"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

lunes, 26 de julio de 2010

MITOLOGIA -LOS PAJAROS SOMBRIOS DE LA LAGUNA ESTINFALIA-

MITOLOGIA
LOS TRABAJOS DE HERCULES

Los pájaros sombríos de la laguna Estinfalia

En el cielo apareció una nube negra. Los campesinos la observaron y comprendieron: había llegado la hora del hambre y la miseria.
Eran los pájaros de la laguna Estinfalia. Huyendo de los lobos que amenazaban devorarlos en su región de origen, ellos emigraron a los bosques que rodean a la laguna. Y allí establecieron su nueva morada.
Se multiplicaron, y ahora constituyen una legión hambrienta y poderosa, que asuela los campos, devora los frutos, diezma los trigales.
Hércules debe luchar contra ellos. Destruir completamente la plaga de la laguna Estinfalia. Tal es la orden de Euristeo.
La laguna está sucia. En la fangosa superficie de sus aguas flotan restos de animales y vegetales. Y apesta terriblemente a cosa muerta.
Hércules camina en medio de la oscuridad del bosque, buscando a sus enemigos, que descansan de la casería del día. Fatigado por la larga búsqueda, finalmente se duerme.
Por la mañana se despierta con el Sol en la cara y la inmediata visión del peligro.
En los arboles, un ejercito negro se prepara a invadir la tierra. Los pájaros –de alas inquietas y plumas de acero, afiladas como puñales- están ya dispuestos a arrancar a los campesinos el fruto de horas de trabajo.
Para alcanzarlos más fácilmente con sus flechas, sin arboles que estorben la visión, Hércules decide hacer que las aves abandonen el bosque.
Recoge los címbalos de bronce confeccionados por el habilidoso Hefesto (Vulcano), dios del fuego, y agradece con una oración a Atenea (Minerva), la diosa de la sabiduría, que le haya ofrecido ese presente.
Empieza hacer sonar furiosamente los címbalos. El estrépito amedrenta a los pájaros, que salen de la sombra del bosque y recortan en el cielo sus nítidos perfiles.
Hércules tiende el arco. Apunta la flecha. Y empieza a tirar.
Una a una, con precisión, las saetas van matando a los pájaros.
La sangre resbala por las plumas de acero. Hércules coloca los cadáveres en un enorme cesto y los lleva a Micenas.

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