"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

viernes, 7 de septiembre de 2012

MITOLOGIA INCA -LAS ACLLA, VIRGENES DEL SOL-


MITOLOGIA INCA
LAS ACLLA, VIRGENES DEL SOL


Para proporcionar el mejor culto posible al dios Sol, además de sus diversas clases de sacerdotes, los incas habían instituido una importante institución de vírgenes dedicadas a su servicio, conocida como Intip Chinán, en la que ingresaban las niñas elegidas en su infancia (a los ocho años) para convertirse en acllas tras un estricto noviciado que cubría los primeros años de su estancia conventual, bajo la dirección de una superiora, Mama Cuna, educadora, vigilante y examinadora de las jóvenes sometidas a su tutela. Dígase que también Mamacunas (las elegidas) era el nombre del templo de las Aclla. Pero esta profesión religiosa no era sólo una llamada o una obligación para acudir forzosamente al servicio de la religión, sino que se trataba más bien de una educación selectiva y esmerada para las jóvenes de las clases superiores, puesto que, una vez llegadas a la edad núbil, entre los trece y los quince años de edad, pasaban a ser "presentadas en sociedad", para ser las potenciales prometidas de señores de la nobleza, ya que el período de servicio en el Inti Chinán como aclla era también la garantía de la calidad de su linaje y el aval de la mejor educación y, evidentemente, la mejor prueba exhibible públicamente de su incontestable virginidad, puesto que no guardar la obligada castidad y, sobre todo, ser sorprendida con un hombre significaba, para la vestal en ejercicio, su inapelable condena a muerte, a una muerte cruelmente ejemplar, dejándola que muriera de inanición, para que no fuera la mano del ser humano la que matara a las sacerdotisas, sino el abandono. Este castigo, muy similar al aplicado a las vestales romanas consideradas impuras, era también tan duro como todos los que se aplicaban a las vírgenes escogidas para el servicio de los dioses, en todas las demás latitudes con las vestales infieles, como una extensión del máximo castigo que siempre se ha aplicado exclusivamente a las mujeres infieles en la religión o en la vida matrimonial, sin que se haya hecho nunca que sea norma una contrapartida similar para los mucho menos castos hombres de religión, cualquiera que sea la doctrina considerada. Dígase también que parece ser que, si se llegaba a producir un embarazo de una de las aclla, siempre que no hubiera pruebas en contra de la exigida adhesión a la norma estricta de la virginidad requerida, se consideraba que tal embarazo había sido realizado por la explícita voluntad y personal acción del dios Sol y, automáticamente, el yo que tuviera la vestal, era considerado privilegiado hijo del dios solar y, como tal, recibía un trato de favor para el resto de sus días.


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