MITOLOGIA 
Himno a Afrodita
(Proclo)

Cantemos al linaje de aquella que nació  
De la espuma de las olas;  
Cantemos al real e inmenso origen  
De donde partieron, alados, los inmortales Deseos.  
De éstos, los unos traspasan las almas con sus dardos  
Espirituales, y las incitan, heridas ya por el aguijón  
De la nostalgia, a ascender hacia lo alto,  
Buscando ardientemente el poder volver a ver,  
Resplandecientes como la llama del fuego,  
Las habitaciones de su Madre.  
Los otros, obedientes a los deseos del Padre  
Y a las previsoras decisiones que apartan  
El mal del mundo, se esfuerzan, por medio  
De la generación, en multiplicar la vida en el infinito universo,  
Excitando en las almas el deseo de nacer sobre la tierra.  
Hay otras que incesantemente vigilan los diferentes  
Caminos de las íntimas relaciones del matrimonio  
Para así conseguir que, engendrándose hombres mortales,  
Pueda de este modo construirse, inmortal, la raza  
De los hombres, afligidos por infinitos males.  
Todos, en fin, se afanan en secundar las obras  
De la Citerea, procreadora del Deseo.  
Y en cuanto a ti, oh Diosa,  
-ya que tu oído por todas partes está atento-,  
Sea que te extiendas sobre el amplio horizonte  
Celestial y allí seas, tal como de ti se dice,  
El alma divina del eterno universo; Sea que habites en el seno del éter,  
Por encima de las siete órbitas de los planetas,  
Derramando sobre todo lo que de ti proviene,  
Infinitas energías,  
Óyeme, y conduce, oh Venerable,  
Con la ayuda de tus impulsos los más justos,  
El penosísimo camino de mi dolorosa vida  
Borrando de mi alma el frío impulso  
De los deseos no divinos!  
Traducción: Josep Soler   
***
PROCLO de Bizancio     
Proclo nació en Bizancio en el año 410. Luego de estudiar en Alejandría con el filósofo griego Olimpiodoro, se estableció en Atenas. Allí fue discípulo de Plutarco y Siriano, miembros de la Academia, escuela de la que él mismo sería luego director y que por entonces estaba muy influenciada por el paganismo y la magia. Murió en Atenas en el año 485.
Proclo enfrentó la pretensión del cristianismo —que se presentaba como única religión verdadera— conformando un sistema neoplatónico que integraba los aportes de las religiones antiguas y de la ciencia y la filosofía griegas. Su síntesis reservaba a Platón el lugar de mayor relevancia, pero no por eso dejaba de integrar elementos propios del aristotelismo y del estoicismo.  
 
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