"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

sábado, 2 de abril de 2011

MITOLOGIA -AQUELOO-



MITOLOGIA
Aqueloo llora toda su amargura
y se convierte en el rio más famoso del mundo


De los tres mil ríos nacidos del profundo amor de Océano y Tetis, el más ilustre era Aqueloo, el rio más grande de Grecia.
Corría entre Etolia y Arcanania. En sus márgenes, bebiendo de sus aguas, vivía una raza extraña y belicosa.
Sin embargo, la presencia de este pueblo belicoso no molestaba al dios-rio. En verdad Aqueloo no reparaba en el, entretenido como estaba con sus sueños de amor.
Pronto desposará a la hermosa Deyanira, altiva princesa del reino de Calidón. Ella lo había elegido entre varios pretendientes porque era el más fuerte, el más poderoso.
Mal podía imaginar Aqueloo que todos sus proyectos de felicidad conyugal serian desbaratados por Hércules.
El héroe llegaba de los infiernos para cumplir la promesa hecha a un muerto. Meleagro, príncipe de Calidón, le había pedido que desposase a su hermana, la bella Deyanira.
El compromiso de la joven con el dios-rio debía ser roto en una lucha. Hércules se proveyó de armas. Aqueloo, de sus formas: poseía el don de metamorfosearse en animales. Pero de nada le valió tal capacidad. Perdió la contienda tras transformarse sucesivamente es serpiente y en toro. Y la amada novia partió para siempre en los brazos de su rival.
Derrotado y solitario, Aqueloo corría entre Etolia y Acarnania pensando ahora solamente en venganza.
Cuatro Ninfas inocentes sucumbirían bajo el peso de su odio. Habían preparado un sacrificio para honrar a un poderoso dios. Y convidaron a todas las divinidades de las aguas para que asistieran a la ceremonia. Se olvidaron, sin embargo, de invitar a Aqueloo.
Toda la cólera del dios-rio se enardeció con este nuevo desprecio. Aqueloo hace subir las aguas hasta el límite de las tierras y las inunda. En su torrente arrastra, implacable, a las cuatro Ninfas y al lugar que ellas habían adornado para realizar la ceremonia del sacrificio.
No satisfecho aún con su propia violencia, transformó a las jóvenes en islas –las Equinades, del mar Jónico-, que quedaron para siempre en su desembocadura.
Después, aplacado su odio, volvió a correr entre Etolia y Acarnania, pero siguió llevando consigo toda su amargura en el áspero sabor de sus aguas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario