulos: Él va delante de vosotros a Galilea; allí podréis verle».
X. Por toda aquella noche no cesó la luz de brillar. Y muchos de los judíos perecieron absorvidos por la hendidura de la tierra, de manera que al día siguiente no compareció gran parte de los que habían estado en contra de Jesús. Otros veían apariciones de resucitados, a quienes ninguno de nosotros había visto. Y en Jerusalén mismo no quedó ni una sola sinagoga de los judíos, pues todas desapareieron en aquel derrumbamiento.
XI. Así, pues, fuera de mí por aquel pánico y cohibido por un temblor horrible en extremo, he hecho a vuestra excelencia la relación escrita de lo que mis ojos vieron en aquellos momentos. Y, poniendo además en orden lo que hicieron los judíos contra Jesús, lo he remitido a vuestra divinidad, ¡oh Señor!»

domingo, 7 de junio de 2009

GUERRA DE LOS HIJOS DE LA LUZ CONTRA LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS -1QM- (Qumrán)

Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas
-1QM-

(Qumrán)

'[Esta es la regla de los hombres de] guerra:
Prólogo
La guerra comenzará cuando los Hijos de la Luz lancen su ataque contra la heredad de los Hijos de las Tinieblas, contra el ejército de Belial, contra las guerrillas de Edom, de Moab y de los amonitas, contra los ejércitos de Sidón y de los filisteos, y contra las guerrillas de los quíteos* de Asiría y su gente, que acudirán en auxilio de los violadores del pacto. Los descendientes de Leví, de Judá, los exiliados del desierto, combatirán contra ellos, contra to[do su ejército] y todas sus guerrillas, cuando los exiliados Hijos de la Luz vuelvan del desierto de los pueblos para acampar en el desierto de Jerusalén. Y después de la batalla avanzarán de allí con[tra todas las tropas] de los quíteos que se hallan en Egipto. Y cuando él considere el momento oportuno, saldrá con grande cólera a combatir contra los reyes del norte para exterminar y destruir completamente el poder de [Belial.
E]se será el tiempo de la salvación del pueblo de Dios, el tiempo señalado para que asuman el dominio todos cuantos pertenecen a Dios y para la aniquilación eterna de todos los que pertenecen a Belial. Habrá un pánico e[norme entre] los descendientes de Yefet. Asiría caerá sin nadie que la socorra. La dominación de los quíteos desaparecerá al ser venci[da] la maldad, sin dejar ningún resto, y [de todos los Hijos de la]s Tinieblas no habrá ningún superviviente.
[La verdad y la recti]tud alumbrarán todos los confines del mundo, y seguirán alumbrando hasta que termine por completo la era de las tinieblas. Luego, en la era de Dios, esplenderá su eminente majestad por todos los tiempos de [la eternidad] para bienestar, bendición, honor, gozo y longevidad de todos los Hijos de la Luz.
El día que caigan los quíteos habrá un encuentro y tremenda carnicería ante el Dios de Israel. Porque ese es el día designado por él desde mucho antes para la guerra de exterminio de los Hijos de las Tinieblas. En él chocarán con gran carnicería la congregación de los seres divinos y la asamblea de 'l los hombres. Los hijos de la Luz y los del partido de las tinieblas lucharán en apretados bloques, el día del desastre, con estruendo de enorme gentío y los gritos de guerra de los seres divinos y de los hombres, para poner de manifiesto el poder de Dios. Será tiempo de angustia y a[premio] para el pueblo redimido por Dios. De todas sus angustias ninguna será como ésta, desde que se desencadene súbitamente hasta que culmine en la eterna redención.
El día de su batalla contra los quíteos sal[drán a la matan]za. En esa batalla, tres veces los Hijos de la Luz tendrán la suerte de imponer su fuerza y propinar golpes a la maldad. Pero tres veces también el ejército de Belial reunirá suficiente fuerza para repeler al pueblo de [Dios. Los escuadrones de infantería harán perder el ánimo, pero el poder de Dios infundirá for[taleza] a los [Hijos de la Luz]. La séptima vez la poderosa mano de Dios someterá a I[la heredad de los Hijos de las Tinieblas, a todos los ángeles de su dominio y a todos los miembros de [su pacto. ..........] [La gloria de Dios, en la compañía de] los santos, refulgirá en la ayu[da impartida a los Hijos de la Luz, varones fi]eles, para aniquilación de los Hijos de las Tinieblas, her[edad de Belial. ....................... multi]tud enorme. ..................... .darán mano. .........

Servicios religiosos de campaña
..... jefes de familia de la congregación, cincuenta y dos.
A los jefes de los sacerdotes se les asignará rango después del sacerdote en jefe y de su segundo, doce jefes sacerdotales que oficiarán continuamente delante de Dios. Los jefes de servicios serán veintiséis y oficiarán en sus respectivos deberes. Después de ellos, vendrán los jefes de los levitas, para oficiar de continuo, en número de doce, uno por cada tribu, y los jefes de sus servicios oficiarán cada uno en su puesto. Vendrán después de ellos los jefes de las tribus y los jefes de familia de la congregación, los cuales estarán apostados continuamente en las puertas del santuario. Los jefes de sus servicios, con los alistados bajo su mando, asumirán sus puestos para atender lo relativo a sus festividades, sus novilunios, los días de reposo y todos los demás días del año, y deberán ser de cincuenta años arriba de edad. Estos deberán prestar servicio para los holocaustos y sacrificios, preparando el incienso agradable para beneplácito de Dios, ofreciendo expiación por la congregación de Dios, y alimentándose siempre delante de él en la gloriosa mesa. Todas estas reglas, sin embargo, se aplicarán sólo en el tiempo establecido del año de la condonación de deudas (Dt. 15.1).

Movilización y planes de campaña
En los treinta y tres años restantes de la guerra, los varones de renombre serán convocados a reunión solemne, y todos los jefes de familia de la asamblea se escogerán guerreros para todos los países de los gentiles. De todas las tribus de Israel deberán reclutar anualmente soldados que salgan a campaña de acuerdo con las estipulaciones de la guerra. Pero durante lósanos de la condonación no deberán ser movilizados para la campaña, por ser tiempo sabático de reposo para Israel. En el año trigésimo quinto de servicio se harán los preparativos de guerra, que durarán seis años, con la asamblea entera participando en ellos. Durante los veintinueve años restantes la guerra se llevará a cabo en campañas por separado.
El primer año se combatirá contra Aram Najarayin;el segundo, contra los habitantes de Lod; el tercero, contra el resto de los de Aram, y contra Us, Jul, Togar y Mesa, que están allende el Eufrates; el cuarto y el quinto, contra los habitantes de Arpaxad; el sexto y el séptimo, contra todos los asirlos, los persas y los orientales, hasta el gran desierto; el octavo, contra Elam; el noveno, contra los ismaelitas y los quetureos. En los diez años restantes, la guerra se dividirá en campañas contra todos los descendientes de Jam, según [todos los territorios donde ha]b¡tan. Y en los diez años que quedan, la guerra se dividirá en campañas contra todos [los pueblos donde ha]bitan. .............. .[trompe]tas el toque de atención para todas sus tareas ............... para su inspección ............... y piquetes al toque de trompetas] ...............................

Reglamento para las trompetas
Orden de batalla, y toques de reunión de las trompetas cuando se rompan las hostilidades con el avance de la infantería, y los toques de trompeta para el ataque, la emboscada, la persecución cuando el enemigo haya sido derrotado, la reunión y el regreso de la batalla.
En las trompetas que toquen a reunión de la asamblea se inscribirá: Convocados por Dios.
En las que toquen a reunión de jefes se inscribirá: Oficiales de Dios. En las de reclutamiento: Filas de Dios. En las de los varones de renombre: Jefes de familia de la asamblea. Cuando se reúnan en la casa de reuniones: Prescripciones de Dios para el santo consejo. En las de los campamentos: Paz de Dios en los campamentos de los consagrados a él. En las de levantar el campo: Poderosos actos de Dios para desbaratar al enemigo y poner en fuga a los que aborrecen la rectitud, y retiro de sus actos de bondad en el caso de los adversarios de Dios.
En las trompetas para la formación de batalla se inscribirá: Formaciones de los escuadrones de Dios para la venganza de su ira sobre todos los Hijos de las Tinieblas. En las de reunión de la infantería, cuando se rompan las hostilidades, para avanzar contra las líneas enemigas: Recordatorio de la venganza en el tiempo fijado por Dios. En las del ataque: La mano poderosa de Dios en la batalla para hacer caer muertos a todos los infieles. En las de la emboscada: Los misterios de Dios para la destrucción de la maldad. En las de la persecución: [Dios] ha derrotado a todos los Hijos de las Tinieblas; su ira no se retirará hasta acabar con ellos. En las de la retirada, cuando regresen de la batalla para realinearse: Dios reúne. Y en las del camino ''de regreso de la batalla contra el enemigo, para entrar en la asamblea de Jerusalén: Júbilo de Dios por haber vuelto en triunfo.

Reglamento para los estandartes
Regla para los estandartes de toda la asamblea, por secciones de reclutamiento:
En el gran estandarte que va a la cabeza de todo el ejército se inscribirá: Pueblo de Dios, junto con los nombres de Israel y Aarón, y los nombres de las doce tri[bus de Israel] en el orden de su genealogía.
En los estandartes de los jefes de los campamentos de las tres tribus* se inscribirá:. ......................... . . [e]n el [estan]darte de la tribu: Bandera de señales de Dios, y el nombre del comandante de ........ sus clanes. ........................ nombre del comandante de la división y los nombres de los je[fes] ................................. jefes de sus compañías. En el estandarte ...................
En el estandarte de Merari, se inscribirá: Tributo para Dios, el nombre del jefe de Merari y los nombres de los jefes de sus batallones. En el de cada ba[ta]llón: ira de Dios, con furor, contra Bel ¡al y los de su heredad para que no les quede ningún superviviente, el nombre del jefe del batallón y los nombres de los jefes de sus compañías. En el de cada compañía: De parte de Dios viene el poder de la batalla contra todo pecador, el nombre del jefe de la compañía y los nombres de los jefes de sus pelotones. En el de cada pelotón: Ha cesado la resistencia de los malvados, [por] la potencia de Dios, el nombre del jefe del pelotón y los nombres de los jefes de sus piquetes. Y en el estandarte de cada piquete: Epinicio de Dios, acompañado con arpa decacorde, el nombre del jefe del piquete y los nombres de los nueve hombres adscritos a su mando.
Cuando marchen a la batalla inscribirán en sus estandartes: Verdad de Dios, Rectitud de Dios, Gloria de Dios, Juicio de Dios, Hora de Dios, Pánico de Dios, Matanza de Dios, y después con exactitud todos sus nombres. Cuando regresen de la batalla, inscribirán en ellos: Sublimidad de Dios, Grandeza de Dios, Elogio de Dios, Gloria de Dios, con todos sus nombres exactamente.

Regla para los estandartes de la asamblea
Cuando salgan a campaña inscribirán en su primer estandarte, Asamblea de Dios; en el segundo, Campamentos de Dios; en el tercero, Tribus de Dios; en el cuarto, Clanes de Dios; en el quinto, Escuadrones de Dios; en el sexto, Congregación de Dios; en el séptimo, Convocados por Dios; en el octavo, Ejércitos de Dios, e inscribirán también con exactitud sus nombres, en el debido orden. Cuando se aproximen ya a la batalla, inscribirán en ellos: Guerra de Dios, Venganza de Dios, Pleito de Dios, Retribución de Dios, Fuerza de Dios, Recompensa de Dios, Potencia de Dios, Aniquilación, por Dios, de todas las fútiles naciones. Y además, con exactitud, todos sus nombres se inscribirán en ellos. Cuando regresen de la batalla, inscribirán en ellos: Salvación de Dios, Victoria de Dios, Ayuda de Dios, Apoyo de Dios, [gio de Dios, Gracias a Dios, Alabanza a Dios, Paz de Dios.
[Regla para las medid]as: El estandarte de toda la asamblea tendrá catorce codos de largo; el de. .............. [di]ez codos;........ doce codos. ............ once; di[ez]................... [nueve codos .................. codos; el estandarte del piquete .................................
En el escudo del jefe de toda la asamblea inscribirán su nom[bre y los] de Israel, Leví y Aarón, así como los de las doce tribus de Israel en el orden de su gen[ea]logia y los de sus doce respectivos jefes.

Formación de batalla
Regla para el orden de los escuadrones de combate, una vez que se hayan completado sus efectivos:
Para la formación de un frente completo de batalla, la línea se cerrará con mil hombres, dispuestos en siete filas del frente, formadas cada una en tal orden que los hombres queden colocados uno tras otro. Todos ellos estarán equipados con escudos de bronce, pulidos como espejos. El escudo estará cercado por un borde festoneado y artísticamente diseñado como un entrelazado guarnecido de oro, plata, bronce y piedras preciosas, semejando un mosaico policromo, obra de experto orfebre. El largo del escudo será de dos codos y medio, y su ancho de uno y medio.
En la mano portarán una lanza y una espada. La lanza tendrá siete codos de largo, de los cuales la punta, incluyendo su casquillo, será de medio codo. EI casquillo llevará tres anillos cincelados en forma de festón, como el borde del escudo, guarnecido de oro, plata y bronce, finamente diseñado como un entrelazado. El diseño del anillo, por ambos bordes, 'llevará un cerco de piedras preciosas de colores variados, obra de experto orfebre, y una espiga. Entre los anillos, el casquillo irá estriado a manera de una columna hecha con arte. La punta será de hierro blanco brillante, obra de experto orfebre. La espiga de oro puro irá en el centro de ella, apuntando hacia '' el extremo superior.
Las espadas serán de hierro puro, refinado en el crisol y pulidas al blanco de modo que parezcan espejos, obra de experto for[ja]dor. Con figura de espiga llevarán por uno y otro lado de su hoja una aplicación de oro puro, así como dos estrías rectas dirigidas hacia la punta. El largo de la espada será de codo y medio, y su ancho de cuatro dedos. El ancho de su curvatura será de cuatro pulgares; la longitud hasta la curvatura será de cuatro palmos, y de ahí hasta la punta la curvatura¡rá cinco palmos más. La empuñadura de la espada será de hueso puro, artísticamente trabajada, con un diseño policromo de oro, plata y piedras preciosas.

Maniobras de los combatientes
Cuando se pongan en pie los [sacerdotes] ................se alinearán siete filas, una tras otra. De ahí. ................[tr]einta codos, lugar en que estarán los varo[nes]............ hacia los [hombres] del frente .............................siete veces, y regresarán a sus posiciones.
Después de ellos avanzarán tres escuadrones de infantería y tomarán posiciones entre las formaciones. El primer escuadrón lanzará [con]tra la formación enemiga siete jabalinas de combate. En la punta de la primera jabalina se inscribirá: Relámpago de la lanza de la potencia de Dios; en la de la segunda: Dardos sanguinarios para hacer que caigan muertos por la ira de Dios, y en la de la tercera: Llama de la espada que devora a los pecadores heridos por la justicia de Dios. Todos éstos lanzarán sus armas siete veces y luego volverán a sus posiciones. Después de ellos avanzarán dos escuadrones de infantería y tomarán posiciones entre las dos formaciones. El primer escuadrón irá equipado con lanza y escudo, y el segundo con escudo y espada para hacer que caigan muertos enemigos por la justicia de Dios, y para doblegar la línea enemiga por la potencia de Dios, para dar a todas las fútiles naciones el pago que merece su maldad. Y así será para el Dios de Israel la soberanía real, y entre los consagrados de su pueblo hará proezas.
También siete escuadrones de caballería ocuparán posiciones a la derecha y a la izquierda de la línea de batalla; sus efectivos se situarán a uno y otro flancos, setecientos jinetes de un lado y setecientos del otro. Doscientos jinetes avanzarán con mil hombres de la línea de la infantería, y así 'tomarán posiciones por todos los la[dos] del campamento. El total será de cuatro mil seiscientos. Habrá además mil cuatrocientos caballos asignados a los oficiales de las líneas, cincuenta para cada una, de modo que los soldados de caballería junto con los oficiales a caballo, sumarán seis mil, quinientos por tribu.
Todos los caballos que entren en " batalla acompañando a la infantería deben ser enteros, veloces, suaves de boca, de largo aliento, que hayan cumplido la edad requerida, adiestrados para la guerra, que no se asusten con ninguna clase de ruido ni con cosa alguna que vean. Los que los montan deben ser valientes y aguerridos, jinetes diestros, de comprobada edad entre los treinta y los cuarenta y cinco años. Pero los oficiales montados de las líneas deberán tener entre cuarenta y cincuenta años de edad. Ellos .................... [coraz]as, cascos y musleras, y equipados con rodelas y lanzas con una longitud de. ................... y arco, flechas y jabalinas de combate. Todos ellos preparados pa[ra]. ................... ............... [Di]os y para derramar la sangre de los que han de ser muertos a causa de su culpa. Estos serán. ....................
Los oficiales deberán tener entre cuarenta y cincuenta años de edad; los prefectos de los campamentos, entre cincuenta y sesenta; los comisarios, entre cuarenta y cincuenta también, y los encargados de despojar a los muertos, recoger el botín, limpiar el terreno, cuidar el bagaje, y preparar las provisiones, deberán tener todos ellos entre veinticinco y treinta años de edad.
A ningún jovenzuelo o mujer se permitirá entrar en el campamento desde la salida de Jerusalén a campaña hasta el regreso. Tampoco podrá ningún cojo, ciego, baldado, que tenga alguna tara corporal permanente o esté afectado por alguna impureza física, acompañar al ejército a la guerra. Todos deben ser hombres alistados voluntariamente para la guerra, intachables en cuerpo y espíritu y aprestados para el Día de la Venganza. Ningún hombre que no se haya purificado de una emisión seminal podrá acompañarlos en el ataque el día de la batalla, porque los santos
á ngeles van con su ejército. Además, debe haber una distancia ¡entre todos sus campamentos y el sitio que sirva de letrina corno de unos mil codos, de modo que ninguna indecorosa desnudez pueda verse en los alrededores de ninguno de ellos. Cuando los escuadrones de combate se formen para enfrentarse con el enemigo, una línea frente a la otra, del espacio central de la formación general avanzarán al lugar que media entre las líneas, siete 'sacerdotes descendientes de. Aarón, ataviados con vestiduras de lino blanco, una túnica de lino y calzones de la misma tela, y ceñidos con una faja de lino fino torcido, de púrpura violeta, ¡púrpura roja, grana y carmín, de diseño policromo, artísticamente trabajada. Y en la cabeza llevarán turbantes. Estas son vestiduras para la guerra, que al santuario no deben " introducirse. Uno de los sacerdotes avanzara al frente de todos los hombres de la formación para darles ánimo en la batalla. Los otros seis tendrán en la mano las trompetas de reunión, las del Recordatorio, las de atención, las de persecución y las de retirada. Cuando los sacerdotes avancen ¡a situarse entre las líneas, con ellos avanzarán siete levitas llevando en la mano siete cuernos de carnero, y tres intendentes de entre los levitas irán delante de los sacerdotes y los levitas. Entonces los sacerdotes tocarán las dos trompetas de reu[nión. ......... ba]talla sobre cincuenta escuderos. Entonces cincuenta soldados de infantería avanzarán desde uno de los espacios entre las líneas ................. ........ levitas intendentes. Y con todos, línea tras línea, avanzarán al igual que todos los pre[fectos ...................infanjtes procedentes de los espacios entre las líneas, [y tomarán posiciones entre las dos [líneas]. ..................... la ba[talla].

Desarrollo del combate
Las trompetas seguirán sonando para dirigir a los honderos hasta que hayan terminado de lanzar siete veces. Después los sacerdotes les darán con las trompetas el toque de retirada, y ellos volverán al lado de la línea de combate primera, para ocupar de nuevo allí sus posiciones. Los sacerdotes tocarán luego las trompetas de reunión, y entonces avanzarán tres escuadrones de infantería saliendo de los espacios intermedios, y ocuparán posiciones entre las líneas, y en sus flancos se situarán jinetes a derecha e izquierda. Entonces los sacerdotes darán con las trompetas un toque prolongado para disponerse en orden de batalla, y las columnas se desplegarán a sus respectivas líneas, cada una a su posición. Y una vez que hayan tomado posiciones en tres líneas, los sacerdotes les darán un segundo toque de guerra, esta vez suave y sostenido, para emprender la marcha al paso acercándose a las líneas enemigas. Echarán mano entonces a sus armas, y los sacerdotes darán con las seis trompetas de 'ataque un toque agudo e intermitente para dirigir* la batalla. Los levitas y todo el cuerpo de tocadores de cuernos lanzarán, por su parte, un formidable toque de guerra para intimidar al enemigo, y a su señal saldrán disparadas las jabalinas para hacer caer muertos. Luego cesará el toque de los cuernos, pero con las trom[pe]tas los sacerdotes seguirán dando el toque agudo e intermitente para dirigir la batalla hasta que se hayan atacado las líneas enemigas siete veces, después de lo cual los sacerdotes darán con sus trompetas de retirada un toque suave, prolongado y sostenido.
Este es el reglamento según el cual los sa[cer]dotes darán los toques de trompeta a los tres escuadrones. Al 's primer ataque, los [sacerdotes, levitas y todo el cuerpo de tocadores de cuer]nos darán un toque de guerra formidable para dirigir la ba[talla]. ................... y los sacerdotes les [tocarán] con las trompe[tas ......................................... y ocupa]rán sus posiciones en la formación ............................... y ocupa[ rán ................................... .......... los] muertos. 'Comenzarán a hacer caer muertos en lucha cuerpo a cuerpo. Todo el ejército dejará de alzar sus gritos de guerra, pero los sacerdotes continuarán tocando con las trompetas la señal de ataque, para dirigir la batalla hasta que el enemigo haya sido derrotado y obligado a volver la espalda. Los sacerdotes continuarán dirigiendo la batalla. Y cuando el enemigo haya sucumbido ante ellos, tocarán las trompetas de reunión, y entonces acudirán a ellos los de la infantería, saliendo de entre las "líneas del frente. Seis escuadrones tomarán posiciones con el escuadrón que ha entablado combate, formando así un total de siete líneas, veintiocho mil combatientes además de seis mil jinetes. Todos ellos perseguirán al enemigo para exterminarlo, en el combate de Dios, con destrucción eterna. Los sacerdotes les darán con sus trompetas el toque de persecución, y las tropas se distribuirán] a manera de poder atacar al enemigo en su totalidad, persiguiéndolo hasta exterminarlo. La caballería por su parte lo obligará a volver a donde se libra la batalla hasta su completa destrucción.
Mientras caen los muertos, los sacerdotes seguirán dando los toques a distancia. No deben penetrar "entre los muertos a contaminarse con la impura sangre de éstos. Porque los sacerdotes son santos y no deben profanar el óleo con que fueron ungidos como sacerdotes con la sangre de 'gentiles que nada valen.
Regla para los cambios en el orden de batalla de los escuadrones de combate, para formar la posición. ....... para. .......
semicírculo con torres, arco con torres, arco ligeramente tenso con columnas salientes y alas [sobresalientes por ambos] flancos de la línea [para in]timidar al enemigo. Los escudos de las torres tendrán tres codos de largo, y sus lanzas serán de ocho codos de l[ar]go. Las t[o]rres avanzarán saliendo de la línea. La torre tendrá cien escudos de un lado y cien del otro, así que con el tercero, el del frente, quedará circundada por trescientos escudos. La t[o]rre deberá tener dos espacios intermedios, uno en su línea de la derecha y otro en la de la izquierda.
n todos los escudos de las torres se pondrá una inscripción: en los de la primera, Miguel; [en los de la segunda, Gabriel; en los de la tercera], Sariel, y en los de la cuarta, Rafael. Miguel y Gabriel a la [derecha; Sariel y Rafael a la izquierda] .............................................. y [ les] pondrán emboscada.

Liturgia de campaña
................... para purificar ' nuestro campamento
y preservarlo de toda indecencia y maldad, ya que (Moisés) nos enseñó que tú estás entre nosotros, oh Dios grande y terrible, para convertir en botín a todos nuestros enemigos delante de no[sotros]. Y desde entonces nos enseñó para todas nuestras generaciones, diciendo: "Cuando estéis próximos a entablar combate, el sacerdote se pondrá en pie y le hablará al pueblo así: 'Oye, Israel. Estáis próximos hoy a entablar combate contra vuestros enemigos. No tengáis miedo ni se acobarde vuestro corazón. No os entre pánico ni os atemoricéis de ellos. Porque vuestro Dios marcha con vosotros a pelear por vosotros contra vuestros enemigos, a fin de daros la victoria".*
Nuestros comisarios hablarán a todos los que se preparan para la batalla, con bien dispuesto corazón, para fortalecerlos con la potencia de Dios, y hacer que se retiren todos los acobardados e infundir ánimo a todo el conjunto de esforzados combatientes. Es como tú di[jis]te por conducto de Moisés': "Cuando en vuestro país entréis en guerra contra el adversario que os ataque, tocaréis alarma con las trompetas, para que se os recuerde delante de vuestro Dios, y se os libre de vuestros enemigos" (Nm. 10.9).
¿ Quién como tú, oh Dios de Israel,
en los ci[el]os y en la tierra, que ¡guale tus poderosas obras
y tu formidable poder?
¿ Quién como tu pueblo Israel, al cual escogiste para ti de los pueblos de todos los países?
¿Pueblo de los santos del pacto, instruido en el estatuto, entendido en jui[cio y saber], obediente a la voz de la Majestad, que ha visto '' a los ángeles santos, cuyo oído está abierto y escucha cosas profundas? [Tú, oh Dios, has creado] la extensión de los cielos, la hueste de los luminares,
las tareas de los espíritus, el dominio de los santos, los almacenes esplendorosos del tesoro de] las nubes. Tú eres quien creó la tierra y las leyes que la dividen
en páramo y en estepa,
y todo lo que produce,
con los cauces que abren sus aguas
la circunferencia de los mares,
el depósito de los ríos,
y la división de los océanos
las formas animales y de aves, la figura del hombre, V las gene[raciones de su lina]je; la confusión de las lenguas, la dispersión de los pueblos, la residencia de los clanes,
y las heredades de los países,
las santas festividades,
el ciclo de los años
y los tiempos eternos;
estas tus [maravillas]
las hemos sabido por la comprensión de ti
que [por gracia nos has concedido].
[inclina, te rogamos, tu oí]do
a nuestro gemido, porque. ............
............... a. .. tu templo gl[orioso]
Porque tuya es la guerra, y por la fuerza de tu mano han sido destrozados sus cadáveres sin que haya quién los sepulte. Y a Goliat el de Gat, poderoso guerrero, entregaste en manos de David tu siervo, porque éste confiaba en tu gran nombre y no en la espada ni la lanza.
Porque tuya es la guerra, y él a los filisteos derrotó muchas veces por tu santo nombre. También muchas veces nos has librado por mano de nuestros reyes, a causa de tu misericordia y no conforme a nuestras obras que inicuamente hemos cometido ni a nuestros actos de rebeldía.
Tuya es la guerra, y de ti viene la potencia.
No es de nosotros ni de nuestra fuerza ni de la fortaleza de nuestra mano
el realizar hechos poderosos,
sino por tu fuerza y por el poder
de tu potencia formidable.
Co[mo] nos lo declaraste desde antaño:
'Un astro ha salido de Jacob,
un cetro se levanta de Israel.
Traspasa las sienes de Moab,
la coronilla de* todos los hijos de Set.
Domina desde Jacob y extermina
a los supervivientes [de la] ciudad.
El enemigo se convierte en posesión,
e Israel se muestra poderoso.**
Por medio de tus ungidos, que contemplan tus decisiones, nos revelaste la hofra] de las batallas que emprende tu poder para que seas glorificado triunfando de nuestros enemigos, al abatir a las cuadrillas de Belial, las siete naciones fútiles, por medio de los pobres a quienes has redimido, dándoles respiro y bienestar en tu admirable potencia. El corazón acobardado se ha abierto a la esperanza. Hiciste con los enemigos lo que con el faraón y los oficiales de sus carros en el mar de los Jun[ eos]. A los de espíritu quebrantado 'os harás arder como antorcha en paja, consumiendo la maldad sin detenerse hasta que '' el pecado haya sido aniquilado.
Desde la antigüedad nos anun[ciaste la hora señalada para la poderosa acción de tu mano contra los quíteos, diciendo: "Caerá Asiría, mas no por espada de hombre: una espada no de hombre la devorará" (Is. 31.8). Pues entregarás en manos de los pobres a enemigos de todos los países, y por medio de los postrados hasta el polvo, abatirás a los poderosos de los pueblos, para hacer recaer el merecido de los malvados sobre [la cabeza]. .................
ejecutar en todos los humanos
el justo juicio de tu verdad,
y hacerte de un nombre eterno
entre el pueblo. .....................
....... .......... las batallas.
Demostrarás tu grandeza y santidad
a los ojos del resto de las naciones,
para conocimiento. ...... .............
[ejecutarás tus sentencias contra Gog y toda su asamblea, la lla[mada]. .....
. . . . . pues los combatirás desde los cie[los].
.... sobre ellos para su confusión. .......
Pues la multitud de los santos está en los cielos, y los ejércitos de ángeles en tu santo dominio, para a[ labar el nombre tu]yo. Y a los elegidos de un pueblo santo los has constutuído para ti en [comunidad]. La lista de los nombres de todos sus ejércitos la tienes tú en tu santa morada, y los án[geles del cíe]lo están en tus gloriosos dominios.
Con un buril vivo has grabado para ellos
los generosos beneficios de tu ben[dición]
y tu pacto de paz; que tú serás [su] rey
por todas las épocas de la eternidad;
que dirigirás los ejércitos de tus escogidos,
sus batallones y sus divisiones,
junto con tus santos
[y con el ejército de] tus ángeles,
y que predominarás s en la batalla
[para subyugar] a los rebeldes de la tierra
cuando entables tus juicios,
y los escogidos de los cielos
reciban tus bendiciones].* Tú, oh Dios, te levantas]
en la gloria de tu reinado,
y la asamblea de tus santos ¡
está entre nosotros para ayuda eterna. -*
Expresa]mos desprecio por los reyes, . burla y desdén por los poderosos.
Porque el Señor es santo,
y el Rey glorioso está con nosotros,
el pueblo de sus santos.
Los gue[rreros] del ejército angélico
están entre nuestros reclutados,
el Poderoso Guerre[ro] está con nuestra asamblea,
y la hueste de sus espíritus
con nuestra infantería y nuestra caballería.
[Son como] un banco de nubes, como nubes de rocío f que vienen a cubrir la tierra,
y como aguacero copioso que riega juicio sobre todo lo que en ella crece.
¡ Levántate, oh Poderoso! ¡Llévate tus cautivos, Varón glorioso! Toma tu botín, Hacedor de proezas. Pon tu mano sobre la cerviz de tus enemigos, y tu pie sobre los montones de muertos. Destroza a las naciones tus adversarias y tu espada '' devore los cuerpos de los culpables. Llena de gloria tu tierra y tu heredad de bendición. Haya multitud de ganados en tus parcelas, plata, oro y piedras preciosas en tus pal[a]cios.
Oh Sión, alégrate muchísimo, y muéstrate entre cantos de alegría, oh Jerusalén. Exultad, todas vosotras, ciudades de Judá. Manten abierta siempre [tus] puertas para que pueda entrar en ti la riqueza de las naciones. Sírvante sus reyes y prostérnense ante ti cuantos te humillaron, para el polvo [de tus pies lamer. Oh hijas de] mi pueblo, alzad la voz con cantos de alegría, enjoyaos de espléndidas joyas y regid los r[e]in[os hasta que aparezca el rey de l]srael para reinar eternamente.*
.............. guerreros valerosos.
Jerusalén. ....................
.............. sobre los cielos,
Señor. .............................
'y sus hermanos los sacerdotes y levitas, y todos los ancianos de la regla con él. Ocupando su puesto, bendecirán al Dios de
Israel, y todas sus fieles obras, y maldecirán* allí mismo a [Bel¡]al y a todos los espíritus de su partido. Tomarán la palabra para decir:
¡ Bendito sea el Dios de Israel por todos sus santos designios y por sus fieles obras! Y benditos sean todos los que lo sirven con rectitud y lo conocen por la fe.
¡ Mal[di]to sea Belial por sus designios hostiles y execrado por su culpable dominio! Y malditos sean todos los espíritus de su partido por sus designios malvados, y execrados por todas las impuras obras de su inmundicia. Pues ellos son la heredad de las tinieblas, pero la heredad de Dios está destinada a la luz [eter]na. [T]ú eres el Dios de nuestros antepasados.
Bendeciremos tu nombre para siempre.
Somos pueblo de [D]i[os].
[Hiciste pacto con nuestros antepasados
y lo has mantenido con sus descendientes
para todas las épocas, a perpetuidad.
En todas sus gloriosas decisiones
ha habido recuerdo de tu [reinado] entre nosotros
para socorrer al remanente de tu pueblo
y a los supervivientes de tu pacto,
para que [refieran] tus fieles obras y los actos de justicia de tu poder maravilloso.
Tú, [oh Dios, nos has redimi]do para ti, a fin de que seamos un pueblo eterno, y nos has distinguido como heredad de luz,
conforme a tu fidelidad. Desde la antigüedad comisionaste al Jefe de la luz para ayudarnos, y esco[giste a los hombres rec]tos y a todos los espíritus fieles para ponerlos bajo su dominio.
Pero " hiciste a Belial,
el ángel de la enemistad, para la fosa,
y lo escogis[te con sus ayudan]tes y su consejo
para ser causa de maldad y culpa.*
Y todos los espíritus 'de su heredad'
son ángeles de destrucción,
siguen las leyes de las tinieblas,
y a éstas se dirigen a una sus [de]seos.
Pero nosotros, los de tu fiel heredad,
nos alegraremos por tu mano poderosa,
nos regocijaremos por la victoria que nos das,
nos llenaremos de júbilo por tu ayu[da
y saltaremos de alegría por tu p]az.
¿ Quién, oh Dios de Israel, te ¡guala en fuerza? Asiste a los pobres tu mano poderosa. ¿Qué ángel y qué jefe puede prestar la ayuda que tú das con tus he[chos? Pujes desde la antigüedad te designaste el día del encuentro. ..............
para hacer tu verdad [prevalecer, destruir la culpa, abatir las tinieblas hacer prevalecer la luz y ................
[en la comunidad de Di]os,
en su eterno puesto,
aniquilar a todos los Hijos de las Tinieblas
y llevar gozo a [tod]os [los Hijos de la Luz].
...............[ pu jes tú destinaste a. ....
............' como el fuego de tu furor
contra los ídolos de Egipto.
Y después, cuando hayan vuelto de la mortandad, de regreso
en el campamento, todos deberán cantar alegremente el Himno ¿el Regreso. A la mañana siguiente lavarán bien sus vestidos, se limpiarán la sangre de los cadáveres de los culpables, y volverán a ocupar el puesto de la línea, en el cual estaban formados antes de que cayeran los muertos del enemigo. Allí bendecirán "todos al Dios de Israel y enaltecerán su nombre.
Bendito sea el Dios de Israel que se ha mantenido leal a su pacto y las promesas* s de salvación hechas al pueblo que ha redimido. Ha convocado a los que titubean a [realizar proezas admira]bles, pero juntado a la asamblea de los gentiles para destruirlos sin que nadie quede de ellos. Ha encumbrado en el juicio a los que habían perdido el ánimo, y abierto la boca de los mudos para cantar alegremente sus pro[ezas. Las manos] débiles ha adiestrado para la guerra, dado fuerzas a los de rodillas vacilantes para que se mantengan firmes en su puesto, y fortalecido la cintura de los de espaldas encorvadas. Por medio de los pobres en espíritu [derretirá y destrui]rá los corazones duros, Y por medio de los de conducta intachable todas las naciones malvadas tendrán fin, sin quedar un pie uno solo de sus guerreros.
Nosotros, el re[manente de tu pueblo, alabaremos] tu nombre, oh Dios leal y amoroso, que guardas el pacto hecho con nuestros padres, y que en todas nuestras generaciones has otorgado tu amorosa lealtad al rema[nente de tu pueblo]. Bajo el dominio de Belial
y de todos los secretos designios de su enemistad, no logró arrojarnos de tu pacto. Tú has repelido de delante de nosotros a los espíritus de su [he]redad, y [ mientras se daban a la maldad los hombres sujetos a su dominio, tú protegiste a tus redimidos. Tú levantaste '' con tu fuerza a los caídos, pero a los encumbrados destrocaste con tu poder]. Nadie podrá salvar a ninguno de sus guerreros ni habrá refugio para sus más veloces hombres. A sus colmados de honores
les darás como pago la deshonra, y su va[na] existencia [se convertirá en na]da. Mas nosotros, en cambio, tu pueblo santo, alabaremos tu nombre por tus fieles obras.
Y por tus hechos poderosos
exaltaremos continuamente tu. .........]
los tiempos y temporadas de tus eternos testimonios, al venir el día y la noche,
y a la partida de la tarde y de la mañana. Pues grandioso es [el ademán de tu ma]no, y maravillosos los misterios en tus alturas;
desde el polvo levantas hasta ti,
y haces caer desde el sitio de los dioses.
¡Levántate, levántate, oh Dios de dioses, y álzate por tu po[der|. ..............
[a toldos los Hijos de las Tinieblas. La luz de tu majestad ...............
............ Sol ardiente, para que[ mar]
Pues será un tiempo angustioso para lsra[el, declamación de guerra contra todos los gentiles. La heredad de Dios tendrá la redención eterna,
pero todas las naciones malvadas serán exterminadas.

Maniobras para la batalla final
Toda la gen[te que salga] a la guerra se pondrá en marcha y acampará frente al rey de los quíteos y de todo el ejército de Belial reunido con él para el día del (encuentro, en que será castigado]* por la espada de Dios. Entonces el sacerdote en jefe se pondrá en pie, con sus hermanos [sacerdotes] y los levitas ante él, así como todos los oficiales, y les leerá la oración para tiempo de gue[rra, según el li]bro de la regla para la ocasión, y todas las palabras de sus himnos. Luego formará allí mismo todas las líneas, de acuerdo con to[do lo que está escrito por el reglamenjto. Entonces las recorrerá el sacerdote elegido para el tiempo de la venganza por decisión unánime de sus hermanos y alentará a los [combatientes] tomando la palabra y diciendo:
" Tened ánimo, sed fuertes y portaos como valientes guerreros. No tengáis miedo ni os aco[bardéis ante vuestros enemi]gos. Que el temor no os haga huir despavoridos ante ellos. No 'retrocedáis ni os [intimidéis]. Porque son una asamblea malvada, todas sus obras se hallan en tinieblas, y a ellas tienden por instin[to. De nada sirve] su refugio, su fuerza es como el humo que se desvanece, y toda la concentración de su '' [m]uchedumbre .......
........................... no se hallará más, y toda la
sustancia de su ser se marchitará prontamente [como f]lor.......... Esforzaos en la guerra de Dios, porque
hoy es tiempo de guerra |para Dios] contra todos los. ........
................ contra todo ser humano. El Dios de Israel
alza su mano con su maravillosa [poten]cia [contra]todos los espíritus malva[dos]. .............. [Los gue|rreros divinos
se aprestan a la batalla y los escuadrones de los santos [se prepa|ran para el día .................. ..................
Dios de l[srae]l ....................................'.
para deshacerse de Bel[ial). .............................
en su destrucción de vi[das].............................
'hasta acabar por completo con la fuente [de las tinieblas. Porque] el Dios de Israel ha llamado una espada sobre todas las naciones, y por medio de los santos de su pueblo realizará proezas".
Se pondrá en práctica toda la presente regla [ en ese ] día, cuando tomen posiciones frente a los campamentos de los quíteos. Y después los sacerdotes les tocarán las trompetas del Recordatorio, y se romperán las hostilidades]. Avanzará la infantería, las columnas tomarán posiciones entre las líneas y los sacerdotes les darán el toque de formación. A este toque de las trompetas, las columnas [se desplegarán] hasta formarse cada uno en su puesto. Entonces les tocarán los sacerdotes por segunda vez, [dando la señal de acerca]rse. Cuando se hallen a suficiente distancia de la línea de los quíteos para tirar, cada soldado echará mano a su arma. Los seis [sacerdotes tocarán entonces las trompe]tas de ataque, con un toque agudo e intermitente para dirigir la batalla. Los levitas y todo el cuerpo de tocadores de cuernos lanzarán, por su parte, un formidable toque de guerra. Y tan pronto suene dicho toque los combatientes comenzarán a hacer que caigan muertos de los quíteos. Todo el ejército suspenderá entonces [sus gritos] de guerra. Sólo [los sacerdotes seguirán tocando las trompetas de ataque y la batalla contra los quíteos continuará. 'Cuando [Belíal] se apreste para acudir en socorro de los Hijos de las Tinieblas, comenzarán a caer muertos de la infantería, según los misteriosos designios de Dios, para así someter a prueba a los designados para el combate, y los sacerdotes darán con sus trompetas el toque de reunión para que en sustitución salga otra línea a combatir, la cual tomará posiciones entre las líneas. n Y a los que se encontraban empeñad[os en el com]bate les darán el toque de retirada.
Luego el sacerdote principal se acercará, y puesto en pie frente a la línea, los animará por [el poder de Dios a escorzarse en su batalla. Tomará la palabra y dirá:
" ............... corazón de su pueblo, poniendo a prueba. ....... y no. . . . . . vuestros corazones, porque desde la antigüedad habéis oído de los misteriosos designios de Dios ......
................................. ellos a un[a]. ..........
...................... ......' como su merecido ........
................... ! y les ha dado su pago, como llam[a
en espigas recién cortadas, poniéndolos] a prueba en el crisol. Ha afilado sus armas, y no serán vencidas antes de [ser aniquiladas todas las naciones] malvadas. Vosotros recordad la sen[tencía sufrida por Nadab y Abí]hú, hijos de Aarón, por la cual Dios mostró su santidad a los ojos de todo el pueblo. Pero a Eleazar e llamar los confirmó [al mismo tiempo] en el pacto [e]terno.
Vosotros, pues, tened animo y no tengáis miedo de ellos. [Nada] son. Ambicionan lo que es sólo vacio y confusión,* y se apoyan en lo que no existe. Porque no saben que del Dios de Israel proviene todo lo que es, lo que ha sido (y lo que será), y que Di[os conoce] todos los acontecimientos de la eternidad. Hoy es el tiempo señalado por él para humillar y abatir al jefe de los dominios de la maldad, y él enviará eterno socorro a la heredad de sus [re]dimidos por medio del poder del ángel majestuoso del dominio de Miguel, en eterna luz, para hacer irradiar de gozo a la fa[milia de l]srael, y traer bienestar y bendición a la heredad de Dios. Dios enaltecerá entre los dioses el dominio de Miguel, y el reinado de Israel entre todos los seres humanos. La rectitud se alegrará [en] las alturas y todos los hijos de la verdad de Dios se regocijarán en el conocimiento eterno. Vosotros, los hijos de su pacto, cobrad ánimo estando en el crisol de Dios, hasta que él agite la mano para dar por terminadas las pruebas a que sus misteriosos designios han sometido vuestra existencia".
Después de estas palabras, los sacerdotes les darán el toque para que los escuadrones se formen en línea. Al toque de las trompetas, las columnas se desplegarán " hasta que cada hombre venga a quedar en su debido pues[to]. Los sacerdotes darán luego con sus trompetas un segundo toque, dando la señal de acercarse. Cuando se hayan acercado los hombres. ..... [a las lí]neas de los
quíteos a suficiente distancia para tirar, cada uno echará mano a su arma. Entonces los sacerdotes tocarán las trompetas de ataque. ..... y todo el cuerpo de tocadores de cuernos lanzarán un toque de guerra. La infantería lanzará su acometida contra el ejército de los quíteos, y al oír el [to]que empezarán a herirlos. Cuando todo el ejército suspenda sus gritos de guerra, los sacerdotes los continuarán ................................
............... caerán heridos ante ellos. Y al tercer turno
hacer(los) caer [por los misteriosos designios de Dios. ..........
...................... .'............ cuando la mano
poderosa de Dios se alce para asestar a Belial y a todo el [ban]do bajo su dominio el golpe definitivo, . ......... y el grito de
guerra de los santos en la persecución de Asiría, los hijos de Jafet caerán sin poder volver a levantarse, y los quíteos serán derrotados sin [remedio]. ....... La mano del Dios de Israel se alzará contra toda la horda de Belíal. En esa ocasión los sacerdotes darán el [to]que del Recordatorio, y todas las líneas de batalla acudirán a ellos, y luego se dividirán para atacar todos los campamentos de los quíteos a fin de destruirlos por completo. [ Cuan]do el sol se apresure ese día a ponerse, el principal sacerdote se pondrá en pie, con los sacerdotes y [levi]tas que lo acompañan, los jefes de las líneas de combate y los miembros de la regla, y bendecirán allí mismo al Dios de Israel, elevando su voz y diciendo:
¡ Bendito sea tu nombre, oh Dios de [dio]ses, porque te has mostrado grande con tu pueblo realizando maravillas.
Desde antaño has guardado tu pacto con nosotros, y nos has abierto muchas veces las puertas de la salvación, en virtud [de tu] pacto —tan humillados como estábamos— y conforme a tu bondad para con nosotros. Tú, oh Dios, eres recto, y lo has hecho para hacer honor a tu nombre. ..... nos [ has] favorecido
con tu poder maravilloso, y desde antaño nunca había acontecido nada semejante.
Porque tú has sabido nuestra hora y te has mostrado hoy a nosotros, ..... dejándonos ver tu mano leal y amorosa,
dándonos eterna redención.
Alejaste para siempre, con mano poderosa,
la [dominación del en]emigo
y. .......... a nuestros enemigos
y un golpe aniquilador. Y ahora, el día nos apremia en la persecución de sus hordas, porque tú '...............
[descorazonaste y entregaste a (sus) guerreros de modo que ya no hubo quien de ellos resistiera. Tuyo es el poder, en tu mano está la guerra, V nadie puede ' [ librar de tu mano. ....... ...... los tiempos señalados según tu beneplácito
y la he[re]dad. .................
pero humillas el dominio. ...........

[para los] guerreros.
Porque nuestro Soberano es santo, y el Rey glorioso está con nosotros, y la hues[te de sus espíritus con nuestra infantería y nuestra caballería, como un banco de nubes, como nubes de ro]cío que vienen a cubrir la tierra, y como aguacero copioso que riega juicio sobre to[do lo que en ella crece.
¡ Levántate, oh Poderoso! ¡Llévate a tus cautivos, Varón glorioso! Y to]ma tu botín, Hacedor de proezas. Pon tu mano sobre la cerviz de tus enemigos, y tu p[ie sobre los montones de muertos.
Destroza a las naciones tus adversarias
y tu espada devore cuerpos.
Llena de gloria tu tierra
y tu heredad de bendición.
Ha[ya multitud de ganados en tus parcelas,
plata, oro y piedras preciosas] en tus palacios.
Oh Sión, alégrate muchísimo, y exultad, todas vosotras, ciudades de Ju[dá. Manten abiertas tus puertas
para que pueda entrar en ti] la riqueza de las naciones. t Sírvante sus reyes y prostérnense ante ti [cuantos te humillaron, para el polvo de tus pies lamer continuamente. ¡Oh hijas] de mi pueblo, prorrumpid en cantos de alegría, enjoyaos de espléndidas joyas.
y re[g]id los reinos
. .... e Israel
para un reinado [e]terno.*
......................... esa noche para el descanso
hasta la mañana, y al venir ésta acudirán al lugar de la formación

.......... los guerreros de los quíteos y las hordas de Asiría y
todo el ejército de las naciones [que se congregan con e]líos. ....
................ cayeron muertos allí por la espada de Dios. El
prin[cipal] sacerdote se acercará. .... ............... guerra,
todos los jefes de la formación y [sus] hombres reclutados .......
.......... [los que caye]ron [mujeríos de los quíte[os, y a]la-
barán allí [a]l Dios [de Israel] .............................