"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

sábado, 26 de septiembre de 2009

LOS CONCILIOS ECUMENICOS -II DE NICEA-

LOS CONCILIOS ECUMENICOS

II De Nicea. (787 d.c.)


Papa Adriano I. Contra los iconoclastas. Emperatriz regente, Irene. Regula la querella de los iconoclastas pronunciándose por el culto de las imágenes, pero distinguiendo cuidadosamente el culto de veneración del culto de adoración, que sólo es debido a Dios.
Reivindícase la legitimidad del uso y del culto a las sagradas imágenes.
Entre Oriente y Occidente, y entre sus capitales imperiales como fueron Roma y Constantinopla hubo siempre antagonismo ya fuere en el aspecto político como en el religioso. Si el Papa es el primero en la cristiandad, el segundo lugar lo ocupa, sin duda, el patriarca de Constantinopla. A mediados del siglo noveno un ambicioso personaje ocupó la silla patriarcal, su nombre fue Focio; cometió toda clase de arbitrariedades y exacerbó los ánimos de los orientales contra Roma. Esta grave situación decidió la apertura de un nuevo concilio.

Magisterio del C.E II de Nicea
VII ecuménico (contra los iconoclastas)

Definición sobre las sagradas imágenes y la tradición SESION VII
[I. Definición.] ...Entrando, como si dijéramos, por el camino real, siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros Santos Padres, y la tradición de la Iglesia Católica pues reconocemos que ella pertenece al Espíritu Santo, que en ella habita, definimos con toda exactitud y cuidado que de modo semejante a la imagen de la preciosa y vivificante cruz han de exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico y de otra materia conveniente, en las santas iglesias de Dios, en los sagrados vasos y ornamentos, en las paredes y cuadros, en las casas y caminos, las de nuestro Señor y Dios y Salvador Jesucristo, de la Inmaculada Señora nuestra la santa Madre de Dios, de los preciosos ángeles y de todos los varones santos y venerables. Porque cuanto con más frecuencia son contemplados por medio de su representación en la imagen, tanto más se mueven los que éstas miran al recuerdo y deseo de los originales y a tributarles el saludo y adoración de honor, no ciertamente la latría verdadera que según nuestra fe sólo conviene a la naturaleza divina; sino que como se hace con la figura de la preciosa y vivificante cruz, con los evangelios y con los demás objetos sagrados de culto, se las honre con la ofrenda de incienso y de luces, como fue piadosa costumbre de los antiguos. "Porque el honor de la imagen, se dirige al original", y el que adora una imagen, adora a la persona en ella representada.
[II. Prueba.] Porque de esta manera se mantiene la enseñanza de nuestros santos Padres, o sea, la tradición de la Iglesia Católica, que ha recibido el Evangelio de un confín a otro de la tierra; de esta manera seguimos a Pablo, que habló en Cristo [2 Cor. 2,17], y al divino colegio de los Apóstoles y a la santidad de los Padres, manteniendo las tradiciones [2 Thess. 2, 14] que hemos recibido; de esta manera cantamos proféticamente a la Iglesia los himnos de victoria: Alégrate sobremanera, hija de Sión; da pregones, hija de Jerusalén; recréate y regocíjate de todo tu corazón: El Señor ha quitado de alrededor de ti todas las iniquidades de sus contrarios; redimida estás de manos de tus enemigos. El señor rey en medio de ti: no verás ya más males, y la paz sobre ti por tiempo perpetuo [Soph. 3, 14 s; LXX].
[III. Sanción.] Así, pues, quienes se atrevan a pensar o enseñar de otra manera; o bien a desechar, siguiendo a los sacrílegos herejes, las tradiciones de la Iglesia, e inventar novedades, o rechazar alguna de las cosas consagradas a la Iglesia: el Evangelio, o la figura de la cruz, o la pintura de una imagen, o una santa reliquia de un mártir; o bien a excogitar torcida y astutamente con miras a trastornar algo de las legitimas tradiciones de la Iglesia Católica; a emplear, además, en usos profanos los sagrados vasos o los santos monasterios; si son obispos o clérigos, ordenamos que sean depuestos; si monjes o laicos, que sean separados de la comunión.

De las sagradas elecciones SESION VII
Toda elección de un obispo, presbítero o diácono hecha por los principes, quede anulada, según el canon [Can. apost. 30] que dice: "Si algún obispo, valiéndose de los príncipes seculares, se apodera por su medio de la Iglesia, sea depuesto y excomulgado, y lo mismo todos los que comunican con él. Porque es necesario que quien haya de ser elevado al episcopado, sea elegido por los obispos, como fue determinado por los Santos Padres de Nicea en el canon que dice [Can. 4]: "Conviene sobremanera que el obispo sea establecido por todos los obispos de la provincia. Mas si esto fuera difícil, ora por la apremiante necesidad o por lo largo del camino, reúnanse necesariamente tres y todos los ausentes den su aquiescencia por medio de cartas y entonces se le impongan las manos; mas la validez de todo lo hecho ha de atribuirse en cada provincia al metropolitano".

De las imágenes, de la humanidad de Cristo, de la tradición
Nosotros recibimos las sagradas imágenes; nosotros sometemos al anatema a los que no piensan así...
Si alguno no confiesa a Cristo nuestro Dios circunscrito según la humanidad, sea anatema...
Si alguno rechaza toda tradición eclesiástica, escrita o no escrita, sea anatema.

De los errores de los adopcianos
[De la Carta de Adriano Si tamen licet a los obispos de las Galias y de España, 793]
Reunida con falsos argumentos la materia de la causal perfidia, entre otras cosas dignas de reprobarse, acerca de la adopción de Jesucristo Hijo de Dios según la carne, leíanse allí montones de pérfidas palabras de pluma descompuesta. Esto jamás lo creyó la Iglesia Católica, jamás lo enseñó, jamás a los que malamente lo creyeron, les dio asenso...
Impíos e ingratos a tantos beneficios, no os horrorizáis de murmurar con venenosas fauces que nuestro Libertador es hijo adoptivo, como si fuera un puro hombre, sujeto a la humana miseria, y, lo que da vergüenza decir, que es siervo... ¿Cómo no teméis, quejumbrosos detractores, odiosos a Dios, llamar siervo a Aquel que os liberó de la esclavitud del demonio?... Porque si bien en la sombra de la profecía fue llamado siervo [cf. Iob 1, 8 ss], por la condición de la forma servil que tomó de la Virgen,... esto nosotros... lo entendemos como dicho, según la historia, del santo Job, y alegóricamente, de Cristo...

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ICONOCLASTA
Etim.: del griego. eikon (imagen) + klaein (romper)
Herejía que rechaza como superstición el uso de imágenes religiosas y aboga por que se destruyan. Se originó con el crecimiento del Islam, religión que considera idólatras a todas las imágenes sagradas. La presión del Islam sobre los políticos precipitó la crisis.
Los iconoclastas destruían las imágenes y perseguían a quienes las venerasen.
La primera fase de los ataques ocurrieron con el emperador León el Isauriano en el año 726 y terminó con el Segundo Concilio de Nicea en el 787, el cual definió que las imágenes pueden ser expuestas y veneradas legítimamente porque el respeto que se les muestra va dirigido a la persona que representan.
La segunda fase comenzó con el emperador León V el Armenio y terminó cuando la Fiesta de la Ortodoxia fue establecida en el año 842 bajo la emperadora Teodora. San Juan Damasceno y la emperadora eran los principales defensores de las imágenes sagradas.

FOCIO
(Constantinopla, hoy Estambul, h. 820-?, 891) Teólogo griego. Se formó en el rico ambiente cultural surgido, en Constantinopla alrededor de la figura del erudito León de Tesalónica. En el año 858, el césar Bardas, que gobernaba en nombre de su sobrino, el emperador Miguel III, lo nombró patriarca de Constantinopla en lugar del legítimo titular, Ignacio, persona de gran rigidez y austeridad. Este hecho disgustó al papa Nicolás I, que intentó reponer a Ignacio. Focio, con gran habilidad, soliviantó a los griegos frente a la supuesta injerencia romana y logró ser reafirmado en el sínodo de 867. Estos acontecimientos llevaron al cisma entre Oriente y Occidente, con la separación de la Iglesia Ortodoxa. Después de los asesinatos de Bardas y Miguel III, Focio fue depuesto por Basilio I, quien quería intentar un acercamiento a Roma, y no fue sino hasta la muerte de éste cuando Focio recuperó su sede.
Cisma de Focio
El Cisma de Focio tuvo lugar en el siglo IX, cuando regía la sede romana el Papa Nicolás I (858-867) y era Patriarca de Constantinopla el obispo San Ignacio, elegido el 4 de julio del año 847 por los monjes.
Abad de uno de los innumerables monasterios de Constantinopla, en la fiesta de Epifanía del año 857 negó públicamente la sagrada comunión a un tío del emperador Miguel III el Beodo, porque vivía licenciosamente con su propia nuera. Enfadados, el Emperador y su ministro Bardas lo depusieron y desterraron el 23 de noviembre del 858 y nombraron como nuevo patriarca a un erudito escritor laico de su Corte, oficial mayor de su guardia, Focio, que en cinco días recibió todas las órdenes sagradas de manos de un obispo suspendido y poco amigo del depuesto patriarca. Quiso Focio, pese a tantas irregularidades, recibir la confirmación del papa Nicolás I, que había sido puesto al corriente por el depuesto San Ignacio.
El papa envió a Constantinopla a sus legados con instrucciones de deponer a Focio y restituir a Ignacio, pero fueron ganados a su causa por el habilísimo Focio1 y lo confirmaron como Patriarca de Constantinopla en un Sínodo habido en la ciudad el año 861. El papa los excomulgó, y también al emperador y al discutido patriarca Focio, con lo que éstos rompieron con el Papa y rechazaron su primacía para las cuestiones de fe, declarando a Focio Patriarca Universal, de forma que el ilegítimo patriarca excomulgó también al papa Nicolás I y le depuso teóricamente de la silla de Pedro.
El Cisma de Focio fue breve (duró del 858 al 867) porque, al ser derrocado el emperador Miguel III por el macedonio Basilio I, Focio fue depuesto y restituido en la sede constantinopolitana el legitimo patriarca Ignacio, con lo que las iglesias de Oriente y Occidente se reconciliaron efímeramente; Focio fue encerrado en un monasterio donde murió en 886. La importancia del Cisma de Focio estriba en sentar un precedente que abonó el terreno para el definitivo Cisma de Oriente, que separó la Iglesia católica romana de la Iglesia ortodoxa.

ADOPCIANOS
Herejía cristológica, que, basándose en un concepto monarquiano (v. MONARQUIANISMO) de la divinidad, supone que Jesús, hijo de María, era meramente hombre, pero elevado de algún modo a la altura de Dios, por una especie de adopción. El resultado es la negación de la divinidad de Cristo o una especie de nestorianismo (v. NESTORIO Y NESTORIANISMO), que admite dos hijos: el Hijo de Dios, consustancial al Padre, y Jesucristo, simple hombre, elevado o adoptado por la divinidad. Esta elevación se concebía, o bien de un modo semejante a la de los profetas, que supone que Cristo fue investido de una fuerza o espíritu superior, o bien a la manera de la mitología griega, según lo cualfue elevado a la misma divinidad. En sus diversas manifestaciones, el a. significa un desconocimiento y negación de la doctrina sobre las dos naturalezas en Cristo, unidas hipostáticamente en una sola persona (v. JESUCRISTO III).
Primeras manifestaciones. Prescindiendo de las ideas de los ebionitas (v.) sobre Cristo, el a. se presenta en dos formas en los s. II y III: las de Teodoto de Bizancio y Pablo de Samosata. El primera era hombre erudito que propuso la doctrina de que Cristo era hombre, si bien elevado por una virtud o fuerza (dínamis) superior (dinamistas). Habiendo apostatado en la persecución, se arrepentió posteriormente, y para justificarse de su caída, según atestigua S. Epifanio, afirmaba que, al negar a Cristo, no había negado a Dios, sino sólo a un hombre. Excomulgado por Víctor I el a. 190, continuó haciendo prosélitos en Roma. Entre sus discípulos se distinguieron: Teodoto el joven, quien presentó a Melquisedech como un predecesor de Cristo (melquisedequianos), semejante a él por su elevación; y Artemón, sucesor suyo en la dirección de la secta.
Una segunda manifestación del a. en la Antigüedad tuvo lugar en Antioquía a mediados del s. III. Su promotor fue Pablo de Samosata (v.), hombre de formación dialéctica, que bien pronto llamó la atención por su vida relajada, pero sobre todo por su teoría, íntimamente relacionada con la de Teodoto de Bizancio. Según él, Cristo es sólo hombre, pero en Él habita el logos o virtud (dínamis) de Dios. Con su naturaleza humana pudo sufrir, pero con la dínamis superior hizo milagros. Ya en un sínodo de Antioquía del a. 254 tuvo que defenderse y procuró ocultar sus errores. Consiguió ser elevado en el a. 260 a la sede de Antioquía, y continuó defendiendo sus doctrinas heterodoxas. Finalmente, fue excomulgado en el sínodo de Antioquía del a. 268, pero logró mantenerse en su sede, hasta que, conquistada la ciudad por el emperador Aureliano, tuvo que cederla a Domno, obispo fiel a Roma.
El adopcionismo de Elipando de Toledo y Félix de Urgel. El a. más conocido en la historia de la Iglesia es el defendido en la segunda mitad del s. viu por Elipando de Toledo y su discípulo Félix, obispo de Urgel. Elipando combatió primero el error de Mignecio, según el cual un Dios personal había aparecido en David como Padre, en Cristo como Hijo y en Pablo como Espíritu Santo, pero él mismo cayó en otro error. Entendiendo mal la doctrina de las dos naturalezas en Cristo, proclamada en el conc. de Calcedonia (v.), volvió a una especie de nestorianismo, según el cual, el Hijo de Dios tomó por adopción la naturaleza humana. Así, pues, defendía dos hijos: el hombre Cristo, adoptado por la divinidad, y el Hijo de Dios, consustancial con el Padre. Elipando pretendía probar su doctrina con los Santos Padres, para lo cual aducía, entre otros, textos de S. Hilario y S. Isidoro, en los que parece que se habla de la adopción por parte de Dios de la naturaleza humana. Asimismo utilizaba textos de la liturgia mozárabe donde se emplea algunas veces el concepto de adopción. Pero tanto en los Santos Padres como en la liturgia mozárabe se da a ese concepto un sentido popular, equivalente a tomar la naturaleza humana o unirse a ella, no en el preciso (ser tomada por hijo sin serlo naturalmente) que le atribuía Elipando. La principal dificultad que se oponía a la doctrina de Elipando era que, como una persona, con relación al mismo padre, no puede ser a un tiempo hijo natural y adoptivo, esta doctrina suponía en Cristo dos personas, con lo cual recaía en el nestorianismo. Esto no lo querían admitir ni Elipando ni sus fieles discípulos, quienes proclamaban que defendían la unión hipostática de Cristo; pero de su modo de concebir se deducía la doctrina nestoriana de dos personas en Cristo.
Con su fogosidad característica, se dedicó Elipando a la propaganda de sus ideas, ganando al obispo de Asturias, Ascario, de quien el erudito A. Lambert da interesantes noticias. Esta nueva herejía traspasó los límites de la España musulmana, dentro de la cual se encontraban Elipando y Ascario. Los primeros que defendieron el dogma católico coíitra estas nuevas doctrinas fueron dos eminentes teólogos españoles,, pertenecientes a la España libre del N: S. Beato de Liébana (v.), a quien presenta Alcuino como «varón santo y docto», tanto en su vida como en su nombre; y Eterio, obispo de Osma, discípulo suyo y no menos docto que su maestro. Al lado de Beato, conocido por su Comentario al Apocalipsis, en el que se presenta como gran conocedor de la Biblia, se distinguió Eterio como gran teólogo, si bien Elipando lo despreciaba por su juventud. Ambos compusieron en colaboración una Apología de la verdadera doctrina católica que constituye una valiente impugnación del a., anterior a las de Alcuino y otros teólogos.
Basándose en los textos de la S. E. y en una teología sana y vigorosa, ambos teólogos impugnan el error de Elipando. Describiendo esta obra teológica de los dos insignes teólogos españoles, Beato y Eterio, Menéndez Pelayo dice que nació «en tierra áspera, agreste y bravía, entre erizados riscos y mares tempestuosos», y añade: «pasma el que se supiese tanto y que se pudiese escribir de aquella manera, ruda, pero valiente y levantada, en el pobre reino asturiano» (Historia de los heterodoxos españoles, I, Madrid 1956, 366). Ateniéndose a estas circunstancias, y sin apreciar en su justo valor el extraordinario mérito de la Apología de Beato y Eterio, un autor moderno, A. Amann, la califica de «panfleto brutal». juzgamos injusto este enjuiciamiento de tan excelente obra, nacido del prejuicio de atribuir a Alcuino de York (v.) toda la gloria de la impugnación del a.
Primeras medidas contra el adopcionismo. La valiente conducta de Beato y Eterio produjo resultados muy diversos. Por un lado, al tener noticia de la controversia, el papa Adriano I (772795) dirigió una carta «a todos los obispos que moraban en toda España», condenando a su vez el a. de Elipando de Toledo y Ascario, como renovadores de la doctrina de Nestorio. Mas, por otro, se producía la conquista para el a. del que sería en adelante su más decidido defensor. Era el obispo de Urgel, Félix, ya conocido por su extraordinaria erudición y por sus ideas semejantes a las de los adopcianos. Deseando Elipando nuevos aliados para su doctrina, acudió a Félix, pidiéndole su parecer sobre la cuestión discutida, «si Cristo en cuanto hombre, debía ser considerado como hijo propio o como hijo adoptivo». Según refiere Eginardo, Félix respondió a esta consulta confirmando plenamente la opinión de Elipando.
De este modo se iniciaba la gran batalla en torno al a. Después de la conquista de la Marca Hispánica (Cataluña) por el Imperio, éste ejercía su tutoría espiritual sobre aquélla. Por esto cuando en la Escuela Palatina de Aquisgrán, dirigida por Alcuino (v.), se dieron cuenta de que el a. se había introducido en Cataluña e incluso iba penetrando al otro lado de los Pirineos, se decidió reunir un gran sínodo para solucionar el problema. Con la autoridad de Carlomagno, se convocó para el a. 792 un sínodo en Ratisbona, obligándose a Félix de Urgel (diócesis de la Marca Hispánica) a comparecer en 61 y dar cuenta de sus ideas. Félix se presentó. Se examinó detenidamente la doctrina del a. y se lanzó contra ella la primera condena. El obispo de Urgel tuvo que abjurarla. No contento con esto, Carlomagno lo envió a Roma, al papa Adriano I. En presencia del Romano .Pontífice, Félix de Urgel rechazó con un nuevo juramento el a., y, hecho esto, volvió a su diócesis.
Pero Félix, apenas llegado a su diócesis, emprendió una nueva campaña en defensa del a., de la que tenemos diversas noticias. Por otro lado, entre los a. 793 y 795, Elipando de Toledo imprimió un nuevo sesgo a su propaganda. Se dirigió 61 mismo a Carlomagno y procuró convencerlo de que su principal impugnador, Beato de Liébana, defendía doctrinas heréticas. En el mismo sentido, según parece, dirigieron él y los suyos diversas cartas a los obispos del sur de Francia, en las que procuraban probar sus doctrinas con testimonios de los Santos Padres, al mismo tiempo que impugnaban acremente a Beato como heterodoxo e inmoral. Todo esto produjo gran alarma en Carlomagno, que se dirigió al papa Adriano I y en inteligencia con él hizo reunir en el a. 794 un nuevo sínodo general en Francfort del Main. Entre los obispos de Italia que tomaron. parte en él, sobresalen Paulino de Aquileya (v.) y Pedro de Milán, presididos por los legados pontificios. Pero ni Elipando ni Félix asistieron a él.
El sínodo se celebró con normalidad, y sobre la base de una carta de Adriano I, proclamó, frente a la doctrina del a., que el Hijo de Dios, tiene, sí, dos naturalezas, divina y humana, pero no puede ser designado como hijo adoptivo en cuanto hombre. Según esto, se redactaron dos exposiciones: la primera, obra de Paulino de Aquileya, contenía la prueba bíblica; la segunda se basaba en la patrística. Juntamente con un escrito del Papa, Carlomagno envió estos documentos a Elipando y Félix, conjurándolos a que abandonaran su error y abrazaran la verdadera fe, proclamada por el sínodo y por el Romano Pontífice. Pero, en lugar de someterse, ambos continuaron con más intensidad sus propagandas.
Ultima fase del adopcionismo. La controversia entró entonces en su fase última, cuyo principal paladín es Alcuino. En tono conciliador, éste redactó una refutación del a. que envió por mano de S. Benito de Aniano a los monjes del sur de Francia y de Cataluña. Pero Félix publicó rápidamente una refutación que Carlomagno, aconsejado por el mismo Alcuino, envió al Romano Pontífice y a Paulino de Aquileya. Entonces redactó Alcuino su segunda obra Libellus adversus Felices haeresim, a la que Félix respondió. Pór tercera vez tomó Alcuino la pluma y compuso su mejor obra sobre esta materia, los Siete libros contra Félix de Urgel. Paulino de Aquileya redactó otra refutación de Félix. Pero todo fue inútil. Precisamente entonces compuso Elipando su tratado, que dirige «al reverendísimo diácono Alcuino, ministro, no de Cristo, sino del fetidísimo Beato».
El nuevo papa León III, en un sínodo celebrado en Roma en el a. 799, condenó de nuevo al a. Por su parte, Carlomagno, siempre aconsejado por Alcuino, envió a la Marca Hispánica al abad Benito de Aniano y a varios obispos para que instruyeran debidamente al pueblo y consta que por este medio muchos volvieron a la verdadera fe. Pero su triunfo principal consistió en convencer al mismo Félix de Urgel para presentarse con ellos ante Carlomagno. Durante el mismo a. .799 se celebró en Aquisgrán un nuevo sínodo o conferencia de gran significación. Durante seis días Félix expuso con todo detalle sus ideas sobre el a.; presentó sus dificultades contra la doctrina expuesta por Alcuino, y éste fue rebatiendo todos los errores doctrinales de Félix y respondiendo a todas sus dudas. Félix abjuró sus errores, según parece, con toda convicción, y dirigió a sus partidarios una profesión de fe. En ella proclamaba la doctrina de que, en ambas naturalezas, divina y humana, había un único y verdadero Hijo, el unigénito del Padre, rechazando expresamente la doctrina del a.
Mas como Félix había cambiado tantas veces de opinión, Carlomagno decidió que no volviera a España. Por consejo de Alcuino se retiró a Lyon, bajo la tutela de su obispo, donde murió en el a. 818. Durante este tiempo consta que dio muestras de caridad hacia Alcuino. Pero el obispo Agobardo de Lyon encontró, después de su muerte, ciertos papeles que dejan alguna duda sobre la autenticidad de su conversión. Elipando parece que persistió hasta su muerte en el error. Pero, muertos Félix y Elipando, no quedan en España vestigios de su doctrina, prueba convincente de que esta teología no había tenido muchos adeptos.

viernes, 25 de septiembre de 2009

MITOLOGIA: - BACO, UN DIOS ENLOQUECIDO -

MITOLOGIA

Baco, un dios en
loquecido


Ni el disfraz de ropas femeninas que la bondadosa Ino le compuso, pudo engañar la furia de Hera (Juno). A cada paso, la esposa de Zeus tendía emboscadas a Dionisio. Pero el joven dios conseguía escapar de todas ellas. Hasta que un día, cansada de perseguirlo, Hera decidió utilizar su recurso más poderoso, y enloqueció al hijo de Semele, su rival, haciéndolo errar por gran parte del mundo. Dionisio erró durante largo tiempo por las tierras de Asia y de África, acompañado de las Méndades y los Sátiros.
Como primera dirección, elegida al caso, fue a dar en Egipto, donde el rey Proteo lo acogió gentilmente en su palacio. En agradecimiento por la hospitalidad real, el dios enseñó a Proteo a cultivar la vid y fabricar el vino.
Más tarde, cuando hubo visto que el discípulo había aprendido sus lecciones, partió de nuevo rumbo al Este, hacia la India. A la orilla del río Eufrates, el soberano de Damasco intentó detener su partida. Pero Dionisio, empleando la hiedra y ramas de vid, construyo un puente y cruzó las aguas.
Por todas partes donde pasaba, iba enseñando a los hombres el cultivo de la vid y la elaboración del vino.
Un día, tal vez fatigado de tan extensas peregrinaciones, decidió volver a Grecia. Compadecida de su locura y de los desbordes de su nieto en tierras lejanas, su abuela Rea lo purificó y le devolvió la sensatez. Después de esto Dionisio volvió a partir, pero esta vez para instaurar su culto en las tierras griegas.
Grandes dificultades lo esperaban. Al penetrar en Tracia, el rey Licurgo prendió a todo el alegre cortejo. El dios logró escapar y se fue a refugiar en el fondo del mar, en la gruta donde moraba Tetis, la bella nereida.
Desde lejos, Rea asistía a todo, y resolvió castigar con la locura la actitud de Licurgo. Completamente trastornado, el soberano ordenó a sus soldados que cortasen todas las parras de Tracia; él mismo tomó un hacha y, presa de furia incontrolable, salió a herir las plantas. Así mató a su propio hijo, Drías, que sus ojos enloquecidos tomaron por una vid.
Horrorizadas por el crimen, las tierras de Tracia se tornaron estériles. La población despavorida suplicó piedad al Olimpo. En ese momento, Dionisio dejó su refugio marino y se apareció ante la multitud, explicándoles que la infertilidad del suelo duraría hasta que Licurgo fuese muerto y él mismo adorado en todo el país. Apresado por el pueblo, el rey encontró la muerte en forma violenta, bajo las patas y entre los dientes de los caballos salvajes, y Tracia entonces se salvó.

sábado, 19 de septiembre de 2009

LOS CONCILIOS ECUMENICOS -III DE CONSTANTINOPLA-

LOS CONCILIOS ECUMENICOS
III De Constantinopla. (680-681 d.c.)


Papa San Agatón I y Papa San León II. Contra el monotelismo. Condenó a Honorio.
El culto de las imágenes arranca desde los principios del Cristianismo, como se puede ver en las catacumbas romanas donde se ocultaban los cristianos perseguidos. En los siglos VIII y IX la Iconoclastia, destrucción de imágenes, estuvo en auge y se convirtió en abiertas persecuciones promovidas por los emperadores orientales. No faltaron grandes defensores del culto de veneración a las imágenes como San Juan Damasceno y San Germán de Constantinopla, y muchos otros que fueron mártires por defender ese culto. En estas circunstancias se reunió el concilio de Nicea.

Magisterio del C.E III de Constantinopla
VI ecuménico (contra los monotelitas)
Definición sobre las dos voluntades en Cristo
El presente santo y universal Concilio recibe fielmente y abraza con los brazos abiertos la relación del muy santo y muy bienaventurado Papa de la antigua Roma, Agatón, hecha a Constantino, nuestro piadosísimo y fidelísimo emperador, en la que expresamente se rechaza a los que predican y enseñan, como antes se ha dicho, una sola voluntad y una sola operación en la economía de la encarnación de Cristo, nuestro verdadero Dios [v. 288]. Y acepta también la otra relación sinodal del sagrado Concilio de ciento veinte y cinco religiosos obispos, habida bajo el mismo santísimo Papa, hecha igualmente a la piadosa serenidad del mismo Emperador, como acorde que está con el santo Concilio de Calcedonia y con el tomo del sacratísimo y beatísimo Papa de la misma antigua Roma, León, tomo que fue enviado a San Flaviano [v. 143] y al que llamó el mismo Concilio columna de la ortodoxia.
Acepta además las Cartas conciliares escritas por el bienaventurado Cirilo contra el impío Nestorio a los obispos de oriente; signe también los cinco santos Concilios universales y, de acuerdo con ellos, define que confiesa a nuestro Señor Jesucristo, nuestro verdadero Dios, uno que es de la santa consustancial Trinidad, principio de la vida, como perfecto en la divinidad y perfecto el mismo en la humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, compuesto de alma racional y de cuerpo; consustancial al Padre según la divinidad y el mismo consustancial a nosotros según la humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado [Hebr. 4, 15]; que antes de los siglos nació del Padre según la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, nació del Espíritu Santo y de María Virgen, que es propiamente y según verdad madre de Dios, según la humanidad; reconocido como un solo y mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin conmutación, inseparablemente, sin división, pues no se suprimió en modo alguno la diferencia de las dos naturalezas por causa de la unión, sino conservando más bien cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o distribuído en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Verbo de Dios, Señor Jesucristo, como de antiguo enseñaron sobre Él los profetas, y el mismo Jesucristo nos lo enseñó de sí mismo y el Símbolo de los Santos Padres nos lo ha trasmitido [Conc. Calc. v. 148].
Y predicamos igualmente en Él dos voluntades naturales o: quereres y dos operaciones naturales, sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión, según la enseñanza de los Santos Padres; y dos voluntades, no contrarias ¡Dios nos libre!, como dijeron los impíos herejes, sino que su voluntad humana sigue a su voluntad divina y omnipotente, sin oponérsele ni combatirla, antes bien, enteramente sometida a ella. Era, en efecto, menester que la voluntad de la carne se moviera, pero tenía que estar sujeta a la voluntad divina del mismo, según el sapientísimo Atanasio. Porque a la manera que su carne se dice g es carne de Dios Verbo, así la voluntad natural de su carne se dice y es propia de Dios Verbo, como Él mismo dice: Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me ha enviado [Ioh, 6, 38], llamando suya la voluntad de la carne, puesto que la carne fue también suya. Porque a la manera que su carne animada santísima e inmaculada, no por estar divinizada quedó suprimida, sino que permaneció en su propio término y razón, así tampoco su voluntad quedó suprimida por estar divinizada, como dice Gregorio el Teólogo: "Porque el querer de Él, del Salvador decimos, no es contrario a Dios, como quiera que todo Él está divinizado".
Glorificamos también dos operaciones naturales sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión, en el mismo Señor nuestro Jesucristo, nuestro verdadero Dios, esto es, una operación divina y otra operación humana, según con toda claridad dice el predicador divino León: "Obra, en efecto, una y otra forma con comunicación de la otra lo que es propio de ella: es decir, que el Verbo obra lo que pertenece al Verbo y la carne ejecuta lo que toca a la carne" [v. 144]. Porque no vamos ciertamente a admitir una misma operación natural de Dios y de la criatura, para no levantar lo creado hasta la divina sustancia ni rebajar tampoco la excelencia de la divina naturaleza al puesto que conviene a las criaturas. Porque de uno solo y mismo reconocemos que son tanto los milagros como los sufrimientos, según lo uno y lo otro de las naturalezas de que consta y en las que tiene el ser, como dijo el admirable Cirilo. Guardando desde luego la inconfusión y la indivisión, con breve palabra lo anunciamos todo: Creyendo que es uno de la santa Trinidad, aun después de la encarnación, nuestro Señor Jesucristo, nuestro verdadero Dios, decimos que sus dos naturalezas resplandecen en su única hipóstasis, en la que mostró tanto sus milagros como sus padecimientos, durante toda su vida redentora, no en apariencia, sino realmente; puesto que en una sola hipóstasis se reconoce la natural diferencia por querer y obrar, con comunicación de la otra, cada naturaleza lo suyo propio; y según esta razón, glorificamos también dos voluntades y operaciones naturales que mutuamente concurren para la salvación del género humano.
Habiendo, pues, nosotros dispuesto esto en todas sus partes con toda exactitud y diligencia, determinamos que a nadie sea lícito presentar otra fe, o escribirla, o componerla, o bien sentir o enseñar de otra manera. Pero, los que se atrevieren a componer otra fe, o presentarla, o enseñarla, o bien entregar otro símbolo a los que del helenismo, o del judaísmo, o de una herejía cualquiera quieren convertirse al conocimiento de la verdad; o se atrevieren a introducir novedad de expresión o invención de lenguaje para trastorno de lo que por nosotros ha sido ahora definido; éstos, si son obispos o clérigos, sean privados los obispos del episcopado y los clérigos de la clerecía; y si son monjes o laicos, sean anatematizados.

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MONOTELISMO
Herejía del siglo VII que sostenía que Cristo posee dos naturalezas pero una sola voluntad. La herejía es un intento de reconciliar las ideas de la herejía monofisita con la ortodoxia cristiana. El emperador Heracleo (610-641), en un encuentro con los monofisitas, formuló que Cristo tendía dos naturalezas pero una sola voluntad. Esta idea recibió apoyo del patriarca de Constantinopla, Sergio. Este punto de vista fue condenado posteriormente por la Iglesia de Occidente, lo cual generó un resquebrajamiento con la Iglesia de Oriente. San Máximo el Confesor escribió una refutación teológica del monotelismo, en la cual sostuvo que la voluntad era una función de la naturaleza y no de la persona. El Monotelismo fue condenado definitivamente por el Tercer Concilio de Constantinopla (680), en el cual se afirmó ««dos voluntades naturales o quereres y dos operaciones naturales, sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión»»

ICONOCLASTIA
Etim.: del griego. eikon (imagen) + klaein (romper)
Herejía que rechaza como superstición el uso de imágenes religiosas y aboga por que se destruyan. Se originó con el crecimiento del Islam, religión que considera idólatras a todas las imágenes sagradas. La presión del Islam sobre los políticos precipitó la crisis.
Los iconoclastas destruían las imágenes y perseguían a quienes las venerasen.
La primera fase de los ataques ocurrieron con el emperador León el Isauriano en el año 726 y terminó con el Segundo Concilio de Nicea en el 787, el cual definió que las imágenes pueden ser expuestas y veneradas legítimamente porque el respeto que se les muestra va dirigido a la persona que representan.
La segunda fase comenzó con el emperador León V el Armenio y terminó cuando la Fiesta de la Ortodoxia fue establecida en el año 842 bajo la emperadora Teodora. San Juan Damasceno y la emperadora eran los principales defensores de las imágenes sagradas.
La Reforma Protestante reanudó los ataques contra la veneración de imágenes y reliquias por considerarla supersticiosa. El Concilio de Trento reiteró la aprobación católica a la veneración de las imágenes.

HONORIO I
El caso del Papa Honorio I Sobre la verdadera naturaleza de la "herejía" de Honorio I.

Por Albert Viciano, tomado de Archimadrid.es
Del Papa Honorio (625-638) se ha dicho que incurrió en herejía. Un examen atento del problema indica que Honorio, en realidad, fue negligente al no captar la gravedad del error -"monotelismo"- del Patriarca de Constantinopla Sergio; y, aunque quería sostener la doctrina correcta, la expuso con una terminología ambigua y equívoca.
A lo largo de los siglos cuarto a séptimo, el oriente cristiano estuvo sacudido por la controversia doctrinal de contenido cristológico, referente a las relaciones de la doble naturaleza de Jesucristo con su única persona, la del Hijo de Dios. Estos debates, que enfrentaban a obispos, monjes y teólogos, tenían también una dimensión socio-política, por cuanto en el Imperio Bizantino y, más en general en toda la antigüedad tardía y en la edad media, era cultural y religiosamente impensable una separación entre la Iglesia y el poder civil. De ahí que estas polémicas teológicas fueran vistas como un peligro para la unidad política del Imperio, de modo que los emperadores se sintieron obligados a intervenir en busca de soluciones que facilitaran la concordia entre los obispos.
Con el paso del tiempo, a finales del siglo sexto y principios del séptimo, a estos problemas internos se añadieron dificultades de política exterior, ya que amenazaba gravemente una reducción del territorio bizantino a causa de las invasiones de los persas desde el este, de los eslavos desde el norte y de los árabes mahometanos desde el sur. Es más, los partidarios del monofisismo velan en la llegada de los invasores árabes una especie de castigo de Dios por la existencia de un emperador hereje; por ello, esta peculiar interpretación de los signos de los tiempos estimulaba al emperador y al patriarca constantinopolitano a buscar una fórmula conciliadora que rápida y eficazmente lograra la unificación religiosa del Imperio.
NACIMIENTO DEL MONOTELISMO
En estas circunstancias se levantó el nuevo emperador Heraclio (610-641), el cual comprendió que el peligro de la situación exigía aunar todas las fuerzas no sólo físicas, sino también morales del imperio; es decir, habla que terminar con la división religiosa entre obispos calcedonianos y monofisitas. Por eso, el patriarca de Constantinopla, Sergio, volvió a tomar la idea de Justiniano de unificar todas las tendencias religiosas; esta vez debía hacerse sobre una nueva base.
En tiempos de Justiniano, la solución habla sido de tipo negativo: condenar a ilustres figuras más o menos próximas al nestorianismo, para así satisfacer a los monofisitas. Ahora la nueva solución iba a ser más bien positiva: profundizar en la doctrina cristológica para lograr una concepción intermedia, en la que podían convenir tanto los calcedonianos más ortodoxos como los monofisitas más pertinaces.
Esta fórmula de conciliación propone la siguiente doctrina: a consecuencia de la unión personal de las dos naturalezas, humana y divina, de Jesucristo, existe en él una sola energía, una manera de obrar única, una sola voluntad. A esta doctrina se la ha designado con los nombres griegos de monoteletismo (abreviadamente, monotelismo) o monoenergetismo (abreviadamente, monergetismo o monoenergismo). De esta manera creía Sergio que se podría obtener la unión deseada, ya que, por una parte, se daba satisfacción a los católicos, con la admisión de las dos naturalezas, conforme al concilio de Calcedonia; y, por otra parte, satisfacía a los monofisitas, pues esta energía y voluntad única era, al fin y al cabo, el símbolo de una unidad perfecta en Cristo, que es lo que ellos defendían.
El emperador Heraclio aceptó la propuesta del patriarca Sergio. De hecho, ambos comenzaron inmediatamente a poner en juego todos los resortes del Imperio para hacer aceptar la nueva doctrina. Pero este no fue sino el inicio de una nueva controversia, la del monotelismo, que duró casi todo el siglo séptimo.
Ya por los años 619 y 620 emprendió Sergio su campaña de atracción. Encontró gran acogida entre los obispos monofisitas de amplias regiones como fueron Siria, Armenia y Egipto, que se reunificaron oficialmente con Constantinopla, mientras que entre los calcedonenses topó con decidida oposición. De entre éstos destacaron los monjes Sofronio y Máximo, procedentes de Palestina, que se hallaban entonces en Alejandría. Poco tiempo después, muerto el patriarca de Jerusalén, Sofronio fue elegido sucesor suyo en esta sede. Inmediatamente celebró un sínodo en Jerusalén el mismo año 634, en el que se propugnaron los principios contrarios a la doctrina de Sergio y se defendió expresamente la doctrina de las dos operaciones, de las dos energías y de las dos voluntades, humana y divina, en Cristo. Lo mismo repitió Sofronio en una amplia carta sinodal, en la que recalcaba los puntos fundamentales: unidad de persona, dualidad de naturaleza y, por consiguiente, dualidad de operaciones y de voluntades, ya que por las operaciones se distinguen las naturalezas. Sergio rehusó recibir la carta sinodal de Sofronio, aun cuando no emprendió ninguna acción contra él.
INTERVENCIÓN DE HONORIO
Hasta este momento el patriarca de Constantinopla, Sergio, y el de Alejandría, Ciro, habían promulgado la nueva profesión de fe y tratado con los monofisitas sin preocuparse de la opinión de Roma. Únicamente, cuando Sergio se encontró con la oposición de Sofronio de Jerusalén, creyó oportuno exponer los hechos al Papa Honorio (625-638) y obtener su adhesión. En su escrito a Honorio, Sergio expuso una relación completa de sus esfuerzos y los del emperador Heraclio para hacer volver a los herejes monofisitas a la unidad de la fe, insistiendo en su aceptación del concilio de Calcedonia. Sergio exageraba algo estos buenos resultados y omitía decir que la aceptación del concilio de Calcedonia no aparecía explícitamente en las "actas de unión" por las que las iglesias monofisitas se habían reconciliado con la sede constantinopolitana.
En su carta también le contó la intervención de Sofronio y resumió la doctrina de las dos energías (dienergía) en Cristo, defendida por el obispo de Jerusalén; Sergio, en su carta, se manifestó contrario a esta tesis y propuso al Papa Honorio una sutil solución que sirviera para desautorizar la doctrina de Sofronio: según la propuesta de Sergio a Honorio, habría que proscribir los términos dienergía y monoenergía, causantes de la oposición de Sofronio a la doctrina del monoenergismo; Sergio también proponía al Papa afirmar que el mismo Jesús ha operado (energein) lo divino y lo humano, proveniente sin división de un solo y mismo Verbo hecho hombre, "pues es imposible que el mismo sujeto tenga al mismo tiempo, respecto de un mismo objeto, dos voluntades contrarias".
LE FALTABA PREPARACIÓN
El Papa Honorio, a decir verdad, estaba mal preparado para tratar esta difícil cuestión cristológica y se dejó atrapar por las argucias bizantinas del patriarca, al que respondió con una carta de aprobación. En este escrito el Papa alababa los esfuerzos de Sergio y de Ciro por la unión lograda de tantas iglesias y se felicitaba de saber que el concilio de Calcedonia era admitido por los orientales.
Aprobaba la decisión de Sergio sobre la proscripción de los términos dienergía (o energía doble) y monoenergía (o energía única) por considerarlos demasiado especializados, propios más bien de eruditos y gramáticos. Según Honorio, bastaba pues, con que los obispos enseñaran que el mismo Verbo encarnado operaba divinamente las cosas divinas, humanamente las cosas humanas, que en toda su actividad no habla más que un solo agente y, por tanto, una sola voluntad: "unde et unam voluntatem fatemur Domini nostri lesu Christi".
Esta carta fue comunicada al mismo tiempo a Sergio y a Sofronio. Mientras Sergio se mostró envalentonado por el triunfo y aprovechaba la carta del Romano Pontífice como nuevo instrumento para implantar su doctrina, Sofronio se sintió profundamente preocupado. Este, convencido de que el Papa estaba mal informado sobre la doctrina realmente defendida por Sergio y por Ciro, envió a Roma a un presbítero llamado Esteban encargándole que expusiera a Honorio con toda objetividad el verdadero estado de la cuestión.
El Papa recibió esta embajada, pero no se dejó convencer por el relato del legado de Sofronio. Persistiendo, pues, en su anterior disposición, insistió en la orden de silencio prohibiendo que se usaran las expresiones de una o dos energías y, para que no hubiera lugar a dudas, redactó una nueva carta, dirigida a Sofronio y a Ciro, de la que sólo se conservan fragmentos; después puso esta carta en conocimiento de Sergio.
Según se desprende de los fragmentos conservados, Honorio manifiesta su convicción de que el debate de los orientales era cuestión de sutiles palabras y, aunque prohibía la discusión sobre el número de energías en Cristo, afirmaba netamente la dualidad de operaciones (es decir, la doctrina católica): la naturaleza divina operando lo que es divino y la naturaleza humana operando lo que es del hombre, sin división ni mezcla.
EDICTO IMPERIAL
Como consecuencia del acuerdo entre el Papa y los patriarcas de Constantinopla y de Alejandría sobre la necesidad de prohibir las discusiones sobre el número de energías y de afirmar la única voluntad en Cristo, se promulgó un edicto imperial (finales del 634 - principios del 635) ratificando esta prohibición.
Lejos de apaciguar los ánimos, esta decisión fue tomada a risa por los monofisitas que descalificaron a los calcedonianos por dar continuos bandazos doctrinales, primero afirmando la doble naturaleza y, por tanto, la doble energía de Cristo, después proclamando en él una sola energía, y, por último, decidiendo que en Cristo no hay ni una ni dos energías.
De este modo, el emperador y los patriarcas empezaron a darse cuenta de que la doctrina de la monoenergía, lejos de ofrecer el campo de entendimiento al que aspiraban, era para la Iglesia nueva causa de agitación. Pero se contentaban por el momento con los buenos resultados hasta entonces obtenidos de reunificación religiosa y se esforzaron en no comprometerla con nuevas discusiones, máxime en aquellas fechas en que el Imperio Bizantino necesitaba de todas sus fuerzas para luchar contra la invasión del Islam que amenazaba con desmembrar sus provincias orientales.
CONDENA DEL MONOTELISMO
Efectivamente, la controversia monotelita perduró varias décadas hasta que pudo zanjarse con la celebración del que sería el sexto concilio ecuménico y tercero de Constantinopla (680-681), siendo emperador Constantino Pogonato (668-685).
Siguiendo la costumbre de estos concilios ecuménicos, se examinó detenidamente la conducta de los principales personajes que hablan intervenido en toda la contienda y se siguió a cada uno de ellos un verdadero proceso, que a su vez se transformó en examen critico sobre la autenticidad e integridad de los textos aducidos. Luego se presentaron los textos pontificios, particularmente la última epístola del entonces Papa, Agatón (678-681), que declaraba la doctrina de las dos voluntades y dos operaciones en Cristo.
El resultado fue que el patriarca Jorge de Constantinopla aceptara la doctrina del Papa Agatón. Lo mismo hizo toda la asamblea.
Además, fue condenada expresamente la doctrina monotelita y, en consecuencia, se lanzó el anatema contra los cabecillas del monotelismo, entre los que se encontraban Sergio de Constantinopla, Ciro de Alejandría y Honorio de Roma.
Terminado el concilio, el emperador insertó sus decisiones en un edicto imperial del año 681. El Papa Agatón falleció antes de aprobar el concilio, por lo que fue su sucesor, León II (681-683), quien aprobó las actas.
NO FUE HEREJE, SINO IMPRUDENTE
En un principio, la edad media consideró que la equivocación de Honorio no había sido propiamente de tipo doctrinal, sino más bien un error de gobierno, por haber escuchado y alentado el parecer de Sergio de Constantinopla y no el de Sofronio de Jerusalén. El mismo Papa León II, en su aprobación de las actas del concilio constantinopolitano tercero, emitió un juicio más suave hacia Honorio, por cuanto consideró que éste se limitó a "permitir" (no a defender) la doctrina herética; con términos semejantes León II se expresó en una carta dirigida a los obispos hispanos: "Honorio no extinguió la llama de la herejía como convenía a su autoridad apostólica, sino que por negligencia la azuzó".
Como se aprecia, León II no descalifica a Honorio por incurrir en la herejía monotelita, sino por fallo en su labor de gobierno. Sin embargo, su culpa, aun debida a negligencia, fue considerada en Roma tan grave que, en la profesión de fe que durante un cierto tiempo los Papas hacían en el acto de torna de posesión (Liber diurnus Romanorum Pontificum), Honorio era anatematizado, después de los herejes (no entre ellos), como uno que "con su negligencia fomentó el crecimiento de los falsos asertos de los herejes".
HONORIO Y LA INFALIBILIDAD.
En el siglo XV, a algunos teólogos convencidos de la infalibilidad pontificia, como Nicolás de Cusa, Juan de Torquemada y Gaspar Contarini, no les planteaba problemas la condena de Honorio en el sexto concilio ecuménico. El holandés Alberto Pigge sostuvo, en cambio, que ese concilio no pudo condenar al papa y, por ello, supuso que la inclusión de su nombre en las actas del concilio debió de ser una interpolación, es decir, una falsificación posterior. Esta hipótesis no es sostenida hoy en día por ningún historiador, ya que se ha probado la plena autenticidad de las actas del tercer concilio de Constantinopla.
Además, la hipótesis de Pigge fue rechazada ya desde el siglo XVI por algunos teólogos que, como Melchor Cano, consideraban que un Papa pudo hacerse hereje sólo como doctor privado. Esta opinión no duró mucho tiempo más. En la edad moderna, únicamente teólogos protestantes y también teólogos católicos partidarios de doctrinas galicanas consideraron que el papa Honorio había sido hereje.
Cuando en el Concilio Vaticano I (1870) se planteó la definición dogmática de la infalibilidad pontificia, los detractores de esta doctrina presentaron el ejemplo histórico de la condena de Honorio. Sin embargo, los defensores de la infalibilidad valoraron el anatema impuesto a Honorio como una medida disciplinar y no como un juicio doctrinal, en continuidad con el sentir que al respecto se habla tenido en la edad media, es decir, en la primera e inmediata recepción del sexto concilio ecuménico.
ANÁLISIS PROFUNDO.
Si se analizan con detalle la primera carta de Honorio y los fragmentos de su segunda carta, se aprecia que, en realidad, su punto de vista era diferente del sostenido por el patriarca Sergio. Este último, firmemente monoenergista, atenuó la significación de su doctrina en la carta que le había dirigido a Honorio, el cual, ciertamente por negligencia, no captó la gravedad del error teológico expuesto por Sergio. Lamentablemente, desconfió de Sofronio, considerado como un inoportuno, y creyó poner fin a las discusiones de los obispos orientales adoptando la fórmula equivoca y ambigua.
En todo caso, lo hizo en una carta que no reúne los requisitos teológicos -hoy día bien delimitados, tras el Concilio Vaticano I- de la definición infalible: No puede decirse de ninguna forma que el Papa Honorio enseñara una herejía ex cátedra.
Jesucristo, dotado de dos voluntades, asumió la naturaleza humana carente de pecado y que, por ello, la voluntad humana de Jesús, no debilitada por el pecado original, obraba en plena y conforme unidad moral con su voluntad divina. Esta es la doctrina correcta que Honorio pretendió sostener. El problema es que esta doctrina, de suyo correcta, fue expuesta por ese Papa con la terminología monotelita que le habla proporcionado la epístola de Sergio, dando a entender, negligentemente, que se difuminaba o aniquilaba en la persona divina de Cristo la integridad de su voluntad humana.
LA CONTROVERSIA CRISTOLÓGICA
La controversia cristológica provocó, entre otras cosas, la convocatoria de numerosos concilios, de los cuales tres tuvieron el rango de ecuménicos: el de Éfeso (431), el de Calcedonia (451) y el segundo de Constantinopla (553).
Resumidamente, cabe afirmar que en el concilio efesino, convocado por el emperador Teodosio II (408- 450), al condenarse el nestorianismo, se resaltó la única persona divina de Jesús, ya que Nestorio había sostenido que a las dos naturalezas de Cristo correspondían dos sujetos o personas, divina y humana, rompiendo así la unidad personal del Hijo de Dios hecho hombre. En el concilio calcedonense, convocado por el emperador Marciano (450-457) a instancias de su esposa, al condenarse el monofisismo, se puso más bien de relieve la doble naturaleza de Cristo y su unidad personal sin mezcla ni pérdida de cualidades de ambas naturalezas, ya que el monofisismo proponía que, a consecuencia de la unión de las dos naturalezas de Jesucristo, la naturaleza humana era difuminada y, por tanto, aniquilada en la inmensa grandeza de la divinidad del Hijo de Dios.
Y en el segundo concilio constantinopolitano, impulsado por el emperador Justiniano (527-565), se condenaron "los tres capítulos", es decir, tres obispos del siglo V, en aquellas fechas ya fallecidos más o menos próximos a posiciones nestorianas, Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro e Ibas de Edesa, cuyo rechazo oficial por parte del concilio podría ser del agrado de los monofisitas.
Y es que, pese a la condena del monofisismo en el concilio de Calcedonia, esta doctrina continuó vigente largo tiempo entre muchos obispos y monasterios de Siria, Egipto y Armenia.
Los seguidores de esta doctrina rechazaban la validez del concilio de Calcedonia y, por ello, consideraban que, tras la aprobación de ese concilio, el Papa, el patriarca de Constantinopla, así como el emperador hablan incurrido en herejía. Justiniano intentó mediante la condena de los tres capítulos apaciguar los ánimos de los monofisitas; pero, además de que no consiguió suprimir el monofisismo en el oriente cristiano, desencadenó a su vez una oposición feroz por parte de numerosos obispos occidentales, que veían en el segundo concilio de Constantinopla una actitud demasiado severa hacia Teodoreto e Ibas, defensores de la ortodoxia durante el concilio de Calcedonia. La polémica entre calcedonianos y monofisitas continuaba, por tanto, sin resolverse.

domingo, 13 de septiembre de 2009

IPUWER -PAPIRO LEYDEN 344-

IPUWER
(Papiro Leyden 344)

Autor: Ángel Sánchez Rodríguez


El texto aparece escrito en el recto del papiro Leyden 344[1]. Este manuscrito fue descubierto en Menfis, pero su procedencia más probable es Saqqara. Actualmente tiene 3, 78 m. de longitud x 0, 18 m. de altura y consta de 17 placas.

[I, 1] . . . . . Los vigilantes de las puertas dicen: ‘Vayamos y robemos; los reposteros [I, 2] . . . . . los lavanderos no quieren hablar[2] del transporte de sus porteadores[3]; [I, 3] . . . . . [los cazadores] de aves han reclutado escuadrones; [I, 4] . . . . . los habitantes de las marismas poseen escudos; los cerveceros [I, 5] . . . . . tristes.

Un hombre ve a su hijo como a su enemigo. Es ingrato[4] [I, 6] . . . . . lo a otro: ‘Ve y se eficaz. La misión [I, 7] . . . . . estos que fueron predestinados para vosotros en el tiempo de Horus, en la época [I, 8] de la enéada divina . . . . . Los hombres virtuosos caminan en duelo por las cosas que ocurren sobre la tierra; caminan [I, 9] . . . . . Los extranjeros se han convertido en egipcios por todas partes.

Ciertamente, la cara palideció [I, 10] . . . . .lo que los ancestros profetizaron que llegaron a ser [I, 11] . . . . .Ciertamente . . . . . [han desaparecido tres líneas] . . . . . [I, 14] . . . . .Ciertamente . . . . . [II, 1] quienes permanecen sobre la tierra forman cuadrillas[5]. Un hombre sale para arar con su escudo. Ciertamente, los dóciles dicen: . . . . . [II, 2] ‘mi cara está como la de aquel que existe[6]’. Ciertamente, la cara está pálida ¡El arquero está preparado
pues el malhechor está por todas partes!. No existe el hombre de ayer. Ciertamente, el ladrón está en cualquier lugar. [II, 3] El servidor más humilde[7] tomó de acuerdo a lo que encontró. Ciertamente, el Nilo[8] inunda pero no se quiere arar para él. La gente comenta: ‘No podemos conocer lo que ocurre a través de la tierra’. [II, 4] Ciertamente, las mujeres están estériles, no se concibe y Jnum[9] no modela por la situación del país. Ciertamente, los humildes se han convertido en poseedores de riquezas; el que no podía hacerse[10] [II, 5] un par de sandalias es poseedor de riquezas. Ciertamente, de sus sirvientes, sus corazones son malvados; los grandes no confraternizan con sus gentes regocijadas[11]. Ciertamente, los corazones son violentos; las plagas [II, 6] se propagan a través del país; la sangre está por todos lados; la muerte no escasea; la mortaja habla y nadie se aproxima a ella[12]. Ciertamente, muchos muertos quedaron enterrados en el río; la corriente [II, 7] es como una tumba y es que el lugar de embalsamamiento se convirtió en una corriente. Ciertamente, los ricos están en duelo mientras los humildes desbordan la alegría; todas las ciudades dicen: ‘Haz que expulsemos a los poderosos de [II, 8] entre nosotros’. Ciertamente, la gente está como los pájaros ‘gemu’[13] y la suciedad se esparce[14] a través de la tierra. No existe, ciertamente, quien blanquee sus ropas en este tiempo. Ciertamente, la tierra gira como hace una rueda de alfarero; [II, 9] el ladrón posee riquezas y el rico se ha convertido en saqueador. Ciertamente, los hombres de confianza son como . . . . . ; . . . . . los ciudadanos: ‘¡Qué horror! ¿Qué puedo hacer?’. [II, 10] Ciertamente, el río está ensangrentado, y cuando se bebe en él, uno se aparta de la gente y se anhela[15] el agua. Ciertamente, los portalones, las columnas y los muros quedaron consumidos por el fuego, [II, 11] pero el hall de la casa real [v.p.s.] permanece y está firme. Ciertamente, el barco[16] de los habitantes del sur va a la deriva; las ciudades están destruidas y el Alto Egipto se ha convertido en tierras estériles. [II, 12] Ciertamente, los cocodrilos quedaron hartos de lo que hubieron capturado; la propia gente va a ellos[17].

[La tierra es maltratada][18] y se dice: ‘No pasees aquí, mira es [II, 13] una red;
mira se pisotea como los peces. El hombre temeroso no lo[19] puede distinguir por el terror’.
Ciertamente, la gente disminuyó y quien pone a su hermano en la tierra se encuentra[20] [II, 14] en cualquier lugar; La palabras[21] de los sabios huyen y no quieren demorarse. Ciertamente, al biennacido[22] se le niega su reconocimiento y el nacido de su señora se ha convertido en el hijo de su sirvienta.
[III, 1] Ciertamente, el desierto invade[23] la tierra; los nomos quedaron devastados y los extranjeros del exterior llegaron a Egipto.
Ciertamente, se alcanzó . . . . . [III, 2] . . . . .
No existe, en verdad, gente[24] en ninguna parte.
Ciertamente, el oro, el lapislázuli, la plata, la turquesa, la cornalina, amatista, el mineral ‘ibht’ lucen [III, 3] excelentemente en los cuellos de las sirvientas mientras las riquezas están esparcidas por la tierra.
Las señoras de la casa dicen: ‘Desearíamos para nosotras algo que pudiéramos comer[25]’.
Ciertamente . . . [III, 4] . . . de las mujeres nobles
cuyos cuerpos padecieron por los andrajos;
cuyos corazones se acobardaron en los saludos . . . . .
[III, 5] Ciertamente, las cajas de ébano son destrozadas;
la madera noble es rota en pedazos.
[III, 6] Ciertamente, los constructores de pirámides se convirtieron en agricultores; y los que estuvieron[26] en la barca del dios[27], están sujetos a ella.
Ciertamente, nadie navega al norte hacia [III, 7] Kepeny [Biblos] hoy. ¿Qué es lo que nosotros vamos a hacer con respecto a los árboles de cedro para nuestros nobles difuntos con cuyos productos los sacerdotes deben ser enterrados y los grandes embalsamados [III, 8] con sus ungüentos desde tan lejos como Creta y no vienen[28]?. Se carece de oro. Se han terminado . . . . . los materiales de todos los trabajos. [III, 9] Se ha despojado . . . . . de la casa real [v.p.s.] ¡Que grande es que los habitantes de los oasis vengan portando sus ofrendas festivas, esteras, pieles, plantas ‘rdmt’, [III, 10] . . . . . grasa de aves . . . . .
Ciertamente, Abu [Elefantina], Tinis, . . . . . el dominio del Alto Egipto, no han pagado las tasas a causa de [III, 11] la disensión. Se carece de grano ‘sprt’, carbón vegetal, azurita [?], madera ‘maau’, madera ‘nut‘ y zarzas. Los trabajos de los artesanos se echan en falta; [III, 12] . . . . . completas[29] [?] del palacio. ¿Para qué sirven las casas del tesoro sin sus impuestos? Pero en verdad, el corazón del rey es bueno cuando vienen los productos para él. Y, ciertamente, cuando [III, 13] cualquier país viene es nuestra agua[30], es nuestra fortuna. ¿Qué es lo que podemos hacer con respecto a ello? ¡Es la ruina!
Ciertamente, la risa cesó [III, 14] y no se creará más.
Es un gemido lo que hay a través de la tierra, mezclado con lamentaciones.
Ciertamente, cualquier muerto[31] es como quien existe; quienes eran [IV, 1] egipcios se han convertido en extranjeros a quien se muestra el camino.
Ciertamente, el pelo se cayó a todos.
No se distingue al biennacido de aquel que no lo tiene para él[32].
Ciertamente, uno es aturdido [IV, 2] por el ruido y la voz no es clara en los años de ruido. No existe el final para el griterío.
Ciertamente, el grande y el humilde dicen: ‘Deseo mi muerte’.
Los niños pequeños [IV, 3] dicen: ‘Él[33] no debió permitir que viviera’.
Ciertamente, los hijos de los grandes son lanzados contra las paredes;
los hijos deseados[34] son colocados en las tierras altas.
[IV, 4] Ciertamente, quienes estaban en la casa del embalsamamiento son colocados en las tierras altas; el secreto de los embalsamadores se está revelando en ellas.
Ciertamente, [IV, 5] esto que podía verse ayer, eso desapareció; la tierra se abandonó a causa de su esterilidad e igualmente el corte del lino.
Ciertamente, [IV, 6] toda la tierra pantanosa del delta no puede ser ocultada[35]; Tamehu puso la confianza en los senderos pisados[36].
¿Qué [IV, 7] puede hacer uno? No ha ocurrido que . . . . . en cualquier lugar.
Se dice: ‘Maldito está el lugar de los secretos divinos [?]’.
Atiende, está en manos de quienes lo desconocían como de los hombres que lo conocen.
[IV, 8] Los extranjeros son expertos en los trabajos de las tierras pantanosas.
Ciertamente, los ciudadanos se sitúan en las piedras de moler;
aquellos que vestían [IV, 9] lino fino fueron golpeados con palos;
quienes no podían ver el día salieron sin oposición.
Oh aquellas que estaban en los dormitorios de sus maridos, [IV, 10] dejadlas que duerman en balsas de tablas . . . . .
Digo[37] que es más duro para mí que los tablones que portan mirra.
[IV, 11] Cargadlas[38] llevando jarras con . . . . . Permitid que conozcan el palanquín, pero los reposteros son quienes lo han destruido.
No tiene [IV, 12] remedio.
Del mismo modo que las sirvientas, las mujeres nobles sufrieron;
las músicas están en las habitaciones dentro de los vestuarios;
lo que pueden cantar [IV, 13] a Meret[39] son lamentos.
Aquellos que narraban historias trabajan[40] en las piedras de moler.
Ciertamente, todas las sirvientas son rudas en su lenguaje,
pero cuando hablan [IV, 14] sus señoras, son más pesadas que las sirvientas.
Ciertamente, los árboles se talaron; las ramas se descortezaron.
El hombre[41] lo ha abandonado todo incluso los sirvientes que pertenecían a [V, 1] su casa.
La gente dirá[42] cuando lo escuche:
‘Se ha destruido un abundante sustento[43] [?] para los niños.
No hay alimento para . . . . .
[V, 2] Y en el día de hoy ¿Cómo va a ser su gusto hoy?.
Ciertamente, los grandes están hambrientos y padecen,
mientras los asistentes son servidos;
. . . . . [V, 3] a causa de las lamentaciones.

Ciertamente, el hombre de temperamento[44] dice:
‘Una vez que haya conocido donde está dios, entonces le serviré’.
Ciertamente, la justicia se dispersa[45] a través de [V, 4] la tierra en el nombre suyo; aquello por lo cual actuaba poniendo orden es una falta.
Ciertamente, los corredores y el combatiente protegen los bienes [?] [V, 5] del ladrón[46] mientras se toma posesión de todas sus pertenencias.
Ciertamente, todos los rebaños de cabras tienen sus corazones llorando;
los ganados se lamentan a causa del estado de la tierra.
[V, 6] Ciertamente[47], los hijos de los grandes son lanzados contra las paredes; los hijos deseados son colocados en las tierras altas.
Jnum [Khnum] se lamenta [V, 7] a causa de su aburrimiento.

Ciertamente, el terror mata y el temeroso dice:
‘Es[48] un traidor quien actúa contra vuestros enemigos’.
Además, son pocos <. . . . .> [V, 8] <. . . . .>.
¿Es[49] por el seguimiento del cocodrilo [?] junto con su cazador?
¿Es por la matanza de unos leones asados al fuego?
¿Es [V, 9] por la humidificación de Ptah quien toma posesión . . . . . ?
¿Por qué le dais? No se puede alcanzar.
Lo que le dais es ciertamente una miseria.
Ciertamente, los sirvientes [V, 10] . . . . . merodean a través de la tierra
y el poderoso envía mensajeros a cualquiera.
Un hombre golpea a su tío materno[50].
¿Qué se está haciendo? Digo [V, 11] a un desventurado.
Ciertamente, los caminos están bloqueados y los senderos vigilados;
Los hombres se sientan en los arbustos hasta que viene el viajero nocturno
[V, 12] con la intención de capturar a sus porteadores[51].
Se roba lo que lleva, se le apalea[52] y se le mata sin razón.
Ciertamente, [V, 13] lo que podía verse ayer, eso desapareció; la tierra se abandonó a causa de su esterilidad e igualmente el corte del lino[53].
Los plebeyos, que pudieron salir, [V, 14] vuelven desolados[54] . . . . .
¡Ojalá, fuera el fin de los hombres!.
Que no se conciba, ni [VI, 1] se dé a luz[55], entonces la tierra dejará de gritar
y no habrá alborotadores.
Ciertamente, uno se alimenta de hierba arrastrada en el agua.
[VI, 2] Para las aves no se encuentra grano ni hierba;
Es tomado . . . . . de la boca de los cerdos;
la cara, tú no la haces amigable[56] hacia un hombre [VI, 3] bajo la hambruna.
Ciertamente, la cebada ha perecido en todos los caminos;
se despoja de los vestidos y no se unge con aceites.
Todos [VI, 4] dicen: ‘No hay nada’.
El almacén quedó vacío y su guardián tendido sobre la tierra,
como un asunto feliz para mi corazón[57] ...
[VI, 5] Ojalá, pues, hubiera alzado mi voz en este momento
para que él me hubiera salvado de la penosa situación en la que estoy[58].
Ciertamente, de la cámara santa, han sido eliminados [VI, 6] sus escritos,
el lugar de los secretos que estaba[59] allí ha sido expoliado.
Ciertamente, las palabras mágicas se divulgaron,
los encantamientos y los conjuros [VI, 7] fueron ineficaces a causa de que son repetidos por la gente.
Ciertamente, las oficinas están abiertas y son sustraídos sus inventarios.
La gente común y los siervos se han convertido en poseedores [VI, 8] de siervos.
Ciertamente, los escribas han sido asesinados y sus escritos sustraídos.
¡Ay de mí, a causa de la miseria en esta época!
Ciertamente, [VI, 9] de los escribas del catastro, sus escritos se han destruido;
el grano de Egipto es propiedad común[60].
Ciertamente, las leyes [VI, 10] de la cámara son arrojadas fuera
y sobre ellas se camina en los lugares públicos.
Los humildes las quebrantan en [VI, 11] las calles.
Ciertamente, el humilde arribó al dominio de la enéada divina;
el procedimiento de las mansiones de los 30 se ha divulgado.
[VI, 12] Ciertamente, la cámara grande está saturada[61];
los humildes van y vienen por las grandes mansiones.
Ciertamente, [VI, 13] los hijos de los grandes fueron abandonados en las calles;
el sabio dice ‘si’ y el ignorante dice ‘no’;
aquel que no lo ha conocido, está complacido[62].
[VI, 14] Ciertamente, quienes estaban en la casa del embalsamamiento son colocados en las tierras altas;
el secreto de los embalsamadores se está revelando en ellas[63].

[VII, 1] Mirad, ciertamente, el fuego ascendió a las alturas
y su ardor sale contra los enemigos de la tierra.
Mirad, que ciertamente, se han hecho cosas que no habían ocurrido desde hacía tiempo;
ha sido depuesto [VII, 2] el rey por los humildes.
Mirad, quien había sido enterrado como un halcón está en un féretro de madera[64];
aquello que ocultó la pirámide quedó vacío[65].
Mirad, que ciertamente, se ha privado a la tierra [VII, 3] de la realeza por unos pocos hombres que ignoran las costumbres.
Mirad, que ciertamente, se ha caído en rebelión contra el uraeus,
. . . . . de Ra, quien pacifica [VII, 4] las Dos Tierras.
Mirad, el secreto de la tierra, cuyos límites se desconocían, se divulgó,[66]
y la residencia puede ser derribada en un momento.
Mirad, Egipto se puso [VII, 5] a verter agua;
quien vertió agua en la tierra ha atrapado al poderoso en la miseria.
Mirad, Qerehet[67] ha sido sacada de sus agujeros y se han divulgado los secretos de[68] [VII, 6] los reyes del Alto y Bajo Egipto.
Mirad, la Residencia vive[69] en el temor por la miseria y los señores pueden promover disputas sin oposición[70].
[VII, 7] Mirad, la tierra se ha agrupado en cuadrillas y del valiente[71], el cobarde toma posesión de sus cosas.
Mirad, el espíritu con forma de serpiente . . . . . a los inertes[72];
[VII, 8] quien no pudo fabricar un sepulcro posee[73] una tumba.
Mirad, los dueños de lugares puros son expulsados a las tierras altas;
quien no se pudo fabricar un sarcófago posee una tesorería.
[VII, 9] Mirad, ciertamente, estas transformaciones de la gente[74]:
quien no se pudo construir ni una habitación posee muros.
Mirad, los magistrados de la tierra son expulsados de la tierra
y . . . . . son expulsados de las casas [VII, 10] de los reyes.
Mirad, las mujeres nobles van[75] en balsas y los grandes están en el almacén;
quien no pudo dormir en los muros posee un dormitorio.
Mirad, el rico [VII, 11] pasa la noche sediento;
quien pedía para él sus desperdicios posee cuencos repletos.
Mirad, quienes poseyeron vestidos van[76] en harapos;
quien no pudo tejer para sí mismo [VII, 12] posee lino fino.
Mirad, quien no se pudo construir un barco ‘imemu’ posee barcos ‘aha’;
su propietaria los mira, pero ya no están en su poder.
[VII, 13] Mirad, quien no tuvo sombra posee sombra
mientras que los que poseyeron sombra están sometidos a los azotes de las tormentas.
Mirad, quien desconocía la lira posee un arpa;
[VII, 14] quien no pudo cantar para sí mismo, glorifica a Meret.
Mirad, quienes poseyeron vasos de bronce,
no se adorna una jarra ‘hnu’ para ninguno de ellos.
Mirad, quien pasaba la noche [VIII, 1] sin mujer por privación, encuentra mujeres nobles[77];
quien no podía ver [?] por sí mismo, ha permanecido . . . . .
Mirad, quien no poseyó bienes es un hombre rico
[VIII, 2] y un noble lo reverencia.
Mirad, los pobres de la tierra se han convertido en ricos
y quien poseyó bienes es un indigente[78].
Mirad, los cocineros[79] [VIII, 3] se han convertido en amos de los reposteros;
quien era un mensajero envía a otro.
Mirad, quien no pudo tener un pastel propio posee un granero
y es suministrado [VIII, 4] su almacén con los bienes de otro.
Mirad, quienes estuvieron calvos y aquel que no tenía aceites
se convirtió en alguien que posee jarras de mirra dulce.
[VIII, 5] Mirad, aquella que no pudo tener un cofre, posee mobiliario;
la que miraba su cara en el agua posee un espejo.
Mirad, , pues, . . . . .
Mirad, un hombre es feliz comiendo [VIII, 6] su alimento.
Consume tus cosas con alegría mientras no haya nada que te lo impida. Es beneficioso para un hombre comer su alimento. Dios lo ordena para [VIII, 7] aquel a quien ha favorecido.
. . . . . [aparece una línea en blanco] . . . . .
Mirad, que aquel que ignoró a su dios[80] hace un ofrecimiento con el incienso de otro.
No conoce . . . . .
Mirad, [VIII, 8] las mujeres nobles, las grandes
y aquellas que poseen riquezas dan sus hijos para los dormitorios.
Mirad, pues, un hombre . . . . . [VIII, 9] una mujer noble como esposa después que el padre de ella lo ha protegido;
la que no . . . . . lo mata.
Mirad, los hijos de los magistrados son . . . . . ;
[VIII, 10] Los erales[81] de sus vacas son para los ladrones.
Mirad, los siervos comen de los ganados[82];
los miserables . . . . . ladrones.
[VIII, 11] Mirad, quien no pudo matar para sí, sacrifica toros;
quien desconocía el grabado [?] mira . . . . . [VIII, 12] todo . . . . .
Mirad, los siervos comen los gansos
que se dan a los dioses en vez de bueyes.
Mirad, las sirvientas . . . . . [VIII, 13] hacen ofrendas de aves
mientras las mujeres nobles . . . . .
Mirad, las mujeres nobles huyen y los supervisores de . . . . . [VIII, 14]
sus . . . . . son abatidos por el miedo a la muerte.
Mirad, los altos cargos de la tierra huyen
y no hay <. . . . .> para ellos por privación; el poseedor de . . . . .
Mirad, [IX, 1] quienes poseyeron dormitorios están en los suelos;
quien durmió en la suciedad es quien se extiende una alfombra de piel.
Mirad, las mujeres nobles padecieron el hambre[83]
mientras los siervos se sacian [IX, 2] con lo que fue preparado para ellas.
Mirad, ninguna oficina está en su lugar
y del mismo modo los rebaños vagaron sin sus pastores.
Mirad, los rebaños van descarriados[84] y ningún hombre puede reunirlos[85];
[IX, 3] Cada hombre intenta traerse aquellos que han sido marcados al fuego con su nombre.
Mirad, un hombre es asesinado cerca de su hermano
y lo abandona[86] para salvar su pellejo.
Mirad, [IX, 4] quien no tuvo un tiro de caballos posee una manada;
quien no pudo encontrar para sí bestias de tiro posee un rebaño.
Mirad, quien no tuvo semillas propias posee graneros;
[IX, 5] quien trajo para sí el grano ‘Tbt’ es el que hace que brote.
Mirad, quien no tuvo subalternos propios posee arrendatarios;
quien era un grande hace sus propios recados.
Mirad, de los poderosos de la tierra, nadie [IX, 6] es informado
y los planes de la gente se frustraron[87].
Mirad, los artesanos no han trabajado
y los enemigos de la tierra echan a perder su artesanía[88].
[IX, 7] Mirad, quien observó[89] la recolección, no ha podido conocer nada de ella; quien no pudo arar para sí . . . . .
. . . . . se ha transformado y no es informado;
el escriba [IX, 8] se sienta en su oficina, pero[90] sus manos están holgazanas dentro de ella.

Destruye . . . . . en su tiempo. Un hombre mira [IX, 9] . . . . . su adversario; quien es enfermizo trae la frescura a las cosas calientes . . . . . el miedo. No [IX, 10] . . . . . Están los miserables [IX, 11] . . . . . no amaneció sobre él.
Destruye . . . . . se toma su alimento de sus manos [IX, 12] . . . . . miedo de su terror. Los ciudadanos solicitan . . . . . al mensajero, pero no [IX, 13] . . . . . el tiempo. Es capturado cargado con sus pertenencias, es apartado . . . . . quien pasa por su entrada. [IX, 14] . . . . . la parte más externa del muro en la oficina; las habitaciones tienen halcones reales . . . . . Será el ciudadano quien despierte[91] [X, 1] habiendo amanecido sobre él sin que esté amedrentado[92] . . . . [93] Lo que han hecho son tiendas, [X, 2] como las de los extranjeros.
Destruid la realización de aquello a causa de lo cual alguien fue enviado por los asistentes en las misiones de sus señores sin que estén amedrentados[94]. Mirad, son cinco hombres. [X, 3] Ellos dicen[95]: ‘Id por el camino que habéis conocido[96], nosotros acabamos de llegar’.
Llora, pues, delta. El almacén del rey es una propiedad común[97] [X, 4] para todos. Toda la casa real [v.p.s.] está sin sus servidores. Ella tenía la cebada y el trigo, las aves y los peces; tenía ropa blanca y lino fino, cobre y aceites; [X, 5]; tenía alfombras y esteras, . . . . ., palanquines y de toda clase de trabajos hermosos los trabajos hermosos . . . . .[98] En cuanto a <. . . . .>[99] [X, 6] en la casa real [v.p.s.] no se carecerá . . . . . eso.
Destruid a los enemigos de la noble residencia, cuyos magistrados son espléndidos . . . . . [X, 7] en él como . . . . . Que ciertamente el supervisor de la ciudad pueda caminar sin su escolta.
Destruid a los enemigos de la noble residencia, [X, 8] cuyos . . . . . son espléndidos.
Destruid a los enemigos de esa noble residencia cuyas leyes son abundantes . . . . . [X, 9] . . . . .
Destruid a los enemigos [X, 10] de esa noble residencia . . . . .
Destruid a los enemigos de esa noble residencia . . . . . [X, 11] en la que nadie puede permanecer.
Destruid a los enemigos de esa noble residencia cuyas oficinas son numerosas. Verdaderamente . . . . .

[X, 12] Recordad la inmersión . . . . . quien está en pena, padecerá en su cuerpo. Respetad a . . . . . [X, 13] en su dios; protege[100] la palabra . . . . . sus hijos; el renombre <. . . . .>.
Recordad que [XI, 1] . . . . . el granero, se fumigue con incienso, se ofrezca agua en una jarra por la mañana temprano.
Recordad que se traigan los gansos cebados, gansos ‘terepu’ y [XI, 2] gansos ‘set’, que se haga una presentación de las ofrendas divinas de los dioses.
Recordad que se mastique el natrón, se prepare el pan blanco por un hombre el día de humedecer la cabeza.
[XI, 3] Recordad que se erijan los mástiles, se graben las piedras de ofrendas, que los sacerdotes purificadores limpien[101] los templos y la mansión divina sea emplastada como la leche, [XI, 4] que el perfume del horizonte despida fragancia y se perpetúen las ofrendas.
Recordad que se observen las reglas y se adapten las fechas; que se expulse a aquel que se presente [XI, 5] en el servicio de sacerdote con el cuerpo impuro[102]. Esto es realizarlo mal. Esto es la corrupción del corazón . . . . . el día delante de[103] la eternidad, <. . . . .> . . . . . [XI, 6] los años conocidos.
Recordad que se sacrifiquen los bueyes . . . . .
Recordad que se saquen . . . . . [XI, 7] a quien habéis llamado[104]; que se coloquen los gansos en el fuego . . . . . mensajero, jarra [XI, 8] . . . . . el borde de la corriente . . . . . [XI, 9] . . . . . ropajes . . . . . [XI, 10] . . . . . se coloquen . . . . . para propiciaros . . . . . [XI, 11] . . . . . quien carece de gente . . . . . Ra ordenó . . . . . [XI, 12] . . . . . muestra respeto . . . . . al oeste para disminuir . . . . . por . . . . .

Mirad, ¿Por qué busca [XI, 13] modelar a los hombres[105], si no se puede distinguir un tímido de un violento? Cuando trae la frialdad sobre las cosas calientes [XII, 1] se dice: ‘Este es el pastor de todos. No existe el mal en su corazón. Sus rebaños son pocos, pero para reunirlos ha pasado el día’. [XII, 2] ¡Oh el fuego de sus corazones! Ojalá hubiera percibido su naturaleza desde la primera generación, entonces hubiera reprimido el mal, extendido el brazo contra él y destruido [XII, 3] su semilla y sus herencias. Como se desea dar a luz más que ello, la pena llegó y la necesidad está en todos los caminos. Esto es así. [XII, 4] y no podrá finalizar mientras los dioses estén en medio de ellos. De las mujeres del pueblo sale la semilla y por el camino no se encuentra nadie. El combatiente salió y [XII, 5] quien debía reprimir los males es quien los comete[106]. No se llama al piloto en su momento. ¿Donde está hoy?¿Es que está dormido?. Mirad, [XII, 6] no se ve su poder.

Si[107] hemos sido consumidos, no te podré encontrar y nadie se podrá dirigir a mí en vano [?] <. . . . .>[108] contra la destrucción [XII, 7] de este corazón[109]. Ahora[110], . . . . . están en la boca de todos. Hoy, ciertamente, el miedo <. . . . .> un millón de hombres. No se podrá ver . . . . [XII, 8] contra los enemigos . . . . . en su cámara exterior por la que se entra al templo . . . . . [XII, 9] después que hubo llorado . . . . . quien hace alarde de aquello que dice . . . . . [XII, 10] La tierra no ha caído . . . . . son incendiadas las estatuas y son destruidas sus tumbas . . . . [XII, 11] Ve los días . . . . . todos. Quien no ha hecho para sí mismo . . . . . entre el cielo y la tierra teme a causa de todos.
[XII, 12] <. . . . .>[111] en aquel que detestas tomar. Hu[112], Sia[113] y Maat[114] están contigo. [XII, 13] Lo que dejaste esparcido a través de la tierra es la confusión y el ruido de los alborotadores. Mira un hombre está agrediendo a otro y se transgrede lo que has ordenado. Si tres hombres van [XII, 14] por el camino y se encuentran con dos hombres, son los más numerosos quienes matan a los de menor número. ¿Hay algún pastor que desea la muerte? Entonces debes ordenar que se actúe, que [XIII, 1] se debe responder por amor cuando el otro odia[115].
Esto significa que se reduce su número en todos los caminos. Es que es así como has actuado para provocar eso[116], [XIII, 2] has mentido. La tierra es una mala hierba que destruye a la gente y nadie ha pensado en sobrevivir. Durante todos estos años se ha vivido[117] en contienda. [XIII, 3] Un hombre puede ser asesinado en su terraza. Vigila en su casa de la frontera: ¿Es valeroso?, se salva. Significa que vive.
[XIII, 4] Cuando un sirviente de las casas fue enviado a los ciudadanos, marchó por los caminos hasta que vio la inundación. Si el camino se anegó, [XIII, 5] queda apenado: Es probable que se le robe lo que lleva encima, se le apalee y se le asesine sin razón. ¡Ojalá degustaras[118] un poco [XIII, 6] de sus miserias, entonces dirías . . . . . [XIII, 7] entre otro en un muro . . . . . [XIII, 8] . . . . . los años . . . . . [XIII, 9] . . . . .

Es, pues, ciertamente bueno ver que los barcos navegan al sur . . . . . [XIII, 10] . . . . . roba . . . . .
Es, pues, ciertamente bueno ver que . . . . .
[XIII, 11] Es, ciertamente, bueno ver que se arrastra la red y se recogen las aves . . . . .
Es, ciertamente, bueno ver que son restauradas[119] [XIII, 12] las momias [?] para ellos y los senderos permiten pasear.
Es, ciertamente, bueno ver que las manos de los hombres construyen pirámides, [XIII, 13], se excavan canales y se plantan arboledas con árboles para los dioses.
Es, ciertamente, bueno ver que la gente se emborracha, que beben el licor ‘myt‘[XIII, 14] con sus corazones felices.
Es, ciertamente, bueno ver que un grito de júbilo está en las bocas. Los magnates de los distritos están en pie viendo el griterío [XIV, 1] desde sus casas, vestidos con lino fino; quienes muestran respeto[120] están al frente y quienes crean prosperidad están en medio de ellos.
Es, ciertamente, bueno ver que los camastros [XIV, 2] están extendidos y los reposacabezas de los grandes son sujetados sin peligro. La necesidad de cualquiera está cubierta con un lecho en la sombra y [XIV, 3] una puerta se cierra tras aquel que dormía entre arbustos.
Es, ciertamente, bueno ver que el lino fino está extendido durante el día [XIV, 4] de Año Nuevo . . . . . en la orilla . . . . . el lino . . . . . [XIV, 5] . . . . . los árboles, los ciudadanos . . . . .

. . . . . [XIV, 10] . . . . . en medio de ellos [XIV, 11] como los asiáticos . . . . . sus planes que concluyeron para [XIV, 12] ellos. No se encuentra a nadie que quiera alzarse protegiéndolos . . . . . Cada hombre lucha por su hermana y protege [XIV, 13] su pellejo. ¿Son nubios? Entonces nos protegeremos[121], pues son numerosos los combatientes para repeler a los arqueros. ¿Son los habitantes de Timehy? [XIV, 14] Entonces nos volveremos[122], pues los ‘medyai’ están contentos en Egipto.
¿Por qué cada hombre está matando a su hermano? Las tropas [XV, 1] que reclutamos para nosotros, que se ha convertido en arqueros, cayeron para destruirnos. Lo que ha sucedido por ello es permitir que los asiáticos conozcan el estado de la tierra, [XV, 2] sin embargo todos los extranjeros la temen[123]. La experiencia de la gente dice: ‘Egipto no será entregado a las arenas’.
Es fuerte [XV, 3] . . . . . dice a vosotros después de los años . . . . . lo destruye él mismo. Quien permanece alimenta sus casas. [XV, 4] . . . . . para alimentar a sus hijos . . . . . [XV, 13] en exceso de provisiones. . . . .
Lo que ha dicho Ipuwer cuando respondió a la majestad del señor del Universo: ‘[XV, 14] . . . . . todo el rebaño. Quien lo ignora es como aquel que tiene el placer en su corazón[124]. Has hecho lo que era bueno en sus corazones y has alimentado a las gentes con ello, pero ellos cubren [XVI, 1] sus rostros por temor al mañana.
Había una vez un anciano antes de que muriera y su hijo era un joven sin conocimientos. [XVI, 2] Comenzó . . . . . no abrió su boca para hablar . . . . . ante vosotros. Lo tomáis como el destino del muerto. Llora [XVI, 3] . . . . . va . . . . . [XVI, 12] . . . . . después de vosotros. Está la tierra . . . . . [XVI, 13] . . . . . en cada camino. Si se llama a . . . . . Llora, pues, . . . . . [XVI, 14] . . . . . Entra en las mansiones del ka, se incendian las estatuas . . . . . los cadáveres y momias. [XVII, 1] . . . . . [XVII, 2] de administrar los trabajos.

***

[1]El texto jeroglífico ha sido publicado por Gardiner, A.H. [1990]. Traducido por Erman, A. [1923], Faulkner, R.O. [1965], Simpson, W.K. [1973], págs 210-229, Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, págs. 149-163, y Lalouette, C. [1984-7], págs. 211-221. En castellano Serrano, J.M. [1993], págs. 80-4.
[2]Gardiner, A.H. [1990], pág. 19, traduce n Dd como ‘rehusar’.
[3]Las traducciones no tienen en cuenta, en general, el determinativo A1, y traducen ‘carga’.
[4]Gardiner, A.H. [1990], pág. 20, comenta que K. Sethe sugiere shA sA n it.f ‘es desagradecido un hijo para su padre’.
[5]Literalmente ‘.... están bajo confederados’. Gardiner, A.H. [1990], pág. 23, y Faulkner, R.O. [1965], pág. 53, traducen ‘the land full of confederates’.
[6]Quizá se refiera a un ‘hombre de provecho’. Gardiner, A.H. [1990], pág. 23 traduce ‘face is like him who .....’, mientras que en Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 151, encontramos ‘is a man of substance’.
[7]En el manuscrito Xry [‘quien está bajo’].
[8]En el manuscrito aparece deificado.
[9]Divinidad con cabeza de carnero que modelaba a los hombres en su torno de alfarero.
[10]La presencia del infinitivo, irt, como señala A.H. Gardiner, [1990], pág. 25, puede ser una deformación del escriba que estaría acostumbrado al uso del neoegipcio.
[11]Gardiner, A.H. [1990], pág. 25, al igual que Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 151, traducen ‘when they rejoice’. Para tener en cuenta esta aseveración es necesario tomar las barras de pluralidad como el pronombre sufijo de 3ª persona del plural. Es mejor un participio.
[12]Una alusión al enterramiento de personas que no han fallecido. Encontramos el pronombre dependiente de 3ª persona en lugar del pronombre sufijo tras la preposición. Gardiner, A.H. [1990], pág. 25, traduce como si se tratara de una construcción n sDmt.f [‘antes de...’].
[13]Serrano, J.M. [1993], pág.80, traduce ‘ibis negros’. Parece tratarse del Plegadis falcinellus, un tresquiornítido de 50 cm.
[14]En el manuscrito original es una oración de predicado adverbial.
[15]Lit.: ‘se tiene sed’.
[16]Significaría el ‘barco del estado’.
[17]Lit.: ‘Va a ellos la gente, ellos mismos’.
[18]El texto no parece traducible Hd pw n nn tw [‘Es la injuria de .....’].
[19]Los hombres estaban tan llenos de terror que no podían distinguir el agua de la tierra.
[20]En el manuscrito es de predicado adverbial.
[21]Gardiner A.H. [1990], pág. 30, traduce verbo ‘When the officiants [?] have spoken, he flees [?] without delay’. He preferido un sustantivo por la aparición de los trazos del plural.
[22]Lit.: ‘El hijo de un hombre’.
[23]En el manuscrito es una oración de predicado adverbial: ‘el desierto está a través de la tierra’.
[24]Posiblemente se trate del pueblo egipcio.
[25]Parece tratarse de una forma relativa prospectiva introducida por la partícula HA.
[26]En el manuscrito es una oración de predicado no verbal.
[27]Gardiner A.H. [1990], pág. 33, nos da dos posibles acepciones:
a] una barca mitológica que aparece en Los Textos de las Pirámides y en Urk IV 366.
b] Una barca divina usada en las ceremonias templarias, que aparece frecuentemente en las fórmulas de las tumbas, por ejemplo en BM 580.
[28]El adjetivo nisbado con función posesiva, iry, tiene que hacer referencia al cedro. Hemos traducido formas prospectivas porque dan un mejor sentido al texto siempre que consideremos el pronombre sufijo .sn de la cláusula negativa referido a los productos y al aceite. Si dicho pronombre hace referencia a los ‘grandes’ cambiaría el sentido. En este caso no vuelven los cuerpos de los grandes después de haber sido embalsamados en Creta. Esta segunda posibilidad nos parece menos probable.
[29]Faulkner, R.O. [1964], pág. 26, sugiere ‘profit’.
[30]Para Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 152, ‘éxito’, mientras que para Faulkner, R.O. [1965], pág. 54, es ‘destino’.
[31]Posener, G. [1946], Revue d’Égyptologie 5, pág. 254, sugiere transcribir iwty [‘Ciertamente, cualquiera que no tiene es como el que tiene’].
[32]Se refiere a aquellos cuyo padre no es conocido o no es de buena familia.
[33]Posiblemente se refiera al padre, ya sea el grande o el humilde.
[34]Lit.: ‘la prole de las plegarias’. Para Faulkner, R.O. [1964], pág. 26 y [1965], pág. 55, se traduciría ‘The children of the neck are laid out on the high ground’.
[35]Ocultada a la vista de los extranjeros, quienes ahora pueden pasear libremente por ellas. Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 153, prefiere utilizar el verbo ‘mirar, ver’ [‘... no es vista’], pero el texto no parece mejorar.
[36]Los caminos en mal estado crean confianza en los habitantes del delta. He seguido la propuesta de Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 153, y Gardiner, A.H. [1990], pág.38, considerando el estativo referido a ‘senderos’. mH-ib lo encontramos en Campesino Elocuente B, 236 [iw mH.tw ib im.k. Se ha puesto la confianza en ti’] y en Urk I 99, 7 [mH-ib n Hm.f im.[i] r srw.f nb[w]. Su majestad confió en mí más que en cualquier oficial]’. Cabe la posibilidad de asignar el estativo a mH-ib cambiando el sentido del texto [‘La vanidad de Tamehu está en los senderos pisoteada’], pero no parece asimilarse al contexto.
[37]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 153, traduce impersonal.
[38]En Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 153, leemos She is loaded down with jars filled with .....
[39]Se conocen con este nombre dos divinidades, una del Alto Egipto y otra del bajo país, relacionadas con la música y el canto.
[40] En el manuscrito es una proposición de predicado adverbial.
[41]En el manuscrito aparece el determinativo de un hombre [A1 de A.H. Gardiner]. En este caso no considero que se trate del pronombre sufijo de primera persona del singular, sino de un hombre con posesiones en contraposición a ‘sirvientes’ que viene detrás.
Las traducciones de este pasaje son diversas y no dan una explicación gramatical completa. A.H. Gardiner [1990], pág. 41, traduce ‘I have separated him and slaves of his house’ con el inconveniente de que la partícula considerada genitiva iría en singular, no concordante con su antecedente plural. El uso de dos objetos directos es propuesto también por Faulkner, R.O. [1988], pág. 14, y nosotros nos adherimos a él.
Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 153, no considera parte del texto jeroglífico y nos da una versión parcial ‘And the servants abandons his household’.
[42]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 153, no considera esta construcción de futuro.
[43]El manuscrito dice fqAw n HAw [lit.: un sustento de abundante].
[44]Lit.: los hombres calientes.
[45]En el manuscrito, de predicado adverbial.
[46]Gardiner [1990], pág. 42, comenta que el pasaje está muy corrupto. En Faulkner, R.O. [1964], pág. 28, leemos ‘Indeed, runners are fighting over the spoils [?] [of] de robbers’. En Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 153, encontramos una división diferente de las oraciones ‘Lo, one runs and fights for the goods [of a man]; He is robbed, all his things are taken’, haciendo caso omiso de los determinativos [A1].
[47]Este párrafo se repite en 4,3-4.
[48]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 154, omite esta parte del texto que presenta grandes dificultades gramaticales y un sentido muy oscuro.
[49]El significado de este pasaje del texto es muy oscuro. Seguimos en gran parte la traducción de Gardiner, A.H. [1990], pág. 43.
[50]Lit.: ‘su hermano de su madre’.
[51]La mayoría de los autores traducen ‘carga’, pero hemos preferido esta traducción por el determinativo A1.
[52]Lit.: ‘se le azota con golpes de rama’.
[53]Igual en 4,4-5.
[54]Lit.:’ en la desolación’.
[55]En la mayoría de las traducciones encontramos sustantivos ‘sin concepciones ni nacimientos’, pero en estos casos la partícula negativa sería nn y no n. Así que hemos preferido formas verbales subjuntivas pasivas.
[56]Creemos que se trata de la negación de una forma sDm.n.f que presenta el complemento directo en anticipación. Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 155, y Serrano, J.M. [1993], pág. 81, posiblemente siguiendo al primero, traducen ‘No face is bright ..... hunger’ [Ningún rostro brilla ... por el hambre] haciendo caso omiso del pronombre sufijo de 2ª persona del singular, así como del complemento circunstancial.
[57]Traducción dudosa, siguiendo a Faulkner, R.O. [1964], pág. 30.
[58]Parece encontrarse omitido el pronombre sufijo sujeto de la forma relativa.
[59]La concordancia es con st ‘lugar’ no con STAw ‘secretos’ como sugieren la traducción de Lichtheim, M. [1975],volumen I, pág. 155, por lo que parece mejor ‘expoliado’ que ‘desvelado’.
[60]Lit.: ‘El grano de Egipto es como si desciendo y se me trae’.
[61]Lit.: ‘... como aquel que sale y desciende’. Faulkner, R.O. [1965], pág. 56, traduce ‘... is a popular resort’.
[62]Lit.: ‘... está hermoso en su cara’.
[63]Este párrafo es equivalente a Adm 4.4.
[64]La mayoría de los autores no traducen este vocablo. Seguimos la traducción del diccionario de Faulkner, R.O. [1988], donde hace referencia a Sfdyt en Tumbas Tebanas II 21 [Tumba de Antefiqer].
[65]Parece una construcción de estativo introducida por iw, pero la no se produce concordancia con el estativo [wa] que aparece masculino. Es un caso en el que el masculino sustituye al neutro. Lit.: ‘... cayó en la vacuidad’.
[66]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 155, divide las oraciones de otra forma considerando una anticipación del genitivo muy frecuente en este manuscrito [Adm 2,5; 6,2/3; 6, 5/6] [mtn sStA n tA xmm Drw.f / sHAww Xny whn.f n wnwt -Mirad, [d]el secreto de la tierra, se desconocen sus límites; si la Residencia es expoliada, se colapsará en un momento’]. La traducción de Gardiner, A.H. [1990], pág. 54, seguida por nosotros, se basa en un participio imperfectivo pasivo con pronombre resumptivo. En principio, es difícil tomar partido.
[67]Espíritu con forma de serpiente.
[68]En el manuscrito encontramos el genitivo singular cuando se trata de un plural. Si nos atenemos al texto tendríamos que traducir un dativo [‘.... los secretos para los reyes ...’], lo que hace más difícil su comprensión.
[69]En el original es una oración de predicado adverbial.
[70]Parece tratarse de una construcción nombre + r + infinitivo, pero falta la desinencia en -t del infinitivo de 3ª ínfimae.
[71]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 156, traduce qn como verbo [‘envalentonarse’] a pesar del determinativo A1 [‘The coward is emboldened to seize his goods’].
[72]Los muertos.
[73]En el manuscrito una cláusula adverbial con ‘m’ de predicación [‘... es como el poseedor de una tumba’].
[74]Gardiner, A.H. [1990], pág. 57, traduce una construcción de estativo ‘Behold, this had happened men’.
[75]En el manuscrito una cláusula adverbial continuativa.
[76]En el manuscrito una cláusula adverbial continuativa.
[77]Gardiner, A.H. [1990], pág. 57, traduce ‘cosas preciosas’, lo que no da un buen sentido al texto.
[78]Lit.: ‘quien no tiene para él’.
[79]Tomado de Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 157, pues en el manuscrito original hay una laguna.
[80]Es más difícil verla como una frase de relativo [‘aquel a quien ignora su dios’].
[81]Tomado de Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 157. En el manuscrito original solamente aparece el determinativo de vaca [E1].
[82]Gardiner, A.H. [1990], pág. 64, traduce de forma muy distinta: ‘Behold, the butchers transgress [?] with the cattle of the poor’. La versión de Lichtheim parece más convincente y encaja muy bien con el resto de las premisas.
[83]Lit.: ‘... cayeron en la hambruna’.
[84]Lit.: ‘... son como los que se descarrían’.
[85]Lit.: ‘No existe quien los reúna a ellos’.
[86]El manuscrito en este punto es incomprensible [iw.f hA iw.k sw]. Esta traducción, seguida por la mayoría de los autores, parece la más intuitiva.
[87]Gardiner, A.H. [1990], pág. 64, y Faulkner, R.O. [1965], pág. 59, hacen una separación distinta de las oraciones [mtn qnw nw tA n smi.n.tw sxrw n rxyt / wAww r Aqw] y traduce ‘Behold, the powerful men of the land, the condition of the people is not reported [to them ?] All is ruin!’. Nosotros seguimos la sugerencia de Lichtheim.
[88]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 158, traduce ‘craftsmen’, pero el texto jeroglífico no muestra el determinativo A1 y aparece un pronombre sufijo de 3ª persona que, en tal caso, carecería de un antecedente claro. Este pronombre sufijo debe de considerarse erróneo y ser reemplazado por el de 3ª persona del plural.
El verbo sSwA traducido habitualmente por ‘empobrecer’ a alguien ‘de’ [preposición m], aquí debe de tener otro significado al carecer de la preposición. Hemos considerado que ‘echar a perder’ define suficientemente bien la situación de los trabajos de los artesanos.
[89]Seguimos a Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 158, pues esta porción del manuscrito está alterada.
[90]Tomado de Gardiner, A.H. [1990], pág. 69, pues esta sección esta corrompida en el manuscrito original.
[91]Se trata de una construcción in.f sDm.f con significado futuro, lo que no parece ser seguido ni por Gardiner, A.H. [1990], pág. 71, [‘Is the poor man vigilant’] ni por Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 158, [‘As to the citizen, when he wakes’].
[92]Lit.: ‘no existen sus temores’. Aparece un determinativo A1 supernumerario. Esta misma frase aparece en la línea siguiente del manuscrito.
[93]Este pasaje es muy oscuro y la mayor parte de los autores consultados lo dejan sin traducir. Podría traducirse algo así ‘Se huye de las riberas [?] envuelto [?] en las ropas de Tayt desde las dos residencias’.
Hemos traducido mAaw por ‘riberas’ mejor que por ‘sienes’ aunque el determinativo F51 indica más una parte del cuerpo humano que una parte de la tierra.
tAyt: El jeroglífico aparece con el determinativo de ‘lino’ [V6] y no diosa. Esta divinidad está relacionada con la vestimenta de los muertos [vendas y sudario de los difuntos]. Por extensión, es la encargada de las vendas de los físicos y del vestuario de la liturgia sagrada.
[94]Tiene que referirse a los asistentes. Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 158, traduce ‘They are not ready’.
[95]En el texto aparece repetido.
[96]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 158, no traduce la forma relativa [‘Go you on that road, we have just come’].
[97]Literalmente ‘si desciendo se me trae’.
[98]iry.f irw es de difícil interpretación. La mayoría de los autores, y nosotros nos incluimos, la dejan sin traducir.
[99]sk.ty.st parece tratarse de una forma de participio sDm.ty.fy de un verbo cuyo significado se desconoce.
[100]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 159, deja esta parte sin traducir.
[101]Lit.: ‘que los sacerdotes purificadores estén en la limpieza de los templos’. No parece tratarse de una construcción nombre + Hr + infinitivo.
[102]Lit.: ‘... en relación a la impureza del cuerpo’.
[103]Traducción muy dudosa.
[104]Gardiner, A.H. [1990], pág. 69 traduce ‘quien os llama’. lo que es gramaticalmente correcto.
[105]Laguna en el manuscrito original. Tomado de la traducción de Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 159.
[106]Lit.: ‘El represor de los males es quien llega a convertirse para ellos’.
[107]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 160, nos indica que este párrafo podría estar dirigido al rey más bien que al dios Ra.
[108]No encontramos coherencia para Adyw r sswn ib pw.
[109]Podría no ser correcta.
[110]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 160, con buen criterio, decide no traducir esta parte porque se encuentra muy alterada y su sentido no es muy comprensible.
[111]El significado de esta frase [in iw ? ir m irr.f st m pH.tin n-ma [a]q.f r.s] es muy oscuro y preferimos dejarla sin traducir.
[112]Castel, E. [1995], pág. 149, dice que es una representación de lo que sale de la boca de Ra [la palabra autorizada]. Según el capítulo 17 del Libro de los Muertos, nació de una gota de sangre que emanó del falo de Ra cuando fue circuncidado [¿Qué significa esto? Significa la sangre que brotó del falo de Ra cuando se encargó de circuncidarse a sí mismo. Entonces brotaron los dioses predecesores de Ra, Hu y Sia, que acompañan a mi padre Atum en el recorrido de cada día, cotidianamente - Libro de los Muertos, capítulo 17. Traducción de Lara, F. [1989], pág. 48-9].
[113]Representación divina de la Percepción.
[114]Representación de la Verdad, la Justicia y el Orden cósmico.
[115]En este punto las traducciones varían mucho. Gardiner, A.H. [1990], pág. 85, traduce ‘it is because one man loves and another hates [?]’; Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 160, ‘It means the replacement of love: one man hates another’. Faulkner, R.O. [1965], pág.61, ‘... because it means what one loves another detests’. Nosotros hemos considerado una oración de predicado sustantivo tripartita seguida de una subordinada circunstancial.
[116]Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 160, traduce frases interrogativas.
[117]En el manuscrito es una oración de predicado adverbial.
[118]En el texto encontramos un sustantivo plural [‘¡Ojalá estuvieran tus gustos en un poco de sus miserias!’]
[119]Tomado de la traducción de Gardiner, A.H. [1990], pág. 88.
[120]Traducción dudosa. Parece como si se invirtieran los papeles: quien deben mostrar respeto son situados delante y aquellos que hacen prosperar al pueblo se mezclan con él. Gardiner, A.H. [1990], pág. 89, traduce ‘... purified in front, made to flourish in the midst [??]’ y Lichtheim, M. omite este tramo.
[121]Lit.: ‘Entonces haremos nuestra protección’.
[122]Lit.: ‘Entonces haremos un retroceso’.
[123]Lit.: ‘... están bajo su temor’.
[124]Clara alusión a nuestro refrán ‘Ojos que no ven, corazón que no siente’. Lichtheim, M. [1973-80], volumen I, pág. 161, traduce ‘It pleases the heart to ignore it’.