"No hay decisiones buenas y malas, solo hay decisiones y somos esclavos de ellas." (Ntros.Ant.)

viernes, 1 de octubre de 2010

MITOLOGIA -TRAGICO RESULTADO DE UNA PROMESA-

MITOLOGIA
Trágico resultado de una promesa


Epafo no creía que el hermoso Faetón fuera hijo de Helios, el Sol. Humillado e irritado, el joven va a llorar en los brazos de Climene, su amorosa madre. Y ella le sugiere que pida a su padre una prueba de su divino origen.
Faetón busca a Helios y, una vez más, le relata con voz entrecortada por las lágrimas la ofensa de Epafo.
El Sol jura al hijo, por las aguas sagradas del Estigia, que ha de proporcionarle una prueba decisiva de su origen divino.
Valiéndose de la emoción y de la piedad tan ampliamente demostradas, Faetón ruega al padre que le deje manejar por los cielos su carro dorado.
Helio halla absurdo el pedido, pero no puede rehusarse, puesto que ha jurado por el rio infernal, juramento sagrado de los dioses.
Feliz y regodeándose de antemano por el placer que va a sentir mientras se deslice por el cielo en la veloz carrera de los cuatro relucientes caballos, el joven trepa al carro dorado. Toma las riendas de los impetuosos animales e inicia el soñado paseo.
Pero, al cabo de cierto tiempo, los caballos notan que no es Helios quien los dirige. Y, aprovechando la ausencia del amo, comienzan a galopar furiosamente, sin dirección. Se acercan a la tierra y amenazan abrasarla.
Los ríos se secan. El suelo se incendia. Las plantas no pueden respirar. Los mortales transpiran, presos de completa lasitud.
Libia se convierte en un desierto. Los etíopes cambian de color: ahora son negros (aithíopes = rostros quemados por el sol).
Y todo el universo se habría transformado en una hoguera, si Zeus (Júpiter), cuando el carro se acercó al Olimpo, no hubiera detenido la loca carrera de los caballos, fulminando al imprudente Faetón.
El joven cayó muerto en las aguas del rio Erídano. Sus hermanas, las siete Heliadas, desoladas, se sumen en tan largo llanto a sus orillas que los dioses las transforman en sauces. Y sus lágrimas se convierten en ámbar.
Ahora Epafo ya no duda del origen divino de Faetón. Pero el hijo de Helios debió pagar con su vida aquella comprobación.


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